20

—Así que... lo que estás diciendo es que debo hacerle una visita a mi drogadicto abuelo ¿mañana?

—Eso es exactamente lo que estoy diciendo— papá habla con voz dura a través del teléfono.

— ¿Qué pasa si no voy? — revuelvo la extraña pasta que solía ser mi cereal quince minutos antes.

—La abuela se pondrá triste...—lo oigo suspirar. —Mira, no estaría pidiéndote esto si la abuela no me lo hubiese pedido a mí. Ella quiere que sigamos viéndole como el hombre de bien que siempre creíamos que era antes de entrar a rehabilitación.

—Seguro que creíamos que era un hombre de bien— respondo con sarcasmo. —Voy a ir quince minutos, pero solo porque la abuela lo pide. Pero si dice algo sobre lo gordo que estoy me iré.

Tan pronto como papá colgó, no dude ni un segundo en llamar a mi hermano.

— ¿Iras a ver al abuelo? — le pregunto antes de que siquiera pueda decir algo.

—No lo sé... ya sabes que al abuelo no le caemos muy bien... en realidad al abuelo no le agrada nadie. Pero probablemente iré por el bien de la abuela.

—Lo mismo por acá— respondo con un cansado suspiro. —Tú, yo un viaje de dos horas por carretera para visitar a nuestro drogadicto abuelo. No sé, piénsalo— lo escucho reír y tarda un par de segundos en contestar.

—Por extraña que suena esa propuesta, voy a aceptarla.

Decidimos que era mejor que pasara la noche en su casa, así nos iríamos temprano, entraríamos unos veinte o treinta minutos y regresaríamos lo más pronto posible.

Lleno mi mochila con un par de camisetas y unos jeans, algunos chocolates que encontré por ahí y algunos suéteres que podrían hacerme falta. Llego a casa de Mason pasadas las diez de la noche, por lo que no tengo oportunidad de saludar a Mare y mi horrible hermano mayor se quedó dormido. Meredith está despierta para recibirme.

Meredith y yo hablamos por media hora, más o menos, antes de que me indicara mi habitación. Me quedo dormido casi enseguida.

— ¡MATT-MATT! — alguien grita cerca de mí y sin abrir los ojos comienzo a lanzar golpes al aire, intentando apagar la fuente del ruido. La cama se hunde y alguien comienza a saltar. Definitivamente voy a golpear alguien esta mañana. De pronto, me doy cuenta de donde estoy. —Matt-Matt ¡Despierta ya! — América grita esta vez en mi oído.

—Sabes que eres mi sobrina preferida— abro los ojos despacio. —Pero a nadie le gusta ser despertado a gritos— me siento en la orilla de la cama, intentando acostumbrarme a la luz me tallo los ojos.

—Mamá hizo el desayuno— ella toma mi mano y me lleva hasta el comedor.

—Buenos días— le digo a Meredith mientras me siento. — ¿Dónde está el inútil de tu marido?

—El para nada inútil de mi marido está tomando una ducha— pone un plato frente a mí y después de agradecerle me dice: —Puedes tomar un baño después si quieres. Mase— como ella llama a Mason —tiene planeada su salida para las nueve treinta— observo el reloj. Ocho cuarenta, tengo tiempo suficiente para tomarme una ducha.

Minutos antes de las diez apenas estamos saliendo de casa de mi hermano. Diez minutos después de que estamos en la carretera, me doy cuenta de algo.

—No esta— revuelvo en mi mochila una vez más. —No esta— busco en la bolsa de enfrente y en la de los lados. —No esta— busco en la bolsita secreta.

— ¿Qué no está? — Mason pregunta, girando a la derecha.

—Mi teléfono— me doy por vencido, es obvio que lo deje en algún lado. Trato de calmarme un poco, ya no estaba, no había razón para alterarme, lo más probable era que estuviese en el apartamento. Me relajo, no había razón para alterarse.

Pasamos el resto del camino hablando sobre lo difícil que era la vida para Mason con una niña de seis años y una mujer embarazada. Yo le hable sobre que no llevaba una mierda de mi trabajo final del próximo semestre y que probablemente debería haber elegido el tema. El me habla sobre todos esos nuevos productos que llegaran el próximo miércoles y me lamento un poco por ser pobre y no poder comprar las cosas que quiero cuando quiero.

Cuando Mason aparca frente a la clínica y ambos suspiramos, nos miramos y al mismo tiempo dijimos:

—No quiero hacer esto— Mason puso una extraña mueca en la cara. —Podemos decir que vinimos y que el abuelo no estaba o le estaban dando un baño, no lo sé. No quiero entrar y decir "hola, vengo a ver a mi drogadicto abuelo".

—Entre tanto joven consumidor de anfetaminas el abuelo debe destacar más que por su creciente calva— señalo a un joven que intenta soltarse de quien supuse era una especie de guardia.

Sin darle más vueltas al asunto me baje del auto, tendríamos que hacer esto tarde o temprano. Y prefería hacerlo temprano. Mason terminó de hablar por teléfono y también bajó.

¿Qué puedo decir de la visita al abuelo? Puedo decir que no estuvo tan mal, pero definitivamente no fue maravilloso. A penas llegamos, nos hicieron esperar una media hora antes de ponerlo en la mesa frente a nosotros. Lucía tan terrible como sabía que se vería, era un drogadicto, ¿Qué esperaba? Justo como mamá, la primera cosa que me pregunto después de no haberme visto en casi un año fue:

— ¿Estas subiendo aún más de peso? — en serio, esta familia tenía que superar lo de mi peso, yo ya lo he hecho, ¿Por qué no pueden ellos?

El resto de la visita había sido... ¿Cómo decirlo sin que suene grosero? Oh, bueno, eso no importa, realmente fue un desperdicio de tiempo. Si el abuelo no era grosero con nosotros, nos ignoraba y si hacíamos ademan de retirarnos comenzaba a gritar que estábamos robándonos algo.

Una de esas veces Mason se robó una maceta. Sin embargo, aunque podría decirse con certeza que el abuelo estaba mintiendo nada más mirarlo, nos revisaron los bolsillos y la mochila antes de salir. Por más difícil de creer, el abuelo no pregunto ni una vez por su única bisnieta América... o por la abuela. Me pregunte si ella ya habría venido a visitarlo y si había sido tan mierda con ella como con nosotros.

No soporte la idea de la abuela sufriendo por culpa de alguien... como él.

Llegamos a casa de Mason pasadas las cinco. Lo primero que hago al llegar a su casa es comprobar que mi teléfono no está allí. Meredith me invita a cenar y sin poder resistirme a la deliciosa pasta que ella prepara, acepto.

Cuando terminamos de cenar América le pide a su papá que me quede una vez más a dormir, advirtiendo que esta vez no se quedaría dormida y jugaría conmigo toda la noche. Viendo la preocupación por una noche intranquila en el rostro de sus padres y recordando que tengo que ir a trabajar al día siguiente, rechazo la oferta de Mare. Le pido un aventón a Mason, así no tengo que tomar el autobús hasta el departamento (que era un viaje de aproximadamente dos horas).

Cuando entro al apartamento, más o menos a las nueve y media, lo primero que escucho es la pequeña discusión que Ángela y Jason están teniendo en la sala. Sin darle demasiada importancia al pequeño aquelarre que tenía lugar en mi apartamento fui derecho hasta mi habitación sin mediar palabra con ellos. No pase demasiado desapercibido.

— ¿Dónde demonios has estado? — Jason es el primero en gritarme. —Dejas tu jodido teléfono en el apartamento, ¿Cómo quieres que te contactemos?

—Tal vez no quería hablar— mentí. —Tuve algunos... asuntos que arreglar, así que no creí que fuera necesario llevar el teléfono. La próxima vez dejare una nota lo prometo. Además— dije intentando desviar la conversación — ¿Por qué están discutiendo esta vez?

— ¿Qué es mejor— Ángela hablo sin darle tiempo a Jason —Diario de una pasión o el Titanic? — hago una mueca.

—No he visto ninguna— admití de inmediato.

—Claramente el Titanic es mejor— Jason dijo, sorprendiéndome.

—Diario de una pasión— Ángela gruñó. —Mel también piensa que Diario de una pasión es mejor— dijo señalando el sofá. Oh. —Ups, olvide que ustedes estaban teniendo una pelea— me encogí de hombros, inseguro de si seguíamos en esta pelea cuyo motivo no entendía.

—Tomare un ducha— anuncie al incomodo silencio que se había formado. Me di la vuelta y entré en el baño sin decir otra palabra. A penas entré en el baño, ellos reanudaron su discusión.

Justo estaba lavando mi cabello cuando la puerta se abre repentinamente, me sorprendo tanto que un poco de champú me entra en los ojos.

— ¡Demonios Jason! — gruñí. Enjuague mis manos e intente sacar el jabón de mis ojos con un poco de agua.

—Ehm... no soy Jason— Melanie me dice mientras se sienta en nuestro muy masculino asiento de baño. —Yo, quería que habláramos...sobre lo que pasó el sábado.

—Oh— fue lo único que pude decir. Ella gruñó como cuando está desesperada. Seguro de que ella no iba a decir más nada, le dije lo que había estado pensando. —Habíamos hablado ya sobre Sarah... ella es mi amiga.

—Pero...— ella no supo que decir.

—Y si estamos hablando sobre la gente con la que pasamos tiempo, no me hagas hablar sobre el montón de hombres guapos y delgados que te rodean todos los días en tus ensayos— ella ríe, lo que tomo como una buena señal. —Podré no tener mucha experiencia en esto de las relaciones— estiro mi mano fuera de la ducha en busca de una toalla —, pero si de algo estoy seguro es que debemos confiar en el otro. Y aunque no confió en esos chicos (porque admitámoslo, eres caliente nena y ellos obviamente babean por ti), confió en ti— la toalla cae en mi mano. —Así que— asomo mi cabeza —terminemos con esta ridícula pelea y bésame— ella se ríe y niega con la cabeza, pero aun así se pone de pie y me besa. 

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