Capítulo 8

8. NO CONFÍES EN NADIE.

Fuego, el fuego consumía todo a nuestro alrededor, eran pocos los espacios en los cuales podíamos estar a salvo. Con dificultad mis pulmones se llenaban de oxígeno, gotas de sudor se formaban en mi rostro por el gran calor que se sentía.

Estaba muy asustado. A pesar de que los bomberos hacían todo lo posible por ahogar las llamas, aún había muchas que consumían todo a su paso. Mi respiración era agitada y complicada. Temía que no encontráramos la manera de salir a tiempo. Además, Harvey se negaba a la idea, él estaba totalmente convencido de que sus padres aún seguían adentro.

— Harvey, tenemos que salir de aquí. — Demandé mientras tosía en mi antebrazo. — Ayúdame a mover los escombros. — Exigí tratando de mover unas rocas de ripio.

— No. No me iré de aquí sin ellos. — Enfocó su vista en mí. Su voz sonó débil, pero con determinación. — Tienen que estar por aquí. — Dijo mientras giraba su cuerpo y se abría camino hacia adentro.

No sabía qué hacer. Mi mente estaba en un total desacuerdo con mi instinto de supervivencia.

¿Ayudas a un amigo? ¿O decides salvar tu vida?

— De acuerdo. Espérame. — Dije siguiéndolo, una vez tomada mi decisión.

Caminamos con gran dificultad por un pasillo que al parecer estuvo pintado de blanco, pero ahora estaba predominado de negro. Algunos residuos caían del techo, la estructura era inestable y amenazaba con desplomarse en cualquier momento.

Algunas vías resultaban imposibles por la gran cantidad de llamas que había. Por suerte en el camino pude encontrar un extintor, el cual nos sirvió de gran ayuda para disipar nuestro ardiente andar.

— Espera. Yo me encargo. — Dije posicionándome delante de Harvey para apagar las llamas que había en el camino. — ¿Qué son exactamente tus padres? — Inquirí mientras rociaba el contenido del extintor.

— Ambos son Neurólogos. — Respondió sin un ápice de alegría. — Trabajan juntos aquí desde que tengo memoria. De hecho, yo jugaba de pequeño en este lugar. — Señaló una sala que al parecer era para pacientes infantiles la cual estaba consumida en llamas.

Se quedó un momento estático con su vista perdida en ese sitio. Supuse que se encontraba recordando algo que yo desconocía. No quería darle órdenes, pero no podíamos quedarnos ahí todo el día, había un gran riesgo de que las llamas se siguieran esparciendo y terminaran consumiéndonos o que la estructura nos aplastara, así que hable...

— Bien. Sigamos. — Incité una vez terminada mi labor. — En qué sala trabajan exactamente. — Pregunté para ver de encontrarlos en el menor tiempo posible y así pudiéramos salir a salvo.

— En el segundo nivel, tercera sala, lado derecho. — Respondió señalando unas gradas de madera que estaban ardiendo en fuego.

De inmediato me acerqué y rocié el espacio para que fuera seguro pasar por ahí. Una vez que terminé, Harvey empezó a subir y yo me posicioné detrás de él.

Subimos al segundo nivel y empezamos a caminar con cuidado evitando las llamas. Pasamos por dos salas. La del lado derecho tenía un letrero incrustado que decía "Dra. Addison. Y la puerta de lado izquierdo decía Dr. Anderson.

Pasamos por otras dos habitaciones que al igual que las anteriores pertenecían a diferentes doctores de diferentes áreas médicas. Con el corazón en la garganta llegamos a la sala de los padres de Harvey, la cual decía "Dr. y Dra. Kingsford.

Nos detuvimos enfrente de la puerta que se encontraba cerrada. Mi pulso empezó a aumentar y empecé a sudar frío. Tenía miedo. Miedo de lo que pudiéramos encontrar del otro lado de esta.

Harvey con sus manos temblorosas giró la perrilla y trató de abrirla, pero esta no lo hizo.

— No puedo. No puedo abrirla. — Dijo golpeándola con su hombro, tratando de desplegarla.

— Déjame ver. — Solicité haciendo que se apartara un par de metros. Igual que él me abalancé hacia esta con toda mi fuerza; sin embargo, me resultó imposible moverla. — Está bloqueada. — Me abalancé una vez más obteniendo el mismo resultado.

— Intentemos juntos. — Sugirió Harvey.

Uniendo nuestra energía intentamos derribarla, nos deteníamos por momentos a descansar nuestra respiración, ya que nos resultaba difícil inhalar con facilidad debido al humo que nos acompañaba.

Tras varios intentos fallidos, ya con nuestros hombros mallugados por los impactos contra la estructura, finalmente logramos derrumbarla de golpe.

Ojalá hubiéramos sabido lo que nos esperaba ahí adentro, hubiera deseado nunca haber derribado esa puerta para nunca enfrentarme con esa escena dolorosa que jamás saldría de mi mente. Mi corazón latió con más fuerza aumentando mi pulso, sentí un frío gélido recorrer cada parte de mi cuerpo. Quise desaparecer en ese momento y salir corriendo a la velocidad que me permitieran mis piernas, pero tuve que quedarme.

La señora Kingsford estaba tendida en el suelo con un gran escombro destrozando gran parte de su cuerpo, dejando libre únicamente sus extremidades superiores. Sus brazos se encontraban abrazando a un hombre quien ya había fallecido.

El hombre estaba teñido de un rojo carmesí, vestía una bata blanca teñida de sangre y unos anteojos rotos que colgaban de su moribundo rostro.

La mujer con dificultad se encontraba con vida. Era de cabello castaño con un rostro muy joven para la edad que tenía. Al igual que el señor portaba una bata que una vez fue blanca.

Al momento de ver lo que yacía frente nuestra, lo único que pude escuchar fueron los gritos desgarradores de Harvey. De inmediato se acercó a su madre y sobó su mejilla con gentileza, sus lágrimas corrían como el agua en pleno invierno. La mujer de inmediato le reconoció y con sus agonizantes alientos le sonrió con dulzura.

— Mamá — Sollozó como un niño que experimentaba por primera vez el dolor. — Papá está... — Su madre, con la poca energía que le quedaba, cubrió la boca de su prole con su dedo índice, impidiéndole seguir.

— Sshh. Él está bien. — Expresó haciendo un gran esfuerzo por sonreír. — Todo estará bien mi pequeño Harvey. Todo estará bien. — Dijo tocando cada facción del rostro de su hijo.

— Mamá. Tengo que sacarte de aquí. Necesitas a un doctor. — Dijo lloriqueando con la voz quebrada tratando de mover la estructura que reposaba en el cuerpo de su madre, la cual le detuvo de inmediato ya que le provocaba un inmenso dolor.

No sentí el momento en el que mis rodillas chocaron contra el suelo al lado de ellos. Mis lágrimas empezaron a surgir como nunca.

— Tranquilo sí. Sé que no te gustará lo que voy a decir, pero... — Sus palabras se vieron interrumpidas por una tos colmada de sangre. Estaba haciendo un gran esfuerzo tratando de comunicarse con su hijo.

— Mamá, por favor. No te atrevas. — Le interrumpió, llorando con mayor intensidad.

— Este es el momento de separarnos, es el momento en el que tomarás tu propio camino Harvey. Ambos sabíamos que tarde o temprano esto pasaría. Siempre has sido valiente, necesito que lo seas una vez más, por mí. Por favor prométeme que serás valiente amor.

— Mamá, por favor. — Suplicó tomando sus manos pálidas con fuerza.

— Prométemelo por favor. Necesito escucharlo Harvey. — Su voz sonó aún más baja, estaba a momentos de fallecer.

— Y-yo t-te lo prometo mamá. — Pronunció finalmente con un nudo en la garganta.

— Eso es Harvey. Sé valiente como siempre lo has sido. Tu padre y yo estamos muy orgullosos. — Expresó tomando las manos de su difunto esposo y sonriendo con dificultad como si se encontrara en el día más feliz de su vida.

De pronto la señora Kingsford notó mi presencia. Su semblante cambió por completo de una manera tan radical que me espantó. Parecía que de la nada había dejado de sentir dolor, como si no tuviera un gran peso destrozando su cuerpo.

Me miró fijamente con el ceño fruncido como si estuviera viendo al mismo malo. Su mirada se volvió tan profunda que me empezó a dar un poco de miedo. Quise apartarme unos cuantos centímetros de ella cuando de repente sus manos frías sostuvieron mi brazo.

Una corriente eléctrica recorrió todo mi cuerpo al momento de que sus manos tuvieron contacto con mi piel. Me veía fijamente como si notara algo malo en mí, como si quisiera comerme. Dejo de prestarle atención a Harvey y se concentró por completo en mí.

¿Qué le ocurría? ¿A caso me conocía? ¿Pero cómo podía ser eso posible? Yo no recordaba haberla visto antes, salvo en los retratos de la casa de Harvey.

— Ellos te buscan. — Soltó de repente, dejándome paralizado con el tono escalofriante que utilizó. — No confíes en nadie o ellos te encontrarán. — Su voz sonó preocupada, dejándome estupefacto.

¿De qué estaba hablando? ¿A quiénes se refería? ¿Quién me podría estar buscando? Y lo más importante, ¿por qué?

— Adrián, ¿a qué se refiere? — Preguntó Harvey igual de confundido que yo. No hablé, me quedé atónico por lo que había escuchado. — Mamá. ¿Qué quieres decir? — Preguntó a ella al ver mi silencio, sus ojos estaban colmados de lágrimas.

— Tienen que hu... — Trató de terminar su oración, pero ya no pudo. Fue demasiado tarde. Fueron las últimas palabras que salieron de su boca, la luz abandonó sus ojos, su respiración desapareció y sus manos que sostenían mi brazo perdieron su agarre.

— ¡Noooooo! ¡Mamá! ¡No por favor no! ¡Mamá por favor! ¡No! ¡Mamá! — Suplicó Harvey a su inerte cuerpo. — ¡Por favor, no te atrevas! ¡Te necesito! ¡No estoy listo, por favor! ¡Mamá! ¡Vuelve! — Abrazó su cuerpo con todas sus fuerzas, la abrazó como si nunca quisiera soltarla. — ¡Mamá! ¡Papá! ¡Los necesito! ¡No estoy listo! ¡Por favor! ¡Los necesito! — Dijo a ambos cuerpos. — ¡No me hagan esto! ¡Mamá, perdón! ¡Perdona papá! ¡Perdonen si alguna vez les fallé! ¡Por favor! ¡Vuelvan! — Suplicó hecho un mar de lágrimas. — ¡No me hagan esto! ¡Por favor!

Los gritos de Harvey predominaron. La sala se sintió vacía al momento que su madre se despidió. No era alguien cercana a mí, pero eso no me impidió sentir dolor. No quería derrumbarme, eso no le ayudaría a nadie, así que con toda mi fuerza me mostré fuerte y abracé a Harvey tratando de contener mis lágrimas.

— Adrián. Por favor dime que esto es una pesadilla. Por favor dilo. Esto no puede ser real. — Negó con su cabeza, mojando mi hombro de lágrimas.

— Lo siento Harvey. — Fue lo único que pude pronunciar con mi voz débil, abrazándolo con fuerza.

— ¡Por qué ellos! ¡Por qué! ¡Ellos no lo merecían! ¡No merecían esto! ¡No lo merecían! — Gritó al aire con furia.

No pude más y rompí en llanto. No me gustaba ver a las personas sufrir porque estas me transmitían su dolor, no quería sentir. Por muchos años traté de no hacerlo, pero me resultó imposible en ese momento al escuchar a Harvey llorar.

Las personas que se aíslan sufren su soledad y las personas que se exponen a los demás sufren su partida.

Nos quedamos unos momentos así, Harvey no podía contener sus lágrimas y yo tampoco dejaba de sentir su dolor. Los inertes cuerpos habían quedado juntos, sin duda fueron una pareja que se amó hasta el final. Ahora nunca nadie los vería, con el tiempo serían olvidados y cada día su ausencia sería más notoria para sus hijos.

Entre tantos sollozos escuché como un grupo de bomberos entraron de prisa con nosotros y nos tomaron de los brazos con agarre buscando la manera de ponernos a salvo.

— ¡No! ¡Esperen! ¡Suéltenme! — Exigió Harvey. No quería dejar a sus padres, sabía que era la última vez que los tendría con él. — ¡No, por favor! ¡Mamá! ¡Papá! ¡Los quiero! ¡Por favor! — Suplicó con su voz desgarrada.

— Sáquenlos de aquí. — Escuché decir de un bombero a sus compañeros.

— ¡No! ¡Suéltenme! ¡Tengo que volver! ¡Tengo que volver con ellos! — Gritó Harvey tratando de zafarse de su agarre mientras nos arrastraban hacia afuera. — ¡Suéltame imbécil! — Golpeó y pataleó a como pudo, pero no sirvió de nada.

Por mi parte no quise contenerme. Lo único que ellos querían era ponernos a salvo, además no soportaba ver más la manera en la que habían muerto los señores Kingsford.

En cuestión de segundos nos encontrábamos llegando a la salida con las manos vacías, el corazón de Harvey se había destrozado por completo. Todo por lo que se había arriesgado había sido en vano, no pudimos salvarlos. Llegamos demasiado tarde.

Tú ya sabías lo que iba a pasar. No te hagas el sorprendido.

Al momento que pusimos un pie en el exterior, mi hermano y todos los demás corrieron hacia nosotros a abrazarnos. Harvey, con todo su dolor, informó lo que había pasado allá adentro. Cada uno de ellos mostró el sentimiento de tristeza que sus palabras y llantos provocaban.

Pasados los minutos mi vista fue sorprendida por la silueta de la persona que necesitaba ver. Me despegué de los otros y me dirigí hacia ella. Mi mamá. Supuse que Erick la había llamado. Creí que me recibiría con un gran sermón mostrando su enojo por la manera en la que me había puesto en peligro, pero no. Un cálido abrazo fue lo que me recibió por su parte.

Me quedé un momento sintiendo su calor, quizá ya no era un niño; sin embargo, mi mamá era quien siempre me tranquilizaba y me daba la paz que tanto necesitaba.

A los momentos se despegó de mí y fue directo a Harvey. Probablemente, ya estaba informada de lo que había pasado. Rompiendo con la distancia lo abrazó con todo el amor que tenía.

Ella era la mujer que más admiraba, no necesitaba conocer a las personas para mostrarles afecto a manos llenas, era una madre comprensiva y cariñosa que siempre buscaba la manera de hacernos sentir bien y seguros.

Me quedé unos instantes viendo la escena de tristeza que me asolaba mi vista. Cuando de repente vi como alguien más se acercó a Harvey para abrazarlo. Su hermana, quien parecía ser mayor a él, se abalanzó hacia sus brazos.

— Kei, ellos están... — Harvey se detuvo evadiendo la triste realidad. — Ellos no lo merecían. No lo merecían. — Negó derramando sus lágrimas, provocando el mismo sentimiento en su hermana.

Luego de esto noté como alguien se avecindó hacia mí con cierta inseguridad. Se acercó lo suficiente como para tenerla de frente y dudando de lo que iba a hacer, finalmente se atrevió y me abrazó.

— Eso fue lo más estúpido y valiente que he visto hacer a un chico. — Dijo Sky con algunas lágrimas en su rostro, manteniendo el abrazo, provocándome una sensación extraña.

Había sido el día más loco en toda mi vida, uno solo bastó para poner todo mi mundo de cabeza. Tenía demasiadas preguntas respecto a lo que había dicho la señora Kingsford y temía que lo que había visto antes no fuera solo una coincidencia, pero algo si era seguro; algo extraño estaba por suceder y la vida de todos iba a cambiar para siempre.

Ojalá hubiera visto la tormenta que se aproximaba, habría hecho todo lo posible por detenerla. El problema fue que mi destino ya estaba planeado.

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Nota de Autor: Holis!!! ¿Cómo va todo? Sé que algunos están un poco confundidos con las cosas que han pasado en los últimos capítulos, sobre todo con Adrián. Pero tranquis. Quiero que confíen en mí, todo lo que agrego en cada capítulo no es solo adorno o para llamar la atención, cada cosa que provoco en la historia tendrá su explicación. Así que ténganme paciencia, las repuestas llegarán.

Preguntas serias... ¿Qué rayos fue lo que pasó con la señora Kingsford cuando habló con Adrián? ¿Acaso ya lo conocía? ¿Creen que Adrián está vinculado con el incendio?... No olviden en dejar sus teorías, votos y comentarios. Nos vemos en el siguiente Cap. Gracias por tu apoyo.

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