Capítulo XXXII


—Siento como si hubiese pasado mucho tiempo de la última vez que pisé este edificio —comentó Todoroki en un tono bastante relajado.

Yaoyorozu sonrió en lo que llevaba una fuente con comida hacia el comedor donde Todoroki la esperaba. Tenía todo cuidadosamente colocado en la mesa: cubiertos, platos, copas... Tan pulcra como siempre solía serlo.

—Sin Ochaco aquí, no creo que tuvieras motivos para hacerlo.

—Debería —sonrió—. Quizás venga a sacar un poco de polvo de sus muebles antes de que regrese.

Ambos rieron por el comentario, tomando asiento uno frente al otro en la pequeña mesa que Yaomomo tenía. Comenzaron a comer en silencio, cosa que incomodaba a la chica: no sabía que decir, que hacer o como actuar. Claro, varias veces compartió mesa con el publicista, pero no solos. Ochaco y Naomi siempre estuvieron ahí y era la castaña quien solía llevar las conversaciones fluidas, aligeraba el ambiente y hacía de la comida un momento ameno.

Ella lo había invitado en un acto impulsivo, solo dejándose llevar por la emoción que sintió al cruzarse con él. Ahora debía lidiar y solucionar las "consecuencias" de dicha impulsividad.

—Y, ¿cómo va todo? —Shoto la miró enarcando una ceja—. Digo, no sé, la agencia, los planes de boda...

—La agencia va bien —sonrió un poco—. Hemos tenido varias marcas y personas importantes interesados en trabajar con nosotros. No paro con el trabajo, a decir verdad.

—Se nota un poco —comentó, mirando fijamente a su rostro—. Tienes unas ojeras bastante marcadas.

Shoto llevó una mano hacia su rostro al escucharla, sintiéndose algo avergonzado. Suspiró y fingió una amable sonrisa: sus ojeras no se debían precisamente al cansancio laboral.

Llevaba varias noches sin poder conciliar correctamente el sueño: debido a la diferencia horaria con su novia, se quedaba despierto hasta altas horas de la madrugada esperando que le contestara o devolviera sus llamadas, aunque solo recibía algún que otro mensaje de ella. No se quedaba tranquilo con ello, dormía apenas unas dos horas y luego debía levantarse para ir a su agencia y continuar con su trabajo.

—Mucho que hacer —contestó sin ánimo realmente, bebiendo un poco de vino.

—Espero que esta cena pueda ayudar a que te relajes.

—Gracias —la miró directamente a los ojos—. Creo que era lo que necesitaba.

No era cierto. Solo estaba siendo amable.

Lo que él necesitaba en realidad era saber si es que la pelinegra había tenido noticias de su novia. Eran amigas cercanas, ¿no? Pero tampoco sabía como abordar el tema sin sonar desesperado... O controlador.

Yaoyorozu se sonrojó levemente al escuchar al hombre frente a ella, desviando su mirada a su plato y tratando de ocultar una tímida sonrisa.

Ese chico traía su cabeza hecha un lío. Sabía, de verdad sabía que no podía pasar nada entre ellos, y que sus sentimientos eran mejor guardarlos bajo siete llaves por su lealtad a Ochaco, pues fue su amiga antes de conocerlo.

Pero esos ojos tan llamativos, esa calma que él solía irradiar, su discreción... Era misteriosamente llamativo. Y poco a poco comenzó a caer lentamente a sus pies sin que él ni Uraraka se dieran cuenta. Pero era mejor así.

Aunque le doliera.

—Deberíamos hacer esto más seguido —comentó él de la nada. La chica alzó a su vista a él y no pudo evitar sonreír con emoción—. Ya sabes, cuando Ocha regrese de su viaje. Hace mucho que no nos acompañas.

La burbuja de ilusión se rompió.

Mantuvo su sonrisa forzada en su rostro y asintió con su cabeza.

—C-Claro. Es bueno pasar tiempo con los amigos. Y más cuando... cuando están en medio de un período estresante como lo es planificar una boda —carraspeó al final. Bebió un poco sin mirarle.

—Podríamos hacer algo como una bienvenida —sugirió, volviendo su atención a su plato—. Seguramente Fuyumi la abordará apenas vuelva, no creo que vaya a tener tanto tiempo hasta después de que nos casemos...

Cada palabra se sentía como el filo de una daga directo a su corazón.

Yaomomo deseaba en el fondo de su corazón haber sido... ella. Tener a alguien quien se preocupe constantemente, que le apoyase, que planeara cosas para sorprenderla...

—Es muy afortunada —murmuró. Shoto la miró algo extrañado—. Ochaco. Por tenerte.

El rostro de Todoroki se mantuvo sereno.

—Diría que es al revés —suspiró—. Porque honestamente, no sabría que hacer sin ella.

La chica asintió despacio, dejando de lado lo que quedaba de cena. Inventó una pésima excusa para dar por finalizada la velada, cosa que el heterocromático pareció creer y lo despidió en la puerta.

—Oh, ¿te molestaría si te pido ayuda para lo de la limpieza? —apuntó hacia el apartamento de Uraraka—. Si mal no recuerdo, creo que Naomi dejó un desastre en su cuarto y no quiero meterme ahí.

Yaomomo asintió con su cabeza sin mirarle.

—Descuida. Solo di fecha y hora.

Shoto sonrió un poco y llevó una mano al hombro de la muchacha.

—Eres la mejor —besó su mejilla rápidamente—. Gracias. Descansa.

Dicho eso último, se volteó y se alejó de ahí, dejando a Yaoyorozu con el corazón a mil y un nudo en la garganta.

—¿Cuál es el plan de hoy?

Naomi preguntó mientras bebía de su café en la cafetería del hotel. Uraraka estaba a su lado, mirando su teléfono bastante concentrada, sin prestarle demasiada atención. Naomi suspiró rendida y volteó a su derecha, donde estaban sentados Tsuyu y Kirishima. Bakugo aún no bajaba.

El equipo tenía día libre, por lo que todos se veían relajados en ese salón, charlando, riendo y comiendo sin apuros.

—¿Cuál es el plan de hoy?

—Perdernos —sonrió el pelirrojo—. No lo sé, en realidad. Creo que deberíamos hacer algo entre todos, si es que Blasty también se anima.

—Me gusta la idea de ir al jardín botánico —sugirió la chica de cabello largo y verdoso—. No hemos ido ahí.

—¿En serio, Tsu? ¿Plantas? Tenemos de esas en Japón —bromeó la adolescente.

—Podemos ir ahí y luego a otro lugar —sonrió Eijiro—. Hay que ver de todo, Naomi.

Ochaco sabía que algo estaban conversando, pero no pudo saber sobre qué precisamente. Estaba demasiado metida en su teléfono, leyendo unos mensajes de Fuyumi, sus padres, sus amigas, de Shoto... De Katsuki.

Este último no había aparecido aún en el comedor, sin embargo, sabía que estaba despierto pues le contestaba de inmediato cada cosa que le escribía.

Mejillas 08:50 am

¿Vas a bajar?

Bakugo 08:50 am

¿Esos idiotas siguen ahí?

Mejillas 08:51 am

No les digas así.

Bakugo 08:52 am

¿Siguen ahí o no? No tengo ganas de toparme con nadie.


Ochaco suspiró y alzó su vista hacia el mencionado. Se veía charlando bien animado con Naomi, Tsuyu y otros miembros del equipo. Volvió a mirar su pantalla y tecleó rápidamente.


Mejillas 08:54 am

Literalmente estamos todos. Hasta Keigo. Ni siquiera te han mencionado en la conversación, no todo es sobre ti :P

Bakugo 08:55 am

Solo admite que quieres verme, Mejillas.


La chica sonrió mordiendo ligeramente su labio inferior.


Bakugo 08:55 am

Bajo en cinco.


—¿Qué te dice el tío Sho, Ochaco? —la voz de su sobrina la hizo volver a tierra.

—¿P-Perdón?

—Estás sonriendo y mirando tu teléfono —señaló, llevándose un croissant a su boca—. Haces ese gesto cuando Todoroki te escribe.

Se sintió acorralada.

—Oh, uh... B-Bueno, s-son cosas de la boda, y t-todo eso.

Naomi frunció el entrecejo y Kirishima no pudo evitar mirar a la maquilladora con cierta sospecha.

Estaba demasiado nerviosa.

—¿Segura?

La castaña asintió rápidamente, apretando su celular en su mano.

—¿Qué mierda hablan?

La presencia del actor principal desvió la atención de ella, quien suspiró aliviada. Naomi sonrió al ver al rubio, le saludó bastante animada al igual que los demás. Bakugo solo chasqueó su lengua y se dejó caer en un asiento al lado de Ochaco.

—¡Viejo! Hasta que apareces —sonrió Kirishima—. Estábamos planeando que hacer.

—¿Qué se les ocurrió? —preguntó sin genuino interés.

Ochaco trataba de no mirar al actor directamente, simulando concentrarse en lo que los demás explicaban mientras bebía de su café. Pero Bakugo parecía tener otra cosa en mente, pues de forma bastante simulada, llevó una de sus manos hacia la pierna de la chica, específicamente a su muslo.

Uraraka tuvo que inspirar profundamente para ahogar la sorpresa que eso le causó. Rogaba no enrojecer, especialmente cuando el actor apretó un poco el agarre. Seguía sin mirarlo, pero podía sentir esa aura de victoria emanando de él.

Ochaco intentó removerse un poco para apartar la mano del actor, pero solo logró que se aferrara más. Miró al rubio con su ceño fruncido, mas este fingía tener su atención en la chica de cabello largo.

—... Y luego podríamos ir a cenar al centro todos juntos —terminó de explicar—. Sé que los bares no son lo tuyo, pero también podríamos ir ahí.

—Paso —respondió rápido, robando el café de Uraraka.

—Oh, ¿nuestra estrella le tiene miedo a una resaca? —bromeó la castaña, ignorando el hecho de que el actor le había quitado su desayuno.

El rostro de Bakugo se tensó, soltó de inmediato el agarre en la pierna de la chica y chasqueó su lengua, sin responderle. Kirishima notó la tensión instantánea y carraspeó, buscando como cambiar el tema.

—Bien, podemos ir al jardín primero. El día está perfecto.

—Hagan lo que quieran —Katsuki se puso de pie—. Me encerraré en mi cuarto. Y no me molesten.

Le dio una fría mirada a Ochaco antes de salir de ahí. La castaña quedó más que confundida por ese repentino cambio en su actitud, pero tampoco podía ir de inmediato tras él a preguntarle. Sería demasiado obvio.

—¿Siempre se levanta de malas? —Naomi preguntó a Eijiro.

—Algo así —forzó una poco convincente sonrisa, para luego dirigirle su mirada a Ochaco—. Debe estar cansado.

El tema quedó hasta allí, comenzando a charlar sobre cualquier otra cosa. Ochaco aguardó unos minutos y se levantó, excusándose que buscaría algo en su cuarto y que los alcanzaría antes de la dichosa salida grupal. Subió hacia el cuarto piso, claramente sin la intensión de dirigirse a su cuarto, sino al del frente. Golpeó suavemente un par de veces, sin obtener respuesta.

—¿Bakugo? —volvió a golpear un poco más fuerte. Sintió los pasos del actor ir y venir de un lado a otro—. Sé que estás ahí.

Hubo unos segundos de silencio, hasta que finalmente el rubio abrió la puerta, mirándola con el ceño fruncido.

—¿Qué?

—¿Qué fue eso allí abajo? —preguntó de inmediato, mirándole algo preocupada—. ¿Pasó algo?

Katsuki suspiró, le dedicó una inexpresiva mirada a la chica antes de hacerse a un lado para que pasara. Ochaco accedió de inmediato, pero se quedó cerca de la puerta con sus brazos cruzados y su vista sobre él.

A veces Katsuki se odiaba por no saber controlar su mal humor. O más bien, por dejar que cualquier cosa relacionada a lo que le sucedió desencadenara ese enojo y sensibilidad en él. Por más que quisiera, eso no era un tema superado. Quizás, debió disimular un poco más que el comentario de su chica le tocó esa indeseable fibra, pero era algo casi automático.

El problema era que la maquilladora ahora lo miraba preocupada, quizás pensando qué cosas sobre él, y honestamente, Bakugo no estaba listo para abrirse por completo a ella.

—No es nada, Mejillas —miró hacia otro lado—. Estoy cansado.

—Oh... —notó como Ochaco parecía relajarse un poco. Lo siguiente que sintió, fueron los brazos de ella rodear su cintura y apoyar su cabeza sobre su hombro, bridándole esa calidez que a él tanto le gustaba—. Me miraste feo.

—No es cierto.

—Sí, lo hiciste —alzó su vista y sus ojos marrones dieron con los carmesí de él—. Pensé que te habías enojado por algo conmigo.

Bakugo negó despacio con su cabeza para luego depositar un corto beso sobre su frente.

—Me enojo con todos.

Ochaco rio ante lo dicho, logrando aligerar el ambiente. Aún no soltaba su abrazo, por lo que Katsuki pasó sus brazos sobre los hombros de la chica, llevando sus manos a su espalda baja y acercándola aún más a él.

—¿De verdad no quieres acompañarnos? —murmuró luego de unos segundos.

—Los bares no son lo mío.

—Pero no es solo eso. Iremos a un jardín botánico, creo que luego a visitar un museo, comer... —enumeró, para luego encogerse de hombros—. Y digamos que yo tampoco puedo entrar a bar y dejar a Naomi afuera.

Buen punto.

—Ve tú con la mocosa. Diviértanse con sus plantas y pinturas viejas.

Uraraka sonrió y se separó un poco, para mirarle con una leve sonrisa.

—Te traeré un recuerdo.

—Se me ocurre algo mejor para compensar que me estás cambiando por esos idiotas y vejestorios —enarcó una ceja, haciendo que la chica se ruborizara por completo.

Ella le dio una leve palmada en su pecho antes de deshacer el abrazo completamente y dirigirse a la puerta, despidiéndose en el corto trayecto. Pero antes de que pudiera salir, Katsuki la tomó de la mano y la atrajo despacio hacia él, acunándola en sus brazos contra su pecho.

—Sal conmigo —murmuró contra su cabello, embriagándose del olor del shampoo de la chica—. En la siguiente noche libre.

Aquello causó estragos en la castaña. Se separó de inmediato, su rostro, orejas y cuello enrojecidos a más no poder.

—¿S-Salir? ¿L-Los dos solos, como... como una c-cita?

—Si quieres darle un nombre...

La chica suspiró y negó con su cabeza rápidamente. Katsuki trató de ocultar la frustración que aquello le produjo.

—No podemos, ya sabes... Tener ese tipo de salidas —murmuró sin mirarle.

—Pero sí acostarnos día por medio, ¿no? —lo dicho salió casi con veneno. Suspiró sonoramente y llevó una mano a su rostro—. Mejor olvida lo que dije. Vete antes que los extras te busquen o algo así.

No le dio chance a Ochaco de responderle, simplemente se acercó a paso apresurado a abrir la puerta y ella al comprender que estaba molesto, salió sin decir nada más.





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Ay, Dios, ¿por dónde empiezo?

Bueno, creo que por lo obvio: ¡mil disculpas! Me desaparecí muchos días, pero fueron casi dos semanas de locura intensa. Tuve que cubrir turnos en mi trabajo, ver temas de la uni, tratar de descansar... Fue horrible.

Pero ahora he vueltado(?) espero que el capítulo compense un poquito lo tardado. 

Quiero agradecer siempre su apoyo constante 💖💖 y su cariñito. Son lo mejor.

Me despido, cuidensennn un montón

Y nos leemos pronto!

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