BT 13 | Luz de luna

Luz de Luna.

—¿Entonces que hacemos?

Me encanta cuando se habla de salida en grupo. Nos reunimos y renegamos, planeamos, peleamos, nos reímos y hasta bailamos.

—Yo decía que fuésemos a los juegos —propone Cristhian.

—Me gusta esa idea —apoyo a mi amigo.

—Yo pienso que está bien —nos apoya Ulises.

—Bueno, los juegos mecánicos serán —dice Mía.

Yo sonrió porque fue más rápido y fácil de lo que esperaba, la verdad, esta gente tiene la costumbre de decir algo y después otra cosa.

Algo que admito me molesta pero se soporta.

—No estuvo tan difícil —comenta Ulises.

—Milagro —contesta Mía.

En eso el tiempo pasa y Cristhian decide irse para su apartamento, que por cierto comparte con una chica. Pero no piensen mal, a ella le gustan las chicas.

Ulises hace igual a modo que quedamos Mía y yo solas a arreglar todo.

Mía quería que le dijéramos a los chicos que nos ayudaran pero decidí que mejor no. Ulises fue muy generoso con la fiesta de Cristhian y pues mi amigo, él merece descansar se miraba muy cansado. Y aunque nosotros estamos igual. Cristhian fue el cumpleañero y no lo podemos poner a limpiar.

Empezamos a limpiar.

Por suerte los chicos ya habían semi-arreglado algo.

—¿Como te fue en la fiesta Mía? ¿Después de que me fui? —le preguntó a mi amiga.

Ella me voltea a ver y solo hace un gesto de suficiencia. Eso significa que no la paso como ella lo esperaba.

—¿Que significa ese gesto? ¿La pasaste bien o no?

Ella se detiene y me voltea a ver fijo.

—Me emborrache mucho Madison, apenas me acuerdo de cosas —volteo los ojos.

—Dime, ¿Que sucedió? —preguntó porque estoy segura que algo no le pareció.

Ella se acerca y se sienta en el sillón.

—Pensé que iba a hacer mejor la noche.

Me siento a su lado.

—Cuéntame.

—Como tú sabes, mi intención era pasar la noche con Matías, bailar con él, tomar un poco y porque no pasar la noche. Pero fue todo lo contrario, de repente ya no quería estar conmigo, solo se sentó en el mueble y allí se quedó estático, mientras que Cristhian y yo bailábamos como tontos.

Volteo mis ojos.

Sabía que algo así iba a pasar.

Matías es una persona despreciable, que lo único que le importa es su misma satisfacción.

—Te lo dije, Matías es un patán.

—Lo se Madison pero no entiendo, lo invitaba a bailar y solo se negaba, su mirada era como de desprecio. ¿Será que hice algo mal?

—Tu no hiciste nada mal, él es el que está mal.

—Enserio quería pasar una bonita noche a su lado.

Hay amiga, porque eres tan débil con estas cosas.

—Mira, lo bueno de esto es que te diste cuenta del tipo de persona que es Matías. Así que no desanimes, eres tan linda que seguramente un chico aparecerá y ni recordarás lo que acabas de decir.

—Tienes razón, mejor sigamos arreglando.

—Esa es mi chica —sonrió.

Nos ponemos en marcha

•••

El brillo de la luna en la oscura noche, me recuerda a muchas cosas. Yo siempre pensaba que la soledad lo hace a uno inmune de malos tratos, que uno aprendía a sentirse bien por uno mismo. Pero sinceramente ya no lo creo. La soledad solo te hace resistente a las ilusiones de una vida socialmente alegre y muchas veces ni a eso te ayuda, de pequeña siempre fui criada en un ambiente de soledad, donde mi familia vivía en la pura hipocresía, donde mi ser más chico, absorbía y absorbía los malos momentos que transmitían.

El miedo se apoderaba de mí, constantemente.

La joven que soy actual, ha comprendido muchas cosas. La soledad no te hace fuerte sino que te hace débil al buen trato. Uno vive de pensamientos que lo único que hacen es amargar tu vida de malos recuerdos.

Cuando la luna brilla mis ojos se cerraban noche tras noche, pidiendo por un día de alegría y amor. Esa niña que se hincaba y rogaba por afecto a la luz de la luna, aún sigue en mí.

—¿Que haces? —la voz masculina de Ulises me saca de mi transe.

—Recordaba —se coloca a mi lado.

—¿Y que recordabas?

Me quedo viendo un punto fijo de la casa de Ulises, o mejor dicho un cuadro a blanco y negro de rosas que tienen en la pared.

—Mi pasado —digo.

Él entiende rápido y decide quedarse callado, algo que agradezco en este momento. Sabe que no me gusta hablar de este tema por los malos recuerdos que este me trae.

—Prepare unos sándwich —sonríe.

Lo volteo a ver y el ver su sonrisa hace que simplemente se me contagie.

Sonrió.

—¡Te quiero mucho Ulises! —digo pero con una sensación extraña en el pecho.

—¡Yo también te adoro Madison!

Apoyo mi cabeza sobre su pecho y cierro mis ojos por unos cuantos segundos.

—¿Que te sucede Madison?

—Nada, simplemente recuerdos.

Me arropa con sus brazos y yo saco de mi pecho un pequeño suspiro. En eso me despego de su agarre y me levanto ya con una sonrisa en mi rostro, solo Ulises me las provoca. Y camino.

—¿A dónde vas Madison?

—Por un sándwich —río.

Él sonríe —. Bueno, me traes uno.

—Ok.

Llego a la cocina y desde que entro veo los sándwich, y les dire una cosa, Ulises hace unos sándwich bien simples para mi gusto.

Obvio que los voy a mejorar.

En eso pongo manos a la obra, comienzo abriendo el refrigerador y saco lo que voy a necesitar. Las ventajas de ser adinerado, las refrigeradoras siempre están llenas. Le pongo un poco más de aderezo, más queso, más carne y cocine rápido unas fajitas de tocino.

También sirvo algo de beber.

Ya listo todo.

Lo llevo a donde se encuentra mi novio, me encanta comer junto a él.

Camino con la bandeja en mano y al llegar a la sala no se encuentra. Volteo a todos lados y no lo veo.

Colocó la bandeja en una mesa pequeña.

Camino y en eso susurros que provienen de una habitación llaman mi atención. Semi abro la puerta y veo a Ulises de espaldas. Iba a entrar rápido pero su manera de hablar llama mi atención, ¿porque hablará bajo?

—Ahorita no puedo hablar mucho, Madison esta conmigo ahorita —lo pude escuchar, ¿Cuál será el problema de que yo me encuentre en la casa? —. Después nos miramos y hablamos más cómodamente, nos vemos.

¿Más cómodamente? ¿A que se abra referido con eso? Madison no pienses cosas que no son.

En eso abro la puerta y finjo como si lo acababa de encontrar.

—Aquí estabas, ya están los sándwiches —digo sonriente.

—¿Y eso que te tardaste? —pregunta.

—Digamos que mejore tu receta de sándwiches.

—Bueno, caminemos entonces que ya me entró curiosidad.

—Caminemos entonces —digo.

En eso muchas cosas se vienen a mi mente o mejor dicho preguntas bombardean mi cabeza.

¿Con quién abra estado hablando? ¿Abra sido Fabián? No tiene sentido que hable con Fabián y que le diga que no puede hablar por qué yo me encuentro en la casa.

Mejor dejo de pensar en estupideces y disfruto de los sándwiches que tengo enfrente mío.

—Se ven sabrosos Madison.

—Soy la reina de los sándwiches, que puedo decir.

Sonrió.

¿Porque mierdas escuche esa conversación?

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Las espinas penetran y cortan los tejidos más resistentes del corazón ✨

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