15
El viernes un par de semanas después, recibo una llamada de mamá cuando salgo de la ducha, tomo mi teléfono con la mano izquierda dudando contestar, miro mi cama y puedo observar a Melanie dormir con tranquilidad. Si estas de alguna sucia manera preguntándote si hemos dormido juntos la respuesta es no, aún no.
La llamada finaliza y cuando estoy seguro que mamá dejara un correo de voz el teléfono vuelve a sonar. Hago una mueca de disgusto y me siento a los pies de la cama, ella no se detendrá hasta que conteste el teléfono.
—Cariño— ella dice alegremente. —El cumpleaños de América es la próxima semana— me pase la mano por la cara, en serio, lo olvide una sola vez, pero nunca lo dejaran ir. Ella se ríe, de verdad le gustaba burlarse de mí.
— ¿Qué sucede mamá? — voy directo al grano.
—Cariño no seas tan hostil con tu madre— me reprende, pero puedo decir que está feliz de provocarme. —Primero dime ¿Cómo has estado? ¿Conseguiste esa nueva cámara o por fin necesitas la ayuda de tus padres? — continuó picándome. —Es una broma— pero sé que no lo es.
Vuelvo a preguntarle la intención de la llamada y aunque no me gusta su tono de voz recuerdo que es mi madre y que debo mostrarle respeto. —Tu padre quería que te informara que tu abuelo, si el drogadicto, ha sido llevado a un centro de rehabilitación— puedo sentir el desprecio que derrama su oración. —Tu abuela está hecha un desastre pero cuando la visité ayer me pidió que te dijera que no podía esperar para verte en la fiesta de América.
—Te pediría que le dieras un mensaje a la abuela, pero tú y yo sabemos que no lo harás. Así que si eso es todo lo que tienes para decirme creo que nuestra conversación ha terminado— respondo cortante.
—Oh, no es todo— puedo decir por su tono de voz que está divirtiéndose conmigo. —Lacey— la señora Collingwood —las chicas y yo hemos compartido un momento agradable la semana pasada— comenta casualmente. —Me ha dicho que irá a la fiesta exclusivamente para conocer a la madre de su nieto y obviamente a su encantador nieto.
—Mamá...— puedo ver a donde se dirige esto.
— ¿Puedes decirme una vez más porque el nieto de Lacey es un bastardo nacido fuera del matrimonio? ¿Qué clase de chica es Ángela? — el nombre de Ángela resbaló de su labios de una despreciable manera y estuve a punto de colgar el teléfono.
—Mamá, no hagas nada que pueda lastimarles— aprieto la mandíbula, cayendo en su juego.
—Oh, cariño. No digas estupideces. En realidad estoy ansiosa por conocer al pequeño Mike— puedo sentir su burlona sonrisa por el teléfono. —Oh si, por cierto, no puedo esperar para conocer a la chica que llevaras.
¿Qué demonios?
—Mason me lo dijo, dice que es una chica encantadora y que seguramente me gustará. Ya sabes cómo es él, siempre hablando bien de los demás. Oh, mira la hora, debo llevar a Marcus a su entrenamiento de futbol. Nos vemos en la fiesta.
Cuando la llamada termina me encuentro apretando el teléfono. ¿Por qué no fue papá quien me llamó? Pero ya sabía cuál era la razón, ella simplemente quería picar mi humor y yo le permití hacerlo. Decido que quizá la próxima vez deje que el buzón tome su mensaje.
Un par de minutos después, cuando ya estoy calmado decido llamar al gran gilipollas de mi hermano mayor. Contesta al segundo tono.
—Matt-Matt— La voz de América hace que mi enfado disminuya un poco, sonrío muy a mi pesar. —Ayer tuvimos un examen de sumas esas donde cuentas manzanas y te dan más manzanas y tienes que decir cuentas manzanas hay en total. Y obtuve un diez— sonrío orgulloso de mi sobrina.
—Muy bien Mare y por eso tu regalo de cumpleaños será aún más asombroso.
—Matt-Matt no va a olvidar mi cumpleaños de nuevo ¿verdad? — oh dios mío. Una vez, gimo en mi cabeza, una sola vez lo hice. Ella ríe.
—El inútil de tu padre te enseño eso ¿verdad? — gruño despacio.
—Mami dijo que debo dejar de llamar a papá un inútil y que si alguien dice la palabra con i tenía que poner cincuenta centavos en el frasco— casi seguro de que está señalando un frasco que no puedo ver me río y le hago saber que no puedo ver el frasco. —Oh, se me olvido.
—No importa linda— la tranquilizo. —Solo, por favor pásame a tu papá.
— ¡PAPAÁÁÁÁ! — ella grita sin alejar el teléfono de su boca. — ¡MATT-MATT QUIERE HABLAR! — unos segundos después puedo escuchar a Mason hablando con América pidiéndole que no grite.
—Hermano pequeño, ¿a qué debo el placer de escuchar tu nada armoniosa voz un sábado por la mañana? — escuchar su voz me hizo recordar lo que mamá dijo.
—Mamá hablo conmigo hace un momento— gruño las palabras. —Habíamos hecho un puto trato— habíamos acordado, un par de años atrás que, cuando se tratara de mis asuntos personales él no le diría una palabra a mamá y yo no le hablaría a ella sobre la vez que se escapó tres días sin permiso solo para ir a la playa.
—Cálmate, por favor— le escucho hablando con América diciendo que su madre necesitaba ayuda con no sé qué mierda. —Sé que lo hicimos. Pero simplemente se me salió.
—Oh, así que se te salió— me río sin humor. —Oh, entonces te perdono.
—Matt, a todos nos pasa, fue solo un desliz.
—Desliz va a ser mi puño en tu cara— gruño las palabras, Melanie se remueve en la cama y decido salir de la habitación. — ¿No podías simplemente haberme llamado después de tu "desliz"?
—Lo olvide— y sé que se está encogiendo de hombros. —Aunque ese no es el punto, Jason y yo hablamos ayer y me dijo que por fin estas con Melanie.
—No quiero que conozca a mamá idiota, pero gracias a ti voy a tener que llevarla. Iba a esperar más tiempo antes de...— hice un mohín. —Presentarle a mamá.
—En realidad ibas a evitarlo a toda costa— no digo nada porque es verdad. —Pero entonces yo le había hablado de Sarah, porque pensé que estabas con ella, es un poco triste saber de ti por tu mejor amigo— fingió estar triste. —Pero puedes no llevar a Melanie, sabes que tienes esa opción.
—Por supuesto que no tengo esa opción, ella no va a dejarlo ir— suspiro cansado. —Yo, no sé, hablare con ella y si no quiere ir le diré a mamá que no quiso ir; incluso si ella cree que en realidad todo el asunto fue inventado por nosotros para hacerme sentir mejor.
—Oye hermano, de verdad lo siento— puedo sentir lo cansado que está a través de su voz. —Estoy suponiendo que mamá te dijo lo del abuelo. ¿Puedes creerlo?
— ¿Has ido a ver a la abuela? — pregunto, no queriendo hablar del abuelo.
—No, en realidad hace un par de meses no la he visto; hemos estado muy ocupados con la tienda. Afortunadamente las ventas están subiendo, aunque eso es probablemente por la época del año, todos quieren recibir y regalar cámaras o cualquier artefacto electrónico de moda en cualquier caso.
— ¿No puedes ser un hermano normal y regalarme una cámara por navidad en lugar de cagarla monumentalmente y darme un dolor en culo? — él se rio pero sabía que yo tenía razón, la había cagado. No hace caso de mis palabras y continúa.
—Hombre, tengo que irme. Parece que Meredith en verdad necesita ayuda y si no estoy ahí en unos segundos va a patearme el culo. Recuerda que el cumpleaños de mi hija es la próxima semana— se ríe.
—No van a dejarlo ir nunca ¿o sí?
—No, jamás. Nos vemos la próxima semana. Ah y Matt— me llama antes de colgar. —Feliz navidad.
—Feliz navidad hermano— sonrío. Mason era un idiota sí, pero todos la cagabamos de vez en cuando, podía dejarla pasar esta vez. Ese sería su regalo de navidad.
Al contrario de lo que muchos podían pensar no, no quería pasar la navidad con mi familia. Jason y yo dejamos de ir a casa para navidad cuando empezamos la escuela hace casi cuatro años pero asistíamos a la celebración el día 31. Y ese año no iba a ser diferente. Melanie y Ángela decidieron unirse a nuestra tradición. Sin embargo, la razón por la que Ángela se quedaba con nosotros ese año era porque según escuche sus padres y ella aún no están en buenos términos y parecía ser que esta vez no enviaron una invitación a la cena de navidad o a la del 31. Me sentí un poco triste por Ángela así que cuando Jason no dijo nada sugerí con toda la delicadeza que alguien como yo es capaz de usar que Ángela debía pasar el último día del año con los Collingwood. A la señora C. le pareció una idea excelente cuando su hijo se lo menciono, puedo decir que Jason se sintió aliviado cuando la respuesta de su madre fue positiva. Por el contrario de Ángela, Melanie iría a visitar a sus padres por año nuevo.
Escucho mi puerta abrirse y Melanie sale con cuidado. Sonrió y suelto una maldición se veía bien en mi camiseta. Ella había estado quedándose a dormir las últimas semanas casi todos los días y había agarrado cierta familiaridad con el departamento, lo que me hacía un poco feliz. Me acerque a ella y la tome por la cintura arrastrándola de nuevo a la habitación. Ella ríe, en realidad últimamente ríe muchísimo. Cuando estamos dentro la beso y ella pasa una de sus manos por mi cabello aún mojado. Se aleja un poco de mí y vuelve a sonreírme.
—No puedo decidir si te ves mejor con el cabello corto o largo— coloca su mano mojada en mi nuca y un escalofrió recorre mi espalda, la escucho reír. Su cosa favorita en el mundo era provocarme toda clase de reacciones en el cuerpo. La sujeto contra la pared con ambas manos sobre su cabeza y le doy un pequeño beso antes de alejarme.
—No sé como pero vas a pagar eso— gruño buscando un par de pantalones. Mi turno empieza en... observo mi reloj, cuarenta y cinco minutos. Ella se acerca por detrás y me abraza. Cuando encuentro un par de pantalones ella me los arrebata y corre hasta el otro lado de la cama. Joder no, no podía llegar tarde. —Melanie, dame mis pantalones— digo con lo que espero fuera una voz amenazadora.
— ¿O qué? — ella se burla agitando mis pantalones. Yo la alcanzo subiendo por la cama y la coloco debajo de mí. Atrapo sus labios entre los míos y puedo sentir su afloje en mis pantalones, intentando distraerla de mis pantalones beso con cuidado su cuello y la muerdo en lo que proclame un par de días atrás como mi lugar favorito en su cuerpo, debajo de su clavícula. Ella gime un poco y su agarre en mis pantalones se rompe, enreda sus manos en mi pelo y regreso a su cuello dejando un par de mordiscos, sintiéndome malvado y poderoso. Ella me hacía sentir poderoso.
En contra de mi voluntad me aparto completando así mi venganza, dejándola un poco confundida ya que por lo general paso más tiempo escondiéndome en su cuello. Cuando estoy de pie le doy una mirada burlona y puedo ver como reprime su enojo, tiene el cabello alborotado y las mejillas sonrosadas. Y por la mirada que me da mientras me pongo los pantalones sé que voy a pagarlo por la noche.
Cuando llego al trabajo quince minutos pasadas las ocho Lucy está mirándome reprobatoriamente, y la comprendo, es la quinta vez en dos semanas que llego tarde al trabajo. Pero aun cuando su mirada es severa no puedo dejar de sonreír. Me acerco a ella y le revuelvo el cabello, ella refunfuña pero por alguna razón aquello solo me hace reír. Después de acomodarse el cabello ella suspira como si no hubiese nada más que hacer con mi conducta y se sacude el delantal incluso aunque estaba limpio. Le grito a Luke un saludo de buenos días y después de que él me responde me pongo mi ropa de trabajo. Y hago lo que mejor se hacer en vacaciones, atender mesas.
Cuando el reloj por fin marca las cuatro prácticamente corro a cambiar mi atuendo y cuando estoy a punto de irme siento la caja en mi bolsillo derecho. Demonios, me doy la vuelta para hablar con Lucy pero ella ya está allí en la puerta.
— ¡Lucy! — me acerco a ella y la abrazo levantándola un poco del suelo. — ¡Feliz cumpleaños número veinticinco! — saco la caja del bolsillo de mí ya gastado abrigo gris y la extiendo hacia ella.
—Me pregunto que será— ella comenta con una sonrisa mientras levanta la tapa. E incluso aunque ya sabía lo que había dentro de la caja sé que no puede evitar dar un gritito de alegría. — ¡Un cepillo de dientes diagonal sable de luz! — sollozó falsamente y agregó: —gracias Matt, siempre quise uno de estos— me abraza una vez más antes de despedirse pero antes de irme no me olvido de desearle una feliz navidad.
Un par de horas después Jason y yo estamos acarreando las cosas que Ángela nos pidió comprar para la cena de esa noche —en su mayoría cerveza, por supuesto—, pero cuando tocamos la puerta para que alguna de las dos vagabundas que vivían en nuestra casa nos ayudase, nadie respondió. Jason se desesperó después de un par de minutos y puso las cosas que traía sobre las que yo traía, dejándome a mi suerte para equilibrarme. Abrió la puerta y me pidió que entrara, lo fulmine con la mirada mientras intentaba entrar con todas las cajas y bolsas y cuando por fin puse las cosas en un lugar seguro lo golpeo en la cabeza y comienza una batalla. El golpea mi hombro y yo le golpeo los dos hombros mostrando una mirada burlona, esperando ser el último golpe. "El que golpea al último golpea mejor" — solía decir papá o algo así. Él no se rindió y cuando intentó golpearme una vez lo tome por los brazos y los retorcí detrás de su espalda pidiéndole que se rindiera, cuando no lo hizo y afloje un poco el agarre en sus brazos, él aprovechó para enviarme de boca al suelo y retorcerme los brazos justo como lo hice momentos atrás.
— ¡Ríndete ahora! — gritó aunque podía escucharlo perfectamente. Me retorcí un poco y después de un par de segundos escuchamos una risa proveniente de la puerta, ambos dirigimos la mirada hacia la fuente del sonido y vimos a Ángela sostener a Mike en brazos mientras aplaudía y reía como si ver a su padre y su mejor amigo tirados en el suelo fuese la cosa más divertida del mundo. Un poco avergonzados de que la madre de su hijo, mi pareja actual y Michael nos viesen de esa manera él se pone de pie y me tiende una mano para ayudarme a levantarme. Ambas mujeres frente a nosotros se miraron y compartieron una mirada cómplice. Sintiéndonos un poco excluidos Jason y yo les imitamos y compartimos una mirada cómplice que en realidad no significaba nada.
Algunas horas más tarde después de preparar alimentos, ordenar comida tailandesa y dormir al pequeño Mike, los cuatro nos encontrábamos en nuestras pijamas (algo que acordamos un par de días atrás) viendo la tercera película de Adam Sandler de esa noche: "Yo los declaro marido y Larry". Me pongo de pie cuando Larry le propone matrimonio Chuck y pregunto a los demás si quieren algo de beber, cuando las tres personas me responden que quieren cerveza hago mi camino hacia la cocina y agarro cuatro cervezas las destapo y regreso con los demás enfrentándome a un ambiente de incomodidad entre Melanie y Jason.
— ¿Dónde está Ángela? — pregunto lo más obvio, Jason señala su habitación y Melanie hace una señal que parece ser un teléfono, ella no es demasiado buena con las señas. Le pregunto a ella si la llamada es demasiado importante y Jason me responde que probablemente si con una horrible mueca en la cara. Me pregunte si debía empujar más el tema pero después de dar una última mirada al rostro de las dos malhumoradas personas frente a mí les ofrecí una cerveza y me senté en medio de ellos para aligerar un poco la tensión. Ángela no regreso hasta la parte en la que Larry y Chuck son enviados a la corte y ella se veía más feliz de lo que estaba antes de irse.
Después de la quinta película de Adam decidimos que era suficiente, más o menos a las once nos encontramos jugando jenga, o al menos una versión un poco diferente. Dado que estábamos un poco borrachos Ángela sugirió que cada vez que alguien tirase la torre tenía que beber al menos media cerveza de golpe —Ángela era un excepción teniendo que beber nada más un par de sorbos, sería irresponsable que cuatro personas estuvieran borrachas con un bebé en casa—. Habíamos dejado caer la torre al menos unas quince veces y solo llevábamos treinta minutos jugando.
Cuando llegó mi turno en lo que calcule la ronda diecisiete o dieciocho tal vez la décimo novena las manos me temblaban y podía jurar que había dos torres en lugar de la original que construimos. Intenté tomar una ficha pero mi mano atravesó la torre y cuando quise tomar una de la otra torre accidentalmente la tiré pero cuando me dispuse a tomar lo que quedaba de mi botella de cerveza solo un par de gotas alcanzaron mi lengua, cuando me puse de pie dispuesto a ir por otra cerveza caí en cuenta de dos cosas: 1) a penas me levante mi culo golpeo el suelo y 2) ya no había más cerveza. Jason fue el primero en darse cuenta de la falta de alcohol en nuestro departamento por lo que sugirió que dado que ya no podía beber tenía que bailar una canción de las Spice Girls. Mi estado de ebriedad hizo a mi mente olvidar que odiaba a las Spice Girls y mientras me ponía de pie apoyándome del sofá junto a mí me pareció una excelente idea bailar.
Un par de canciones del grupo musical compuesto solo por mujeres, los demás creyeron que era una excelente idea bailar una borracha coreografía de "Say You'll be there" fingiendo ser cada una de las integrantes. Dejando fuera por supuesto a Emma Bunton, nadie quería ser Emma. La improvisada coreografía no parecía haber agotado nuestra energía pues justo después cantamos lo que podría ser nombrado como la peor versión borracha de Wannabe.
Sobraba decir que después de nuestra vergonzosa actuación los vecinos del piso de arriba golpearon gritando un sinfín de maldiciones rogando que no volviésemos a cantar esa canción o alguna canción en realidad. Sin embargo, fuel el llanto de Mike el que puso a Ángela de vuelta a la realidad y a toda prisa se dirigió hasta su habitación, lo tome como una señal para retirarnos. Pero cuando me di la vuelta para ver a Melanie ella estaba en el sofá pequeño hecha una bolita, Jason estaba en el sofá grande babeando sobre uno de los cojines, lo lamentaría más tarde. Esperando poder sostenerme sobre mis pies me acerque a Melanie y como pude me la eche sobre el hombro cual costal. Unos cinco minutos después —porque sí, me tomo cinco minutos ir desde la sala hasta mi habitación— la pongo sobre la cama y pongo las tres cobijas sobre ella y sonrió. Me acomodo del otro lado quedando así espalda contra espalda.
Me sorprendo un poco cuando la escucho removerse y poner sus brazos alrededor de mí, pero no puedo evitar sonreír. Melanie podría ser un poco cruel a veces, ser hostil con las personas que son ajenas a su mundo e incluso con las personas que ya le conocen. Pude notar mientras le conocía antes de estar juntos que prefiere reprimir sus sentimientos no queriendo mostrarse débil frente a los demás —algo que era común en los seres humanos— prefiriendo ser fría y grosera antes que dejar que le lastimaran. Durante el corto tiempo que habíamos estado juntos además de aquella vez que me besó frente a sus compañeros, prefería guardarse las muestras de cariño para cuando estamos solos, limitándose a solo tomar mi mano; pero puedo decir con seguridad que ese pequeño gesto cuando salimos juntos es incluso más de lo que ella puede mostrarme en público. Puede que ella fuera una perra cuando quisiera, pero cuando ella te quería, cuando ella te deseaba, podías estar seguro que te mostraría su mejor lado.
Había algunas cosas que sabía de ella, pero había incluso más que desconocía. Sonrió pensando que teníamos mucho tiempo para descubrirlo todo. Tomo sus manos entre las mías y lo único en lo que podía pensar era en lo mucho que me estaba enamorando de esa chica.
Y podría decir que por primera vez en mucho tiempo me sentí muy feliz.
Por la mañana, despierto antes que Melanie y sonrió cuando me doy cuenta que ella aún mantiene sus brazos alrededor de mí. Con cuidado de no despertarla deshago su agarre en mi cuerpo y me levanto. Una vez en la cocina puedo ver a Ángela con la cabeza entre las manos gimiendo algo que no alcanzo a comprender pero estoy seguro tiene que ver con la bebida. Más despacio de lo que pretendo me acerco a ella y antes de llegar le pregunto:
— ¿Mala noche? — ella voltea como poseída por un demonio y me fulmina con la mirada pidiéndome que guarde silencio. Observo a Jason dormir en el sofá y le pregunto con voz aún más baja si es por eso que me ha pedido guarde silencio, ella niega con la cabeza.
—Hablas demasiado alto— se queja tomando un misterioso liquido amarillento y es cuando caigo en cuenta que hay otros tres vasos, ella señala uno y yo lo tomo entre mis dedos mirándolo de forma inquisitiva, inseguro de tomarlo me volteo con la pregunta escrita en todo mi rostro. —Es un remedio para la resaca— ella gime como si sus propias palabras le provocasen un dolor de cabeza. Escuchamos a Jason quejarse desde el sofá y lo observamos ponerse de pie de una manera casi automática, como un robot camina hacia nosotros y levanta un poquito la silla antes de sentarse. Suelta una maldición y descansa su cabeza en la mesa.
—Son muy ruidosos— se queja, su voz ahogada en sus brazos. Ángela le indica que se tome el misterioso líquido y cuando Jason se niega Ángela le amenaza con gritarle directamente en el oído si no se lo tomaba de inmediato, incluso aunque ella también tenía resaca. Él y yo nos miramos y decidimos tomarlo al mismo tiempo, el termina primero y un par de segundos después ambos estamos haciendo una mueca de asco monumental.
Pasamos los siguientes treinta minutos tratando de recordar todo lo que habíamos hecho la noche anterior, lo que más recordábamos eran las películas. Los tres juramos jamás volver a beber tanto, pero sabíamos que mentíamos. Ángela y yo reímos lo más que nuestra resa-mierda nos permitió cuando Jason nos contó que le dolían partes del cuerpo que no le habían dolido en años y todo por dormir en el sofá. Cuando le recordé que había dejado baba en uno de los cojines del sofá se puso de pie de inmediato y cuando vio que la mancha era más grande de lo que pensó sería, se dispuso a lavarlo en el fregadero. Mientras observábamos a Jason lavar Melanie apareció quejándose de los rayos del sol y maldiciéndonos a todos, como si nosotros hubiésemos encendido el sol levantó el dedo medio y dirigió una mirada asqueada al líquido misterioso y amarillento del único vaso que sobraba.
—Ugh— ella se sentó. —Huevo y leche— le dio una mirada iracunda a Ángela. —Sabes que odio la leche— se quejó antes de bebérselo todo de una sola vez.
Una hora después cuando todos nos habíamos recuperado un poco de la resaca decidimos que era un buen momento para entregar nuestros regalos de navidad, cada uno se dirigió a su escondite secreto y trajo consigo cuatro cajas. Siendo la persona nada astuta que soy busque las cuatro cajas envueltas en papel azul y las lleve. Ángela sostenía de una milagrosa manera cajas de color verde apiladas una encima de la otra y a Mike con el otro brazo; Jason tenía cuatro cajas del mismo tamaño color rojo y Melanie que seguía buscando debajo del fregadero volvió con cuatro cajas de un brillante y cegador color rosa. Ángela pidió ser la primera en entregar los regalos y nos entregó una caja a cada quien abriendo ella misma el regalo de Mike.
Sonrío con más fuerza de la que pretendo cuando veo una camiseta de Avenged Sevenfold justo como la que se arruino un par de meses atrás cuando Jason orino en ella. Agradecí a Ángela por mi regalo. Mike había recibido un pequeño trajecito de vaquero que me pareció un poco adorable pero que no admitiría en voz alta; Melanie obtuvo una blusa blanca que no alcancé a ver bien y Jason una camiseta color gris que tenía una imagen de Chuck Norris y debajo una leyenda "No necesito un arma, yo soy un arma". Él agradeció a Ángela más de lo necesario mientras abrazaba la que yo creo sería de ahora en adelante una de sus camisetas favoritas.
En seguida abrimos los regalos de Jason, a todos nos tocó una manta con mangas, la de Mike tenía motivos de animales; la de Ángela tenía el rostro de un gatito tierno que era color gris —¿coincidencia?—, Melanie obtuvo una color rosa que tenía unas extrañas mangas, incluso aunque pude ver los ojos de Melanie brillar cuando vio el color rosa fue indiferente cuando le agradeció por el regalo; mi manta con mangas —que era la mejor— era color rojo y justo en medio de las mangas tenía el símbolo bazinga de Sheldon Cooper. Además de la manta, Jason nos obsequió un cupón con el que se ofrecía a limpiar nuestras habitaciones sin costo alguno. Todos regresamos los cupones.
Pasé mis regalos a cada quien y observe sus reacciones con cuidado. Ángela lanzó un gritito de ternura mientras sacaba de la caja un onesie blanco con un par de orejas en el gorro simulando ser un oso. Abrió en seguida el regalo de Mike y sacó un mini onesie de Chewbacca. Puso los ojos en blanco pero igual me agradeció.
—En serio hombre, tienes que parar con los regalos de La guerra de las galaxias—levanto las cejas.
—Bien, dame tu regalo— él alejó la caja a tiempo de mí y después de sacar su propio onesie de Stormtrooper me miro fingiendo echarse a llorar y me agradeció diciéndome que no parara jamás con esos regalos. Esperando que a Melanie le gustase su regalo giro para ver su reacción y puedo decir en seguida que está encantada con su onesie de gigle puff.
Por ultimo Melanie reparte sus regalos, obsequiando pantalones a los presentes. Sin embargo, cuando abro mi propio regalo no encuentro un par de pantalones.
— ¡LA VERSIÓN EXTENDIDA DE LA TRILOGIA DEL SEÑOR DE LOS ANILLOS! — grito, incapaz de contenerme.
—Oye— Jason se queja. —La regla era regalos similares para todos— gime, celoso de mi gran regalo. Melanie le muestra el dedo corazón y yo la abrazo. Había estado buscándola durante un par de meses, sin embargo cuando la encontré fui incapaz de comprarla dado que yo aún seguía trabajando para conseguir la cámara y cuando regrese para comprarla ya no estaba. Abracé a Melanie con fuerza mientras escuchaba a Ángela soltar un ruidito de alegría y a Jason quejarse una vez más.
Demonios, esta mujer me tenía.
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