Capítulo 9
9. LA PRIMERA VÍCTIMA
Era un sábado por la madrugada, el viento corría con sutileza agitando algunas ramas de los árboles del jardín. La briza fluía con el aire provocando cierto frío en mis brazos desnudos. Las primeras aves empezaban a agradecer el nuevo día. El ambiente era pacífico y algunos rayos de sol amenazaba con salir en el este.
Me encontraba reposando en los balcones que circulaban el tercer nivel de mi casa. Con tranquilidad admiraba el paisaje. Estábamos ubicados en una colina bastante alta de Phoenix, haciendo posible divisar varias casas en la parte baja del lugar, la cual estaba adornada de niebla por ser de mañana.
A lo lejos se podía apreciar la gran ciudad, de la cual daba gracias por estar un poco alejado, prefería la privacidad, me incomodaba vivir al lado de tantas personas. Además, con papá eso no era problema, él siempre elegía los lugares más apartados, evitándonos cualquier tipo de relación con las personas.
Habían pasado dos semanas luego de la muerte de los padres de Harvey. Por más que trataba de olvidar todas las escenas dolorosas que había presenciado, no podía, cada vez que cerraba los ojos esas imágenes volvían y me atormentaban provocando que mi sueño desapareciera.
No podía dormir, las pesadillas se hacían presentes a la misma hora y me era imposible cerrar los ojos luego de despertar agitado con mi piel empapada de sudor. Con esta mañana ya eran cinco veces que me levantaba a esperar el amanecer.
Además, no dejaba de pensar en las últimas palabras de la señora Kingsford.
Ellos te buscan.
No confíes en nadie o ellos te encontrarán.
No comprendía a qué se había referido, nada tenía sentido. No pasaba por mi mente que alguien me estuviera buscando. ¿Para qué? ¿En quiénes se suponía que no debía de confiar? ¿En mi familia? ¿En Harvey? ¿En Henry? ¿En mi nana?
Todos eran piezas claves en un rompecabezas que aún desconocía la manera de armar.
Siquiera me alegraba que la casa no estuviera tan vacía como de costumbre, mamá había convencido a Harvey y a Kei de quedarse unos días con nosotros. Me tranquilizaba, porque sabía que la soledad no les sentaría nada bien y nuestra compañía los ayudaría a sobrellevar de mejor manera la muerte de sus padres.
Por suerte papá no se había enterado de absolutamente nada sobre lo ocurrido, porque si hubiera sido así, habría aparecido como loco elevando la voz y encerrándonos de por vida. Una parte de mí habría querido que se hubiera dado cuenta, porque extrañaba verlo, y si esa era la única forma de hacerlo, no me importaban las consecuencias. Aunque otra parte de mí estaba furiosa y solo quería insultarlo por el mal papel que desempeñaba como padre.
Deteniendo mis pensamientos presté atención a lo que mi mano derecha guardaba, era el diario que había encontrado aquella noche que mi hermano describía como siniestra. Desde ese día no habíamos puesto un pie en ese macabro sótano. Me parecía interesante leerlo porque en este se narraba una historia, una historia que parecía ser triste. Además, tenía un peculiar hábito de lectura, creía que las verdaderas emociones se encontraban escondidas entre el papel y la tinta.
Abriéndolo en mis manos, avancé a la hoja donde me había quedado la última vez y como siempre era un problema descifrar lo que decían las oraciones.
He sorprendido llorando a mi mamá muchas veces, sé que ella lo extraña, así como lo hago yo. Un día en mí clase pregunté frente a todos cuál era el problema de tener dos mamás, todos mis compañeritos se sorprendieron con mi pregunta, pero no más que mi maestra.
Ella me observó con una sonrisa de lado y me explicó unas cosillas. Ahora sé que mi papá hizo mal, porque engañó a mi mamá. Me duele no verlo, pero me duele aún más ver a mi mamá triste. Quiero ayudarla, pero ella trata de fingir que todo está bien.
Una mañana la encontré llorando sentada detrás de su cama, al instante que me vio se limpió las lágrimas y trató de verse feliz. Me hizo prometerle que no confiaría en nadie, absolutamente en nadie, en especial en los chicos.
Hice una pausa en la lectura y cerré el diario. Y sí, tenía razón, comúnmente los hombres éramos tachados como malos, pero no consideraba que todos fuéramos así. No era alguien perfecto, pero siempre trataba de ser una buena persona.
Adelanté unas cuantas páginas porque la letra no era entendible y llegué a una hoja con mejor redacción, la cual tenía un título que decía... "Los hombres son unos inútiles". Lo cual me hizo que me llevara una mano al pecho y me sintiera un poco ofendido.
Mi mamá tenía razón, ahora que tengo 13 años me doy cuenta de que no estaba equivocada, todos los hombres son unos tontos. En el instituto donde estudio, observo que a su corta edad solo piensan en conquistar a chavitas como yo, para tenerlas como trofeos.
Somos más que eso, no ven que pueden hacernos daño. Nunca me he topado con un joven decente, y tengo miedo que mi destino sea quedarme sola, porque no hay nadie que valore lo que soy.
Me vi en la necesidad de interrumpir la lectura al escuchar como las zancadas de una persona se aproximaban. De inmediato escondí el diario bajo la camiseta que llevaba puesta y me preparé para recibir a la persona que se acercaba.
Erick.
— Adrián. ¿Qué haces despierto a estas horas? — Se acercó bostezando. Su cabello castaño era un desastre, traía puesta una pijama de patitos junto con sus pantuflas.
— No podía dormir, pero de repente me regresó el sueño. — Me excusé tratando de esquivarlo para desaparecer de ahí, pero antes de hacerlo me tomó de los brazos regresándome a mi posición.
— Adrián no puedes seguir evitándome. Tenemos que hablar. — Se cruzó de brazos bloqueándome la entrada.
— Yo no tengo nada que decir. — Respondí de mala gana.
— Me pediste tiempo y lo entiendo. He tratado de ser paciente, pero necesito respuestas, además ya han pasado dos semanas.
— ¡Wow! Que paciente eres — Dije irónicamente mostrando una sonrisa ladina.
— No es justo Adrián. Solo me preocupo por ti.
— Bien, nadie te pidió que lo hicieras. — Solté sin medir mis palabras, provocando que Erick se sintiera mal y entristeciera su rostro. A los momentos me arrepentí de lo que había dicho. — Lo siento.
— Olvídalo. Solo necesito saber que estás bien y entender qué fue lo que pasó. — Respondió para luego acercarse y sentarse al lado mío.
— No puedo hacerlo sí, no es tan sencillo, además si lo hago pensarás que estoy loco, me verás diferente y te avergonzaras de mí. — Dije apenado evitando su mirada.
Frunció su ceño. — Adrián, eres mi hermano, jamás pensaría eso de ti. Me siento afortunado de tenerte como hermano y nadie me hará cambiar de parecer.
Me quedé un momento en silencio ocultando mi rostro, no quería hablar sobre eso, porque era algo que ni yo comprendía, además no quería que Erick pensara que estaba en el abismo de la locura.
— Adrián. — Insistió una vez más al verme en completo silencio.
— Está bien. No me presiones. — Respondí en un tono molesto. Me levanté del banquillo en el cual reposaba y giré mi cuerpo adornando mis brazos en el barandal. Dirigí mi vista hacia lo lejos, observando los primeros rayos de sol que surgían.
Erick hizo lo mismo y me acompañó dirigiendo su mirada hacia mí, esperando el momento en el que hablara. Cuando estaba preocupado, solía ser muy insistente.
— Yo lo vi. — Solté finalmente tratando de llenarme de valor. — No sé cómo es posible, pero pude ver lo que sucedía en ese laboratorio ese día.
— ¿Cómo? — Se limitó a preguntar de inmediato.
— No lo sé, solo recuerdo que cuando estaba en el baño vi directo a un espejo y de alguna manera me llegaron imágenes a la cabeza. Era como si las estuviera viendo reflejadas en él. Me asusté y terminé por romperlo. Luego de eso volví a tener conciencia cuando llegaste conmigo.
— ¿Qué viste exactamente? — Preguntó, acercándose más prestándome su entera atención, mientras yo seguía viendo hacia el vacío.
— Llamas, personas correr. Vi como el fuego se esparcía y quemaba todo a su paso. Sé que quizá me estoy volviendo loco porque no existe una explicación lógica para eso, pero fue lo que vi. Fue similar a la última vez.
Erick se despegó del barandal y se paseó por todo el lugar caminando de un lado a otro, escuchando y tratando de analizar toda la información.
Como no opinó nada, proseguí. — Pero no lo veo como cuando te encuentras en un sueño... Es como si yo realmente estuviera ahí, como si fuera la persona que decide que es lo que sucede, como si fuera el responsable de todo. — Pausé un momento porque no me era fácil pronunciar esas palabras. — Erick, tengo miedo. No quiero convertirme en un completo demente. — Dirigí mí vista hacia él, esperando al menos una palabra que me alentara o me dijera que todo estaría bien.
— No pierdas la cabeza Adrián. Ambos sabemos que eso que dices no puede ser posible. No hay manera de que una persona pueda ver lo que está ocurriendo en otros lugares sin estar ahí. Además, tú no eres una mala persona. Debió de ser solo una casualidad que en una de tus crisis hayas visto imágenes como esas, todo está en tu mente. No dejes que te domine. — Apoyó su brazo derecho alrededor de mis hombros.
Lo enfrenté con la mirada. — ¿Y si no lo soy? ¿Y si realmente soy una mala persona? Por algo tengo pesadillas todas las noches, por algo mi conciencia no me deja tranquilo. Erick, yo vi lo que les ocurría y no tuve el valor de decírselo a Harvey. Al contrario, actué como si existía la posibilidad de que ellos salieran con vida y no era así, por eso llego a pensar que si soy una mala persona. — Mi voz decayó y mis lágrimas amenazaron con salir.
— Tampoco seas injusto contigo mismo, no sabías que se trataba de ellos. Además, si lo hubieras hecho no te hubiera creído, en realidad nadie lo hubiera hecho. — En el fondo esas palabras me hirieron, eso significaba que ni siquiera él lo hubiera hecho.
— Aun así sé que no fue una simple casualidad, pueda que no esté bien, pero aún no he perdido por completo la cordura. Lo mismo dijiste la última vez.
— Sí, lo dije, investigamos y buscamos por todas partes al hombre que aseguraste ver, pero nunca encontramos un cuerpo y nunca vimos en los noticieros la desaparición de alguien similar al sujeto que viste. Por eso te digo que todo está en tu mente. Deberíamos considerar la posibilidad de visitar a un Doctor.
Eso me enfureció, me estaba diciendo loco, y bueno, quizá si lo estaba, pero dolía que alguien a quien querías te lo dijera. — ¿Para qué? ¿Para qué me examinen erróneamente y digan que tengo Alzheimer? ¿Para qué papá se preocupe y me envíe de nuevo a un Psiquiátrico? ¿Para que estemos alejados de nuevo? ¿Para que pase encerrado toda mi miserable vida? — Todo el valor que había reunido se desvaneció en un instante, por mucho que traté de no derrumbarme, fallé. Algunas lágrimas lograron escapar y mis sentimientos se expusieron. — Para ti es fácil decirlo, eres totalmente ordinario. — Pronuncié débilmente, dejando escapar un par de suspiros.
Sin decir nada más sentí como los brazos de Erick me cubrieron en un abrazo cálido. Su acción fue necesaria, necesitaba desahogarme, necesitaba sacar todo el dolor que se acumulaba cada vez más en mi ser, quería que todo parara, quería tener una vida ordinaria y ser feliz, aunque sabía que eso era algo imposible para alguien como yo.
Dejando que mis emociones fluyeran, me dediqué a sacar todo el dolor que sentía, dejé escapar múltiples suspiros y mis lágrimas bajaron mojando el hombro de mi hermano mientras él me abrazaba con más fuerza.
Mientras lloraba el recuerdo llegó a mi mente de nuevo, haciéndome revivir lo que una vez había visto.
Había un hombre. Reposaba en el suelo del cual era visible un charco de sangre. Su rostro estaba ensangrentado, portaba un traje formal que parecía ser fino, pero ahora estaba echado a perder por las manchas del fluido que goteaban de su rostro. Entre sus prendas era visible un collar muy llamativo; tenía la forma de las astas de un ciervo. Tenía su cabeza inclinada hacia abajo, sus manos proyectaban un rojo carmesí, las cuales estaban encadenadas a un tubo de metal que surgía del suelo.
Podía verlo en primer plano, como si yo fuera la persona que se encontraba ahí junto con él. Mi visión se aproximó hacia su agotado cuerpo. De inmediato reaccionó y empezó a moverse como loco, tratando de quitarse las cadenas que lo aprisionaban. Como si se encontrara viendo a la misma muerte.
— Por favor. Te lo suplico, te daré todo lo que quieras. Pero no me mates. Por favor. — El hombre suplicaba mientras veía como alguien acortaba la distancia con él. — Tengo una hija, por favor, no me mates. Te lo suplico — Pude apreciar más de cerca la imagen y entonces presencié como alguien desde mi posición le dedicó un fuerte golpe al hombre en el rostro, provocando que este soltara un quejido y empezara a llorar boca abajo, haciéndose a la idea de que su juicio se aproximaba.
Las que parecían ser mis extremidades superiores sacaron unas llaves y las insertaron en los candados de las cadenas que poseía el moribundo hombre. A los instantes le fueron retiradas y fue tomado de sus prendas para luego ser arrastrado por un pasillo que carecía de luz. Llegamos a una puerta que al instante fue abierta por la mano libre del cuerpo, por el cual me era posible ver todo lo que sucedía. Luego de esta, yacían unas gradas, las cuales nos dedicamos a bajar llegando a un recinto oscuro que parecía ajeno al lugar.
El sujeto fue lanzado con brusquedad hacia el suelo, con dificultad se mantenía consiente, sus ojos marrones desprendían una mezcla de fluidos entre sangre y lágrimas. No era mayor de 40 años, parecía ser un hombre maduro que sabía cómo preservarse. Su cabello negro estaba empapado de sudor y cubría gran parte de su frente.
De inmediato fue levantado y puesto en una silla iluminada por un círculo blanco de luz entre un sitio totalmente vacío. Con esfuerzo abría sus ojos tratando de averiguar e inspeccionar el lugar en donde se encontraba.
— Po-por f-fa-favor n-no me m-mates — Pronunció débilmente con sus últimos alientos.
— No te daré la satisfacción de morir de una manera rápida. — Surgió una voz áspera desde mi posición, la cual se expandió por todo el lugar.
Luego de esto, la imagen desapareció en mi mente. Había sido lo que había visto 2 años atrás, las imágenes llegaron como flashes disparados uno tras otro el día de nuestro cumpleaños. Algunos familiares nos cantaban junto a mi hermano en la presencia de un pastel que tenía el número quince, cuando todos empezaron a notar como mi piel se tornaba pálida y mi cuerpo se debilitaba a tal punto de estar próximo al desmayo.
De inmediato corrí hacia un lugar privado desconociendo qué era lo que me estaba ocurriendo. Erick de inmediato me siguió y buscó la manera de ayudarme. Le conté todo lo que había visto y sentido, pero mis palabras no tuvieron el valor de la credibilidad.
Fui llevado a un hospital en donde me hicieron múltiples exámenes y fui diagnosticado con Alzheimer, por dicha enfermedad quizá era algo normal que tuviera crisis frecuentemente sintiéndome confundido y desorientado con todo lo que pasaba a mí alrededor. También podía pasar como normal que con el tiempo olvidara ciertas cosas, pero los llamados delirios por mi padre no fueron muy bien vistos, por lo cual había sido internado en un psiquiátrico ubicado en Canadá, del cual había vuelto un par de meses atrás.
Con esta ocasión era la segunda vez que veía algo en una de mis crisis. Erick me aseguraba que solo era producto de mi imaginación, pero ahora me era difícil creerlo al ver como todas las imágenes que había visto dos semanas atrás realmente habían pasado.
— ¿Por qué veo estas cosas? — Pregunté a Erick volviendo a la realidad.
Tardó unos segundos en responder, pero luego habló. — No tengo idea. Pero todo estará bien Adrián. — Pronunció tratando de hacerme sentir mejor. — No sé qué es lo que realmente sucede contigo, pero lo que sí sé es que siempre estaré para ayudarte. — Aseguró mientras yo reposaba en su hombro.
Me quedé un momento así, sintiéndome seguro con su compañía. Para luego limpiar las lágrimas que me habían surgido y despegarme de él, ya sintiéndome mejor.
— Necesito que me hagas un favor. — Solicitó Erick observándome de vuelta en el banquillo con mi vista perdida en la distancia.
— ¿Qué quieres? — Inquirí sin muchas ganas de hacerlo.
— Quiero que dejes de ignorar a Sky, ha venido toda la semana a ver como se encuentra Harvey y Kei, pero también ha preguntado por ti. Y tú únicamente la has observado desde lo lejos, mostrándole una conducta antisocial e indiferente. Y no me digas que es porque te dejó de gustar, porque he visto muy bien como la miras.
— Solo quiero que se aleje de alguien como yo, nadie podría querer a alguien que está a un solo paso de volverse loco. — Expresé sintiendo mal, porque una parte de mí quería acercarse a ella, pero otra solo quería alejarse para que ella no tuviera que descubrir la triste realidad sobre mí.
— No seas tan duro contigo mismo Adrián, sabes bien que... — Sus palabras se vieron interrumpidas al momento que ambos vimos como un auto familiar ingresaba a nuestra propiedad.
Erick no lo pensó dos veces y corrió apresuradamente hacia abajo, esperando encontrar a la persona que deseaba ver. De prisa me dirigí a devolver el diario para luego dirigirme a lavar mi rostro para fingir que nada había pasado. Me sonreí falsamente al espejo y luego de esto bajé al primer nivel y presencié el momento justo en el que Erick abría la puerta de nuestro hogar y se abalanzaba hacia los brazos de su novia.
Katherine.
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Nota de Autor: Holis!!! ¿Cómo va todo? Querían respuestas y las tuvieron. Obviamente, no les iba a revelar todo, porque no tendría sentido que en una historia de misterio se explicara todo en un solo capítulo. Espero no lo hayan sentido tedioso, porque sé que no hubo cosas muy interesantes, principalmente fue un capítulo informativo. Pero igual espero que lo hayan disfrutado.
Me encuentro muy feliz porque estamos a punto de llegar a nuestra primera K de votos y también hemos sobrepasado nuestra primera K de lecturas, así que muchas gracias por brindarme tanto amor sin ni siquiera conocerme, los quiero un montón y espero se encuentren muy bien. Les adelanto que faltan pocos capítulos para que lleguemos al prólogo, aclaro que esto no quiere decir que la historia este cerca de su final, así que tranquilos, porque la he planificado para que por lo menos tengamos unos 30 capítulos. No olviden en dejar sus teorías, votos y comentarios. Nos vemos en el siguiente Cap. Gracias por tu apoyo.
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