Capítulo XXV


Ochaco logró liberarse de aquella reunión cerca del mediodía. Aprovechó de pasar al supermercado a comprar un par de cosas para el almuerzo y cena, quizás dar unas vueltas para luego regresar a su hogar y descansar un poco.

Ella solo quería una boda simple.

No quería tanta pomposidad, ni organizadoras, ni cenas costosas. Solo quería dar el "sí" en una pequeña capilla al lado del amor de su vida, sus familias y nada más. Quizás un almuerzo sencillo en el jardín de la casa de Shoto, una celebración íntima y luego partir a la playa con su esposo. ¿Era mucho pedir?

Sabía que su cuñada lo hacía para ayudarla, pero ya comenzaba a pensar si al final Fuyumi organizaba su propia boda de ensueño. Que la cena, la música, las damas, el pastel, las invitaciones...

Demonios, habían perdido una. Y la que Ochaco consideraba dentro de las importantes. Yui le exigía que las entregara a partir del día siguiente, pero sentía que sería feo entregarlas a sus amigos del canal y pasar de uno de ellos porque el maldito papel se arruinó.

Tendría que pedirle a la imprenta reenviar una y eso sería un gasto extra.

Ya comenzaba a estresarse. Vería ese tema después, por el momento solo quería su cama y olvidar tanto caos por un rato.

Bakugo 12:30 pm

¿Dónde estás?

Se sorprendió un poco. La noche anterior le había escrito para desearle buenas noches. Ella no se lo respondió, pero definitivamente durmió con una sonrisa en su rostro. Este sí se lo contestaría.

Yo  12:31 pm

Cambié mi descanso. Lo siento, no podrás deleitarte con mi presencia hoy.

Quizás eso fue muy pretencioso. Mordió su labio inferior, mientras veía los tres puntos que indicaban que el actor le estaba respondiendo.

Bakugo 12:31 pm

Pero qué gran amiga.

Ochaco no pudo evitar soltar una carcajada, llamando la atención de varios clientes del supermercado. Se avergonzó un poco y agachó la vista hacia su teléfono, tecleando rápidamente.

Yo  12:33 pm

Te doy permiso de reemplazarme solo por hoy. Nos vemos mañana, super estrella.

No esperó respuesta, guardó el aparato en su cartera y terminó sus compras de forma tranquila. Sintió su teléfono vibrar un par de veces, pero no lo tomó en cuenta: si era urgente, llamarían. No tardó en regresar a su apartamento, limpió un poco y comenzó a preparar todo. El almuerzo sería sencillo, solo era ella a esa hora. Ya le había adelantado a su amiga que no sería necesario ver a Naomi, que ella estaría esa tarde. Yaomomo no respondió, algo extraño en ella, pero no le dio mayor importancia.

No se dio ni cuenta cuando había terminado todo. Sin Naomi, las cosas se hacían más rápido, ya que la adolescente solía distraerse y de paso a ella cuando arreglaban su apartamento. Ya comenzaba a preguntarse como sería todo cuando Naomi se fuera a la universidad, si se aburriría tanto como lo estaba en ese rato. Definitivamente, Ochaco no servía para quedarse en casa a atender los deberes hogareños.

Se quedó en su sofá, viendo televisión mientras comía un poco de yakisoba, cuando se dio cuenta que empezaría la serie donde Bakugo actuaba. Rápidamente tomó su teléfono, hizo una foto de un plano donde estaba Katsuki y se lo envió.

Yo 14:30 pm

Vaya, vaya. Ni en mi descanso me libro de ti.

Bakugo 14:33 pm

Súbele el volumen, Mejillas. Es la mejor puta actuación que verás en tu vida.

Yo  14:34 pm

No puedo con el horrible maquillaje que llevas. Hasta aquí veo el brillo en tu frente.

Bakugo 14:35 pm

Ja, ja. Graciosa. Eso pasa porque faltas al trabajo. Trae tu jodido trasero aquí será mejor.

Ochaco sonrió divertida, pero optó por no responder. Volvió a enfocar su vista en la televisión, era una escena donde el personaje de Camie parecía discutir con su padre. Sonrió al ver a la rubia tan inmersa en su diálogo, le salía tan natural. Le encantaba ver como la gente que ella y el equipo preparaban se desenvolvía tan bien en lo suyo. Los vestidos que Mina preparaba lucían hermosos en la pantalla, el maquillaje impecable, la utilería, todo. Estaba orgullosa de donde estaba y con quienes tenía la dicha de trabajar.

Bakugo se quedó mirando su pantalla unos segundos, antes de que los escandalosos chillidos de Ashido lo sacaran de su letargo. Frunció el ceño e hizo una mueca de asco al ver a su mejor amigo y a la mejor amiga de Ochaco encima uno del otro, abrazados y dedicándose tiernas palabras y románticos besos.

—Oi, par de bestias lujuriosas, están en el trabajo —llamó su atención a la pareja. Mina solo rio—. No es gracioso, Mapache.

—No estamos haciendo nada malo. Aparte, es la hora del descanso y debo aprovechar a este hombre antes de que se vayan —la chica besó la mejilla de su novio, quien solo sonrió.

Katsuki rodó sus ojos hastiado. Claro, obviamente Eijiro iba de buenas a primeras a contarle sobre el proyecto a su novia.

—Ni siquiera he dicho que sí. Así que suelta a mi asistente y déjanos volver a trabajar.

—No —Ashido le sacó la lengua, apegando al pelirrojo a su pecho.

Kirishima solo reía, mientras afirmaba a la chica por la cintura.

—Sabes que al final Keigo va a hacer que subas a ese avión, viejo. Aunque te lleve arrastrando.

La chica se mostró algo confusa. Se separó un poco de su novio e intercaló miradas entre él y el rubio actor.

—¿No era broma? —Mina parpadeó un par de veces—. Espera, Katsuki Bakugo, el actor gruñón, mirador en menos de este canal, divo-

—¿Terminaste? —gruñó el mencionado enojado.

—Aún no —apuntó la chica—. Ejem, divo, ególatra, el "soy el mejor y los demás me valen hectárea y media de verga", el que siempre ha dicho que esto es una pocilga... ¿no quiere irse a hacer una película? ¡¿E internacional?!

Mina parecía realmente impactada por ello. Bakugo suspiró, tomó su café y se fue de ahí sin responder lo de la chica. Al menos el idiota de su amigo no se había ido de bocaza del porqué la duda de su participación.

Salió de la cafetería en dirección hacia el patio; necesitaba respirar un poco de aire fresco y alejarse de tanto ruido. Tenía muchas emociones encontradas: quería, de verdad que quería hacer ese proyecto. Necesitaba de ello para poder lanzar su carrera a nivel mundial. Pero por otro lado, no le agradaba mucho la idea de alejarse tanto tiempo de su... amiga. Estaba tan acostumbrado a verla, oírla diariamente, que no sabía como iba a estar sin sus gestos ni sus sonrisas en otro país.

Además, era la única que hacía un trabajo de nivel Bakugo. Sí. Ese era el motivo principal. Si su nombre iba a ser conocido fuera de Japón, necesitaba que su imagen lo acompañara también.

—Niño —la voz de Keigo le hizo voltear. El hombre se acercó a él con sus manos en sus bolsillos, con aparente calma y relajo—. ¿Tomándote un descanso?

—Si no vienes a decirme que el ruidoso cedió, no quiero oír nada —bebió de su café, mirando a su representante de manera desafiante.

Keigo suspiró y negó con su cabeza. Toda imagen de tranquilidad se borró por completo.

—No voy a hablar con Yamada —espetó serio—. No voy a hacer caso de tus malditos berrinches. No sabes cuanto me costó convencerlos, cuantas cintas, fotos, archivos tuve que enviar para fueras elegido y que la audición sea solo algo de protocolo. Aterriza, Katsuki. Esto no se te va a dar dos veces.

El actor se mantuvo en silencio. Odiaba que Keigo tuviera razón, pero también odiaba la sensación de ansiedad que sentía si no tenía a Uraraka cerca.

—Katsuki, te he apoyado en cuanta cosa has querido hacer. Te puedo jurar que lo único que quiero es verte crecer, como artista y persona. Yo también estoy dejando mucho al irme contigo, no eres mi único cliente. Pero eres al que más fe le tengo.

—Hawks...

—No quiero malpensar, niño —interrumpió, acercándose un poco para no ser oído por alguien más—. Pero si estás así, solo porque tienes un jodido enamoramiento, entonces estás muy mal.

—No estoy enamorado de nadie, idiota. No sugieras estupideces.

Keigo le miró fijamente unos segundos, buscando algún ápice de mentira en sus palabras.

—Entonces, ¿por qué? Sé sincero conmigo, Bakugo. Te conozco mucho tiempo.

El muchacho miró rápidamente a su manager antes de volver a enfocar su vista en su vaso vacío. Tardó unos segundos antes de hablar.

—Es... Ella es la que mejor saber hacer su trabajo. Sabe como debo estar en cada escena... Es la única persona en quien confío.

Y también es la única que puede mantenerte estable, pensó el mayor al darse cuenta como sus facciones se suavizaban al hablar de ella.

Hawks suspiró y tiró su cabeza hacia atrás.

—De acuerdo. Hablaré con Yamada. No prometo nada y no insistiré. Si me dice que no, es no y punto. ¿De acuerdo?

Katsuki asintió con su cabeza despacio, sintiendo algo de esperanza y a la vez temor.

—Habrá condiciones si es que acepta, Katsuki —añadió, mientras tecleaba rápidamente un mensaje al dueño del canal—. Uno: esto solo es meramente profesional. Dos: Yo estaré a cargo de su contrato y pago. Tres: Por lo mismo ella seguirá mis ordenes y no las tuyas, ¿entendido?

—¿Por qué le daría ordenes?

—Porque te conozco, niño —guardó su celular al recibir la respuesta de la otra persona—. Me reuniré ahora con él. Concéntrate en lo tuyo y te mantengo al tanto.

Bakugo asintió, observando como el hombre se iba de ahí. Sintió su pecho apretarse un poco producto de los nervios que comenzaba a sentir.

Porque Katsuki no tenía un Plan B si se tuviese que ir sin ella.

Le pareció extraño que a eso de las cuatro de la tarde recibiera un llamado de su jefe pidiéndole que fuera lo más pronto posible. El mensaje fue corto, preciso y urgente. Le mandó un texto a Naomi indicándole que la encontrara en el canal a lo que saliera de la escuela para poder irse juntas, por si tardaba lo que fuera que su jefe necesitara.

Al llegar al canal, se dirigió de prisa a la oficina del dueño, golpeando despacio y entrando tímidamente. Se sorprendió de ver a Keigo Takami allí esperando por ella también. El ambiente era algo tenso, y no tenía un buen presentimiento. ¿Acaso se habían enterado que hospedó a Bakugo hace unos días? Eso no debía ser motivo para dedicarle esas miradas, ¿no? Pero era lo único que se le ocurría como nexo para que el rubio mayor estuviera ahí también.

—¿Me necesitaba, señor?

—Ochaco, por favor —indicó el asiento frente a él y al lado de Keigo—. Tenemos que hablar contigo.

—¿Tenemos?

La castaña miró rápidamente a Hawks, quien mantenía una expresión seria.

—Iré directo al grano —comenzó Keigo—: Bakugo tendrá que irse un par de meses. Hay un proyecto sumamente importante que lo requiere.

No pudo evitar sentirse algo triste al oír eso. Tragó saliva y jugó un poco con sus manos.

—E-Eso... Eso es bueno. Pero, ¿qué tengo que ver yo?

—Que quiere que seas parte de ese proyecto —continuó Yamada, soltando un suspiro.

Ochaco abrió sus ojos sin creer lo oído. Miró a su jefe, luego a Hawks y nuevamente a su jefe. Ambos hombres se veían sumamente tensos e incómodos.

—¿C-Cómo que sea parte?

—Katsuki Bakugo quiere que seas parte oficial de su staff. Eso implicaría que también debas marcharte, ya que legalmente, no puedes tener dos contratos con distintos lugares.

La castaña comenzaba a marearse un poco. Sacudió levemente su cabeza e inspiró profundo, tratando de entender todo lo que decían.

—¿Podrían por favor, explicarse? ¿Por qué me tendría que ir? ¿Qué tan complicado es todo?

Tanto Keigo como Hizashi se miraron. El dueño decidió tomar la palabra.

—Bakugo fue llamado a hacer una película, Ochaco. Es en Canadá. Y Katsuki quiere que vayas con él, con el señor Takami y los demás miembros del equipo.

Uraraka tapó su boca en asombro.

¿Irse? ¿A Canadá? Nunca en su vida había salido del país, ni siquiera se le había pasado por su mente alguna vez. Esto eran palabras mayores.

—Por lo mismo, señorita Uraraka —continuó Keigo—, tendría que renunciar a su puesto aquí. Es básicamente dejarlo todo por un par de meses.

Ochaco agradecía estar sentada en ese minuto. Se tomó un rato para procesar todo lo dicho, sintiendo un gran nudo en su estómago.

—Yo... Yo no... —miró a Keigo. El mayor notó sus ojos cristalinos—. A-Agradezco la consideración, pero no puedo renunciar. A-Además, tengo a mi sobrina a cargo, soy su cuidadora, no puedo irme como si nada, y llenar algún formulario cediendo su cuidado temporal a mis padres tomaría mucho tiempo —habló deprisa. Cerró su boca de golpe y tomó aire profundamente de nuevo.

Takami vio algo en ella. Algo que al parecer Yamada no. La chica quería ir. Lo notaba en como apretaba sus manos, en su forma de reaccionar. En como sus ojos amenazaban desbordar lágrimas por el hecho de tener que negarse.

Keigo cerró sus ojos unos segundos y suspiró.

Ese niño me las va a deber, pensó, antes de mirar a la maquilladora directamente.

—La llevaremos. En tu nuevo contrato pondré una cláusula que indique que ambas respetarán el acuerdo de confidencialidad del filme.

Ochaco parpadeó un poco, limpiando rápidamente las pocas lágrimas que habían salido.

—¿Y cuando termine todo? ¿Podré volver?

—Uh...Claro. Eres de las mejores maquilladoras que tengo aquí, Ochaco —sonrió Yamada, claramente fingiendo. El tipo no quería soltarla por nada—. Me duele pensar que no estarás, pero creo que al final, solo es decisión tuya.

Tanto Keigo como Hizashi fijaron sus ojos en la castaña. Como nunca se sintió pequeña, intimidada...

—¿Y bien? ¿Qué dices?






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CHAN CHAN CHAAAAAAN. Ah, que dramática(?) Jajaja 

Que semana más larga. Y apenas es martes😴

Subo ahora porque no sé si podré el fin de semana. Así que: tadá (?) jajaja 

No olviden unirse a Mentes Creativas! Esta semana estaré algo inactiva en el grupo, pero estamos preparando algunas cosas para ustedes allí 💖

Espero que les haya gustado, agradezco siempre siempre siempre sus comentarios y votos. Me levantan mucho el ánimo y la moral, jeje 💖 os tkm, gente bonitssss 💖💖💖


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