Capítulo 2: ¿Quién te has creído que soy?


La chica apegó su espalda contra la pared para tenerla protegida y miró en posición defensiva a todas las bestias. Realmente era el centro de atención de todos y la protagonista de sus susurros.

- ¿El Gran Maestro y los dos aspirantes a su puesto han traído una humana?

- Sí, es una chica, parece...

- Esperemos que no cause ningún escándalo. Kyuta es muy buen chico, y ella tiene malas pintas.

El Gran Maestro se giró hacia la multitud e hizo un gesto de calma con las manos.

- Por favor, silencio, silencio. Esto no es nada malo, así que por favor, vuelvan a sus trabajos.

La multitud se fue separando entre murmullos, pero eso no calmaba a la chica. El jabalí color crema se acercó a ella y se arrodilló delante para estar a su altura.

- Siento que te hayamos traído aquí de esta manera, pero realmente... necesitamos de tu poder - admitió con una mirada sincera.

- ¡Iozen! - exclamó el conejo al darse cuenta - ¡No me quites mis frases!

- Disculpe, Gran Maestro... - el jabalí llamado Iozen se levantó para darle paso al conejo.

- Jovencita... siento que te hayamos traído aquí de esta manera, pero realmente... necesitamos de tu poder... ahora estas palabras no tienen el mismo efecto, Iozen - dijo el conejo mirándolo.

El jabalí bajó un poco el morro. La chica los miraba a todos con muy mala cara.

- No sé que tengo que ver en todo esto. Yo no debería estar aquí. No tengo el poder que buscáis - dijo con enfado.

- Oh, sí que lo tienes... - el conejo apareció a su lado - solo que no sabes donde.

- Pues si no sabe dónde... - el oso de mala cara se acercó a ella y le agarró del brazo - que aprenda en el camino hasta mi casa. Tienes que salvar a Kyuta.

- ¡Hey, sueltame! - la chica se tensó.

- Soy mucho más fuerte que tú - el oso sonrió mostrando sus dientes - Si quiero llevarte, sólo debo arrastrarte.

- ¡No quiero que me toques, animal!

Con el enfado y mal genio que le caracterizaba, la joven agarró el brazo del oso con fuerza, y al hacer un rápido giro con impulso, consiguió hacer una llave para tirar al gran oso al suelo usando su peso.

La gente volvió a mirar desde lejos la escena. La chica había derribado a uno de los sucesores a Gran Maestro. Este le miró con enfado e ira.

- ¿¡Cómo has...?! ¿¡Quién te crees, eh?! - gritó.

- Kumatetsu, tú también. Calma - el anciano conejo se puso delante - Él es así de carácter. Tenemos que hablar contigo de vuelta, así que no vamos a hacerlo en mitad de un mercado. Marchemos a mi lugar de mando.

El Gran Maestro empezó a caminar y la gente se hacía un lado, y pronto empezó a ser seguido por Iozen. Kumatetsu, el gran oso, la miró con enfado. No solía tener buena relación con nadie, y ella no era una excepción como lo era Kyuta.

- Zoba - el conejo apareció a su lado, haciendo a la chica sobresaltarse - No conoces este lugar, te vas a perder si no me sigues.

La chica le miró algo frustrada y empezó a caminar, ignorando a Kumatetsu y dejándolo atrás. Tras multitud de calles y muchas bestias mirándoles, llegaron a un lugar semejante a un templo moderno. Al subir a la última planta con las bestias, Zoba vio un despacho luminoso con asientos cómodos y muchas cristaleras. Incluso parecía futurista.

El Gran Maestro apareció en un momento en su sillón y se puso cómodo en un momento. Iozen se quedó en la puerta con una postura correcta y recta y la chica... se quedó ahí de pie seriamente.

El Gran Maestro dio un gran suspiro de tranquilidad. Miró a las dos personas y chascó la lengua.

- ¿Y Kumatetsu? - preguntó ante la ausencia del oso.

- No nos ha seguido - contestó Iozen cruzando los brazos.

- Claro, claro... es comprensible por su  carácter - el conejo juntó los dedos de sus manos - Él pensaba que la chica sabría hacer las cosas desde cero y que tratase a Kyuta, pero no es tan fácil.

Ambos miraron a la chica, que no tenía ni idea de lo que hablaban. Se metió las manos en los bolsillos con seriedad y bufó haciendo mover su flequillo.

- ¿Me traeis aquí por gusto y ahora no sabéis que hacer conmigo? Muy bien planeado todo si es cierto que lleváis tiempo buscándome - dijo enfadada.

- No sabíamos que nos íbamos a encontrar - se excusó el conejo - Pero siendo hija de quién eres, seguramente tendrías ese carácter y el cabello blanco.

- A mí no me habléis de familia - dijo apretando los dientes.

- ¿Cuántos años tienes? O mejor dicho... ¿Cuántos años crees que tienes?

- No los cuento - dijo ella tranquila - Me es irrelevante.

- Deberías darte cuenta tú sola que no eres como los humanos normales - el conejo sonrió - Todas las cosas que ellos ven normales hacer... controlar tu edad, adoptar animales o saber qué hora es en algún momento no te conciernen.

- Pues mire - ella dio una sonrisa de lado - Me alegra saber que no lo soy. No los soporto.

- Pero tu padre quiso que te formaras como humana, y eso es lo que serás aquí.

- Otra vez - ella se mosqueó - ¡No me hable de familia! ¿¡Que creé saber usted de mi padre y otros?! - ella empezó a caminar hacia él - ¡Yo no tengo un padre que me recoja del colegio para llevarme a comer a casa, yo no tengo una madre que me bese la frente antes de dormir, ni un hermano que me pida ayuda con las tareas! Y tú, un conejo mágico o lo que seas, me traes a este mundo de bestias que me miran incluso peor que los humanos... ¿¡Que derecho te crees que tienes para ahora hablar de familia para mí?! ¿Quién te has creído que soy?

Ella sacó los puños con gran velocidad para agarrarle por las orejas, pero el conejo volvió a desaparecer.

- Mientras que investigamos más acerca de tu pasado... - él aparecio caminando hacia la puerta - Iozen te acogerá amablemente en su casa. Claro que él también tiene asuntos y problemas por los que te necesita, pero se los calla por no generar problemas...

El jabalí miró algo impactado al sonriente y tranquilo conejo que llegaba a su lado.

- Se que Ichirohiko necesita también su ayuda, Iozen... - dijo levantando la cabeza - Y eres más razonable que Kumatetsu, así que por favor, trata a la invitada con amabilidad hasta que se relaje y comprenda la situación.

- ¿¡Qué situación?! - la chica volvió a acercarse a paso ligero - ¡No me habéis contado nada, sólo habéis empezado a hablar de cosas que no sabéis!

El Gran Maestro continuó caminando hasta desaparecer y la chica se detuvo al lado del jabalí. Estaba enfadada, si, pero ella no era tan agresiva en realidad. Sólo era llegar a un mundo de bestias donde te dan un nombre , te dan una familia imaginaria y una tarea que no sabes ni cuál es, ah, y debes hacerla porque no puedes volver. ¿Quiénes se han creído ellos?

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