Capítulo 7
7. EN LAS LLAMAS.
ADRIÁN.
Al terminar de limpiar la sangre que había brotado de mí, me preparé mentalmente para salir y hacer como si nada hubiera pasado, como si no hubiera acontecido algo extraño e inusual en mí.
Era la segunda vez que ocurría y era tan impredecible como el viento, llegaba sin previo aviso, sin considerar el tiempo, el lugar o incluso la compañía con la que me encontrara. Era una experiencia nada agradable, daba inicio alterando mis sentidos, luego debilitaba mi cuerpo hasta que mi mente se nublaba por completo haciéndome olvidar todo a mí alrededor y por último; llegaban imágenes insólitas e inexplicables que no me pertenecían y mucho menos me explicaba.
Sin duda estaba al borde de la locura.
Mi manera de lidiar con esto, era haciéndome creer que era alguien común, alguien totalmente ordinario, alguien que poseía su cordura intacta.
Sonríe, finge estar bien, es lo que haces mejor.
Deteniendo mis pensamientos me dirigí a la salida de los baños, buscando entender cuál era el escándalo que se escuchaba afuera. Una vez que salí obtuve mi respuesta.
Me escabullí entre la gente que se encontraba viendo una transmisión en los televisores de la cafetería, a la cual no quise prestarle mucha atención. Quería encontrar a Erick, pero no lo veía por ninguna parte, así que me senté en una banca esperando el momento en el que apareciera.
Las personas socializaban entre sí, muchas de ellas se me quedaban viendo extraño, no imaginaba la expresión que seguramente presentaba mi rostro en esos momentos. Observando la manera en que todos convivían, sentí cierto pesar, sabía que por más que tratara de encajar en el mundo de ellos, no lo haría, no era como ellos y quizá nunca lo sería.
Pasaron los minutos y perdí la poca paciencia que me quedaba, Erick no aparecía por ninguna parte, lo cual provocó que elevara mi mecanismo y siguiera buscando.
Al encontrarme caminando por las diferentes mesas de la cafetería, sentí como alguien cubrió mis ojos impidiéndome seguir avanzando. Mi estado de ánimo en esos momentos no era el más apto para permitirme socializar, pude haberme liberado con brusquedad y seguir mi camino, pero tampoco podía demostrarlo, tenía que fingir que me encontraba bien.
— Adivina quién soy. — Pronunció esa voz familiar.
Internamente me surgió una risilla al identificar de quien se trataba. — Que coincidencia, besa desconocidos. — Dije con mi voz un tanto discreta.
— Sí, te acuerdas de mí. — Agregó entusiasmada, liberando mi vista.
— Cómo iba a olvidar a la chica que fingió confundirme con su novio para aprovecharse y besarme. — Pronuncié dándome vuelta para quedar de frente con ella.
Era de estatura mediana, de tez clara, cabello rubio liso. Era el concepto de una mujer muy bonita, su expresión transmitía alegría y picardía, sus ojos eran de un color gris muy llamativo que podía ser confundido por celeste.
— Bueno, supongo que ahora ya no habría problema de confundirme de nuevo. — Expresó encogida de hombros en un tono pícaro.
— ¿Qué? ¿Terminaste con él? — Pregunté haciéndome el confundido.
— Sí, creí que era lo mejor para nosotros.
— ¿Para nosotros? — Inquirí sorprendido.
— Sí, claro, no creías que te iba a dejar escapar tan fácil. — Expresó acercándose más, adornando sus manos en mis hombros, observando mis labios como si quisiera devorarlos.
— Wow, wow. Alto ahí. — Dije descolgando sus manos. — A mí me gusta alguien más, me agradas, pero no, quizá merezcas a alguien mejor que yo.
— Eso lo dudo. ¿Y quién es esa que me quiere hacer competencia? — Preguntó cruzándose de brazos haciéndose la enojada.
— Supongo que ya la conocerás.
— Adrián. ¿Dónde estabas? — De pronto la voz de la persona que esperaba encontrar nos interrumpió, de inmediato giré mi cuerpo hacia él.
Al darme vuelta pude notar que no se encontraba solo, Sky estaba a su lado consolando a alguien quien parecía haberse encontrado llorando.
Harvey.
Todos parecían preocupados.
Fruncí mi ceño de inmediato sin comprender lo que estaba ocurriendo. ¿Qué le pasaba a Harvey? ¿Por qué Sky estaba con mi hermano?
Todos compartimos miradas confundidas; Sky observó extraño a Elizabeth, Erick alternó la vista en ella preguntándose quién era, Elizabeth formó una mirada retadora contra Sky y yo dirigí mi vista hacia Harvey preguntándome qué rayos le estaba ocurriendo.
— Tenemos que irnos. — Aclaró Erick cortando con el silencio, enfocando su mirada preocupada en mí.
— Espera, ¿a dónde van? ¿Y qué está pasando? — Pregunté incorporándome al verlos avanzar hacia la salida.
— No hay tiempo. — Demandó apresurando el paso. — Henry ya viene por nosotros. Así que no podemos demorarnos.
— ¿Henry? — Pregunté al detenerlo tomándolo del brazo. — No me iré de aquí si no me explican que está pasando. — Alterné la vista en cada uno de ellos.
Silencio.
— Hay... Hay un incendio en el laboratorio Cristiny. — Pronunció Sky al ver que Erick guardó silencio manteniendo su mirada en Harvey. De inmediato pude identificar cierto temor en su voz.
Quedé en shock, de inmediato pude sentir como mi pulso se aceleró y algunas gotas de sudor amenazaron con emanar de mi piel.
Las imágenes. ¡Las estúpidas imágenes!
— No entiendo, estamos a kilómetros de ese lugar, ¿así que por qué huir de aquí? — Nos interrumpió la voz de Elizabeth. Al parecer nos iba siguiendo. Sky terminó por ignorarla y se enfocó en mí para decir...
— El problema es que los papás de Harvey trabajan ahí. Y no... — Se detuvo insegura de sus palabras. — No sabemos si se encuentran bien.
¡Demonios! ¡Eran ellos! ¡Habían sido ellos! De inmediato se formó un nudo en mi garganta.
— Tienen que estarlo. — Pronunció Harvey al instante, estando a punto de quebrarse, sus lágrimas amenazaban con salir al exterior. — Ellos son buenas personas, no merecen morir de esa manera, ellos tienen que estar bien. — Demandó débil.
Elizabeth se acercó a él para apoyarlo y consolarlo, al parecer se conocían. De inmediato me acerqué e hice lo mismo.
— Tranquilo, sí. Ya verás que estarán bien y están fuera de peligro. — Traté de animarlo.
Mientes.
— Gracias Adrián.
— ¿Y bien? ¿Qué estamos esperando? Tenemos que llegar a ese lugar cuanto antes. — Pronunció Elizabeth con autoridad.
Erick me apartó un par de metros del grupo y dijo...
— Adrián. ¿Quién rayos es ella, y qué anda haciendo contigo? — Su voz sonó con extrañeza.
— La conocí el día de la fiesta, es muy agradable y su nombre es Elizabeth.
— Agradable o no, no puede ir con nosotros, somos muchos y no cabemos en el auto. Además, parece un poco, tú sabes... Atrev...
— Los estoy escuchando. — Pronunció ella de repente. Dimos un pequeño brinco al verla parada justo al lado nuestro. — Y no te preocupes, si no hay suficiente espacio puedo irme en tus piernas, guapo. — Sugirió a Erick guiñándole el ojo, volviendo tenso el momento. Fue notorio como quedó atónico, no supo que gesto presentar ni que palabras utilizar al igual que yo.
— Emmm. — Pronunció estando un poco incómodo por lo que había escuchado. — No podemos perder más tiempo, tenemos que irnos. — Sugirió cambiando de tema empezando a avanzar de nuevo.
Al salir de la preparatoria, Henry ya se encontraba afuera. De prisa entramos dentro del auto buscando la manera de acomodarnos todos, aunque quedamos un poco apretados. Harvey se acomodó en el asiento del copiloto y los otros cuatro en la parte de atrás.
— Erick. Adrián. — Henry nos habló serio fijando su vista en nosotros por medio del retrovisor. — No puedo hacer lo que me piden, no puedo colocarlos en peligro bajo ninguna circunstancia. Su padre me mataría si se llegara a enterar de lo que estoy por hacer.
— Henry no se lo pediríamos si no fuera una emergencia, por favor, necesitamos llegar al laboratorio Cristiny cuanto antes. Toda la responsabilidad caerá sobre nosotros. — Aclaró Erick. — Además, él no tiene por qué enterarse.
— Aunque no se entere, sigue siendo en contra de mis deberes. Prometí a su padre mantenerlos a salvo sin importar el costo.
— Y lo ha hecho muy bien, nada malo nos sucederá, estaremos a salvo. — Aseguró mi hermano.
Henry nos observó dudando de la instrucción que le estábamos dando, sí, era peligroso, pero la familia de Harvey estaba en peligro, y ahora él era nuestro amigo, así que teníamos que ayudarlo.
Finalmente, accedió y empezó a conducir a la velocidad más rápida que le permitieran los parámetros de seguridad.
Lo único que quería era que estuvieran bien, Harvey era un buen chico y no merecía quedarse solo, su hermana también parecía buena persona y no quería que su familiar se viera destruida.
Durante el camino, todos nos mantuvimos en silencio, Harvey no dijo una sola palabra, iba al lado de la ventana con su vista perdida en el vacío, no imaginaba lo preocupado que debía de estar.
Sky, por otra parte, iba de brazos cruzados al lado de Erick en el extremo derecho del auto, al igual que él parecía perdida en sus pensamientos.
Todos temíamos que al llegar no obtuviéramos buenas noticias.
Elizabeth iba masticando goma de mascar al lado mío, por la manera en la que lo hacía supuse que era para calmar sus nervios, al igual que todos se veía preocupada. Y no hablemos de Erick, por momentos me observaba de una manera muy extraña, aunque conocía la razón por la cual se comportaba de tal forma, no necesitaba preguntarle para saber qué estaba pasando por su mente en esos momentos, lo sabía perfectamente. Pero no era el momento ni el lugar para hablar sobre eso.
— Así que es ella. — Soltó Elizabeth cortando con el silencio mientras masticaba. Todos dirigimos nuestra vista hacia ella. Fruncí mi ceño sin saber a qué se refería. — La chica. — Insistió rodando sus ojos en dirección a Sky. Quien me observó con extrañeza.
— Ohhh no. No. Claro que no. Jamás. — Negué al instante que comprendí a lo que se refería.
— Ajá. — Respondió irónicamente en mi dirección, luego se giró hacia Sky y dijo. — Sabes, creo que Adrián quería decirte algo. — Mi sangre hirvió de enojo y vergüenza.
— Elizabeth, ¡por favor! — Dije en un tono insistente, provocando una sonrisa en mi hermano y logrando también que ella se detuviera.
Últimamente era un tanto extraño ver sonreír a Erick, ya no frecuentaba hacerlo con el mismo brillo en sus ojos como solía hacerlo, y la razón era simple; se debía a su novia Katherine, ya que al mudarnos la había dejado a cientos de kilómetros, provocando que ya no se encontrara del todo feliz. Ella me agradaba, pero temía que su relación con mi hermano ya no diera para más, puesto que ella se encontraba en Canadá y nosotros ahora habitábamos en Estados Unidos.
— Chicos, estamos llegando. — Informó Henry interrumpiendo mis pensamientos y llamando la atención de todos.
Instintivamente nos aproximamos hacia delante para observar lo que yacía frente nuestra.
Era un completo caos.
Ambulancias por doquier, paramédicos corriendo de un lado a otro buscando la manera de ayudar a todas las personas que sacaban en camillas aquellos valientes bomberos de aquel edificio que aún se encontraba en llamas.
Una gran nube de humo salía de ese lugar, parecían ser tres niveles que estaban teñidos de un negro carbón provocado por el fuego. Los bomberos trataban de ahogar las llamas con unas mangueras enormes con las cuales rociaban agua en el sitio.
Henry se detuvo por la gran aglomeración de personas que se encontraban adelante viendo todo el panorama. La policía las tenía retenidas con una cinta amarilla, la cual evitaba que siguieran avanzando.
— No pueden pasar. Den la vuelta y regresen por dónde venían. — Un policía se acercó y ordenó a Henry.
De inmediato dejé de prestar atención a lo que mis ojos veían enfrente, cuando noté como Harvey abrió la puerta del auto y dio inicio a correr en dirección al edificio.
Afortunadamente, yo me encontraba en el extremo izquierdo del auto, y sin pensarlo hice lo mismo y empecé a seguirlo buscando la manera de detenerlo.
No me consideraba un atleta, pero si era veloz, ya que mi cuerpo delgado me lo permitía, así que enfoqué toda mi energía en mis piernas y seguí corriendo tratando de detenerlo antes de que atravesara el perímetro.
— ¡Harvey! ¡Harvey! — Grité por pausas mientras corría. — ¡Es una locura! ¡Detente! — Exigí preocupado de lo que podría ocurrir si este se acercaba demasiado a las llamas.
Para mi suerte Harvey no prestó atención a mis gritos, como si fuera un criminal atravesó la cinta y esquivó a los policías que trataron de detenerlo, los cuales fueron al suelo con sus manos vacías. Inmediatamente me causó gracia y sorpresa como unos profesionales habían sido burlados por un adolescente.
Rayos Harvey.
Estaba a punto de hacer lo mismo que él, tenía que detenerlo, no podía dejar que se pusiera en peligro de esa manera. No me importó el hecho de que mi padre me quitaría las únicas libertades que me había proporcionado. Sin duda me iba a matar luego de esto, pero no me importó. Seguí corriendo y al igual que Harvey esquivé a los policías.
Me sentí como todo un maniaco que acaba de escapar de prisión.
— ¡Ey! ¡Alto! ¡Qué creen que hacen! ¡Deténganse! — Nos exigieron molestos.
Giré un momento mi rostro y pude ver a Erick, Sky, Elizabeth y a Henry en la línea, los cuales no pudieron atravesarla.
Erick se veía enojado, pero la preocupación predominaba en su rostro. Sin duda me iba a matar luego de esto.
Concentrándome nuevamente en correr, finalmente pude aproximarme lo suficiente como para tomarlo del brazo, impidiéndole seguir. Pero cuando se giró hacia mí, me dedicó un fuerte golpe en el rostro, buscando la manera de que lo soltara.
Pude sentir el ligero sabor salado y metálico de mi sangre al momento de recibir el golpe. Me tambaleé un momento de mi posición, pero no lo solté. Pude enojarme, pero no lo hice, sabía que estaba desesperado por recibir información de sus padres.
— Adrián. Ellos me necesitan. — Imploró con su rostro hecho un mar de lágrimas. — Tengo que ir. Tengo que asegurarme de que estén bien.
Me le quedé viendo un momento a los ojos dudando de lo que estaba por hacer, pude apreciar el miedo y el sufrimiento que adornaba cada extremidad de su rostro. Realmente quería encontrar a sus padres y yo no era nadie como para impedírselo. Además, ya había ignorado las órdenes de los policías, así que, ¿qué más daba seguir? ¿Qué era lo peor que podía pasar?
— Está bien. — Accedí. — Buscaremos a tus padres, pero lo haremos juntos. — Dejé en claro recibiendo un asentimiento de su parte.
Dicho esto se perdonó por lo del golpe y me ofreció su sudadera para limpiarme las gotas de sangre que habían brotado de mi nariz, me ardió por un instante mientras lo hacía, pero quizá por la adrenalina del momento el dolor se volvió un triste recuerdo en cuestión de segundos. Luego de esto nos dispusimos a caminar hacia todas las ambulancias, pasamos de una en una, pero no había señales de sus padres. Era horrible ver a las personas en ese estado, muchas estaban inconscientes y muchas otras sollozaban del dolor que sentían por las quemaduras en sus cuerpos.
Revisamos todas y cada una de ellas, pero no había señales de ellos.
— No puede ser. — Harvey cayó rendido de rodillas sin poder calmar sus lágrimas. — Esto no puede estar pasando. — Negó desconsolado al no verlos por ninguna parte.
— A lo mejor ya los trasladaron a un hospital. — Fue lo único que pude decir posando mi mano en su hombro en señal de apoyo.
Harvey sacó un par de suspiros pesados llenos de dolor y tormento, nos quedamos un momento en silencio en medio de todo el caos que yacía frente nuestra. Los gritos predominaban en nuestro alrededor, todo era un completo desastre.
Me quedé un momento estático asimilando todo lo que estaba pasando, fue como cuando Harry Potter vio morir a Sirius, quizá había un gran desastre a nuestro alrededor, pero todo me pareció estar en silencio. A los instantes volví a la realidad, cuando de pronto sentí la adrenalina correr por mis venas al presenciar como Harvey corría hacia lo profundo de las llamas.
Mis piernas no me respondieron en el instante por lo anonadado que me sentí en ese tramo de tiempo, pero una vez que logré salir de ese estado de shock, lo seguí. Lo seguí sin importar las consecuencias que trajeran mis actos, no me detuve. Esquivamos un par de camillas y entonces entramos entre las llamas. Cruzamos la entrada y de inmediato el humo les dio la bienvenida a nuestros pulmones, impidiéndonos respirar con facilidad.
Por instinto elevé mi antebrazo y cubrí tanto mi boca como mi nariz tratando de no ahogarme por lo espeso del hollín.
A los instantes que entramos, un escombro ardiendo en fuego cayó en la entrada, haciéndonos imposible la idea de salir. Quedamos atrapados entre el desastre que de algún modo había previsto.
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