Los sábados eran mi día menos favorito de la semana, tenía un horroroso empleo en una cafetería relativamente cerca de donde vivía con Jason y Sebastián. A las siete de la mañana, ¿Quién se levanta a las siete de la mañana en un sábado? ¿O los domingos? Pero tenía que hacerlo, necesitaba esa cámara en poco tiempo.
¿Por qué estaba estudiando cine si tenía que partirme el culo en un trabajo que me quitaba casi la mitad de mi tiempo libre? En realidad no sé cómo expresar con palabras la razón por la que estaba estudiando cinematografía, o bueno, sé cómo hacerlo pero siempre me sale como mierda.
Cuando aplique mi examen para entrar a la IDCA (Instituto De Cine y Artes), me prepare en todos los campos, lengua, matemáticas, física, biología, etc. Había leído en internet la opinión de algunas personas que habían aplicado examen para la IDCA y ellos dijeron que todo era normal, que las preguntas eran las mismas que te aplican para entrar a cualquier otra escuela, pero había un parte, casi al final que preguntaba cosas sobre el cine y por esa razón habían fallado o habían estado a punto de hacerlo y a pesar de que ya sabía algunas cosas sobre el cine y cómo manejar una cámara, solo sabía las cosas básicas y no creí por que con esos conocimientos fuese a aprobar el examen. Así que el mes previo a mi evaluación estuve investigando todo acerca de la cinematografía y aunque no lo recordé todo cuando hice mi examen, fue lo suficiente, respondí una gran parte de esas preguntas.
El problema llegó cuando di la vuelta a la hoja final, una que estaba después de la última pregunta. La hoja contenía una sola pregunta. Ni siquiera había opciones ¡¿Qué iba a hacer sin las opciones?!
No supe que responder, simplemente me quedé allí quieto. El problema mayor fue cuando me di cuenta de que solo faltaban tres minutos para entregar el examen. Me puse tan nervioso que tire mi lápiz tres veces y uno de los aplicadores me miro con severidad, esperando encontrarme copiando el examen de la chica de al lado. Baje la mirada a mí propio examen concentrándome en la única pregunta que me faltaba, cuando uno de los aplicadores dijo que solo faltaba yo, escribí lo que creí más lógico:
¿Por qué quieres estudiar cine?
Me hace feliz
Nunca supe si mi respuesta había sido correcta, pero me gustaba creer que no lo era y que tendría la respuesta correcta cuando tuviese mi título en las manos.
El autobús tardaba aproximadamente treinta minutos. Entre por la puerta trasera que me lleva a la sala de descanso que era incluso más pequeña que la cocina en el apartamento. Tome mi ridículo delantal y la gorra de color rosa, puse la más brillante de mis sonrisas en mi rostro y cruce la puerta que me llevaba a la cocina, salude a Lucy y a la señora Navarro que estaban sentadas alrededor de la pequeña mesa situada en una de las esquinas en la cocina.
—Buenos días Lucy, Señora Navarro— ambas me sonríen mientras ato los cordones de mi delantal.
—Buenos días Matt— Lucy dijo primero.
—Buenos días dulce—La señora Navarro era un mujer bajita, con el cabello lleno de canas y largo casi hasta la mitad de la espalda, siempre tenía un apelativo cariñoso para ti, no importaba la edad que tuvieses, no importaba cuanto tiempo llevases conociéndole, podría llamarte dulce, corazón, niño, caramelito, bombón y de otras mil maneras más. Dejé de intentar que me llamara por mi nombre después de un mes de trabajo aquí. Era simplemente inútil.
Lucy Ledesma era una chica bajita con el cabello corto como un chico, pero delgada como un palillo, era una chica bonita, compartía algunas similitudes con la señora Navarro y había sido la primera amiga que había hecho cuando llegue a la ciudad. — ¿Listo para trabajar?
—No en realidad— me encogí de hombros. Ambas mujeres rieron. Luke entró limpiándose las manos en su propio delantal y me apuntó con el dedo índice.
—Era hora de que llegaras Adams— se acercó y me palmeo la espalda. —Solo hablan de cosas de mujeres que no logro entender— sostuvo su cabeza entre sus manos en un gesto dramático. —Que si debían comprar portavasos o nuevos cortineros azul zafiro o azul cielo ¿Cómo distingues esos colores? o esa cosa que usan para quitarse los pelos de las piernas ¡No comprendo! — lloró falsamente en mi hombro.
— ¿Qué le han hecho?— fingí estar horrorizado. —Ven conmigo hombre, hay que devolverte tu masculinidad. Lo siento mucho señora Navarro, debo llevar a mi compañero a un bar y ver algunas chicas desnudándose. Nos tomaremos el resto del día y probablemente mañana, está demasiado dañado. Lo mantendré en observación— nos dirigimos a la puerta.
Bueno, si me gustaba mi trabajo la mayoría del tiempo, cuando olvidaba que tuve que despertarme a las seis treinta esa mañana o que los adolescentes que llegaban a la cafetería eran unos completos cabrones.
Esa mañana había sido hasta ese momento la mejor, solo habían ido unos cinco o seis muchachos de secundaria y se habían burlado de mí, pero esta vez solo insulte a dos. Como normalmente les levantaba el dedo medio a esos seis sonreí triunfante, estaba dejando de afectarme la presencia de esos cabrones.
Fue entonces, cuando estaba limpiando una de las mesas que la vi entrar. Mierda. ¿Debía esconderme o algo así? No, ya era muy tarde para esconderse. Me había visto y fulminado con la mirada, todo en el mismo segundo, me encogí un poco y fui directo hasta la caja registradora.
—Lucy— susurré discretamente.
— ¿Qué pasa Matt? —me miró con preocupación, no sé cómo supo que estaba nervioso.
Me sequé la frente con la palma de la mano. Oh, es verdad, sudo cuando estoy nervioso. — ¿Puedes atener la mesa cuatro?
—Pero esa es tu mesa— dio una mirada a la chica en la mesa y después miró el sudor en mi frente. — ¿Te está molestando?—frunció el ceño. Negué de inmediato.
—Solo no quiero atender la mesa— intenté sonar relajado y me encogí de hombros, tratando de restarle importancia al asunto. Lucy volvió a mirarme y después asintió.
—Solo encárgate de la dos por favor. — Asentí, tomé una de las servilletas de papel del mostrador y sequé lo más que pude del sudor de mi frente. Vi a Lucy caminar hasta la chica que había arrojado cerveza (o lo que sea que haya sido) en mi cara ayer. Traía unas gafas de sol enormes y no era por ser grosero pero se veía muy fea, el maquillaje de verdad hacia maravillas. Traía unos pantalones de chándal que estoy seguro eran como cuatro tallas más grande que los que ella necesitaba y una sudadera que le quedaba terriblemente grande, tenía el cabello revuelto y sostenía con indiferencia el teléfono entre las manos, cuando Lucy se acercó puso cara de disgusto y sin mirarla le dio su orden.
— ¿Va a tomar mi orden? — el hombre con traje frente a mi dijo. La sangre subió a mis mejillas, me había quedado congelado como idiota un par de segundos.
— ¿Qué va a ordenar? — Saqué una libreta de mi ridículo mandil y tome su orden, cuando le dije a Luke lo que necesitaba, me acerque a Lucy que aún esperaba la orden de La Perra —había decido llamarla así hasta que supiera su nombre, o tal vez la llamaría así para siempre—. Lucy tenía el ceño fruncido, cosa que no pasaba con frecuencia siendo ella una persona vivaz.
— ¿Qué sucedió?
—Que perra más grande—comenzó.
— ¿Qué sucedió?
—Nada importante— pero igual tenía el ceño fruncido. — ¿De dónde la conoces?
—Una fiesta a la que fui ayer— una sonrisa bailo en los labios de Lucy, tenía ganas de reírse, siempre que intentaba disimular su risa agachaba la cara y fingía apretar su los lazos de su delantal. — ¿Qué? — fruncí el ceño. —Si salgo de casa.
—Como digas—volvió a apretar las cintas.
— ¡En serio! — suspire cansado. —Ella como que me arrojó una cerveza en la cara.
La sonrisa de Lucy se desvaneció.
— ¿Por qué?
—Bueno... como que le pregunte que si estaba de mal humor porque estaba en su periodo— me encogí de hombros. Lucy soltó una carcajada y después me golpeo en el hombro.
— ¿Tu eres idiota?
—Simplemente honesto— volví a encogerme de hombros. —Pero ella en realidad estaba en su periodo— me defendí —, su amiga como que me lo dijo y ella estaba...—hice un mohín —tenía una mancha en el culo. —Luke llego con la orden de La Perra y Lucy se fue. Llegó a donde La Perra y me sorprendió lo que vi, Luke que salía de la cocina también lo vio. Ella prácticamente arrojo su orden a la mesa, un poco de la comida en el plato cayó en la mesa y la mitad de su café también.
— ¿Viste eso? —Luke murmuró. Asentí —Ella realmente debe ser una perra.
—Lo es— corrobore. Lucy regresó unos segundos después. Luke le dio una mirada de ¿Qué carajo fue eso? Ella se encogió de hombros y fue a atender a una pareja que acababa de llegar. Luke sacudió la cabeza.
—Tu orden.
—Gracias.
Cuando cerramos la tienda a las diez, estaba tan cansado que por primera vez en los últimos seis meses pensé que mis piernas no soportarían todo mi peso, que se romperían y tendría que vivir en cama para siempre, lo que debo admitir suena genial, no tendría que hacer nada, papá o alguien más podría traerme la comida, jugaría juegos de video, no tendría que levantarme ¡para nada! Claro, papá o mamá tendrían que hacer todo, eventualmente dejarían de hacerlo y probablemente muera de inanición, pero los primeros meses serían bastante geniales.
Salí, como siempre, por la puerta de atrás. Le di una mirada al edificio de enfrente –uno de esos edificios de departamentos de hace unos cincuenta años que estaba obviamente abandonado, las personas decían que era uno de esos lugares donde vendían droga, incluso la señora Navarro lo decía–, probablemente no debería haber mirado el edificio. La Perra estaba saliendo por la puerta trasera del edificio abandonado mientras sostenía un enorme bolso de gimnasia con fuerza, usaba los mismos pantalones y su cabello estaba más desordenado que por la mañana, miraba de un lado hacia otro, como esperando que no la descubriesen. Entonces sentí lastima por ella, ¿tan mala era su vida que consumía droga?
Decidí que no debía meterme en eso por las tres siguientes razones.
1. No era mi problema,
2. Ella era realmente una perra; y
3. Ella realmente no me importaba
Así que seguí mi camino y esperé no toparme con ella nunca más.
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