19

Año nuevo transcurre sin problemas y con menos incomodidad de la que había imaginado. Mamá se mantuvo alejada de mí durante el mayor tiempo posible (ya que la abuela estuvo amenazándola con el bastón durante casi toda la fiesta) y América hizo un par de dibujos para todos. En resumen, fue la mejor fiesta familiar de año nuevo a la que había asistido en un par de años.

Durante la tarde del treinta y uno recibí un par de llamadas y textos de Melanie, lo que hizo el día incluso aún mejor. En la madrugada del primero hable con ella nada más terminar de desearles un año nuevo a todos mis parientes.

—Feliz año nuevo, Mel— sonrió como un idiota.

—Feliz año nuevo, Matt— puedo sentirla sonreír a través del teléfono. Hablamos un par de minutos sobre las cosas que habíamos hecho hasta que escucho que alguien le llama, ella suspira con cansancio y antes de colgar dice: —Te extraño, volveré a casa pronto.

Durante la tarde del primero Mason hace sus maletas y se despide de todos, recordándome una vez más que el cumpleaños de América es el día siguiente, le doy un codazo más fuerte de lo que pretendía y al final termino disculpándome yo.

Un par de horas después de que Mason se va, le envió un texto a Jason preguntando a qué hora es conveniente para ellos irnos. No recibo una respuesta sino hasta media hora después diciendo que nos iremos en cinco minutos. Maldigo a mi mejor amigo antes de enviarle una seña obscena como respuesta a su texto y corro hasta mi habitación para arreglar el desastre que deje en apenas dos días.

Cuando intento cerrar mi maleta, unos minutos después, me doy cuenta que debí haber doblado correctamente mi ropa o llevar otra maleta, vuelvo a maldecir a Jason por darme tan poco tiempo. Me despido con rapidez de todos, no sin antes darle un gran abrazo de agradecimiento a la abuela por mantener a mamá alejada de mí y corro hasta la casa de los Collingwood justo cuando Ángela está metiendo su última maleta en la cajuela.

—Estuvimos a punto de dejarte hombre— Jason ríe mientras intenta quitar las manos del pequeño Mike de su cabello, sin pensarlo dos veces golpeo, lo más fuerte que me permite mi mano, su nuca. Sin darme cuenta golpeo por accidente al pequeño Mike, quien pone cara de "me aguantare mis lágrimas" y enseguida cambia su expresión a algo que interpreto como: "no puedo, me dolió mucho".

Dejo la maleta en el suelo y tomo al bebé en brazos antes de que Jason si quiera pueda hacer algo. Ángela se acerca con rapidez al escuchar los sollozos de Michael y sin pensarlo golpea con fuerza la nuca de Jason. Él murmura un par de cosas que suenan como: "¿por qué siempre yo? Esta vez sí fue culpa del cabrón de Matt. ¿Por qué ni siquiera preguntas?" y otras cosas que se perdieron entre tantas maldiciones.

Durante el regreso Jason está muy callado y no pudo evitar preguntarme si es por mi culpa. A mitad del camino el teléfono de Ángela suena terminando con el incómodo silencio que habíamos estado aguantando por casi cincuenta minutos. Ángela sonríe nada más ver la pantalla.

— ¡Mel! — ella chilla como siempre que habla con Melanie por el teléfono. —Vamos a mitad del camino... ¿eh? ¿Llegas hasta el domingo? —de inmediato saco mi teléfono del bolsillo para revisar si no tengo algún mensaje de texto, cuando vi que no había ningún texto, no pude evitar molestarme, ¿Por qué le dijo primero a Ángela? —... pensé que irías con nosotros a la fiesta de América— me sentí celoso de la mejor amiga de mi novia por un momento. —No voy a pasarte a Matt— ella gruñe —...ni aunque me compres tres bolsas de caramelos...— Ángela guardo silencio por lo que parecieron muchos minutos. — ¿Tú pagas todos los tacos que coma?... vale, espera un momento— sostiene su mano contra la bocina del teléfono y me mira. —Tú ganas esta ronda, he sido derrotada con la promesa de tacos gratis, pero la próxima vez no será tan fácil... Mel es mía— frunce el ceño y me pasa el teléfono, lo tomo con más brusquedad de la pretendo. En un gesto infantil que espero moleste a Ángela saco mi lengua y me regodeo un poco con el teléfono en la mano, no recuerdo que estaba a punto de hablar con Melanie hasta que grita mi nombre un par de veces.

—Lo siento, estaba teniendo una pequeña pelea por ti contra Ángela.

—Pude escucharla decir que yo soy suya— sonrió como un idiota nada más escuchar su voz. —Así que, he estado llamándote un par de veces, parece que no tienes línea— de inmediato tomo mi teléfono y confirmo lo que acaba de decirme. "Sin servicio". —La otra opción era que seguías en tu casa pasando más tiempo con tu madre— me rio de inmediato ante esa posibilidad.

—Jamás.

—Bueno, eso ya lo sabía pero me encanta molestarte— puedo sentir su sonrisa por el teléfono. —Ya no tengo que decirte que llegare a casa el domingo ¿verdad? — niego con la cabeza, de inmediato me doy una palmada en la frente, ella no puede verme. —Mamá quiere que me quede un poco más, así que llegare más o menos a medio día, quizá más tarde.

— ¿Qué es más tarde?

—Por la noche...—anticipando mi pregunta, se adelanta a decir: —Más o menos a las diez, papá va a llevarme.

—Oh, supongo que te veré hasta el lunes— contesto más afligido de lo quería sonar, escucho al bastardo de mi mejor amigo reírse y le hago una seña nada agradable con la mano.

—Bueno, esperaba que fueras a mi casa, ya sabes... ver una película y ver qué pasa más tarde...

—Tal vez esté disponible.

Continuamos hablando por lo que a Ángela le parecieron horas pero que apenas fueron 45 minutos, ella no habló sobre todo lo que había hecho por allá, porque decidimos que era mejor hablar de ello en persona; así que comenzamos a hablar de cosas sin sentido, escuche a Ángela reír un par de veces. Y tan ridículo como sonaba, una simple llamada de Mel podía hacer mi día incluso mejor.

Terminamos de hablar cuando llegamos al edificio, Jason me arrebato el teléfono con enfado y con la misma cantidad de infantilismo con la que Ángela se dirigió a mí unos momentos antes, le dijo a Melanie:

—Ni creas que voy a dejarte a este idiota solo para ti. Matt es MIO— quizá el tono de voz que uso no fue el más agradable, pero creo que Mel entendió el punto. Jason sostuvo el teléfono un par de momentos antes de hacer una muy graciosa cara de enfado y repetir a mi novia que yo era suyo y no de ella. Colgó antes de que siquiera pudiera despedirme.

—Hombre, me agradas pero... no vuelvas a decir que soy tuyo— le arrebato el teléfono y se lo entrego a Ángela que intenta no reírse. —En las chicas puede ser un poco tierno, pero siendo tú... es extraño.

—Eres mío— gruñó como si no hubiese escuchado lo que acabo de decirle. —Dame el número de Melanie, le enviare un texto recalcando que eres mío y no de ella— se desabrocha el cinturón, puede que pareciera que estaba bromeando, pero créanme cuando les digo que el idiota de mi mejor amigo era una persona... diferente.

—Matt y Jason, sentados en un árbol...— antes de que Ángela pueda continuar cantando tapo su boca con la mano izquierda mientras con la derecha hago una seña obscena que se vuelve la seña obscena del día.

Ángela re ríe y termina de desabrochar el cinturón de Mike. Esta sería una noche muy larga.

Esa noche, tan decepcionante como suena, solo recibo un texto de buenas noches por parte de Mel, lo que en serio baja un poco mi ánimo ya que esperaba bromear un rato con ella sobre lo que paso con Jason, incluso si eso sigue causándome escalofríos.

Un momento después, justo cuando estoy a punto de quedarme dormido, desde la habitación de Ángela pude escuchar una ridícula canción de las Spice Girls, gruño cuando reconozco que ese es el tono de llamada asignado para Melanie. ¿Por qué tenía que hablarle a ella?

Y así, dormido y una vez más celoso de Ángela, me quedo dormido.

Cuando despierto, después de una rápida visita al baño, no me sorprende encontrar más de un par de mensajes de Mason, Meredith, papá, la tía Meg e incluso uno de Jason. Todos acerca de no olvidar otra vez el cumpleaños de América, tan molesto como puede sonar, eso en realidad me hizo reír un buen rato, para cuando he calmado mi risa decido que es hora de ir por un delicioso café y más tarde recoger el regalo de América.

Mientras tomo mi café recibo un texto de Sarah recordándome el cumpleaños de mi sobrina, una vez más. Le pregunto si quiere acompañarme a escoger el regalo de mi sobrina de seis años recién cumplidos y cuando su respuesta es un pulgar arriba, le hago saber que estaré en la puerta de su apartamento en veinte minutos.

Treinta minutos después, toco con insistencia la puerta de Sarah, cuando estoy a punto de dar lo que parece el golpe número cien, Sarah abre la puerta con una cara entre enfadada y divertida.

—Calma tus nervios hombre.

—Traes pantalones— sonrió. —Aprendiste la lección.

—Uso pantalones porque me gustan, no porque tuve un frio de mierda la otra vez— se acomoda el gorro, estiro mi mano para acomodarlo bien, pero me detengo a mitad de camino, parece demasiado inapropiado ajustarle un simple gorro. Me da lo que espero sea una sonrisa tranquilizadora y toma sus llaves.

Un par de horas y un par de tiendas después, decidimos sentarnos en un pequeño banquillo.

—Darle algo a una niña de cinco años es bastante difícil— ella suspira con cansancio. — ¿Qué es lo que quieren los niños ahora? ¿Un teléfono? ¿Una cámara? ¿Jabón para lavar su insolencia? ¿Zeus, que es lo que quieren estos niños?

—Mi sobrina no es tan insolente— Sarah suelta una pequeña risa mientras observa su teléfono. Le pregunto qué es tan gracioso pero cuando no me responde decido que eso quizá sea demasiado personal. Un par de minutos después de observar a personas entrar y salir de las tiendas, se me ocurre que quizá podríamos buscar en internet.

Regalador.com es nuestro salvador.

Al final, decidimos darle a Mare un molde para mini helados, que espero le guste porque fue un gran gasto para una niña de cinco años que no era mi hija.

Paramos a comer unas papas fritas en nuestro restaurante de comida rápida favorita. Pero no era como antes, el ambiente se sentía diferente, nosotros nos sentíamos diferentes, más distantes más cerrados. Esperé el momento perfecto para preguntarle a Sar cual era la razón de su pequeña incomodidad al estar conmigo, pero el momento no parecía llegar, veinte minutos después cuando llegamos a su apartamento, aún me debatía si debía preguntarle o no.

—No me desagradas— ella soltó mientras abría su puerta. —Tampoco me desagrada Melanie o la idea de que ustedes dos sean pareja. Pero ella esta obviamente celosa de mi... —enrolló su nuevamente rosado cabello, en el dedo índice —no la culpo, soy toda una belleza— ambos reímos. —Nosotros dormimos juntos durante un tiempo... y no lo sé— se quedó sin palabras un momento —se siente extraño, eso es todo. Prometo que la próxima vez que salgamos por una hamburguesa no será tan raro.

—Espero que no sea tan raro... porque aún me debes esa hamburguesa que tiraste por la ventana.

— ¡Ángela! ¡Jason! ¡Debemos irnos! — sostengo a su hijo en brazos esperando que terminen de hacer lo que están haciendo. Ambos me gritan que debería callarme y meterme mis gritos por donde me quepan. — ¡No puedo llegar tarde a la fiesta de Mare! — eso no era completamente cierto, yo podía llegar tarde a la fiesta, pero yo no quería llegar tarde, porque toda la fiesta la pasaría entre personas bromeando acerca de que olvide nuevamente el cumpleaños de mi única sobrina y toda esa mierda que estuve escuchando durante los tres meses anteriores. Y la primera semana fue quizá un poco gracioso, pero recibir una llamada de la mayoría de tus parientes recordándome el cumpleaños de Mare, definitivamente fue terrible.

Gracias a Ángela y a Jason llegamos unos quince minutos después de la hora en que sirvieron la comida. Así que lo primero que hice fue correr hasta la pequeña América y entregarle su regalo a tiempo este año, ella lo toma y puedo notar en su cara que tiene muchísimas ganas de abrirlo, pero en seguida llega una muy embarazada Meredith y le quita el regalo, lo pone sobre la mesa de obsequios y le recuerda que podrá abrir los regalos más tarde. Mare hace un pequeño puchero antes de regresar con la bola de niños con la que jugaba momentos antes.

Me acerque a hablar con mamá y papá unos dos minutos antes de que mamá mencionara que Mason se veía más delgado aquel día, hice una mueca de dolor completamente falsa y levante mi culo de la mesa en la que mis padres estaban sentados.

No sucede gran cosa durante la fiesta y la mayor parte del tiempo me la paso hablando con Jason o tonteando con Mike. Cerca de las seis Ángela sale corriendo como un cohete y antes de que pueda preguntarle a Jason la razón, él ya me está diciendo que no puede comprender a esta mujer. Me encojo de hombros y concuerdo con él no creo que podamos comprender a Ángela alguna vez.

Unos quince minutos después, recibo una llamada de Melanie, lo que, he de confesar, me hace muy feliz en este mar de aburrimiento y gritos que llaman fiesta infantil. Sin pensármelo dos veces, salgo corriendo justo como Ángela y entro en una de las habitaciones.

—Melanie— le digo nada más contestar. Cuando ella no habla sé que algo anda mal. — ¿Melanie?

—Uhm— puedo escuchar su respiración y eso me hace sentir un poco nervioso ¿Qué era lo que sucedía? —Así que... estuve haciendo un muñeco de nieve con mamá y los niños del vecindario, también preparamos ponche de frutas y limpiamos la nieve de la entrada— dice atropelladamente. — ¿Qué tal estuvo tu día?

—Bien— no seguro de que responder continuo: —fui a escoger el regalo de Mare y llegue a la fiesta ese es básicamente mi día completo... creí que no hablaríamos de lo que hicimos hasta que llegaras a casa— frunzo un poco el ceño.

— ¿Qué le compraste a América?

—Un molde de mini helados— digo lo más bajito posible, quizá Mare estuviese escuchando. Nunca se sabía con esa niña. —No es gran cosa, buscamos en internet y fue lo que más nos gustó.

— ¿Buscamos?

—Sí, Sar... Sarah y yo fuimos a buscar el regalo— trago fuerte, sintiéndome nervioso de repente, había olvidado mencionar que quien me había acompañado por el obsequio había sido mi energética amiga de cabello rosado.

—Oh— fue lo único que dijo, un par de segundos después, cuando pensé que había colgado, la escucho suspirar.

— ¿Mel? ¿Qué está mal?— pregunto cómo idiota.

—Uh, nada... es solo que...yo...nada, ¿por qué no discutimos sobre eso cuando llegue a casa?

— ¿Discutir? — pero ella ya había colgado.

¿Tenía algún sentido seguir pensando en eso que Melanie había dicho? Por supuesto que no, ¿había dejado de pensar en eso? Por supuesto que no. Un par de minutos después, decido que era mejor regresar con Jason. Lo niños de verdad lo odiaban y no estaría para nada sorprendido de ver a un mocoso jalar su cabello como si su vida dependiera de ello.

Cuando regreso, Ángela está de vuelta en la mesa, con Mike en brazos, tratando de alejar a los niños de la próximamente calva cabeza de Jason. Me siento con pesar a su lado.

—Hombre, tienes una cara terrible— Jason palmea mi espalda, adivinando justo lo que acababa de pasar. — ¿Estás bien?

—No sé— respondo con sinceridad. —Ella dijo que íbamos a discutirlo más tarde, pero no puedo entender que íbamos a discutir.

—Tal vez es porque saliste con Sarah— Ángela comenta, como si hubiese estado esperando esto.

—Eso no tiene nada de malo— Jason y yo hablamos al mismo tiempo.

—Bueno, Sarah no es tu novia...— la interrumpo.

—Pero es mi amiga...— me detengo, de pronto, entiendo la situación. — ¿Tú le has dicho verdad? — no espere su respuesta. —Por supuesto que sí. Sarah es mi amiga, y si alguien iba a decirle a Mel que me reuní con Sarah ese debí haber sido yo, no tu— le hablo con molestia. Trato de calmarme cuando veo la cara de Mike. Me paso las manos por la cara y me levanto de mi asiento.

En un intento de distraer mi mente de Melanie y de lo que recién sucedió con Ángela, me paso el resto de la fiesta ayudando a Meredith y a Mason con sencillas tareas. Para cuando es hora de irnos, mi enfado hacia Ángela no ha disminuido ni un poquito.

Cuando llegamos al apartamento, pasadas las diez, decido que no quiero hablar con nadie y por segunda noche consecutiva me quedo dormido con un enfado del que no soy capaz de deshacerme.

Por la mañana, me siento un poco menos enfadado. Sin embargo, cuando intento llamar a Mel a medio día y ella no responde, sé que ella sigue igual de enfadada que la noche anterior. Sintiéndome impotente al no poder aclarar esto cara a cara, comienzo pensar en lo que le diré cuando llegue, si es que quiere hablar conmigo.

Puedo comprender que ella está molesta, en su lugar lo estaría también, pero ¿Cómo quiere que sepa que está molesta cuando no me lo dice? Sí, yo sabía cómo se sentía Melanie respecto a Sarah... pero creí que todo había quedado resuelto un par de semanas atrás... cuando si hablamos sobre eso, cara a cara.

Decido ir con la única persona que puede ayudarme a resolver mi problema.

—Oh Matt, eres un poquito idiota— Lucy me dice mientras limpia el mostrador.

—Dime algo que no sepa...— gruño.

—Bueno, que tal vez debiste decirle que ibas a...— sacude la cabeza. —No tienes que pedir permiso, eso es seguro. No sé qué decirte Matt— se encoge de hombros. —Lo único que puedes hacer es esperar.

—Ya se eso también— vuelvo a gruñir.

—Oye, deja de gruñir, espantas a los clientes— no me molesto en responder eso.

—Lo que yo quiero saber es... ¿Qué debería decirle? "Hola Mel, perdona que tu amiga haya malinterpretado las cosas y te dijera eso, aunque es cierto, solo salí a comprar el regalo de mi sobrina" — finalizo con una sonrisa más falsa que la mujer barbuda en un circo de mala muerte. — ¿Te gusta? Quizá debería enviarle un texto— hago ademan de sacar mi teléfono pero Lucy me detiene con una sonrisa en la cara.

— ¿Qué demonios vio Melanie en ti?

— ¡Oye!— me quejo, pero también me lo pregunto. Un par de depresivos minutos después le pregunto si debería comprar algo para Mel, como disculpa. Argumentando que comprarle algo solo me haría ver culpable por algo que en realidad no hice, decido hacerle caso y no comprar nada.

Decido trabajar un par de horas para dejar de pensar en lo que sucedería dentro de unas horas, cuando ella llegara a casa.

Nueve y media le hago saber a Lucy que iré a casa de Mel a intentar solucionar el asunto. Me desea suerte levantando el pulgar mientras salgo por la puerta principal. No queriendo retrasarme más, subo a un taxi y le doy la dirección de Melanie.

Veinte minutos después estoy en su apartamento, suspiro y subo las escaleras. Sin pensármelo dos veces, nada más estar frente a su puerta, golpeo tres veces, impaciente, me retuerzo las manos. Lo que parece una eternidad después la puerta se abre.

Y ahí estaba ella. Tan hermosa como le recordaba, y justo ahora, cuatro días parecieron una eternidad. La observo bien, su largo cabello estaba sin atar y alborotado, usaba esos janes azules que me gustaban mucho y esa horrible camiseta rosado chillón que había aprendido a amar, porque lucia perfecta en ella.

Sin pensármelo dos segundos, la tomo por la cintura y la pego contra mi cuerpo, incapaz de contenerme muevo un mechón de su rostro y acaricio su mejilla. No me puedo resistir más tiempo... sin embargo, espero un momento más.

—Te extrañe como no tienes idea— le digo acariciando sus labios con los míos. Olía justo como a ella.

La besé, lento y suave, como si hubiesen pasado meses desde la última vez que la vi. Tome su nuca en mi mano derecha y la acerque más a mí. Necesitaba más de ella, la necesitaba más cerca, más tiempo... nada podía describir lo que ella me hacía sentir.

Me separe de ella a regañadientes, recordando que estaba molesta, la dejo en el suelo y le sonrió, satisfecho de saber que la he hecho sentir débil un momento.

—Hablaremos cuando no estés molesta— me doy la vuelta y tan enojada como ella estaba, yo no podía estar más feliz.

Ella era justo lo que necesitaba.

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