-Capítulo Único-


-Akira-

Y ahí estaba él, justo parado en mi ventana. Su mirada penetrante y sus cabellos oscuros meneandose con la suave brisa de la noche. Su piel morena, ojos azules y musculatura divina complementaban su belleza híbrida.
Estoy hablando de Amon koutarou el hombre que, alguna vez odie y ame con fascinante locura, estaba justo al frente mío.
Yo lo daba por muerto, fueron 3 malditos años que lloraba cada noche despúes de llegar del trabajo. No sabía si era un sueño o una pesadilla volver a verlo.

- Creo que sería bueno dejar de beber por un tiempo, estoy viendo fantasmas. (dije mientras trataba de cerrar mi ventana).

- No estas viendo ningún fantasma, Akira. Soy yo, Amon.

- Es que no puede ser, tu falleciste en la lucha contra el Aogiri hace tres años. Es ridículo. Conteste mientras me abrigaba con mi bata de dormir.
Esto no tiene lógica. Tu no eres Amon Koutarou. El Amon que yo conocí, era un investigador de primera clase, HUMANO, que luchaba en contra de los ghouls sin importar que, y antes de eso, era el hombre que alguna vez rechazó un beso mío, pero también fue quién me cuido cuando estaba ebria. Así que, tú no puedes ser Amon. Solo eres ¡un maldito impostor!.

- Akira... - me respondió tristemente- quiero pedirte disculpas por ser un cobarde y presentarme ante ti como si nada. Todo este tiempo, dudé en buscarte y decirte lo mucho que te amo, me sentía sucio, imponente y temeroso, estaba convencido que en mi condición actual tu me rechazarías.

- Amon... sabes no me hubiese importado romper las jodidas reglas, y largarme lejos a vivir con un mital ghoul. Todo lo soportaría con tal de que estés a mi lado. Pero... ¡¿ves esto!? - (alzé mi mano izquierda indicandole el anillo de compromiso que Arima me dio).

¡me voy a casar con Arima! - (mis ojos empezaron a brotar lágrimas, me dolía casarme con un hombre que no amaba).
Tu vienes como si nada a decirme que me amas, cuando yo estuve esperandote todos estos años. Tiempo después mi ira y coraje sepultaron ese amor, ¡ahora pertenezco a otro hombre!.

Amon al escuchar mis reclamos, jaló con fuerza mi ventana y entró a mi pequeño departamento. Se acercó a mi y me tomó en sus brazos.

- Sé muy bien que te vas a casar con Arima, sé también que por mi maldita inseguridad voy a perder a la mujer que amo. Como te explico que, desde que te ví por primera vez me gustaste, como te explico que me perdía en tu mirada, que me enloquecían tus curvas, la forma en la que coqueteabas sutilmente conmigo. Como te explico que, inclusive tu provocabas mis sueños húmedos... cuantas noches soñaba en hacerte el amor y decirte finalmente que te amo.

Amon empezó a llorar junto conmigo, se aferro mi pecho y de inmediato me atreví a tocar su sedosa cabellera negra, se incorporó nuevamente y me miró a la cara.

- no te cases con el. -Musitó-

- no puedo hacer eso, -le contesté desviando mi mirada-.

- entonces acepta este mi último beso de despedida...

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Ambos nos besamos desesperadamente, sabíamos que esa era nuestra última noche juntos. Amon  tomó de mis caderas y me aferró contra la pared de mi dormitorio. Nuestras lenguas se juntaron y enredaron disfrutando la saliva del otro. Los besos eran más salvajes y pasionales, mientras me tenía aferrada entre sus brazos, el lentamente con sus manos empezó a acariciarme mis glúteos, los masajeaba y apretaba dejando escapar un gemido de mis labios.

Despúes me acomodó en mi cama, se despojó de toda su ropa quedandose solo en boxer. Yo por mi parte, traía mi pequeño vestido de color blanco un poco transparente junto con mi bata de dormir del mismo color. Desató el nudo de aquella prenda y bajo los tirantes de mi vestido, se dirigió a mis senos, los beso, lamió y mordio dejandó así pequeñas marcas en mi pecho. Mis gemidos cada vez más salían de mi boca, además podía sentir entre mis piernas su erección. Ambos nos denudamos completamente, Amon estaba besando todo mi cuerpo, cada tacto suyo hacía que mi espalda se arqueara, especialmente cuando se dirigió hacia mi sexo.
Su lengua jugó con mi intimidad, sus movimientos eran de arriba hacia abajo, de un lado al otro. Sin querer, de mi clítoris emperazon a salir fluidos, cosa que los simplemente los saboreo. También era mi turno de disfrutar de el, cambiamos de posición el sento en la cama y yo de rodillas. Con mis manos, comencé a masturbar su miembro ya erecto, su excitación era tal que lanzó un gemido ronco mientras decía mi nombre.
Por mi parte, estaba deseosa de probar su intimidad, así que con mis manos lleve su pene a mi boca, y con mi lengua empeze a recorrerlo de arriba hacia abajo, su intimidad no cabía completamente en mi, así que succioné su sexo dejando escapar saliba entre mis labios, despúes me dirigí hacia sus testiculos e hice exactamente lo mismo.
Mientras me entretenía entre sus piernas, el sujetaba de mis cabellos para que no interfirieran en mi trabajo. Ambos lo disfrutabamos, pero era hora de subir de nivel. Amon, me tomo de mi cintura, me acosto otra vez en la cama y abrio mis piernas, yo estaba húmeda y deseosa de que entrara en mi.

Tomó su miembro con su mano derecha y se dirigio a mi pequeña cavidad, lentamente se iba introduciendo a lo que yo, nuevamente solté un gemido. Poco a poco iba metiendose dentro de mi sexo hasta que finalmente entro.
Sus embestidas fueron inicialmente lentas y delicadas, ambos disfrutabamos de ese placer que se mezclaba con el pecado. Despúes sus movimientos fueron más salvajes y penetrantes. Mi fascinación fue tal que, ahora yo decidí cambiar de posición.

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-Amon-

De repente Akira se separo de mi, se sentó sobre mi cuerpo dandome su espalda, ella misma tomó mi mienbro hacia su sexo. Se deslizó lentamente hasta asegurarse de que entrara completamente. Comenzó a moverse de una manera totalmente deliciosa y perversa. Al ver como se movía, su espalda desnuda y su cabellera rubia... me volvían loco.
Aquella noche ella era mía y de nadie más... Arima podía irse a la mierda. Ella era mía completamente mía. La amo tanto... que no soy capaz de entregarsela a otro hombre... pero por mis estúpideces ya era demasiado tarde...
Sus movimientos salvajes, hicieron que me descontrolaran hasta que finalmente terminé dentro de ella. Ambos caímos rendidos y nos abrigamos con nuestros cuerpos desnudos. La aferre a mi pecho, y pude sentir sus senos sobre mi piel. La contemple dormida toda la noche, ella era tan frágil pero a la misma vez salvaje. Me dolía verla por una última ocasión, así que cuando llegó el alba... sabía que era hora de irme. Me separé de su cuerpo con dificultad, me vestí y tomé mis cosas sin antes dejarle algo tan preciado para mi, me saqué el collar de cruz y lo deposité a lado de su cama. Le dije te amo por última vez y me despedí de ella con un beso en su frente.

Por que a partir de ahora yo viviré bajo tu sombra.

Fin.

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