Capitulo 19: Melissa Von Pierce
— ¿Melissa, ya estas lista?— Pregunto Ana desde la puerta de mi habitación.
— ¿Podrías calmarte? llegaste hace 10 minutos y yo no sabia nada, apenas estoy saliendo de la ducha.— Conteste con reproche.
Ana había llegado hacia poco mas de 10 minutos, muy alegre, invitándome a una especie de discoteca, según ella muy buena. No soy muy fan de lugares así pero últimamente mi vida había sido una monotonía total, no salia, no veía televisión, no hablaba con nadie. En fin, mi vida se estaba volviendo muy aburrida, por lo que acepte la invitación de mi mejor amiga. Divertirme un rato no me haría mal... ¿O si?
Desde que la conocí, Ana siempre había sido muy hiperactiva, siempre quería salir, siempre quería ir a una fiesta... Aveces me estresaba, pero como amaba a esa idiota. Eran las 9:30 de la noche, la verdad algo temprano para ir a un antro pero ella estaba casi eufórica.
— Ana... ¿No te parece que es un poco temprano?
— ¿Temprano?... Un poco, tal vez.— Respondió encogiéndose de hombros mientras miraba el reloj en la pared.— ¿A que hora vamos entonces?... De verdad quiero ir, Melissa, hace mucho que no bebo nada, empiezo a olvidar como sabia el alcohol.
— Borracha.— Musite.
— ¿¡Como me llamaste!?
— Borracha.— Repetí lentamente, me gustaba hacerla molestar.
— ¿Ah si?... Bien, pues esta borracha te hará pasar la mejor noche de tu vida,— Dijo acercándose a mi.— te aseguro que nunca la olvidaras.
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Eran las 11:15, ya estábamos listas para salir. Me maquille un poco, algo suave, a diferencia de Ana que tenia como 2 kilos de maquillaje, muy exagerado, pero le quedaba bastante bien. Opte por un atuendo normal, una falda, una blusa y unos tacones no muy altos. Tome las llaves, apague las luces y me dirigí a la puerta para irme con Ana que esperaba afuera.
— Espera, no cierres.— Soltó quitándose su brazalete.— Si pierdo esto me muero, lo dejare aquí.
Una vez que dejo su brazalete, cerré la puerta de mi departamento, tomamos el ascensor que nos llevo directo al estacionamiento donde estaba el auto de Ana. Era un auto pequeño pero nos había levado a muchos lugares. Me senté en el asiento del copiloto y al alzar la mirada vi la fotografía de cuando fuimos a Arges, un pueblo muy raro, esta dentro de un gigantesco bosque de pinos y todo en ese lugar es de madera de pino, fuimos en este auto.
Ana encendió y arranco. Según ella el lugar no estaba muy lejos, me dijo que lo había escuchado por unos amigos de la universidad, no paraba de decir maravillas sobre ese lugar aun sin haber ido nunca, pero bueno... Así era ella. Pasaron como 10 minutos de rodar por el asfalto hasta que nos detuvimos en frente de un lugar que para nada tenia aspecto de antro, toda la calle estaba completamente despejada y oscura, no se veía nada, una puerta doble era custodiada por un hombre que realmente asustaba, era muy grande, robusto y con cara de pocos amigos, vaya, el típico vigilante de la entrada.
— Disculpe, ¿sabe donde puedo estacionar el auto?— Le pregunto Ana al hombre.
— Doblando la esquina.— Respondió con una voz bastante grave.
Ana hizo caso, avanzo hasta la esquina y cuando cruzo vimos una larga hilera de autos estacionados, del otro lado de la calle habían dos hombres, creo que los que cuidaban los autos. Uno de ellos nos hizo una seña para que fuéramos hasta el.
— Justo ahí pueden estacionarse.— Nos dijo el hombre apenas llegamos señalando un lugar libre.— Si pudieras darme alguna propina seria estupendo.
Ana me miro con su típica cara de "¿es enserio?" y procedió a sacar unos billetes de su cartera para dárselos al vigilante.
— Muchas gracias señorita.— Soltó.— Le recomiendo que solo lleven lo necesario, no nos hacemos responsables de robos dentro del local.
— Gracias por el consejo.— Dije para luego caminar tras Ana que ya había tomado una distancia notable.
Doblamos de nuevo la esquina, esta vez a pie, para ir de regreso a la entrada del antro. Cuando estuvimos en frente de la entrada me fije en el no muy grande cartel de neón que había justo arriba, "The Hunter", llevaba por nombre el lugar.
El hombre gigante en la entrada al percatarse de nuestra presencia nos abrió las puertas haciendo que la música invadiera mis oídos acompañada de un fuerte olor a marihuana... ¿En donde me estoy metiendo?
El rostro de Ana se ilumino al ver el lugar, las luces, la música,las personas, en definitiva todo le encanto. Yo no me sentía cómoda pero ya estaba aquí y Ana no dejaría que me fuera, tendría que estar aquí hasta que ella quisiera irse... O hasta que no pudiera ni mantenerse de pie de lo ebria que estaría.
Entramos, el lugar estaba atestado de gente, para nuestra sorpresa había una mesa vacía en donde rápidamente nos sentamos.
— Voy por unos tragos, ya vuelvo.— Dijo Ana levantándose de la mesa.
No habían pasado ni 10 segundos de que se había ido cuando un chico llego, era rubio de ojos grises, bastante lindo debo decir.
— Hola hermosa... ¿Que haces aquí tan sola?— Soltó.
— Mi amiga fue por algo para beber.— Conteste forzando una sonrisa.
— Oye... ¿Que te parece si nos vamos a un lugar mas solo?— Dijo mientras pasaba la mano por mi muslo e iba subiendo.
Maldita sea, eras lindo, ¿por que tenias que ser tan asqueroso?
Tome la mano del chico deteniéndola, le lance una sonrisa picara y me acerque a su oído.
— Atrévete a hacer eso y te juro, que te arranco las bolas y te las hago tragar.— Le susurre y luego me aleje manteniendo la sonrisa.
— Jódete.— Soltó para luego levantarse de la mesa. No era la primera vez que trataba con idiotas como el.
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Ya eran las 5:36, estaba muriendo del sueño, había intentado bailar pero en definitiva este lugar no era para mi, tampoco había bebido mucho, si acaso 2 o 3 cócteles y obligada por Ana. Ella no había parado de bailar ni de beber, pero hace como una hora un chico de cabello blanco la llevo hasta una puerta roja, entraron y hasta este momento no habían salido. Yo estuve toda la noche en mi celular, por suerte lo traía completamente cargado. Me llamo la atención un grupo de personas que pasaron frente a mi, todos tenían una expresión seria, eran como 9 o 10, uno de ellos llego primero a la puerta y la abrió, no parecía mayor de 19 años, me llamo mucho la atención que entraron a mismo lugar donde anteriormente había entrado Ana con el otro chico. Me pareció raro, ninguno tenia la apariencia de haber estado bebiendo o algo, tal vez trabajaban aquí o que se yo.
Se hicieron las 5:50 y Ana aun no salia, le había mandado varios mensajes pero no me contestaba, intente llamarla pero tenia el teléfono apagado. Me levante de la mesa dispuesta a irme, estaba muy molesta ¿como podía dejarme así?
De repente, la música se apago, todos los que estábamos allí nos quedamos extrañados, tal vez haya sido un fallo o algo. No le di mucha importancia y seguí caminando para irme cuando el grito de alguien me detuvo en seco. Voltee a ver lo que estaba pasando... No lo podía creer, había una persona vestida completamente de negro con una mascara metálica atravesando a una chica con una especie de espada.
Quede paralizada, la sangre no dejaba de brotar de su boca y de la herida. La extraña persona rápidamente retiro la espada del cuerpo de la muchacha y esta cayo al suelo de inmediato, manchandolo lentamente con su sangre. Fue ahí cuando todos entraron en pánico y fueron corriendo a la puerta de salida, yo no podía moverme, no dejaba de temblar, todos pasaban a mi lado tropezándome hasta que me hicieron caer, comenzaron a pasar sobre mi, me pisaban por todas partes, era doloroso, sentía como me tropezaban, como me arañaban con sus zapatos, como mi piel se desgarraba por la brutalidad de sus pisadas.
— ¡No se abre! ¡no se abre!— Escuche a alguien entre los gritos de horror de los demás.
Tape mis oídos, no quería escuchar nada, todo esto no podía ser real, todo era una pesadilla ¡UNA MALDITA PESADILLA!
Cuando quise darme cuenta, ya nadie estaba pasando sobre mi, quite las manos de mis oídos y todo estaba en silencio, me levante y lo que vi... No podía ser real, no podía ser real ¡NO PODÍA SER REAL!
Todos estaban muertos, mutilados, ensangrentados, todo el lugar estaba teñido de rojo, al fondo estaba la figura de la persona... No... Del monstruo que los había matado, todo vestido de negro, con su arma llena de sangre, y su horrible mascara con cuernos... Un demonio.
Sentí como las lagrimas caían por mi rostro, no podía dejar de temblar, estaba aterrada, todos estaban muertos ¡todos!
Fue entonces cuando ese monstruo empezó a caminar hacia mi, como pude me aleje, daba pasos cortos hacia atrás, casi no podía moverme, seguí así hasta que tropecé con algo y caí al suelo, cuando vi con lo que había tropezado grite, grite como nunca lo había hecho.
Era a cabeza del chico rubio.
Me levante lo mas rápido que pude, solo podía pensar en Ana, ¿donde estaba? ¿estaría bien?
Me recosté contra la puerta roja y de nuevo tape mis oídos, todo esto era demasiado, no podía ser real.
— No es real... No es real... No es real.— Repetía en voz alta cerrando los ojos.— No es real no es real no es real no es real ¡NO ES REAL!— Grite.
Fue justo ahí cuando sentí un fuerte dolor en mi abdomen, abrí los ojos y vi como mis entrañas salían por un enorme herida. No podía hablar, no podía escuchar nada, el dolor era abrumador... Caí al suelo, quede mirando al techo, pensé en todo lo que había hecho, por todo lo que había pasado, en mi familia, en Ana... En como mi vida se estaba acabando.
De repente, la puerta roja de abrió, era el chico de antes, el que había entrado con las otras personas.
— A-ayud... Ayúdame.— Susurre... Casi no podía hablar.
El chico me miro, se me quedo viendo con cara de pena, no sabia que hacer.
— Por favor... A-ayúdame.— Le rogué.
El chico de agacho, me miro por un instante y luego mordió su muñeca de forma tan salvaje que comenzó a sangrar. Luego, la coloco sobre mi boca haciendo que la su sangre cayera dentro de ella, no sabia que estaba haciendo, mi vista comenzaba a nublarse.
— Traga.— Escuche a lo lejos.
Obedecí, y bebí su sangre, no se como eso iba a ayudarme, pero lo hice... Todo se ponía cada vez mas borroso hasta que de la nada todo fue, oscuridad absoluta.
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