Capitulo 6: Tragedia


Al despertar, me encontré con un techo desconocido. Tenia un insoportable dolor en todo el cuerpo, maldito Leneo, aparte de todas las flexiones, abdominales y carreras de velocidad me había puesto a hacer, también me puso pelear con soldados ya bastante experimentados; creo que lo mejor que hice fue morder a un vampiro, que irónico. Lo cierto es que había hecho el ridículo, y de la peor manera posible.

Con todo el dolor del mundo me senté, estaba en una cama, en un cuarto que necesitaba urgentemente una arreglada, creo que me desmaye durante el entrenamiento; a mi lado estaba nada mas y nada menos que Alice durmiendo apaciblemente con la cabeza apoyada en sus brazos, ¿acaso se había quedado cuidándome?. Pasee mis manos por sus dorados cabellos y acaricie un poco su rostro, a lo que ella respondió con unos cuantos gemidos para luego levantar su cabeza; su rubia melena tapaba gran parte de su cara así que la aparte con mi mano. Perezosamente abrió sus ojos colocándome en su campo de visión, una linda sonrisa se dibujo en sus labios.

— Despertaste...— Bostezo.— ¿Sabes todo lo que tuve que pasar para traerte hasta aquí?— Agrego estirándose en la silla.

— La verdad no, si mal no recuerdo estaba inconsciente.— Hable en un tono sarcástico.— Pero gracias.

— Payaso.— Alice se levanto de la silla y dio unos cuantos pasos por la habitación.— Perdón por el desorden, no he tenido tiempo de arreglar el lugar, ademas solo yo vivo aquí.

— Tranquila, no importa.— Intente incorporarme pero el dolor no me dejo, y lo único que pude hacer fue soltar un quejido.

— ¿Estas bien?— Pregunto acercándose a mi.— Leneo es un idiota.—Agrego. Y tiene toda la razón.

— Si, estoy bien, solo parece que me hubieran molido a golpes. Ah, cierto, así fue.

— No fueron tus mejores peleas.— Negó Alice con la cabeza levantando la comisura derecha de su boca.

— Tengo mis momentos.— Dije encogiéndome de hombros. Incluso eso era doloroso.

— ¡Ja!, claro...— Alice dio unos pasos en dirección a la entrada de la habitación.— Iré a buscar a Marón, espérame ahí-

— ¿A donde mas iría?

La rubia soltó una pequeña risita burlona para luego marcharse, escuche la puerta cerrar avisándome que ella ya se había ido. De nuevo trate de incorporarme, no quería quedarme sentado esperando hasta que llegara, así que con dificultad logre ponerme de pie, ya me estaba acostumbrando al dolor lo que me permitía moverme con un poco mas de facilidad, di unos cuantos pasos por el lugar, observe su peinadora que estaba hecha un desastre, café, libros, tazas, papeles regados; en ese lugar había de todo. Justo al lado estaba un espejo largo que me dejo ver todo mi cuerpo; estaba hecho una mierda, rasguños, golpes, hematomas que iban desde el verde hasta el negro estaban regados por todo mi abdomen, brazos, piernas y tenia unos cuantos en le rostro también, por suerte no tenia un ojo morado.

Aquello me causo impotencia. Impotencia por no haber podido hacer nada; por no haber podido defenderme.

Recuerdo que el bastardo de Leneo solo se quedo ahí observando todo y soltando una risa cada que caía al suelo; todos los que se encontraban el el lugar tenían su vista puesta en mi, burlándose, hablando de lo malo que era para luchar. "¿Este debilucho es uno de nosotros?"; escuche decir al orco que había visto peleando antes, luego de eso, no recuerdo nada mas. Di unos cuantos pasos hasta llegar a la sala de la casa, no había mucho en el lugar a decir verdad. Un sofá, un estante repleto de libros y unas cuantas cosas mas que no tuve la intención de averiguar; no era muy grande, pero lo suficientemente amplia para colocar unos cuantos muebles mas.

Pude notar otra entrada, al investigarla me encontré con un desastre aun mayor que la peinadora: La cocina.

Aquella escena era acojonante, en mi vida había visto algo así, el olor que emanaba el lugar no era muy agradable, pero tampoco insoportable. Una montaña de cubiertos, tazas y platos sucios reinaba sobre el fregadero, y no solo eso, estaban repletos de telarañas, todo el lugar lo estaba; claramente a Alice no le gustaba mucho cocinar y por lo visto tampoco el orden.

Digo, no es que yo fuera muy ordenado pero, eso era algo sumamente exagerado, aquel concepto de chica linda y tierna que tenia de ella cambio rotundamente. Desordenada, descuidada, perezosa... Pero seguía siendo linda y tierna, eso no podía negarlo.

Sin intención de estar mas tiempo ahí volví a la sala y puse mi atención en la estantería, tenia muchos libros que ya conocía, le gustaban los mismos géneros literarios que a mi. Estuve un rato buscando algo que llamara mi atención pero no encontré nada; ¿que podía hacer para pasar el rato hasta que llegara?, solo quedaba una opción, indagar entre sus cosas hasta encontrar algo interesante.

Toda mi vida he sido muy curioso y suelo meterme donde no me llaman... Gracias a eso termine aquí. Mi intención no era olfatear su ropa interior, aunque estuve tentado, no voy a mentir; sino mas bien averiguar algo sobre ella, ¿quien era verdaderamente Alice Dunne?. Registre un poco las gavetas de la peinadora y solo encontré una vieja fotografía, en ella había una niña como de unos cinco años, reconocería esos ojos esmeralda en donde sea, era ella; a su lado una mujer de cabello castaño que llegaba hasta sus hombros, sus ojos eran negros y su expresión vacía, era como si estuviera hueca, su rostro no reflejaba ningún tipo de sentimiento. A juzgar por sus facciones deduje que era su madre, estaba tomándola de la mano derecha y al otro lado de Alice alguien mas hacia lo mismo; solo que la foto estaba cortada y lo único que se podía ver era parte de un antebrazo, su piel sumamente pálida, y tenia un tatuaje de escrituras extrañas en el, no era nada parecido a alguna que hubiera visto antes. La persona que sostenía su mano izquierda debía ser su padre pero, ¿porque cortaría la foto? ¿habría hecho algo malo?, tenia mucha curiosidad pero no podía preguntarle de frente; eso era algo que si quería saber, debía averiguarlo yo solo.

Luego de unos minutos de investigar un poco mas la habitación, no encontré nada, nada acerca de su pasado o de ella, solo viejos libros de hechizos manchados con café y quien sabe que mas. Aburrido tome uno de esos para pasar el rato y terminando de sentarme en la silla escuche la puerta abrirse.

— ¡Ya llegue!— Grito desde la entrada.

Escuche sus pasos y los de alguien mas acercarse, Alice se asomo en la puerta, se detuvo debajo del marco y esbozo una sonrisa, justo detrás de ella apareció Marón y con una mirada de asombro soltó una carcajada.

— Vaya que serviste de saco.— Soltó entre risas.— ¡Estas hecho mierda Voul!

— Si, tu hermano no es muy bueno con los novatos.— Dije en tono de reproche pero no para el, sino para la figura que acababa de manifestarse detrás suya. El bastardo de Leneo estaba ahí parado mirándome con pena.

-—Si, creo que alguien merece una disculpa ¿no es así?, Leneo.— Hablo Alice dándole una iracunda mirada.

— Si, bueno... Lo siento, me emocione contigo renacuajo.— Suspiro.— Pensé que aguantarías el entrenamiento.

De manera casi inmediata sentí mi sangre hervir, en su rostro se notaba una total indiferencia aun viendo el estado en el que estaba, ¿como podía ser tan cínico?

— Me debes unos cuantos favores como mínimo.— fue lo único que pude decir, podría estar muy molesto pero no era idiota, no quería hacer nada para molestarlo o seria peor; después de todo iba a seguir entrenando con el.

— Como mucho uno, no creo que merezcas mas de eso.— Refuto.

— ¡Leneo!— Grito Marón tomándolo por unos de sus cuernos, ambos se miraron fijamente, como si se estuvieran retando el uno al otro.

—¡Basta!— Hablo Alice separándoles.— Basta los dos.

— Me largo.— Soltó Leneo rumbo a la salida.— Renacuajo, si eres lo suficientemente hombre para seguir, te espero en el campo. Y trata de gastar ese favor antes que se me olvide.— Luego de esas palabras, se marcho.

— Siento eso.— Se disculpo Marón.— El siempre...—

— Tranquilo, no pasa nada. Leneo tiene razón, tengo que hacerme fuerte para permanecer en este lugar.— Por mas molesto que me haya dejado su indiferencia, no podía negar que el hecho de que lo necesitaba. Leneo ciertamente tenia razón, no podía dejar de entrenar por eso, definitivamente iba a continuar.

— Zack, ¿acaso te has vuelto loco? ¿piensas seguir entrenando con el después de lo que te paso?... ¡Solo mira como estas!— Manifestó Alice en total desacuerdo con lo que había dicho.

— No, no estoy loco, todo lo contrario. Lo necesito, Alice.— Dije levantándome de la silla.— Si no es con el entonces... ¿Con quien?

La rubia se quedo en silencio, meditando; luego me miro por unos momentos solo para voltear lo ojos y darme la espalda.

— Haz lo que quieras.— Soltó caminando hacia la sala.

— Bueno, aquí es donde entro yo.— Afirmo Marón caminando en dirección a mi.— siéntate en la cama.

Como un niño obediente hice lo que me pidió, al hacerlo sentí mi abdomen contraerse por el dolor, a lo que reaccione con un pequeño gruñido.

— Vamos a ver, creo que esto servirá.— Musito mas para el que para mi mientras buscaba algo en un pequeño bolso de cuero que cargaba.

De el saco un frasco con algo escrito pero no pude descifrar que decía, al abrirlo, de forma instantánea un olor putrefacto se esparció por el lugar, era un aroma sumamente fuerte, tanto que sentí un cosquilleo en la nariz.

— ¡Por todos los dioses Marón!... ¿Que carajos es eso?.— Hable tapando mi nariz.

— Créeme, no querrás saber.— Respondió arrugando la cara en señal de asco.— Debes tragarlo, créeme que valdrá la pena.

— ¿Estas demente? ¡ni en sueños me voy a comer eso!

— Maldición Zack, no es tan malo te ayudara; confía en mi.— Estiro su brazo para darme el contenido del frasco.

— Me vas a responder una pregunta si lo hago.

— Si se la respuesta lo haré, ahora traga.— Volvió a acercarme el frasco.

El contenido no se veía nada lindo, era como una masa verde oscuro con matices negros y azules, parecían algas o algo por el estilo. Metí mi mano en el recipiente de cristal y lo saque, la textura era pastosa pero lo suficientemente firme para no desmoronarse. Luego de mirar y detallar lo que sea que fuera eso, con todo el valor del mundo lo introduje en mi boca. Aquello casi me hace vomitar, era extremadamente amargo y viscoso, el sabor podrido resaltaba por su textura, un nudo en mi garganta apareció evitando así que pudiera tragarlo alargando la estancia de aquella asquerosa sensación en mi boca. Estaba comenzando a desesperarme hasta que logre tragar, pero desafortunadamente el sabor seguía allí, junto con un aroma a pescado podrido que emanaba de mi boca.

— Ten, bebe esto.— Marón me paso una botella con un liquido rojizo en su interior, tenia un aroma bastante agradable y por eso no dude en beber su contenido.

Tenia un sabor frutal, como a fresas, pero esta ligado a otras cosas que no pude determinar, eso disminuyo bastante el asqueroso sabor que tenia en mi boca pero no lo quito por completo.

— ¿Este es un nuevo método de tortura?— Pregunte mientras trataba de imaginar que mierda había sido eso que acababa de tragar.

— No, pero ciertamente podría.— Afirmo Marón cerrando la botella y el frasco.— Lo prometido es deuda, ¿tu pregunta era?

— ¿Que paso con el padre de Alice?— Hable en un tono seco.

— ¿Que es lo que sabes, Voul?— Inquirió el fauno.

— Encontré una foto en las cosas de Alice.— Eche una mirada a la entrada de la habitación asegurándome de que ella no estuviera allí.— Por favor no le digas nada.

— Esta bien.— Suspiro.— Eres igual de curioso que tu madre ¿lo sabias?

— Si, papá suele decírmelo.

— Bien, escucha Zack en este lugar hay muchos temas que son tabú, ese uno de ellos.— En ese momento recordé cuando le pregunte a Alice sobre la tal Sheela en medio del mercado.— El padre de Alice hizo cosas que nadie podría creerse, y no precisamente cosas buenas. Gracias a los cazadores el esta muerto; eso es lo menos que se merecía luego de haber matado a tanta gente inocente.— Los ojos de Marón se llenaron de lagrimas, unas cuantas gotas cristalinas recorrieron su rostro.

— Lo siento Marón... No quería...

— Esta bien Zack, solo... No hables de este tema con nadie, mucho menos con Alice.— Dijo secándose las lagrimas.

— Si, no habrá problema.

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Caminaba con Alice y Marón por un lugar que no había visto antes. Estaba repleto de arboles, diferentes tipos de plantas y arbustos, era como un pequeño bosque subterráneo.

Ya tenia mi ropa de nuevo, no iba a andar por ahí semidesnudo. De manera casi inexplicable la cosa asquerosa que Marón me dio había calmado mi dolor, dijo que acelero el proceso de sanación de los moretones o algo así, de no ser porque soy inmune a la magia Alice o algún chaman hubiera podido ayudarme usándola.

El pequeño bosque se hacia cada vez mas oscuro aunque podíamos ver bastante bien. Unos minutos después nos encontramos con un claro, mucho mas iluminado que la zona boscosa, en el vimos a Mael recogiendo unas cuantas flechas del suelo.

—¡Ya vinimos!— Grito Alice haciendo que el elfo se asustara soltando los poca flechas que había recogido.

— Alice, maldición casi me matas de un susto.—Coloco la mano en su pecho para tratar de calmar su agitada respiración.— Oh, chicos... No los esperaba a ustedes.

— Te dije que iba a venir a ver tus entrenamientos así que... Ya vine.— Hable caminando hacia el para saludarlo.

— Anda Mael, muestrale a Zack tu talento.— Propuso Marón en un tono algo sarcástico.

— E... Esta bien.— Mael comenzaba a ruborizarse. ¿Acaso le daría pena?

El elfo tomo el arco que tenia puesto y con una de las flechas que había agarrado del suelo apunto a una diana que estaba intacta, seguro la acababa de poner. Dicha diana estaba como a unos diez metros de el, Mael estiro la cuerda tensando el arco y luego disparo. El resultado me dejo estupefacto, y no de una buena manera, la diana era bastante grande y sin embargo la flecha ni siquiera la rozo. ¿Lo habría hecho apropósito?

— ¡Por los dioses del Olimpo!, ¿Mael cuando vas a aceptar que no sirves para esto?.— Soltó Alice tapando su cara con una mano en señal de vergüenza.

— ¡No!, puedo mejorar... Lo se.— Negó Mael bajando el arco para acercarse a nosotros.

— ¿Cuanto tiempo dices que llevas haciendo esto?— Inquirió Marón.

— Dos años...— Reconoció el elfo dejándome mas sorprendido de lo que ya estaba.

— Bueno, dadas las circunstancias... Creo que deberías dejar de intentar.— Opine colocando mi mano en su hombro.

O sea, quisiera tener la paciencia de Mael. Pero después de practicar por tu cuenta dos putos años y no obtener buenos resultados, debía aceptar que no tenia ni una pizca de talento para el arco. El dicho "el que persevera vence", claramente no aplicaba en el.

— No puedo...— Suspiro.— No me dejan unirme al ejercito porque soy un elfo.

— Y ¿por que quieres unirte al ejercito?.— Inquirí.

— Quiero ayudar, quiero ser útil para este lugar... No voy a vivir siendo la sombra de mi padre.— Al decir esto, el ceño de Mael se frunció reconociblemente, sus mandíbulas se tensaron y las manos se le hicieron puños, los apretó tanto que de ellos empezaron a brotar unas cuantas gotas de sangre.

— Mael, por favor contrólate.— Intervino Alice tomándolo de un brazo.

El elfo relajo su rostro y se tranquilizo,  abrió las manos, sus no muy largas uñas habían rasgado su piel. ¿Que le produce tanta molestia? ¿Odia a su padre? ¿Que habrá o, que no habrá hecho Zacharias?. Varias preguntas se formularon en mi mente, pero esas eran las principales, aquella ira no era normal; el apacible y temeroso rostro de Mael se transformo en uno iracundo capaz de infundir miedo, en sus ojos ámbar se podía ver el fuego arder por la rabia. Pero luego de la intervención de Alice, aquella faceta desconocida de el, desapareció como si nunca hubiera estado allí; incluso se quejo por el dolor que sentía en sus manos ensangrentadas.

— Mira nada mas...— Musito Marón.— No puedo hacer esto todo el tiempo Mael, tienes que cuidarte un poco mas.— Continuo mientras vendaba las manos del elfo con unas tiras de tela extraña que saco de su bolsa. ¿"No puedo hacer esto todo el tiempo"?, ¿acaso no era la primera vez que se hacia daño el mismo?, ahora que lo pienso ese cambio de humor tan repentino de Mael ni siquiera los inmutó, es como si fuera normal para ellos.

Estuvimos un rato mas en el claro cercado por arboles de distintas tonalidades, conversando de cosas que habían sucedido estos días, nada interesante la verdad. Poco después nos marchamos por el mismo camino que habíamos usado para llegar al lugar, esta vez acompañados por Mael. Marón iba delante con Alice y yo un poco mas atrás con el elfo, aminoré un poco el paso y cuando los que iban delante estaba a suficiente distancia detuve a Mael.

— ¿De verdad quieres ser un soldado?— Susurre, no quería que me escucharan.

— Claro que si, desde que era un crío.— Respondió susurrando de igual manera. Miro en dirección de los otros dos para asegurarse que no se dieran cuenta que nos habíamos detenido.— ¿Me vas a ayudar?

— Creo que puedo hacer algo.— Solté en un tono de voz un poco mas alto.— Cierta persona me debe un favor.

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Alice siguió caminando con Marón, esta vez iban a la tienda, Marón quería mostrarle un libro de hechizos que había adquirido hace poco. Yo por mi parte, me quede con Mael, les dije que iríamos a visitar a Dante; mentira. Mi propósito era ir al campo de entrenamiento para hablar con Leneo, iba a usar el favor que me debía, y de la mejor manera posible.

No mucho después llegamos a nuestro destino, mis moretones y hematomas ya casi no se notaban; valió la pena sufrir un poco. Teníamos todas las miradas de los soldados, ¿un elfo y un humano en ese lugar?, aquello era casi un tabú, me atrevería a decir que nunca había pasado algo así. Repentinamente, de la nada salio el fauno que andábamos buscando, por lo visto sabia que lo hacíamos.

— ¿Que es lo que quieres? ¿ya vienes a cobrarte el favor?.— Soltó Leneo sin hacer pausa entre pregunta y pregunta.

— Si... Y espero que cumplas tu palabra.— Hable fuerte y claro. Mael estaba tan nervioso que se encontraba jugando con la punta de sus dedos.

— Yo siempre cumplo lo que digo, renacuajo.— Contesto mirándonos a ambos de una manera sobrada, sintiéndose la gran cosa.— ¿Que hace este tarado aquí?— Agrego refiriéndose a Mael.

— Eh... Yo..

— Quiero que lo integres al ejercito, conmigo.— Dije interrumpiendo al elfo.

Leneo se quedo estático, su rostro no reflejaba expresión alguna, hasta que de pronto las comisuras de sus labios fueron subiendo para formar una macabra sonrisa solo para luego soltar una carcajada bastante audible, aquel gesto llamo mas la atención de las criaturas a nuestro alrededor. Cuando termino de burlarse, me miro fijamente.

— ¿Acaso estas bromeando?— Pregunto volviendo a su expresión seria.— Los elfos no pelean, todo el mundo sabe eso. Solo sirven para engañar y manipular a los demás.— Continuo esta vez mirando fijamente a Mael.

— ¿Y eso quien lo decidió?.— Pregunto el elfo soltándole una mirada iracunda a Leneo, su expresión había cambiado, era igual o incluso mas dura que antes, infundía temor, sin embargo Leneo no se inmutó de hecho sus manos se hicieron puños listos para impactar contra el delgado y delicado cuerpo de Mael.

— ¡Hagamos algo!— Intervine antes de que la cosa se saliera de control. ¿Que clase de rivalidad tenían entre si?— Probaras a Mael con todas las armas y artilugios del ejercito, lo entrenaras con el que tenga mejores resultados y si al cabo de un mes no hay nada positivo en el... Lo mandas a casa.

— Podría aceptar eso.— Respondió el fauno luego de meditarlo un poco.— Aunque lo mas probable es que no sirva para nada... Tu entrenaras conmigo, allá arriba no puedes llevar armas así que te enseñare a luchar.— Agrego.

El rostro de Mael se relajo y una pequeña sonrisa se dibujo en sus labios. Yo por mi parte estaba satisfecho, ahora dependía de el si se convertiría en un soldado, o no.

— El entrenamiento empieza en una hora, ni se les ocurra llegar tarde.— Soltó Leneo mientras se marchaba.— Y con respecto al favor... Ya esta pagado así que no me jodas mas, Zack.— Agrego volviéndose a mi, sin detenerse.

— Zack... ¡Gracias!— Mael me abrazo soltando algunas lagrimas.— No te defraudare, ¡lo prometo!

— Esta bien, no nos pongamos sentimentales chico, mas bien vamos a prepararnos para el entrenamiento, créeme... No va a ser nada lindo.

El elfo asintió en señal de aprobación, para luego irnos del lugar y prepararnos para lo que venia.

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Ya ha pasado un mes desde aquello, el periodo de prueba había terminado y tal como había dicho Mael, no me defraudo. Resulto sur muy hábil con la espada, definitivamente la esgrima era lo suyo. Por mi parte había mejorado bastante en el combate sin armas, logre ganar algunos combates de entrenamiento, no muchos pero para mi era una cifra importante.

Mael y yo habíamos ganado cierta reputación y respeto, no por el hecho de que fuéramos mejores que los demás, porque para nada le eramos; nos reptaban porque en tan solo un mes habíamos demostrado que podíamos hacerlo, que podíamos luchar al igual que ellos, que podíamos convertirnos en soldados.

Ese día me encontraba entrenando, como de costumbre. Todos los días después de la preparatoria venia a entrenar con la excusa de que estaba en un club, papá nunca sospecho nada, después de todo jamas le había mentido, nunca lo vi necesario salvo en esta situación. Estaba en un combate de practica con nada mas y nada menos que Leneo, era el primero que tenia con el, muy pocos lograban golpearlo, después de todo era el mejor peleador.

Su velocidad, fuerza y agilidad eran muy superiores a las mías. Me estaba ganando a pesar de que solo usaba sus puños, porque si llegaba a darme con una de sus poderosas patadas mínimo terminaría con tres costillas rotas. Yo intentaba aprender su patrón de ataque como si fuera el jefe final de algún videojuego. "Izquierda, derecha, izquierda, derecha"; repetía en mi cabeza buscando alguna apertura para asestarle un buen golpe, desde el comienzo de la pelea solo había bloqueado y esquivado todos sus ataques, yo no había lanzado ni uno solo. Una ráfaga tras otra de fuertes puñetazos eran lanzados por Leneo contra mi, varios de sus golpes lograban impactar contra mi cuerpo, pero hacia caso omiso de ellos, "izquierda, derecha, izquierda, derecha"; seguía repitiendo en mi cabeza memorizando sus ataques.

De porto, la vi, una apertura. Habia descuidado un poco su pómulo izquierdo y en una fracción de segundo, sin pensarlo dos veces, lo golpee. Mi puño impacto contra su rostro tan fuerte que le hizo perder el equilibrio; todos quedaron estupefactos, hasta yo, que no dejaba de ver mi puño como si hubiese despertado alguna clase de poder. La sensación de un golpe impactando en mi cara me saco del trance.

— ¡Estas en una maldita pelea joder, concéntrate!— Grito Leneo mientras yo me encontraba en el suelo.

Mis manos y rodillas estaban en contacto con el duro y sucio terreno. Sentí un sabor a sangre en mi boca y lentamente vi como un liquido carmesí salia de ella en forma de gotas que eran recibidas por la tierra. El fauno se acerco a mi con la intención de rematarme cuando el sonido de la campana me salvo, el tiempo se había terminado.

Leneo me dedico una mirada llena de ira, su pecoso rostro tenia una expresión muy enojada, su pómulo se encontraba enrojecido por el golpe que le di. Luego se marcho sin mediar palabra con nadie desapareciendo entre los demás soldados. Era obvio que se sentía humillado, un humano que tan solo tenia un mes de entrenamiento logró pegarle, cosa que casi nadie había logrado. Habia perdido el combate, pero la sensación de victoria que sentía era maravillosa.

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Me encontraba con Marón, Alice y Mael. Estábamos en el mercado, cerca de una entrada; íbamos a cenar en casa de Zacharias, era fin de semana y pasaría la noche en Terranova. Alice seleccionaba los ingredientes para la comida mientras los chicos y yo hablábamos del combate que había tenido con Leneo. Entre el ruido del mercado se escucho la entrada cerrarse seguido de un grito lleno de pánico, nos miramos entre los cuatro y sin decir palabra alguna salimos corriendo al lugar de donde provino el grito.

Alice iba delante apartando a la multitud hasta que llegamos a un espacio abierto, todos los demás se encontraban alrededor observando lo que sucedía y murmurando cosas al respecto. El espacio estaba casi vació, era ocupado únicamente por un chico en el centro, estaba bañado en sangre de pies a cabeza, su respiración era agitada y sus manos no paraban de temblar. Alice rápidamente corrió hacia el y lo tomo por los hombros.

— ¿Que paso?— El chico no emitió sonido alguno.— ¡Maldición!, ¿que paso?— Pregunto Alice de nuevo en un tono mas desesperado.

— Ellos están aquí...— Musito el chico cubierto de sangre.

— ¿Quienes?— Inquirí Marón.

El muchacho guardo silencio, su rostro se lleno de miedo como si estuviera recordando muchas escenas escalofriantes. Levanto su rostro conectando su mirada con la de Alice para luego soltar en un tono de voz mas alto.

— Los cazadores... Han venido a matarnos.


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Hola gente, ¿que tal? ¿como les va?. Me adelante a subir el capitulo, se me hizo un poco largo pero quería abarcar todo esto, en una sola parte.

En el siguiente capitulo comienza lo bueno, el gore tomara el control en esa parte, y muchas mas...

Recuerden votar si el capitulo fue de su agrado, el misterio de Terranova esta creciendo poco a poco.

El siguiente capitulo no se cuando lo subiré, tengo que editar unas partes y me estoy atrasando con la historia, puede que lo suba el fin de semana que viene, antes, después... No lo se, no lo tengo claro aun.

 Nos vemos en el próximo capitulo, uno lleno de sangre y muerte. Adiós... Se me cuidan el dulce. ;)

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