Capítulo 4
4. CUIDADO POR DONDE PISAS.
— Adrián. No bromees así. ¿Quién más podría estar en esta casa aparte de nosotros? — Inquirió con cierto temor en su voz.
— No lo sé, pero algo extraño está pasando.
— Pero... Tú... Tú me dijiste que era un gato. — Expresó paranoico, elevando la voz.
— Sshh, harás que mamá despierte de nuevo. Olvida lo que te dije, ¿acaso has visto a un gato tocar la guitarra? — Susurré.
— Bueno, no, pero podría ser. Entonces, me explicas qué estamos haciendo caminando en medio de la oscuridad hacia quien sabe qué cosa, podría estar listo para volarnos la cabeza.
Su comentario provocó que se me retorcieran los ojos llenos de hastío. — ¿Cuándo dejarás de ser tan miedoso? — El estruendo se hacía cada vez más fuerte mientras nos aproximábamos a él.
— Cuando tú dejes de ser tan mandón. — Lo tomé como un cumplido con una pequeña sonrisa.
Seguimos caminando hasta llegar al epicentro del ruido, pero Erick y yo quedamos más asustados y desconcertados al no poder definir de dónde provenía exactamente. Habíamos llegado al final del pasillo que tenía tres puertas que daban con diferentes habitaciones para visitas, pero el sonido no provenía de ninguna de ellas, era como si lo estuviéramos pisando, como si viniera de abajo, como si estuviera: "BAJO MIS PIES".
— Adrián, esto no me gusta, aquí no parece haber nada. — Tomó mi teléfono y alumbró hacia los alrededores. — Quizá el fantasma está tocando la canción de nuestro duelo antes de devorarnos.
— No seas absurdo, recuerdo que mamá dijo que este pasillo daba con el sótano y había un mecanismo para abrirlo.
— Ni creas que me harás entrar ahí. — Respondió de inmediato al escuchar la palabra "sótano".
— De acuerdo, entonces quédate aquí, solo con tu soledad, solo sin mi compañía. — Expresé incitándolo.
— Ah, ahora cantas.
— Siempre lo he hecho. — Mientras caminaba una pequeña pitilla topó contra mi rostro y entonces supe que ese era el acceso al sótano. — ¡Bingo! Lo encontré, creo que solo tengo que tirar de esta pitilla. — Susurré mostrándosela al tomarla en mis manos.
La accioné y al instante vimos como un cuadrado del suelo desapareció y surgieron unas gradas de madera que conducían hacia abajo.
— Espérame aquí. Si no vuelvo cuenta mi historia. — Musité al dar un par de pasos hacia abajo.
— Tú no tienes nada de interesante para contar. Siquiera déjame el teléfono para alumbrar.
— ¿Y entonces como veré el camino? Además, fuiste tú el que quisiste quedarte.
Giro los ojos con hastío — Está bien, iré, pero solo para asegurarme de que estés bien.
— Sí, claro. — Dije sarcásticamente.
Llegamos al final de las gradas que bajaban en caracol y dimos con un sótano tenebroso. Dentro de este había muchos muebles en mal estado que estaban llenos de telarañas, estaba repleto de suciedad y el aire estaba colmado de polvo haciendo que la respiración fuera complicada.
— Qué rayos pasa con este lugar. — Se quejó Erick tosiendo. — Parece que fue sacado de una película de terror y puesto en este sitio.
— Según le entendí a mamá, gran parte de la casa fue reconstruida, excepto el sótano.
— Tenía que ser. — Su voz sonó con disgusto.
Sin pleno aviso el estruendo hizo aparición y se extendió en nuestros oídos, haciendo que todos los pelos se nos pusieran de punta.
Del susto Erick saltó sobre mis brazos buscando que lo sostuviera, por reacción lo hice por unos segundos, pero no pude con su peso y lo deje caer de cara contra el suelo.
A gran velocidad se puso de pie y tomó un garrote de madera que encontró en el suelo y se posicionó detrás de mí.
— Bueno, tú querías venir a ver qué sucedía, así que adelante, qué esperas, acércate.
Descubrimos que el escándalo, que sonaba como a cuerdas desgarradas con fuerza, provenía de una caja grande de cartón que estaba en una esquina retorciéndose con mucha brusquedad.
— Tú eres el mayor, así que tienes que darme el ejemplo. — Me fui hacia atrás para empujarlo posicionándolo delante de mí.
— No, yo tengo una novia que lloraría por mí, así que el que tiene que ir primero eres tú. — Me colocó delante de nuevo.
— Sí, pero yo todavía tengo una vida por vivir. — Hice lo mismo.
— Solo nos llevamos 25 minutos, así que no importa quién vive o quién muere.
— Bueno ya, parecemos unos niños, uno tiene que ir.
— Exacto y ese eres tú. — Sin darme tiempo de esquivarlo, me empujó con fuerza hacia adelante, haciéndome quedar a pocos metros de la caja que no paraba de producir sonido aterrador y de moverse, así que no me quedó de otra que descubrir la verdad.
Di unos pasos aproximándome y aunque trataba de no sentir miedo era inevitable, porque algo hacía que la caja se moviera como si tuviera vida propia, y no era posible que lo hiciera por sí sola, algo lo estaba provocando. Me acerqué un poco más y asomé la cabeza con cierta lentitud e inseguridad.
Al acercarme lo suficiente, pude apreciar la verdad del asunto, en cierta parte me causo gracia, pero también me llenó de dudas.
Era un...
— ¡¡¡Zorrillo!!! — Gritó Erick con todas sus fuerzas lleno de pánico.
El animal saltó de la caja y se posicionó en la orilla, nos mostró sus colmillos salvajemente, defendiendo su territorio y pidiéndonos que nos largáramos.
Erick hizo un movimiento brusco haciendo que el animal se le acercara rápidamente y le rociara el rostro. Al ver lo que sucedía tomé unos ladrillos, no para golpearlo, sino para asustarlo, y al intentarlo funcionó, salió despavorido hacia las gradas por las que habíamos entrado.
Observé a mi hermano y al parecer había quedado cegado con un gran ardor en los ojos, caminó desesperado tratando de recuperar la vista haciendo que chocara contra un muro. Del fuerte golpe que se dio, cayó rendido al suelo.
Soltó un gruñido con cierto disgusto. — Por qué me pasan estas cosas a mí. No puedo ver nada. Solo encuentre a ese animal y lo hago picadillo.
— Ves, ahí está tu fantasma. — Le eché en cara. — Sabía que no era nada.
— No, pero tú también te asustaste, además cómo explicas que esa cosa estaba tocando salvajemente unas cuerdas.
Me acerqué a la caja y había muchos juguetes antiguos, algunos libros y también había una guitarra vieja como lo supuse, dentro del hueco de esta había un ratón, un ratón blanco que decidió salvar su vida ocultándose ahí dentro.
— Aquí está tu respuesta. — Le mostré la guitarra color azul que estaba vieja pero entera. — El zorrillo era el que estaba tocando, y no lo estaba haciendo a propósito, estaba tratando de escarbar entre las cuerdas para capturar al ratón que había dentro.
— Condenado animal, pero me las pagará. — Se levantó con los brazos extendidos, tratando de palpar todo a su alrededor para guiarse. — Pero, ¿cómo logró entrar aquí si esta cosa estaba cerrada?
— Quizá llevaba mucho tiempo de estar aquí, viviendo de los ratones que encontraba en este lugar.
— Bueno, ahora espero que se muera. — Dijo enojado — Ayúdame porque veo todo borroso, además me arde toda la cara. — Se quejó.
Me acerqué a él para guiarlo sosteniéndolo del hombro. Dimos un par de pasos buscando la salida, cuando de repente ambos escuchamos como un tablón de madera se rompió haciendo que la pierna de Erick quedara atrapada.
— ¡¡¡Ahhh!!!— Gritó alarmado. — Algo me jaló, algo me jaló. — Expresó con rapidez lleno de temor, haciendo que se me erizará la piel y mi pulso aumentara.
— Erick no juegues así, solo se rompió un trozo de madera de lo podrida que está. — Traté de tranquilizarlo.
— ¡No! ¡Sácame de aquí! ¡Sácame de aquí! — Suplicó alarmado.
— Erick, solo fue una tabla rota.
— ¡No! En serio sentí que algo tiró de mi pie. — Volvió a decir paranoico tratando de convencerme, aunque no le creí, ya que tratándose de Erick era alguien que acostumbraba a exagerar todo. — ¡Sácame de aquí! — Rogó.
— ¡Voy!
A como pude lo saqué de ahí, colocándolo en un lugar donde pudiera estar a salvo de caer. Tomé la linterna para iluminar dentro del agujero que había hecho, y nada, no había nada que pudiera haber tomado el pie de mi hermano, aunque no pude hacerle creer eso.
Me llenó de dudas las cosas que podía haber abajo y tampoco me lo explicaba, o sea, se supone que luego del sótano ya no hay nada, y era claro que en esta casa sí, porque luego de iluminar dejé caer un zapato viejo que encontré y se escuchó su caída.
Me apoyé entre mis piernas y volví con Erick. Al caminar en conjunto sentimos como la madera crujía por nuestro peso, así que nos apresuramos a avanzar hacia las gradas para evitar caer.
— Espera, espera. — Nos detuvimos a causa de Erick encontrándonos a punto de salir. — Vuelve.
— ¿Para qué? — Pregunté extrañado mientras lo sostenía.
— Quiero esa guitarra.
— ¿Cómo para qué? — Inquirí con el ceño fruncido. — Puedes comprarte una luego.
— No la quiero para mí, quiero repararla y personalizarla para Katherine, se acerca su cumpleaños y aún no tengo que darle.
— Erick, tengo sueño, ya vámonos. — Me negué.
— Adrián, por favor, mira que esto del zorrillo es tu culpa, así que me lo debes.
— Está bien, está bien. — Accedí no muy contento.
Dejé a Erick esperándome sentado al final de las gradas mientras yo bajaba a conseguir esa vieja guitara, llegué a la caja y tomé el instrumento en mis manos. Antes de regresar indagué en los libros que esta guardaba y encontré muchos que eran infantiles, que conocía y ya había leído. Los tomé todos y me los llevé.
Al subir hasta al borde, volví a tirar de la pitilla que bajaba del techo y el sótano desapareció. Sujeté a Erick del hombro y lo ayudé a caminar. Nos tomó varios minutos llegar al tercer nivel, los cuales sentí eternos, ya que íbamos a paso lento porque Erick no veía bien.
Lo dejé dentro en la ducha de su cuarto para que se remojara los ojos y así recuperara la vista. Al principio se negó a la idea de dormir solo, pero una vez aclarado el asunto del fantasma no me costó tanto convencerlo.
Volví a mi habitación e igual que él tomé una ducha porque el olor a zorrillo se había impregnado en mí. Una vez que salí con una toalla secándome el cabello, me coloqué una pantaloneta celeste dejando mi torso desnudo, y le di revisión a los libros que había conseguido.
Muchos estaban incompletos y llenos de mordidas que posiblemente se debían a los ratones, pasé cada uno y no vi nada inusual. Al terminar con ellos encontré un cuadernillo color negro con la pasta llena de estrellas. El texto no era impreso, estaba repleto de apuntes hechos a mano con una letra bastante torpe y poco entendible.
Abrí el cuadernillo y en la primera hoja había un apartado donde decía "propiedad de:" Pero estaba en blanco, no decía a quién pertenecía, así que me llamó la curiosidad leerlo y descubrir algo en él.
Pase a la segunda hoja y me costó bastante descifrar lo que quería decir la persona que lo había escrito, esa letra no parecía de un adulto, sino quizá de un niño que apenas iniciaba a escribir. En el primer párrafo decía:
Tendré un hermanito. ¡Yeee! No he tenido uno antes, pero estoy muy feliz. Le he quitado el recipiente donde come mi perrito para darle de comer, aunque mi mamá dice que no es una mascota.
No entiendo el enojo de mi mamá, según le entendí a mi papi, dice que tendré una segunda mamá, y en mi escuela me han enseñado que dos personas son mejor que una. Mi mamá se enojó tanto que le tiró su ropa a la calle y le dijo cosas muy feas pidiéndole que se fuera.
Mi rostro involuntariamente se mostró sorprendido al leer esos párrafos, supuse que tomar esos libros no había resultado ser mala idea, no me esperé encontrar el diario de un niño, de un inocente niño al parecer. Quizá con esto podría encontrar respuestas relacionadas con los rumores que tenía este pueblo sobre nuestra casa.
A lo mejor podría encontrar algo inusual.
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