Capítulo XXXV


Katsuki alternaba su vista entre su reloj y la puerta de su cuarto. Según él, iba todo de acuerdo al plan que había improvisado con Ochaco: entró, dijo que se sentía cansado y adolorido y se despidió de todos en su mesa. Al salir, dio una rápida vista a Uraraka, quien le sonrió levemente. Hasta ahí, todo bien. Entonces, ¿por qué carajos Ochaco demoraba tanto en llegar? El restaurant no quedaba muy lejos, como mucho debía estar con él en veinte minutos.

Toc, toc, toc.

Soltó un suspiro sonoro mientras se acercaba la puerta.

—Tardaste demasiado, Ochaco —comenzó, en lo que abría— ¿qué...? No eres la Cara Redonda.

Frente a él su amigo pelirrojo lo miraba con una ceja enarcada y cruzado de brazos.

—Me consta que no —respondió serio—. La esperabas, ¿cierto?

—No.

—Claro —se adentró al cuarto de su amigo—. ¿Y qué era eso de "tardaste demasiado, Ochaco"? Oye, puedes ser un buen actor, pero cuando me quieres mentir, se te nota.

El rubio miró a su amigo negando con su cabeza en lo que cerraba la puerta tras de sí y se apoyaba en ella.

—¿Qué quieres, Eijiro? Estoy cansado, mejor vuelve a la jodida cena y me-

—Los vi, Bakugo —interrumpió, su semblante más serio que nunca—. Te vi a ti y a Uraraka fuera del restaurante.

Se formó un silencio horrible y Katsuki sin siquiera tener que mirarse a un espejo, supo que había palidecido.

—Agradece que fui yo y no Keigo o peor, Naomi —continuó—. ¡¿Acaso estás loco, amigo?!

—Baja la voz —se acercó a él de inmediato. Titubeó unos segundos, pero terminó por suspirar ya rendido—. ¿Qué viste específicamente? ¿Oíste algo?

—No lo vas a negar entonces —musitó. El rubio chasqueó su lengua—. No alcancé a oír nada, pero una imagen vale más que mil palabras, viejo. Vi como la besaste.

Kirishima notó la incomodidad en el rostro de su amigo.

—¿Hace cuánto que están en esto? ¿Para eso la querías traer? ¿Para acostarte con ella libremente?

—Claro que no —le miró molesto. Se sentó en la orilla de su cama, apoyo sus codos en sus rodillas y bajó la mirada—. Todo se dio... aquí. Espontáneo. Así fue.

Eijiro se acercó a su amigo y se sentó a su lado. Su mirada se había suavizado un poco más; no estaba de acuerdo con lo que hacían, pero tampoco podía ser duro con él. Quería escucharlo, entenderlo y aconsejarlo... Hacerle entender que no estaba bien.

—Debo decir que lo sospechaba —confesó—, pero no quería creerlo. Y me duele un poco que no hayas confiado en mí para contármelo.

—No es eso —negó despacio—. Ambos sabemos que lo que estamos haciendo es incorrecto. Ella sigue pensando en casarse. Es... Es algo complicado de explicar.

Kirishima juntó sus manos en un sonoro aplauso llamando la atención de su amigo. Luego llevó una mano a su espalda palmeándola despacio, mostrándole una amable sonrisa.

—Es bueno que tenga tiempo ahora. Puedes explicarme a tu ritmo.

Katsuki suspiró frustrado. Sabía y en el fondo agradecía que fuera Eijiro quien estuviera con él, escuchándole. Porque mantener un secreto como ese lo estaba destruyendo lentamente, y necesitaba (aunque no lo admitiera abiertamente) algún consejo.

No por nada el pelirrojo era su mejor amigo.

—¿Estás bien?

Ochaco miró hacia Naomi, quien estaba sentada en su cama mirándola con preocupación. Al parecer se había desconectado de su alrededor unos segundos, su vista fija en la puerta de su cuarto.

—S-Sí. Solo cansada —fingió una sonrisa—. Lamento que nos hayamos tenido que ir tan pronto.

—Descuida —sonrió—. Se te notaba rara. No vaya a ser que te estés enfermando o algo así. Kiri fue bastante amable al traernos.

Claro.

Todo iba de acuerdo al plan. Vio que Katsuki se retiró, esperó un rato y dijo que mejor se retiraba con la excusa que no estaba del todo bien. En cuanto se colocó de pie, Naomi la imitó, argumentando que, si se sentía mal, debía acompañarla. Ochaco insistió en que no era eso, que ella podía irse y dejar a Naomi disfrutar lo que quedaba bajo el cuidado de Tsu y Kirishima, pero su sobrina podía ser realmente testaruda e insistente cuando se lo proponía y tomando su brazo, la guio hacia la salida. No mucho después, Kirishima se acercó a ellas y les dijo que las acompañaría, que no sería muy varonil de su parte dejar que "dos damas anden solas por la calle a estas horas", a pesar de no ser tan tarde y que, literalmente, el hotel quedaba a unos minutos. El pelirrojo se aseguró de dejarlas en su cuarto, y salió, cerrando la puerta tras de sí.

Desde ese entonces, que Ochaco ha estado aún más rara.

—¿Quieres irte a dormir o vemos alguna película? —sugirió la menor—. ¿Debería llamar a mi tío? Seguro si le digo que te estás enfermando se va a preocupar.

—Naomi —miró a su sobrina, luciendo cansada—, estoy bien. Solo que estoy agotada, ha sido mucho trabajo. No sacamos nada con llamar a Shoto si está al otro lado del mundo. Solo lo preocuparíamos.

Y la verdad, no quería hablar con él en ese minuto.

La pelirroja suspiró y sonrió un poco.

—Sí, tienes razón. Pero, ¿qué dices de ver una película? Puedo pedir unas palomitas.

Uraraka asintió con su cabeza, logrando sacar una alegre sonrisa a su sobrina. En lo que la chica se levantó para llamar a servicio a la habitación, tomó su teléfono y escribió un mensaje rápido a Bakugo. Seguramente la odiaría, pero ya no sabía que más inventar, además, no quería dejar a Naomi sola. Sus miedos con ella seguían latentes, a pesar de que desde hace tiempo que no han tenido algún incidente.

Pocos segundos después Naomi regresó, colocó el catálogo de películas que hotel ofrecía y tras elegir una, se acomodaron en la cama de la mayor. La única interrupción que hubo fue cuando llegaron las palomitas que la chica había pedido, pero luego de eso, solo se trató de ellas dos: riendo en las escenas no necesariamente graciosas, haciendo comentarios sobre el maquillaje, las escenas, etc. Por un momento, Ochaco había olvidado todo el desastre y enredos que había en su cabeza...

...Hasta que vio de reojo como la pantalla de su teléfono se iluminó por la llegada de una notificación.

Lo tomó sin que la menor viera el contenido y lo leyó rápidamente.

Bakugo 22.10 pm

En cuanto se duerma Naomi, ¿puedes venir?


Optó por no contestar, dejando el teléfono nuevamente sobre la mesa de noche. Acarició suavemente el cabello de la adolescente, mientras seguían viendo la película. Al terminar, la chica dijo que se dormiría, puesto que ya se encontraba bastante cansada. Se movió a su cama luego de colocarse su pijama y no más de unos minutos después, Ochaco notó la acompasada respiración que indicaba que Naomi ya estaba dormida.

Suspiró y se levantó de su cama con cuidado, cruzó hacia el frente y golpeó despacio la puerta del actor.

—No creí que vendrías —murmuró en cuanto la vio.

—Veíamos una película con Naomi —respondió en el mismo tono, mirando hacia su cuarto donde tenía su puerta entreabierta—. Se durmió hace poco.

Katsuki se hizo a un lado para dejarla pasar, cerrando despacio. Había un poco de incomodidad entre ambos, pues claramente las cosas no había ni estaban saliendo como esperaban.

—Um, yo... Lo siento. No pude venir antes, tanto Naomi como Kirishima me atraparon y-

—Ya lo sabe —soltó de golpe. Ochaco lo miró algo confusa—. Eijiro. Lo sabe porque nos vio fuera del restaurant. Vino a hablar conmigo en cuanto las dejó.

Otro silencio. Ochaco había bajado la mirada y mordía su labio inferior con nerviosismo. Tenía tantas preguntas, pero no sabía como iniciarlas. Sintió al actor acercarse a ella, quedando a unos pocos centímetros alejado.

—¿L-Le dirá a alguien? —musitó en un hilo de voz.

—No. Aunque no está de acuerdo con todo esto, pero... Es un amigo leal al final. Dice que no se meterá donde no le incumbe.


—Dime algo, hermano... ¿la amas o esto es solo algo del momento?


El recuerdo de esa pregunta le hizo tragar nervioso. Fue lo último que le preguntó antes de retirarse, después de oír el relato del rubio.

—No sé como podré mirarlo ahora —suspiró.

—De la misma forma que siempre, Ochaco —contestó, llevando una mano hacia su rostro para acariciar su mejilla—. Puedes confiar en él.

La chica le miró a los ojos y asintió despacio, disfrutando del tacto del actor. La noticia de que alguien ya sabía le seguía dando temor, pero sabía que lo que Katsuki decía era verdad: Kirishima era un amigo leal y confiable. Y sabía que si decía algo, podría meterlo en problemas, algo que claramente no querría.

La cercanía de Bakugo era cada vez más, haciendo que su corazón se acelerara y su rostro enrojeciera. De algún modo, él siempre lograba que ella sintiera esas mariposas revolotear en su estómago, el calor subir por su cuello hasta su rostro... Tenía la necesidad de que él la tocara y la besara, y que nunca la soltara.

Despacio, esta vez fue ella quien capturó los labios del rubio, aferrando sus manos sobre su pecho. Katsuki no tardó en rodear su cintura con sus manos y acercarla lo más posible a su cuerpo, sintiendo el calor de ella sobre él. No pasó mucho para que ese beso tomara más pasión, cada uno embriagándose del sabor del otro, sus respiraciones agitadas, sus manos buscando abarcar cada parte del cuerpo del otro.

La guio con cuidado a su cama, dejándola caer despacio y con él encima, sus manos recorriendo su silueta con aquel vestido que aún traía puesto. Se veía jodidamente atractiva con él, pero Katsuki solo pensaba en arrancarlo de su cuerpo y poseer cada parte que la prenda tapaba.

Sin titubear, deslizó el cierre del vestido, lo sacó de su cuerpo y lo dejó caer al piso. La chica usaba un conjunto de encaje negro, y Katsuki solo pudo quedar embelesado ante la vista. Ochaco, con sus ojos brillantes producto de la excitación y sus mejillas deliciosamente sonrosadas, sonrió mordiendo su labio sugestivamente.

—¿Lo tenías planeado? —murmuró el actor con voz ronca.

—Tal vez... —se incorporó un poco en la cama, desabrochando ella misma el brassier, pero sin sacarlo completamente. Ver como el tirante se deslizaba por su hombro lo volvió loco al instante, y Ochaco al darse cuenta, sonrió un poco, y con su dedo índice derecho, le hizo un señal para que se acercara—. Ven aquí, Katsuki.

La forma en como ronroneó su nombre bastó para que terminara de perder la cabeza. Sin dudarlo, se quitó su camisa, sus pantalones y se lanzó hacia ella, devorando sus labios sin compasión alguna.

Escuchar los suspiros y gemidos de ella en su oído cada vez que la embestía lo hacía ver estrellas. Sentir sus besos en su cuello, sus uñas enterrarse en su espalda, su voz rogándole por más comenzaba a generar en él una adicción hacia ella, algo difícil de explicar. No quería dejarla ir, nunca. No quería pensar como todo cambiaría una vez que volvieran a Japón. Quería tenerla a su lado, que ella fuera la primera persona que veía al despertar y la última antes de dormir. Quería tantas cosas con ella que no se limitaban a estar dentro de una habitación solamente.

Estar escondidos no era algo que le gustara. Sabía porqué tenía que ser así, pero deseaba que ella pudiera quedarse con él, abrazarlo en su sueño, que tan solo una vez ella no tuviera que salir rápido.

Pero no sería esa noche. Y quizás ninguna.

Pocos minutos después de terminar, ella se levantó, recogió su vestido y con un fugaz beso en sus labios se despidió del actor para volver a su cuarto, a su realidad.

Katsuki se mantuvo en su cama, su antebrazo tapando su vista, su respiración más calmada, mas sus latidos acelerados con los miles de pensamientos que venían.

¿La amas o esto es solo algo del momento?

Katsuki sabía la respuesta.

—Mierda —murmuró, sin moverse de su posición—. Mierda, mierda...




__________

Lamento si querían un delicioso más específico(????) pero quería ahondar en la mente del Kacchancito. Nuestro niño está ✨enamorado✨, pero pasa por la parte mala de ello :c

Alguien más ya supo todo O: al fin(?) jajaja

Estoy muuuy agradecida con todxs por sus comentarios, votos y visitas a mi historia. Y no solo a esta, sino a las demás también uwu me alegran el corazoncito chiquito que tengo 💖💖💖

Espero que les haya gustado! Nos leeremos prontito!


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top