Capítulo XXXIII


El sonido de su teléfono le despertó. Tomó el aparato y contestó, sus ojos aún cerrados debido al cansancio.

—¿Hola?

Hola, Sho... —la voz de la chica al otro lado lo hizo casi saltar de la cama.

—¿Ocha?

Quien más —rio suavemente. Todoroki sentía su alma volver a su cuerpo al oírla. Como extrañaba ese sonido—. ¿Te desperté?

—Bueno, son casi las cinco de la mañana aquí —explicó—. Pero no importa. ¿Cómo estás? ¿Qué tal va todo? ¿Por qué no contestabas?

Sintió un suspiro del otro lado de la línea.

—Mucho trabajo. Además, no quería molestarte. Me cuesta un poco aún el tema de la diferencia horaria.

—No te preocupes por eso. Puedes llamarme a cualquier hora, Ocha.

Hubo unos segundos de silencio que al chico con heterocromía se le hicieron demasiado largos. La chica volvió a suspirar.

—D-De acuerdo...

Shoto sentía que algo no estaba del todo bien.

—¿Ocha? —silencio—. ¿Cariño?

De pronto, sintió como la chica sollozaba. Eso por supuesto que lo asustó, y le llenaba de impotencia no poder estar ahí con ella, a su lado, protegiéndola de lo que sea que le sucediera.

—L-Lo siento —dijo, su voz temblorosa.

Todoroki se hallaba sin saber cómo reaccionar.

—¿Pasa algo? Me estás asustando. ¿Estás bien? ¿Pasó algo con Naomi?

Escuchó los sollozos de su prometida por unos cuantos segundos, mientras intentaba calmarla. Pero era tan difícil lograr eso por llamada.

N-No, ella... Ella está bien —suspiró en un poco exitoso intento de tranquilizarse—. Es solo que te he dejado de lado y...

—Está bien, Ochaco. Es tu trabajo, lo entiendo. Aunque sí me gustaría que me llamaras más seguido. Cada vez que yo lo hago, no contestas.

Tras decir aquello, Uraraka volvió a soltar unas lágrimas, cosa que le rompía por completo el corazón a su novio. El muchacho decidió no decir nada más y darle su tiempo; era mejor que ella misma se calmara antes de seguir hablando.

—T-Te extraño tanto, Sho... —dijo entre sollozos, sin embargo, era bastante entendible.

—También yo, amor. Pero, cada día es uno menos para que regreses y estemos juntos. Luego será nuestra boda y ya no habrá nada que nos distancie.

Silencio.

Sollozos.

Shoto se sintió algo incómodo. Su novia no decía nada y comenzaba a plantearse si acaso él dijo algo que estuviera mal, pero no consideraba que así fuera.

No habrá nada —repitió en voz baja—. L-Lo lamento si te preocupé. Prometo llamarte más seguido.

—De acuerdo. Y de verdad, no te preocupes por la hora. Te contestaré sin importar eso.

Está bien... Está bien. Debo irme, debo volver al set.

—Ve tranquila. Te amo.

Silencio nuevamente.

T-También yo. Te llamo después. Adiós.

Shoto miró la pantalla de su teléfono una vez finalizada la llamada. Tenía una leve sonrisa en su rostro, pero dentro de sí tenía sentimientos mezclados. Estaba feliz y sobre todo tranquilo de haber escuchado a su prometida, sin embargo, el que ella sonara tan triste, insegura y hasta algo distante era algo que lo alertaba. Suspiró, dejando su celular a un lado y se quedó mirando el techo en su cama.

Ya no podía volver a dormir.

Por ese día, su rutina partiría un poco más temprano.

Ochaco secó su rostro rápidamente, guardó su teléfono en su bolsillo trasero e inspiró un par de veces antes de seguir su camino.

Se había ocultado detrás de uno de los tráileres de vestuario para llamar a su novio tranquila, pues necesitaba escucharlo. Necesitaba oír su voz, sus palabras... Solo para darse cuenta de la inmensa culpa que sintió en cuanto notó la preocupación de Todoroki al oírla llorar. Claro que ese no era su plan. No pretendía llamar a su novio al otro lado del mundo y hacerle creer que algo estaba mal.

No podía.

Shoto no podía ni debía enterarse.

Por lo mismo, se dio cuenta que haber ignorado sus llamadas había sido un error, si no quería levantar sospecha alguna debía seguir como antes de emprender ese viaje.

Al salir, pasó por en frente de ella Katsuki, hablando con la que era su coprotagonista. El rubio al parecer no la notó, iba bastante entretenido conversando en un perfecto inglés con la actriz canadiense. Ochaco se tensó un poco. Habían pasado unos días de la última vez que se vieron. Katsuki no parecía querer dirigirle la palabra excepto si se trataba de asuntos estrictamente laborales, y ni hablar de encontrarse a solas.

Cuando se topaban en el hotel o en el set, solo se miraban unos segundos antes de ignorarse y cada uno seguir su camino. Uraraka odiaba eso.

Porque también lo extrañaba. Echaba de menos a ese explosivo chico de lenguaje colorido, que sabía como hacerla reír, que podían charlar de cualquier cosa, de la complicidad que existía en ambos cuando ella lo preparaba...

Así como también extrañaba sus abrazos, sus besos y sus caricias.

Ver como mantenía una conversación tan amena con otra chica le hizo sentir un nudo en su estómago. Ella caminaba detrás de los actores, al parecer ninguno sin darse cuenta, puesto que se dirigían hacia el mismo lado, y Ochaco solo quería desaparecer en ese rato.

Ella rio y tomó su brazo.

La maquilladora desvió la mirada.

No, no podía sentir celos de algo tan absurdo como eso, ¿no? Es decir, Katsuki tiene un sentido del humor bastante particular, a principio cuesta saber si está hablando en serio o no, pero al parecer ella ya lo había comprendido perfectamente.

Pero más que nada, en sí no debía sentir celos siquiera. Uraraka era una mujer comprometida, con una relación estable de años. ¡Era ridículo!

Sacudió su cabeza y aceleró el paso, pasando por el lado de Katsuki para adelantarse. No escuchó que él la llamara o saludara siquiera, y eso estaba bien. No tenía porqué. Solo eran... compañeros de trabajo.

Llegó al tráiler que era usado para el maquillaje y pocos segundos después entraron los actores. La chica sonrió a Ochaco antes de dirigirse al otro lado donde otra maquilladora la esperaba y Katsuki solo se dejó caer en la silla que correspondía a la pequeña estación de Ochaco.

La castaña tragó nerviosa, recordó la escena que debían filmar y comenzó a hacer su trabajo.

Katsuki la miraba a través del espejo atento. La chica solo parecía estar enfocada en aplicar bien la base y correctores, pero sentía su respiración algo errática. Como si estuviese nerviosa, o aguantando las ganas de decir algo.

—¿Te pasa algo?

Ochaco parpadeó un par de veces alejándose un poco. Negó con su cabeza, volviendo a lo que estaba.

Bakugo frunció su ceño.

—Mejillas...

—No es nada —respondió a secas.

—Te conozco.

La chica apretó un poco la brocha que tenía en su mano. Suspiró despacio, dejando sus herramientas a un lado unos segundos.

—¿Podemos... hablar? Sobre lo de la última vez.

Katsuki frunció el ceño algo molesto.

—Hay gente cerca —contestó sin mirarla.

—No ahora, Bakugo. Cuando terminemos el día.

El actor tensó sus labios antes de suspirar sonoramente. Alzó su mirada hacia la de ella, con una expresión algo más neutra.

—Bien.

Ochaco fingió una sonrisa y siguió en lo suyo. El silencio volvió a reinar entre ellos, pero esta vez ella ya no parecía estar nerviosa o algo así.

Habían quedado de reunirse a las afueras del hotel para ir a una plaza cercana que estaba media escondida. Era el lugar perfecto, así nadie los vería ni levantaría sospecha alguna. Habían quedado de reunirse ahí a eso de las nueve de la noche, cosa que fuera algo más fácil poder entrar y salir del hotel.

Naomi no había podido ocultar su curiosidad al ver a su tía bastante inquieta. La castaña movía su pierna constantemente mientras estaba sentada en la orilla de su cama, mirando cada tanto su celular.

—¿Y tú qué? —preguntó la adolescente pelirroja. Ochaco la miró de inmediato—. Te ves nerviosa.

—Fuyumi quiere hacer unos cambios que no me gustan. No creo que se lo tome bien —ideó rápidamente. Hasta ella misma se sorprendió de lo fluido que salió—. Ya conoces lo perfeccionista que es.

La menor pareció convencerse de ello, encogiéndose de hombros y volviendo su vista hacia el televisor. Cambiaba de canal constantemente, hasta que unos golpes en la puerta alertaron a ambas. Fue Ochaco quien se acercó pensando que sería Katsuki, pero era Tsu, quien sonreía amablemente.

—Noche de chicas —propuso apenas las vio—. Renté unas películas en mi cuarto. Hay suficiente espacio.

—¡Wuju! —exclamó alegre Naomi, alzando ambos brazos y saltando de la cama hacia la puerta—. Vamos, 'Chaco.

A veces Ochaco no sabía a quien agradecer que estas pequeñas cosas tan oportunas le sucedieran.

—Vayan ustedes. Quiero llamar a Sho antes de dormir y ya sabes como me extiendo a veces —sonrió levemente.

Naomi reclamó un poco, pero finalmente la dejaron a solas para hiciera su llamada tranquila. Ochaco suspiró aliviada, le envió un mensaje corto a Shoto y tras esperar unos segundos, salió de su cuarto rumbo al punto de encuentro.

No tardó mucho, sin embargo, se había retrasado unos minutos; Bakugo era horriblemente puntual, por lo que lo localizó de inmediato, su ceño fruncido en clara molestia por la demora, esperándola sentado en una banca.

—Creí que ya no ibas a llegar.

—Lo siento —se encogió de hombros levemente, tomando asiento a su lado—. Um, ¿cómo estás?

Bakugo enarcó una ceja.

—¿Vamos a tener esa jodida conversación de cortesía? Ve directo al punto, tú querías que habláramos, Ochaco.

La castaña suspiró, asintiendo despacio.

—¿Sigues molesto? —el rubio la miró—. Ese día te enojaste porque dije que... bueno, no podemos tener... citas.

—No me enojé —respondió cruzándose de brazos.

—No me mientas —la chica arrugó su entrecejo—. Cuando te enojas conmigo, me ignoras. Así como lo has hecho todos estos días.

El rubio resopló un poco, desviando su vista al frente.

—Digamos que tampoco has hecho mucho por acercarte —murmuró—. Bien, sí. Me molesté porque pienso que fue muy hipócrita de tu parte ponerte así de nerviosa por una "cita" y no por tener sexo conmigo.

La palabra la incomodó un poco.

—No es lo mismo.

—¡Ja! ¿Qué es tan distinto, Uraraka? —se giró un poco para mirarla fijamente—. ¿La "gravedad" del asunto? Porque déjame decirte, una puta salida es mucho menos dañino que acostarte con otro que no es tu jodido novio.

—No estabas pidiéndome una salida nada más. Era una cita, Bakugo. ¡Una cita! ¿Sabes lo que eso significa? ¿Sabes lo que implica? —el actor no respondió—. ¡Malditos sentimientos, Katsuki!

El rubio se mantuvo silencio, mirándola con evidente molestia.

—No pude —prosiguió la chica—. No pude decirte que sí porque no quiero que las cosas se malentiendan entre nosotros. Y no quiero lastimar a Sho, no lo merece. Hoy hablé con él y no pude evitar llorar, ¡hubieras oído lo preocupado que estaba! Yo... —se silencio unos segundos al sentir ese horrible nudo en la garganta—. Yo no sé... No sé qué hacer.

Bakugo suspiró, colocándose de pie y metiendo sus manos a sus bolsillos, tratando de aparentar calma. Pero no lo estaba en lo más mínimo.

—Yo creo que sí sabes que hacer, Ochaco. Solo que no quieres perder.

La castaña lo miró con sorpresa en su rostro.

—¿Cómo te atreves a decir eso? Estoy en un dilema, Bakugo. Quise hablar contigo porque estás casi tan metido en este embrollo como yo.

—No me voy a retractar de lo que dije —le dio la espalda, a modo de empezar a irse de allí—. ¿Sabes una cosa, Ochaco? Ni tú ni tu noviecito son los únicos que saldrían lastimados de todo esto.

La dedicó una fría mirada antes de irse de aquella plaza, dejándola sola.




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El drama is coming :(

Espero que estén muy bien! Yo a full preparando mi trajecito de Halloween, jiji. Y además otros cambios en mi vida personal jeje.

Cuídense mucho! Lo tkm, que tengan una bomnita semana 💖💖💖

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