✵ Fase III ✵
Título: Sorpresa de cumpleaños.
Personajes: Katsuki Bakugō, Eijirō Kirishima, Hanta Sero, Denki Kaminari, Mina Ashido, Shōto Todoroki, Masaru Bakugō (mención), Mitsuki Bakugō (mención), Izuku Midoriya, Mei Iwaizumi (Oc), Krista Litzer (Oc).
Ships: KatsukixMei, ShōtoxKrista.
Advertencia: Línea temporal donde los estudiantes ya son héroes profesionales, romance.
Cantidad de palabras: 2886 palabras.
TEAM BAKUGŌ
Compañera: -oniku-
—¡Sí, por fin gané! —exclamó Kaminari emocionado al poder ver el letrero del «Primer lugar» en la pantalla de la televisión.
—¡Hiciste trampa! —contraatacó Mina mirando molesta a su amigo, quien se levantó del sofá y empezó a bailar—. ¡Pido la revancha!
—¡Me parece una buena idea! —apoyó Sero sentado junto a Kirishima—. Cinco mil yenes a que Mina gana.
—¡Hecho! —respondió Eijirō estrechando su mano con el chico de las cintas.
Los cuatro chicos se divertían enormemente en la sala de la casa de Bakugō, quien se hallaba en el comedor observando su teléfono con aburrimiento, pues lo hacía con tal de encontrar una excusa para no entablar una conversación con Todoroki. El bicolor no se sentía cómodo en aquella casa, pero su novia le había pedido que lo acompañara al ser amiga de Katsuki.
—¡Estúpida arpía, ¿dónde estás?! —gritó el rubio ceniza enojado por la desaparición de la pelinegra, quien avisó que debía ir al baño.
—Ya estoy aquí, idiota —dijo Krista acercándose a la mesa para seis personas y sentándose junto a su pareja, quien sonrió levemente al verla.
El rubio se dio cuenta de cómo la miraba y apartó su vista a su teléfono sólo para encontrarse con su fondo de bloqueo, el cual era una foto suya junto a una chica castaña. Observó su sonrisa, aquella que hacía que sus ojos se achinaran un poco, y luego las pecas en sus pómulos que le encantaban.
—¡Hey, Bakugō! —Denki llamó la atención del susodicho y éste lo miró con el ceño fruncido—. Ya se acerca tu cumpleaños. ¿Qué tal si vamos a un bar para celebrarlo?
—¡Sí, apoyo esa idea! —intervino Kirishima emocionado y Sero asintió contando sus billetes recién ganados.
De inmediato, todos los presentes en la casa Bakugō empezaron a hablar sobre aquel día especial, planeando a qué hora se reunirían y las chicas sobre la posible vestimenta que llevarían. El ojirrojo los observó estupefacto, pero no se quedó callado.
—¡¿Y yo cuándo dije que quería celebrar mi estúpido cumpleaños?! —gritó Katsuki molesto, atrayendo las miradas de los demás.
—Hombre, pasas mucho tiempo trabajando —inquirió Sero—. Deberías tomarte el día.
—No voy a perder mi tiempo en esas estupideces —reprochó cruzando sus brazos y mirando a cada uno enojado.
Ya todos lo conocían lo suficiente como para saber que no le gustaba esas celebraciones, pero igual querían hacer algo por él. Durante todos esos años conociéndose, Bakugō los ayudó de forma discreta y querían devolverle el favor de alguna manera.
—¿Es porque Mei no está aquí? —Shōto, quien se había quedado callado en todo momento, no pudo evitar preguntarle.
Katsuki fijó sus ojos en los del contrario y la tensión se pudo sentir en el ambiente. Ambos se veían con odio y frialdad, asesinándose con la mirada. De no ser por Krista, él ya le hubiera cerrado la puerta apenas lo encontrara frente a su casa.
—Deberías escuchar a Sero —intervino la ojiambar a su amigo, quien la observó con la misma intensidad que a su pareja—. Que Mei esté en otro país, no significa que...
El teléfono de la chica empezó a sonar interrumpiéndola, al tiempo que sonreía al ver el nombre de quien inicio la videollamada. Miró divertida al rubio cenizo y éste la observó con rareza. Krista aceptó la llamada y pronto la imagen de la chica apareció.
—¡Hola, Krista!
Tan pronto su voz sonó en toda la sala, Kaminari, Kirishima, Mina y Sero se acercaron hasta rodear el teléfono de la chica alemana. Por otra parte, los ojos de Bakugō se iluminaron al escucharla y darse cuenta de quien se trataba. Solo pasó una hora desde la última vez que oía su voz por medio de audios, pero igual le emocionaba escucharla de nuevo.
Los cuatro integrantes del BakuSquad empezaron a saludarla, preguntándole sobre su estadía en el extranjero, diciéndole cuánto la extrañaban y que deseaban que volviera rápido. Incluso Shōto estaba feliz de verla, al menos por medio de la pantalla.
—¿Katsuki está por ahí? —preguntó Mei acomodándose en su cama esperando por una respuesta positiva de su amiga.
—Ah, sí —dijo la pelinegra y se acercó al susodicho, quien se encontraba molesto por toda la atención que le daban a su pareja hasta que la vio—. Deja esa cara de perro, tu querida novia quiere hablar contigo.
Bakugō gruñó al observar la burlona sonrisa de Krista, pero no dudó en aceptar el teléfono que le estaba ofreciendo. La alemana obligó a todos que salieran del salón para así darles más privacidad, recibiendo algunas quejas. Por otro lado, el rubio se fijó en la pantalla del dispositivo, donde se reflejaba la imagen de la mujer que amaba.
—¡Hola, Katsuki! —exclamó la castaña con una enorme sonrisa al poder observar a su enamorado del otro lado de la pantalla. El héroe explosivo no cambió mucho su expresión, pero pudo sentir cómo su corazón latía con fuerza al verla después de un tiempo—. ¿Cómo estás?
—Mal —respondió malhumorado y ella rió—. Estos idiotas quieren celebrar mi cumpleaños cuando tengo que seguir trabajando.
Si bien esa no era la razón principal, también era importante para él porque así podría seguir esforzándose para salir de su segundo lugar en la lista de héroes y sobrepasar a Midoriya. La chica lo entendía, era la primera meta que él se propuso y sería imposible quitarle esa idea de la cabeza.
—Sabes que te apoyo en tu prioridad de ser el número uno, pero deberías hacerles caso —contestó Mei—. Casi nunca tienes tiempo libre y te lo mereces por todo el esfuerzo que haces. Recuerda que tu cuerpo necesita descansar...
—Sí, sí, ya —Bakugō rodó los ojos fastidiado, pues a veces ella se preocupaba mucho por él. Incluso le hacía recordar a su madre.
—Me hubiera gustado pasar tu cumpleaños juntos —habló la castaña apoyando su codo en una de sus almohadas y su barbilla en su mano, mirándolo con una pequeña sonrisa—, así te hubiera hecho compañía y no dejarte solo.
A pesar de la inexpresiva mirada que le mandaba a su novia, un enorme sentimiento de nostalgia lo invadió. No podía negar que tenía razón. Se sentía solo. La extrañaba. Y no es que odiaba esa fecha que era especial para Mei, sino que ella iluminaba ese día para él.
—No importa, igual te daré tu regalo cuando vuelva —dijo la castaña con una enorme sonrisa.
—No es necesario que me regales nada. No me interesa —contestó Katsuki con indiferencia hacia el presente que su novia le quería dar.
—Tampoco me interesa lo que pienses, así que tendrás que aguantarte —Mei sonrió y le guiñó el ojo, gesto que hizo sonrojar al ojirrojo.
Pronto la chica empezó a contarle anécdotas sobre lo que había sucedido en su viaje, gente que había conocido y le mostraba algunas cosas que había comprado para sus amigos. Él no lo sabía, pero sus pupilas se dilataban con cada expresión y movimiento que la chica hacía.
Una relación como esta no era fácil. Requería mucha confianza y fuerza de voluntad, pero ambos tenían esas características y lo llevaban bastante bien. A pesar de la distancia, sus sentimientos no habían cambiado. Su amor por ella seguía intacto desde el momento en que se dio cuenta de que se había enamorado. Aun así, eso no evitaba querer estar a su lado nuevamente, especialmente en su cumpleaños. Ese era el único regalo que necesitaba: volver a estar con ella.
Pasaron cerca de un par de horas hablando hasta que los signos de cansancio estaban siendo notorios en la chica. Sin desearlo, Katsuki debió de despedirse de ella, sintiendo una gran opresión en su pecho una vez su imagen dejó de ser visible en la pantalla de aquel aparato.
Se dirigió hacia el balcón donde se encontraba su grupo de fastidiosos amigos, le entregó su móvil a la azabache, quien logró notar aquel leve esombrecimiento en los ojos carmín del rubio. Cuando Eijirō iba a siquiera decir algo, ella lo cortó diciendo que ya era tarde y debían irse a descansar todos.
—Pero aún es temprano, Kris. Deja de ser aguafiestas —expresó Denki con desdén.
—Para ti, pero Katsuki tiene sus ocupaciones. Ya suficiente es que nos haya recibido en su día libre.
—Existen momentos en los que definitivamente estoy de acuerdo contigo, fea.
—Lo sé, King. Lo sé —sonrió antes de dirigir a su grupo de amigos a la salida de la casa— Veremos qué hacer por tu cumpleaños.
—No quiero nada, maldición —bufó molesto.
—Como sea, lo tendrás. Adiós, Bakugō —habló Mina antes de seguir al grupo.
Cerró la puerta con fuerza, oyendo las risotadas de sus amigos ante aquello para simplemente ignorarlos y dirigirse a su habitación. Al menos Krista y Mina habían hecho limpiar a los chicos para que su casa no quedara un desastre. No lo admitiría, pero apreciaba a esa partida de extras.
Se lanzó a la cama, sintiendo como la soledad lo invadía de nuevo, observó su protector de pantalla, deseando tan siquiera que su amada novia estuviera ahí con él. Extrañaba las suaves caricias que sus manos dejaban sobre su piel, sus brazos aprisionarlo con suavidad y su aroma deleitándolo cada que lo percibía. Ofuscado dejó su móvil a un lado y tras varias vueltas, logró quedarse dormido.
Los días transcurrieron de forma normal para el cenizo, quien mantenía su monotonía de enfrentar villanos, escribir o hablar con su novia un par de veces, a pesar de sentir su corazón estrujarse por su ausencia. Más lo que el flamante héroe número dos ignoraba era que desde hacía un tiempo, su amada venía planeando una sorpresa más que especial para él, la cual sería un éxito solo si conseguía que sus amigos la ayudaran, cosa que tenía asegurada, pues Mei era importante para el grupo de jóvenes héroes.
—Tch... Más te vale que tengas un excelente motivo para molestarme, pelo pincho.
—Feliz cumpleaños, amigo, espero que lo pases...
—Idiota —expresó apenas colgó la llamada, mas su móvil volvió a sonar. Esta vez la pantalla mostraba "Número Privado" en lugar de alguno de sus contactos.
—¿Quién...?
—Sí que eres perro para cortarle al pobre de Eijirō en plena felicitación.
—Estoy trabajando, maldita arpía. No tengo tiempo para sus estupideces. Si solo llamas para reclamarme semejante tontería, adiós.
—Vaya que amaneciste de pésimo humor, musulmán. Como sea, no es ese mi punto —contestó cambiando el tono de su voz a uno más serio—. Más bien te necesito. Nos encontramos frente al salón de convenciones, Hikari. De seguro lo conoces, pertenece al hotel que lleva el mismo nombre y está en la entrada de la ciudad.
—Sí, sé cuál es. ¿Qué con eso? No me hagas perder mí...
—Hay rehenes en el salón Katsuki, la mayoría niños debido a que tenían un evento para ellos en el lugar. Tu quirk es el adecuado para lidiar contra el bastardo que está en la entrada. Espero vengas a darnos apoyo.
La llamada se cortó sin siquiera él atinar a responderle algo más. Suspiró frustrado al ver la pantalla de su móvil reflejándole la hermosa sonrisa de su novia. Su mal humor era un poco más exagerado ese día de su cumpleaños y se debía a que la castaña no le había escrito nada, ni un mensaje, ni una llamada, nada.
La frustración de siquiera creer que algo malo le sucedió lo carcomía, ya que ella estaba bastante emocionada con esa fecha, incluso se lo recordaba en los días anteriores. Más debía esperar a que Mei se pusiera en contacto con él, lo cual deseaba que fuera pronto. Guardó el aparato y tomó sus muñequeras para así dirigirse al sitio. Quería despejar su mente y qué mejor que pateando el trasero de una bola de villanos.
El lugar estaba completamente desolado, apenas circulaban unos autos por la carretera que quedaba frente al sitio. No divisó a la azabache ni tampoco al pelirrojo, lo cual llamó su atención. No se creía que fuera una broma, ya que ella en primer lugar, no acostumbraba a ese tipo de cosas, o al menos no cuando se trataba de salvar a alguien.
Inseguro se dirigió al interior del lugar, el cual dejaba entrar levemente los rayos del sol que iban ocultándose ya para esas horas. Caminó con cautela unos pasos hasta que repentinas explosiones lo alertaron.
Las luces se encendieron, dejando ver globos, serpentinas, carteles, pancartas y demás artículos decorativos en el sitio. Se giró un poco, notando a todos sus conocidos en el lugar, incluso el idiota de Midoriya se encontraba ahí. Sus palmas expulsaban pequeñas explosiones y solo buscaba a su "querida" amiga para explotarle la cara.
Su móvil vibró en su bolsillo por quinta vez, lo que lo obligó a quitarlo para encontrar un mensaje y cuatro llamadas de parte de Mei. El mensaje era un vídeo donde se mostraba a su novia con un hermoso vestido de color blanco, una radiante sonrisa y unos globos de números.
—Feliz cumpleaños, mi amor. Espero que te lo pases súper bien, recuerda que te amo y en verdad me hubiera encantado estar a tu lado hoy. Solo diviértete y haz caso a los chicos, ellos te quieren.
Al levantar la vista para buscar a los extras de sus amigos, notó una gran caja de color rojo y lazo blanco en medio del salón, lo cual le pareció extraño además de que no la había notado antes. Se acercó viendo una tarjeta con la inscripción "Te amo", escrita con la caligrafía inconfundible de su novia.
—Le dije a esa estúpida que no quería nada —refunfuñó molesto y sin más, jaló el lazo ocasionando que los lados de la caja cayeran y le revelaran a Mei tal cual la vio en el vídeo de hacía segundos, dejándolo anonadado por un instante.
—Feliz cump...
Sus palabras fueron interrumpidas por el impulsivo y casi demandante beso que el rubio plantó en los labios de su amada, la estrechó entre sus brazos con fuerza, como temiendo de que fuera a desaparecer de ahí en cualquier momento. Los aplausos de los presentes no se hicieron esperar, ocasionando que Katsuki se separara de ella un poco con las mejillas enrojecidas.
Masaru y Mitsuki se aproximaron a la pareja mientras que la música comenzaba a sonar dando un ambiente agradable al lugar. Los integrantes del BakuSquad se acercaron a ellos, colocándose alrededor de Mei y viendo al chico con unas resplandecientes sonrisas mientras que sus manos se encontraban ocultas tras sus espaldas.
—¡Feliz cumpleaños, Katsuki! —corearon todos juntos antes de quitar unos botes de espumas de colores y literalmente bañar al chico con las mismas.
Acto que propició a que la castaña riera mientras el ceño más que fruncido del chico se veía opacado por la mezcla de colores en su rostro y parte de sus prendas. Los jóvenes héroes se dispersaron rápidamente por el lugar carcajeándose burlescamente, imposibilitando al rubio seguirlos, lo que ocasionó que dejara salir un par de explosiones de sus palmas.
Mei se acercó a él, tomando suavemente su mano derecha, la cual entrelazó con la suya, mientras limpiaba su rostro con su mano libre para poder admirar aquel semblante que la enamoró perdidamente de él. Sus ojos azules brillaban de felicidad al estar de nuevo junto a su amado novio y los de Katsuki no podían deslumbrar con más intensidad.
Pasados unos minutos, los chicos se aproximaron a disculparse con él por bañarlo en espuma, acusando a la azabache de la idea cuando en realidad los que idearon aquello fueron Kaminari y Sero. El rubio explosivo iba a reclamárselo a su amiga, mas su novia le impidió que siquiera dé un paso para alejarse de su lado mientras que Shōto ya tenía resguardada a Krista entre sus brazos y podría decirse que lejos del alcance del chico.
La fiesta se desarrolló con normalidad, la comida y las bebidas no se hicieron esperar, y la música que el DJ colocaba simplemente invitaba a los presentes a bailar hasta que sus pies ya no dieran más. Pasados unos treinta minutos de la medianoche, la joven pareja se encontraba en uno de los jardines del lugar, el cual contaba con una bella fuente que reflejaba en ese momento la imagen de la luna llena.
Mei se encontraba entre los cálidos brazos de su novio, acariciando con un suave vaivén su espalda mientras que él disfrutaba de ese toque y de la cercanía de la castaña.
—Un par de semanas atrás... —inició apartándose a fijar su mirada azul contra la carmín de él—, me notificaron que mi trabajo en el extranjero culminaría un par de días antes de tu cumpleaños. No quiero que te enojes conmigo por no decírtelo, quería que sea sorpresa —se apresuró a decir antes de siquiera permitirle pensar algún regaño hacia ella—. Por ello, creí oportuna la posibilidad de ser tu regalo en este día.
—Tú eres mi regalo desde hace mucho tiempo, estúpida —profirió acercando más su rostro al de la chica, admirando cada detalle de sus facciones, aspirando discretamente aquel aroma a Chanel que lo embriagaba por completo mientras que frotaba suavemente las puntas de sus narices—. Te amo, Mei —susurró sobre sus labios antes de volver a besarla, deleitándose del sabor que había añorado desde hacía meses.
NOTA DE AUTORA:
Trabajar esta personita ha sido muy agradable, la idea del One-shot se fue encadenando de una forma bastante rápida por lo que me ha encantado formar equipo con ella.
¡¡Arriba el TEAM BAKUGŌ 💣💥!!
Publicado: 21/04/2019
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