21
¿Cómo podría describir los siguientes tres meses sin hacer de esta historia un aburrido cliché?
Melanie y yo nos habíamos mantenido juntos por casi cuatro meses enteros, tuvimos un par de peleas, por supuesto, ninguna que me hiciera pensar que debíamos terminar.
Una vez tuvimos una pequeña discusión sobre donde pasábamos más tiempo, si en su departamento o en el mío. Después de una extraña intervención de mi mejor amigo, fue decidido que pasábamos más tiempo en mi departamento, así que acordamos quedarnos al menos dos noches en el de ella.
Estuvimos presentes en una de las tantas peleas de Jason y Ángela que duro, por cierto, cuarenta y cinco minutos. Ella y yo comimos palomitas y les observamos discutir, cuando nos aburrimos, ella tuvo la brillante idea de empezar a besarnos en el sofá. El resultado de esa gran idea fue que ellos detuvieron su pelea, incomodos por el intercambio que mi novia y yo estábamos realizando, pero unas tres horas después volvieron a discutir. Un punto para nosotros cero puntos para ellos.
Había tantas cosas mías en su casa como cosas de ella en la mía. Normalmente los lunes y los miércoles cada quien dormía en su departamento. En parte porque ella tenía su ensayo hasta tarde y en parte porque yo tenía tanta tarea que te cagabas nada más de verla.
Tuvimos incluso, una discusión acerca de los cepillos de dientes, una noche cuando me quede en su departamento y nuestros cepillos estaban el mismo lugar, incluso aunque siempre los ponemos separados desde que ella tuvo la genial idea de comprarme un cepillo idéntico al de ella. Al final, entró su compañera con su cepillo de dientes idéntico al nuestro, salimos del baño sin decir una palabra. Sobra decir que tiramos los cepillos y compramos unos diferentes esta vez.
Una vez, tuvimos una discusión en la que no pude dejar de reírme y en consecuencia su enojo aumento en un doscientos por ciento.
Todo comenzó cuando recibí un mensaje de Meredith mientras estaba en la ducha, cuando salí Mel ya había abierto el mensaje, lo que de alguna extraña manera no me molestó, y cuando entré a la habitación ella sostenía el teléfono frente a mi cara preguntando quién demonios era Meredith. Sin poder evitarlo comencé a reírme y cuando estuve a punto de calmarme y explicarle todo el asunto, me pregunto porque esa misteriosa chica me invitaba a su fiesta así que volví a reírme. Dejó de hablarme por dos días hasta que Ángela le dijo que Meredith era la esposa de mi hermano mayor. No volvió a hablar del tema, pero cada vez que podía le recordaba el asunto.
Salimos más veces de las que debería contar en esta historia sin hacerla tediosa.
Una de esas tantas veces, fuimos al restaurante de comida china al que fuimos cuando Ángela estaba embarazada. Pero terminamos llevando a Jason, Ángela y a Mike. Intente hacerle saber a Jason que ellos tres sobraban per mi mejor amigo no entendía las indirectas. La noche en general fue divertida, de verdad. Pero tan pronto como terminamos de comer, subí a Mel a un taxi y sin decirle nada a los demás tuvimos una pequeña excursión a un parque que conocía de por allí.
Alguna de las veces que tuvimos la fortuna de estar solos en una salida, fuimos a un club que estaba al otro lado de la ciudad, en el que no conocía a absolutamente nadie; pero ella disfrutaba del lugar. Pasamos un rato agradable hasta que un muchacho con cuerpo de modelo de Abercrombie se acercó a tratar de coquetear con mi novia mientras yo iba por unas bebidas. Antes incluso de que yo pudiera reaccionar, Melanie ya tenía su puño en el rostro del chico que probablemente tendría que encontrarse un trabajo diferente del modelaje. Mi chica tenía carácter.
Nos besamos en lugares en los que la gente nos señalaba por incluso sostenernos de la mano.
En alguna de esas ocasiones Mel tuvo la gran idea de hacer una visita al museo de historia que nadie visita nunca. Fuimos uno de esos sábados que te dan ganas de quedarte el mayor tiempo posible en la cama... Melanie no me dejo quedarme en cama, me arrastro hasta el museo. Había unos cuantos turistas y una que otra familia con niños hiperactivos revoloteando por todo el lugar. Estábamos en la mitad del recorrido cuando pude notar que estaba aburrida, nos detuvimos frente a una estatua que podría considerar un poco obscena y de una manera sarcástica e hilarante hable sobre las cualidades de la estatua, Mel rio tan estruendosamente que me hizo sentir un poco orgulloso pero que nos hizo merecedores de una pequeña regañina. Después de que pudo contener la risa, miró un momento la estatua y después me miro a mí, antes de que pudiera preguntarle qué estaba haciendo me tomó por la camiseta y unió sus labios con los míos, sin importar que estuviéramos interfiriendo en la foto de una señora.
Otra de esas memorables veces, Melanie tuvo una idea más brillante que la anterior, sugirió que fuéramos a la biblioteca en la que solía trabajar y molestáramos un poco a la señora Vázquez, sin pensármelo dos veces, me puse de pie y la arrastre hasta la biblioteca en la que solía pasar una terrible mañana todos los domingos. Hicimos un par de travesuras de las cuales estoy completamente orgulloso; pero que preferiría no mencionar porque me harían un parecer poco más patético de lo que soy ahora. Cuando la señora V nos atrapó estábamos en la sección para infantes. Venía a paso rápido, con una mirada furiosa y para molestarla un poco más, entre todos esos niños y antes de que nos alcanzaran, tomé a Melanie por la cintura y la besé como solo sabía besarla a ella.
Descubrimos más cosas sobre nosotros.
No hay demasiado que agregar sobre este tema, excepto que me contó que una vez tuvo un hurón llamado Perro, el nombre fue cortesía de su primo y su alocada etapa de ponerles un nombre completamente diferente a las cosas. Perro murió nueve meses después en un pequeño accidente que podría o no haber sido provocado por ella.
Le hable sobre la vez que intente escapar para ir un concierto en la ciudad vecina, pero fracase porque como el muchacho de dieciséis años que era no creí que mis padres estuviesen esperando que escapara, a penas puse un pie fuera de la casa, papá toco mi hombro, llamando mi atención, siendo esa la primera y última vez que maldije frente a mis padres.
Descubrí que no le gustaba que la vieran estornudar o limpiarse la nariz frente a las personas, así que cada vez que tenía la necesidad de hacer cualquiera de esas cosas o se iba a la otra habitación o corría lo más lejos posible para que no la viese.
También descubrí que le encantaba cantar en la ducha y que los días soleados prefería llevar el cabello amarrado, al contrario que los días fríos que era cuando normalmente dejaba su cabello suelto. Si les soy sincero había algo que me fascinaba de ella cuando traía el cabello suelto, no era que le hacía ver más femenina o más guapa, era que le hacía parecer un poco más humana de lo que demostraba ser con el resto de la gente.
Me encantaba que me mostrara un lado que los demás desconocían. Me gustaba ella y punto.
También hicimos un amigo nuevo.
Conocimos a un vagabundo en un viaje que hicimos hasta la parte sur de la ciudad, en busca de una tienda a que Melanie había querido visitar desde hacía un par de meses. Mel y yo compramos muchas cosas, ella más que nada compró ropa y yo encontré la edición limitada de una película que tenía ganas de ver desde hacía casi medio año. Ya que cada quien se fue por su lado para comprar lo que quería, ella pensó que yo habría guardado dinero para el regreso y viceversa. Fue la última vez que nos separamos para hacer las compras. Llamamos a Jason y le pedimos que fuera por nosotros; durante nuestra espera fue que conocimos a este amable y chiflado vagabundo que se hacía llamar a si mismo Caja. Como no estábamos seguros de sí era cortes preguntarle a un vagabundo su verdadero nombre, ninguno le preguntó.
E incluso creo que me enamore un poquito de ella.
Para mediados de marzo nuestra relación no era la única que había avanzado. Ángela había continuado encontrándose con Nick cada que podía, y hasta donde sabía por Melanie, ellos ya eran una pareja formal.
Sobra decir que Ángela había estado evitando todo encuentro entre Nick y Jason, no solo porque no le había dicho a Jason que había comenzado a salir con Nick sino también porque quería evitar la incomodidad entre ambos muchachos y porque sabía que ambos sin conocerse ya se odiaban aunque sea un poquitito.
— ¿Sabes que a donde quiero ir? — Melanie me dijo una de esas tantas veces que estábamos sentados en el sofá, ella con la cabeza sobre mis piernas y los pies colgando en el brazo del sofá. Negué con la cabeza. —A ese nuevo restaurante de comida japonesa que abrieron por... por allí por donde conocimos a Caja.
—Mientras no me arrastres hasta otro aburrido museo, no tengo ningún problema— cerré el libro y la miré. Estaba jugando uno de esos juegos de supervivencia. —Vayamos la próxima semana, si tenemos suerte podremos encontrar a Caja y compartir un poco de comida con él.
—O podríamos llevarlo con nosotros al restaurante y reírnos de la expresión de las personas— arruga la nariz tratando de concentrarse en el juego. —Si pierdo va a ser tu culpa— me gruñe, de pronto, el teléfono resbala de sus manos y cae directamente a su cara. Me rio y antes de que ella pueda decirme algo, mi teléfono suena.
—Hombre, ¿Dónde queda la regla de "no llamar los domingos porque son sagrados"? — me apresuro a decir.
—Cállate, mi mujer está a punto de tener a nuestro segundo hijo y necesito que muevas el culo hasta el hospital.
—No te ofendas hermano— Mel me mira preguntando que sucede —pero presenciar el nacimiento de tu segundo hijo no es una idea atractiva.
—Necesito que vigiles a América.
—Bueno, supongo que si es por ella puedo hacer un esfuerzo, estaremos allí en treinta.
— ¿Estaremos? — pero yo ya había colgado.
—Tú, yo, un hospital, los gritos de una mujer en trabajo de parto, mi sobrina a la que por cierto aún no conoces, un viaje de veinte minutos ¿qué piensas?
—Que tienes suerte de besar como el infierno, porque de otra manera rechazaría tu oferta— se sienta sobre mis piernas y toma mi cuello entre sus manos, involuntariamente mis ojos se cierran, pongo mis manos alrededor de su pequeña cintura y la aprieto contra mí. Antes de que pueda hacer algún movimiento, sus labios ya están sobre los míos.
Llegamos unos quince minutos después de lo planeado, pero no me culpen a mí, culpen a Melanie y sus ganas de besarnos un buen rato en el sofá.
Mason está esperando con América en la sala de espera y me pregunto si hemos tardado demasiado.
—Un segundo hijo y a penas puedes con esta pequeña de aquí... ¿crees que podrás hacerlo? — bromeo. Me acerco a América y ella se lanza a mis brazos, la levanto en el aire y empieza a reír.
—Matt-Matt— la pongo en el suelo. —Ya no vas a visitarnos mucho— hace un puchero.
—He tenido... múltiples ocupaciones— le doy una rápida mirada Melanie. —Pero recuerda que eres mi sobrina favorita— antes de olvidarlo, estiro mi mano hacia Melanie y cuando ella la toma, la jalo hacia el frente para que pueda ser vista por mi hermano y mi sobrina. —Ella es Melanie, Mel este de aquí es mi hermano mayor Mason y ella es mi preciosa y endemoniada sobrina América.
—Un placer— estira su mano hacia mi hermano y él en seguida la aprieta.
—El gusto es mío, Melanie— sonríe pero sé que no puede dejar de pensar en su esposa que está en labor de parto.
América se acerca con sigilo a Melanie, cuando cree que no la ve, la rodea hasta quedar detrás de ella, antes de que pueda preguntarle a Mare que está haciendo, toma el cabello de Mel entre sus manos.
—Mucho cabello— dice con asombro. — ¿No te pesa la cabeza?
—Te acostumbras— Mel se encoje de hombros.
—Yo quiero así de largo el mío— agita su propio cabello, que apenas le rosa los hombros.
—No lo sé pequeña, —Mel se agacha para quedar hasta la altura de Mare —es todo un problema cuando hay que lavarlo, además a veces se atora en todos lados— hace una pequeña mueca de dolor. —Y tu novio no deja de jugar con él cada que puede— dice dándome una miradita. —Tal vez un poquitito más pequeño que el mío estaría bien.
—Pero solo un poquito, hasta aquí— América señala la mitad de su espalda.
—Así que ella es Melanie— mi hermano palmea mi hombro. Asiento con la cabeza.
— ¿No vas a ir con Meredith? — Mason se rasca la nuca y suelta una risa nerviosa.
—Ella...no me quiere ahí después de lo que paso el día que América nació— antes de que siquiera pudiera preguntar agregó: —No voy a decirte que pasó— gruñe. —Mira— suspira —solo digamos que alguien termino en el suelo por ver tantas... cosas extrañas— sin poder evitarlo suelto una carcajada.
—No puedo creer que te desmayaras durante el nacimiento de tu hija— un par de minutos después estoy secándome las lágrimas.
— ¡Quisiera ver que no desmayaras al ver algo así! — grita llamando la atención de un par de enfermeras. Mason se cubre el rostro, avergonzado se sienta en el suelo con la espalda en la pared y la mirada en América.
Me siento junto a mi hermano hasta que una enfermera le informó que podía pasar a ver a su esposa. Nunca había visto tanto alivio reflejado en la cara de una persona. Mason regresó con nosotros unos diez minutos después, tomó a su hija de la mano y nos invitó a conocer a su nuevo hijo.
Melanie estaba un poco indecisa sobre si entrar o no, alegando que era un momento familiar y que probablemente debería esperar fuera. Sin dejarla decir mucho la arrastre conmigo hasta la habitación de Meredith. Justo como Ángela, Meredith estaba durmiendo, con los cabellos pegados en la cara por el sudor y junto a ella en una de esas cunas de hospital mi pequeño sobrino estaba descansando. Me acerqué con sigilo y observe a Mason levantar a América hasta dejarla a la altura de la cuna, ella, con miedo, estira una de sus pequeñas manitas hacia su recién nacido hermano menor, antes de siquiera tocarlo, como si temiera hacerle daño aleja la mano con rapidez.
—Matty— llama al niño.
—Oh— Mason dice como notando nuestra presencia. —Cambiamos de opinión respecto al nombre del bebé— lo miro, confundido —, su nombre es Matthew Robert... o Rob para la familia.
—O Matty para no confundirlo con Matt-Matt— América estira sus bracitos hacia mí y la tomo en mis brazos.
Tan feliz y alagado como se sentía, no puedo evitar decir: —Ni creas que voy a ponerle a alguno de mis hijos tu nombre.
Después de presentar formalmente a Melanie frente a Meredith para evitar futuras confusiones, ella y yo decidimos que es hora de regresar a casa. El regreso a casa es silencioso, pero al contrario de aquellos silencios incomodos que intentas llenar de alguna u otra manera, este silencio es de hecho muy bueno. Sus dedos están haciendo círculos en mi rodilla derecha como siempre que regresamos juntos a casa, se siente tan familiar que no puedo evitar sonreír.
Unos doscientos metros antes de llegar a casa me doy cuenta de que estamos a punto de quedarnos sin gasolina, hago una mueca de disgusto y antes de que Melanie pueda si quiera preguntarme que sucede estaciono el carro justo a medio litro de quedarnos si gasolina.
—Uh, nena, tenemos un problema— pongo mi mano sobre la suya, que sigue en mi rodilla.
—Ugh— me besa y antes de que yo pueda decir algo, se baja del auto. Unos segundos después decido seguirla, retiro las llaves y salgo del auto. —No quiero caminar— se sienta en el capo y hago una mueca de disgusto.
—Mel, solo son como doscientos metros.
—Nooooooo quiero caminaaaaar— se queja como la niña que es, me acerco a ella. —Cárgame— me ordena estirando sus manos hacia mí.
No queriendo decepcionar a mi chica pero decepcionándola al mismo tiempo, la levanto y la pongo sobre mi hombro cual costal. —Definitivamente vas a tener que pagar mi factura de hospital si me rompo la espalda.
—Eres fuerte, lo superaras— sintiéndome un poco malvado pellizco uno de sus muslos, cuando grita me echo a reír tan fuerte que Melanie rebota sobre mi hombro.
Antes de llegar al apartamento, agito un poco a Mel para llamar su atención.
— ¿Qué? — me gruñe.
— ¿Ángela ya le dijo a Jason sobre Nick? — parece pensarlo un buen rato.
—No-oh ¿Crees que debería?
—Bueno, tomando en cuenta que Nicholas podría ser el padrastro de nuestro pequeño Mike, sí, creo de que debería decirlo.
—Pienso lo mismo. Pero, ¿Por qué la pregunta?
—Uh, simple curiosidad— me encojo de hombros. —Además están en la entrada del edificio besándose, una imagen sin la que podría haber vivido— hago una mueca de disgusto.
—A ver, dame la vuelta— me doy media vuelta para dejarla ver la escena. Me detengo, inseguro de si debería o no caminar de espaldas. —Bueno, ver a mi mejor amiga besando a alguien no es algo que vea todos los días así que no se si estar feliz... o asqueada porque pienso que esos dos deberían conseguirse una habitación.
—Asqueada es una buena emoción— me doy la vuelta y comienzo a caminar al apartamento, cuidando que Ángela y Nick no nos vean.
Podría decirse una de dos cosas: o somos demasiado buenos escabulléndonos de la gente o ellos en serio necesitaban una habitación.
Subiendo las escaleras hacia nuestro piso digo algo que he tenido en mente desde que vi a Ángela. — ¿Sabes? Jason no es tan idiota como para no sospechar lo que sucede— busco las llaves en el bolsillo de mi sudadera.
—Tengo mis dudas— hurga en los bolsillos de mi pantalón, antes de que pueda preguntarle que está haciendo agita las llaves del departamento hacia mí, las tomo y con cuidado de no tirar a Mel intento abrir la puerta.
—Si es un poco idiota, pero creo que tarde o temprano va a descubrirlo— a penas abro la puerta Jason sale hecho un rayo. —Más temprano que tarde supongo— cierro la puerta detrás de nosotros, dejando que Ángela y Jason arreglen sus propios asuntos, esperando que mi mejor amigo no sea tan idiota sobre el asunto y que pueda superarlo sin intentar meterse en el pantalón de tres mujeres diferentes en una noche.
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