Capítulo 13

            13. LOS RUMORES SON CIERTOS

ERICK

La última semana se había convertido en un completo desastre. Adrián estaba en el hospital, Henry había muerto, papá había vuelto, y por si fuera poco; había un cadáver en nuestro sótano.

Respecto a Henry, le habían disparado en su propio auto mientras nos esperaba a Harvey y a mí afuera de la academia de conducción a la cual asistíamos. Su caso fue registrado como un intento de robo. Según las autoridades, le pidieron que entregara las llaves del auto, pero este se negó, consiguiendo que le arrebataran la vida.

Al menos eso era lo que todos creían, pero yo sabía que no era así, y lo peor era que alguien que conocía estaba involucrado: Adrián. ¿Por qué? Porque al momento del disparo, yo vi de quiénes se trataba. Íbamos de salida cuando escuchamos el arma accionarse, de inmediato regresé el cuerpo de Harvey y lo estampé detrás del muro de la entrada, y entonces asomé mi cabeza con cuidado para ver a los hombres homicidas, los cuales iban vestidos de traje, similar al que usaba el hombre del boliche. Eso me confirmaba que Adrián me ocultaba algo, en realidad nos ocultaba algo a todos.

Pero lo que más llamó mi atención fue que luego de hacer su acción delictiva, registraron todo el auto, abrieron y esculcaron cada parte del vehículo buscando algo, o mejor dicho, a alguien.

Todo me tenía con la cabeza hecha un lío, no sabía qué pensar, no sabía qué decir, ni siquiera sabía si debía confiar en las personas que me rodeaban, lo único que tenía claro era que algo muy extraño estaba sucediendo y que esto nos involucraba a todos y lo más importante: estábamos en peligro.

Y con papá, pues al enterarse de lo que había ocurrido, no dudó en llegar como loco, casi exigiendo que nos ocultáramos en un búnker. Contrató a muchas personas para asegurar nuestra seguridad; la casa estaba rodeada de guardias, e incluso el hospital en el que Adrián se encontraba. Ahora mismo él se encontraba allí, junto con mamá, y yo ya llevaba tres días de permanecer retenido en casa, sin poder salir a verlo hasta que él despertara, esa fue la orden de papá.

En esos días había tratado de mantener la calma y permanecer inactivo, esperando a que todo lo malo pasara, pero estaba consciente de que si no hacía nada, todo seguiría igual y nada cambiaría, además podía asegurar de que luego de que Adrián despertara, papá nos pediría que volviéramos a empacar para mudarnos a quién sabe dónde, y el ciclo se repetiría una y otra vez.

También armé todas las posibles teorías para darle una explicación lógica a todo lo que estaba sucediendo y ninguna me parecía la correcta, así que tenía que ir investigando cada uno de los sucesos si es que quería descubrir la verdad, y el que me había planteado a investigar primero era el cadáver.

Quizá hubiera podido reportarlo a la policía, pero luego me vino una idea, quizá considerada loca, pero era lo único que tenía, y era que posiblemente ese cadáver era el que Adrián había visto años atrás. Las probabilidades eran remotas y aún me negaba a que fuera posible que Adrián pudiera ver cosas que ocurrían en el mundo real, pero era todo lo que tenía y mis opciones se estaban limitando.

Dejando mis objetivos claros, me enfoqué en lo que nos encontrábamos a punto de hacer: inspeccionar un cadáver putrefacto.

Mis pasos eran inseguros al saber a lo que me enfrentaba, no era un ejercicio de exploración y mucho menos algo que se pudiera tomar a la ligera, nos enfrentábamos a algo serio, algo que ameritaba ser investigado.

— ¿Has traído lo que te pedí? — hablé preguntando a Harvey, quien también parecía nervioso, incluso pude notar algunas gotas de sudor en su frente y sus manos temblaban.

Nos encontrábamos justo enfrente del agujero por el que Adrián había caído.

— Sí, pero no sé si la cuerda sea lo suficientemente resistente para soportar nuestro peso — me la ofreció después de sacarla del maletín que llevaba en sus hombros.

— Será útil — confirmé al estirarla con mis manos. — Lo que no recuerdo haberte pedido es que te trajeras a medio mundo — arrojé con sarcasmo, posando mi vista en los presentes: Elizabeth, Kei y Katherine. Todos se hicieron los inocentes. — De milagro pude sobornar a uno de los guardias para que los dejara pasar.

— No es su culpa — habló Kei. — En su vida ha podido guardar un secreto. Pero ya en serio, ¿cuál es el objetivo de inventar semejante fantasía y hacernos venir hasta aquí? Te recuerdo que tu padre nos echó de esta casa.

— ¡Que no es mentira! — se defendió Harvey. — En serio hay un cadáver debajo del sótano. Cuando encontramos a Adrián lo vimos. Obviamente no pudimos inspeccionarlo por completo por la situación, pero lo vimos.

— Claro, lo que tú digas Harvey — respondió Kei aun sin creerle, provocando que este mostrara su enojo.

— Lo que dice tu hermano es verdad Kei — hablé con seriedad tratando de hacerles ver la gravidez del asunto. — Y no es nuestra culpa que papá los haya sacado, nadie tenía previsto que él vendría en estos días.

— ¿O sea que el guapo de Adrián sí está en el hospital? — esta vez habló Elizabeth con cierta sorpresa. Todos la observamos con una expresión de obviedad.

— Deos, por qué nadie me cree — se quejó Harvey.

— Quizá porque acostumbras a mentir — echó en cara Kei. — Bueno, pero dejando de lado este disparate. ¿Cómo se encuentra Adrián? Dijeron cuándo lo darán de alta — esta vez se dirigió a mí.

— Aún no — respondí tristemente, sintiéndome culpable por haberlo dejado solo esa mañana. Realmente temí que esta vez lo perdería para siempre. — Perdió mucha sangre, aún se encuentra débil.

— Se recuperará — intentó alentarme Katherine, quien se encontraba a mi lado.

A pesar de que mis emociones y sentimientos se encontraban totalmente alterados, decidí contener la tristeza y mantenerme fuerte para afrontar los desafíos que enfrentaba. Respiré profundamente y me preparé para seguir adelante con mi plan, tratando de demostrar madurez y determinación.

— Bien... A lo que venimos — anuncié con cierta seguridad. Harvey nos entregó las linternas que, junto con la cuerda, formaban la parte material de mi plan.

Estábamos a punto de bajar por el agujero del sótano en secreto para investigar el cadáver, y tomamos la precaución de bajar uno a uno para que la cuerda resistiera y no provocara otro accidente, la cual amarramos a una estructura resistente e hicimos una gran cantidad de nudos en esta para que fuera más fácil sujetarla.

El primero en bajar fue Harvey, luego Kei, después le siguió Elizabeth, quien gritó con terror al llegar abajo, seguramente al ver al cuerpo en descomposición. Ya solo restábamos Katherine y yo.

— Te veo allá abajo — se despidió dándome un beso en la frente, el cual le devolví en la mejilla. A los instantes inició a descender mientras yo me aseguraba de que la estructura soportara su peso. Una vez ella abajo era mi turno y enseguida me encaminé a bajar.

El aire era frío y la situación se fue haciendo cada vez más inquietante conforme avanzaba, todo daba la impresión de que se trataba de un lugar terrorífico, lugar que evitaría a toda costa en situaciones normales, pero Adrián no estaba para sermonearme por ser un cobarde, así que tenía que mostrar valor por mi cuenta aunque careciera de él.

Finalmente, todos nos encontrábamos en el fondo del lugar, me detuve a observar lo que tanto temíamos: un cadáver en estado de descomposición avanzada. Respetamos distancia para que ninguno de nosotros fuera contagiado con los restos de lo que un día había sido un ser vivo.

Kei se encontraba abrazando a Elizabeth, quien cubría su boca y trataba de contener algunas lágrimas que amenazaban con salir.

Katherine de inmediato se acercó a mí para rodearme con sus brazos y ocultó su vista en mis hombros, evitando ver esa horrible imagen.

— Los rumores son ciertos — pronunció Harvey, quien se encontraba un poco alejado de nosotros. De inmediato llamó la atención de todos. — No creí que fuera verdad.

— Cómo pudo alguien hacer algo tan horrible — soltó Elizabeth dejando escapar un par de lágrimas.

— ¿Ustedes creen que alguien lo mató? — pronuncié un tanto discreto, ya que todos nos encontrábamos nerviosos con todo lo que estaba pasando, más aún después de enterarnos de que el incendió en el laboratorio Cristiny no fue un accidente, había sido provocado, pero aún se desconocía a los responsables. Harvey y Kei estaban furiosos.

Los observé a cada uno y nadie tuvo el valor de responderme con palabras, si no, en cambio, me señalaron un punto en la pared que nos rodeaba. Con lentitud dirigí mi vista hacia donde apuntaban sus extremidades y pude apreciar un túnel oscuro, incluso daba la impresión de ser la cueva de una bestia feroz.

Despegándome de Katherine, avancé con cautela a la caverna con ayuda de mi linterna e ingresé mi cuerpo en ella, no medía más de 3 metros de largo y su grosor era lo suficientemente ancho como para albergar a una persona, llegué hasta el límite y esta no tenía una salida, al final yacían un par de rocas puntiagudas y pude apreciar algunas marcas de aruñazos rascando la tierra.

Al deducir lo que había pasado, de inmediato salí de ese lugar horrorizado y observé nuevamente a cada uno, todos estaban en shock, nadie hablaba, solo se escuchaban respiraciones agitadas y profundos suspiros.

— Alguien lo encerró aquí para que muriera — todos permanecieron en silencio y se acercaron entre ellos por el temor que proyectaban mis palabras. — Imagino que trató de escalar, pero al ver que no podía abrir el techó trató de hacer su propia salida — esto último me quebró la vos, carraspeé y continué con mi teoría. — Pero ya no le fue posible, murió aquí de hambre. No fue un accidente.

Katherine no resistió más y dio inicio a llorar buscando consuelo en mi pecho. De inmediato la abracé y traté de hacerla sentir segura, pero quien realmente necesitaba ser abrazado era yo, estaba que me moría del temor, ni siquiera me explicaba de dónde había provenido el poco valor que estaba demostrando. Necesitaba a Adrián.

Mis sentidos no estaban en su máximo esplendor por el temor que me atormentaba, pero a los instantes de mantenerme en silencio pude recordar los rumores que nos había contado Harvey sobre esta casa la noche que nos conocimos. — Se trata del hombre que mencionaste el día de la fiesta. ¿Harvey? — la atención cayó en ambos.

— Es lo más seguro, todos decían que había desaparecido en esta casa, sería lo más lógico que se tratara de él — Harvey permanecía de brazos cruzados a un par de metros de nosotros, observando con fetidez al cuerpo sin vida.

— ¿Pero alguien sabe cómo se llamaba? ¿La dirección de sus familiares, o algo?

— No, los únicos que sabían de ellos eran los Hooper.

— Son los que nos vendieron la casa. — Inquirí dudoso, esperando una respuesta positiva.

— Los mismos.

— Pues deberíamos de visitarlos y ver si saben algo de lo que ocurrió aquí. ¿Alguno sabe a dónde se mudaron? — nadie me respondió, si no, en cambio, me pareció curioso que Harvey y Kei fijaran su vista en Elizabeth, quien estaba detrás de nosotros. Quien de inmediato mostró inquietud al ver que toda la atención cayó sobre ella.

— ¿Qué? No crean que voy a llevarlos con ellos. Su familia piensa que Alex se suicidó porque terminé con él. Su mamá me detesta y dicen que ahora está tan loca como su abuela.

— ¿Los conoces? — pregunté de inmediato. — ¿Puedes llevarnos con ellos? — bueno, mis preguntas habían sonado tontas, ya que lo había confirmado instantes atrás, pero necesitaba asegurarme.

— Sí, los conozco, pero como les dije, no me recibirán después de lo que pasó con Alex.

— No tienes que presentarte como Elizabeth, puedo prestarte una peluca y decir que eres nuestra prima — sugirió Kei, sorprendiéndonos a todos al enterarnos de que tenía pelucas. — Además, la señora Hooper nos ha visto un par de veces cuando vivía aquí, seguro que nos recibe.

— Eh... Ch-chicos — tartamudeó Harvey, con la voz temblorosa. Todos dirigimos nuestra atención hacia la pared, iluminada por la tenue luz de la linterna que sostenía en su mano. Un escalofrío recorrió nuestra espina dorsal al leer las palabras escritas en el muro: "NADIE ESTÁ A SALVO". Los trazos eran tan profundos que nos erizaban la piel, y lo que representaban aumentaba aún más nuestro temor. En cuestión de segundos, el peligro nos inundó y pude sentir mi corazón latiendo aceleradamente, luchando por salir de mi pecho.

Eso fue suficiente como para que Elizabeth y Harvey comenzaran a escalar rápidamente. No les importó si la cuerda se rompía, solo querían salir de ese lugar que nos estaba horrorizando a todos.

Viendo que habían llegado a la cima, animé a Katherine a subir y ponerse a salvo. Ella no dudó en hacerlo. Esperé unos momentos para después ver hacia arriba y asegurarme de que ella ya estuviera en la superficie. Entonces tomé la cuerda con la intención de pasársela a Kei, quien parecía ser la más valiente del grupo. Le dejé de prestar atención por un momento y, al buscarla con la mirada, vi que estaba a centímetros del cadáver.

— ¿Kei, qué estás haciendo? — pregunté en voz alta para que se detuviera. — No es seguro, podrías contagiarte de algo. Además, dicen que no es bueno tocar los restos de alguien que murió de forma intencional.

— Vamos Erick, no seas igual de miedoso y supersticioso que mi hermano — respondió, sin saber que probablemente yo era peor que él. Lo único que me impedía salir corriendo gritando era el no querer quedar en ridículo frente a tantas personas.

— No se trata de eso. Simplemente no entiendo por qué te acercas a algo tan desagradable.

— No es que me agrade la idea, pero noté que algo brillaba dentro de él cuando lo iluminé con mi linterna.

— ¿Y qué es? — pregunté, viendo que intentaba sacar algo con unos palillos de la caja torácica del esqueleto.

— Eso es lo que intento descubrir — respondió mientras seguía intentando. Después de unos segundos, finalmente vi cómo sacaba algo que parecía ser un collar. Lo tomó en sus manos y, aunque parecía asqueroso, lo examinó por un momento antes de mostrármelo.

Lo acepté y lo inspeccioné en mis nudillos. A simple vista, parecía un collar normal, pero dejó de serlo cuando reconocí el símbolo del dije: eran las astas de un ciervo.

— Creo que he visto este símbolo antes — le dije a Kei, quien me miraba con atención. — No recuerdo de dónde, pero creo que lo he visto.

— No eres el único, yo también creo haberlo visto en algún lugar.

— Esto es tan extraño — le dije a ella.

— Chicos, ¿qué están esperando? — escuchamos la voz atemorizada de Katherine desde arriba.

Antes de empezar a subir, guardé el objeto en mi bolsillo. — ¿Crees que deberíamos decirles? — le pregunté a Kei en un susurro, agarrándola del brazo para detenerla antes de que comenzara a subir.

— No, deberíamos tratar de recordar en dónde hemos visto ese símbolo y luego podremos explicarlo — propuso, a lo cual asentí con un gesto. De repente, noté un nerviosismo en su rostro que me resultó extraño, ya que había estado tranquila todo el tiempo.

La solté y una vez que vi que su linterna había llegado al borde, comencé a subir. Al llegar, recuperé el aliento apoyándome en la madera sólida. Todos teníamos muchas preguntas sin resolver y aún estábamos colmados de temor.

Me acerqué rápidamente a Katherine para reconfortarla.

— ¿Y ahora qué haremos? — preguntó Harvey aun temblando de miedo, dirigiéndose a mí y atrayendo la atención de todos.

— Vamos a visitar a los Hooper — anuncié sin más.

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