Capítulo XXIX


Cuando descendieron de ese avión y luego partieron a buscar su equipaje, Ochaco se sentía derrotada. Casi no había podido dormir, solo quería llegar al hotel donde se hospedarían y dormir hasta recuperar el sueño o adaptarse a ese maldito jet-lag.

No esperaban ver que algunas chicas se acercaron a Bakugo a la salida del aeropuerto para saludarlo y pedirle fotos. Algo le decían que le gustaba mucho su última serie y la castaña sonrió realmente feliz por ello. A lo mejor el éxito internacional de su amigo ya había llegado antes que esa película.

Y pensar que eso solo era el principio de una serie de maratónicas actividades.

Fue un inicio bastante rápido. Se instalaron, comieron, descansaron y todo comenzó prácticamente a la mañana siguiente. Su día comenzaba entre las cinco y media y seis de la mañana, al tener que levantarse y alistar sus cosas para bajar hasta el lobby donde un furgón los llevaba hacia la localidad de la filmación. Preparaba allí a Katsuki, ayudaba a la otra maquilladora con la coprotagonista y algunos extras y luego debía estar atenta cuando la llamaban para los retoques.

Habían pequeños espacios entre grabaciones, donde Uraraka molestaba un poco a Bakugo, haciéndole distintas bromas o simplemente conversando de cualquier cosa. Y no estaba esa incomodidad que pensaron que podría haber, puesto que más de una vez, ambos terminaban riendo de cualquier estupidez.

Naomi se quedaba con una asistente, Tsuyu se llamaba. Era una chica muy amable y parecían haber congeniado bastante bien. Tenía unas horas de clases en línea, mandaba sus tareas y luego era libre por las tardes. Aprovechaba de prácticamente recorrer lo que más pudiera, siempre diciendo que el tiempo nunca sería suficiente para disfrutar de esa nueva ciudad.

Los días a veces se hacían larguísimos, pesados... pero lo valían totalmente.

Ochaco observaba como su sobrina dormía tranquilamente. Suspiró agotada, no llevaban mucho tiempo en ese país y ya sentía como si hubiesen pasado esos dos meses. Por la forma en que Naomi dormía, intuyó que ella debía pensar lo mismo. Llevan algo así como tres semanas ya, era un arduo trabajo pertenecer al staff del actor y además vigilar a su sobrina adolescente.

Sonrió al recordar la cara de felicidad de la menor cuando aterrizaron y llegaron al hotel, cuando en sus momentos libres, salían a recorrer la ciudad de Toronto y se maravillaban con una cultura ajena a la propia.

Volvió a enfocarse en el libro que leía, era su momento de relajo antes de tener que levantarse en unas horas para preparar a Bakugo para las grabaciones de ese día. Estaba concentrada en ello cuando su teléfono repicó sobre la mesa de noche que había a su lado. En menos de dos segundos lo tomó, primero fijándose si había despertado a Naomi, pero la chica solo se removió un poco.

Bakugo 01.14 am

Abre la puerta.

Bakugo 01.15 am

Ahora.

¿Qué demonios quería ese hombre y a esas horas? Se supone que para eso estaba Eijiro, ese era su trabajo como asistente. Su teléfono volvió a alertar de otro mensaje.

Bakugo 01.15 am

Por favor.

Eso en definitiva no era buena señal.

Se levantó con cuidado y sin meter mucho ruido, fue hasta la puerta del cuarto del hotel, encontrándose con el rubio a su espera afuera. Tuvo que tapar su boca con una mano al verlo golpeado, con un rastro de sangre en su nariz y mejilla.

—¿Qué diablos te pasó? —murmuró.

—Un maldito borracho de mierda. Eso pasó —Ochaco le hizo una seña para bajar la voz. Katsuki rodó sus ojos notoriamente hastiado.

La castaña se fijó que su sobrina siguiera dormida, y sin cerrar la puerta de la habitación, llevó a Katsuki a la suya, que estaba frente a la de ella. Le indicó que la esperara en el baño en lo que ella conseguía un botiquín de primeros auxilios, algo que a regañadientes él aceptó.

Ochaco no tardó en conseguirlo, y tras unos minutos de espera, se reunió con el muchacho. Bakugo estaba sentado en la orilla de la tina, su mirada gacha y su ceño fruncido. Sea lo que sea que haya pasado, lo tenía molesto hasta la médula.

La chica dejó la pequeña maleta sobre el lavabo, higienizó sus manos y le indicó a Katsuki que mirara hacia ella para poder limpiar un poco sus heridas. El rubio se sobresaltó un poco al sentir el líquido antiséptico contra la piel de su rostro.

—¿Me vas a decir qué te pasó?

—Ya te lo dije: un ebrio quiso buscar pelea y se la di. Eso fue todo.

La chica estaba concentrada en limpiar un corte en el pómulo del muchacho.

—Hawks te va a matar cuando se entere.

—No le vas a decir ni mierda.

—Si no lo hago yo, quizás los testigos de donde sea que estabas, lo harán —respondió rápidamente, buscando otro poco de gasa para seguir en su tarea—. Te quedará morado ahí.

Katsuki no respondió. Sabía que la chica tenía razón: si Hawks no se enteraba por parte de su staff, seguramente alguien de afuera hablaría. Estaba jodido.

—¿A dónde fuiste? —preguntó como si nada—. Creí que estarías con Kirishima.

—Solo salí a dar una vuelta. De noche, poca gente te reconoce —contestó de forma casi natural—. Pasé por fuera de un bar, salió un idiota y chocó conmigo. Supongo que el resto es historia.

Ochaco se detuvo unos segundos, mirándolo preocupada.

—No deberías haberte alterado por eso, Bakugo.

—Y no lo hice —Uraraka enarcó una ceja, cruzándose de brazos—. Me refiero a que no lancé el primer golpe, Mejillas. Solo le dije que tuviera puto cuidado, el imbécil lo tomó personal y tiró el primer puñetazo —señaló su pómulo—. No me iba a quedar así como así.

Ochaco suspiró rendida, sacando unas suturas adhesivas. Las colocó con cuidado sobre el corte, y se enfocó en limpiar los restos de sangre cerca de su nariz.

—Me darás mucho trabajo mañana.

—Para eso te pago, ¿no?

—No, para eso me paga Keigo. Quien, y repito, te va a matar por esto.

Katsuki resopló, y se fijó mejor en la mujer que lo estaba ayudando. Ochaco se veía cansada, pero aún así estaba ahí con él, casi a las dos de la madrugada, limpiando unas pocas heridas que se había causado por su instinto defensivo. La chica tenía ojeras, no tan notorias como a veces exageraba, su piel estaba pálida y sus labios algo resecos.

Sin ser realmente consciente, alzó su mano y la acercó al rostro de la chica, apoyando su palma sobre la suave y fría mejilla de Uraraka. Ella pareció sorprenderse en un inicio, pero no se alejó de inmediato como pensaría haber sido su reacción.

—Necesitas descansar, Uraraka —comentó, sin apartar su mano—. Si sientes que es mucho, podemos hablarlo con Hawks que te dé un día libre extra.

Ochaco negó, apartándose delicadamente del toque del actor. Bakugo dejó caer su mano sobre su rodilla, viendo como ella se alejaba para buscar un poco de crema cicatrizante.

—Lucir del asco es parte de mí —bromeó, aplicando un poco de crema en unas pequeñas heridas que tenía—. Muy bien, ya estás listo.

Katsuki se levantó de donde estaba y se acercó al espejo del lavabo, dándose cuenta de que realmente la chica tendría que trabajar muy duro para tapar todo eso al día siguiente.

—Eres buena en esto, Cara Redonda —comentó, mirando a la chica quien estaba tras suyo con sus brazos cruzados y una sonrisa sin ánimo en su rostro—. Gracias.

—De nada. Estaré para lo que necesites —mantuvo su postura, notando como Katsuki se acercaba un poco más a ella—. Debes tener cuidado, ¿sí?

El rubio asintió con su cabeza, y ambos se quedaron allí, quietos sin decir mucho, pero no era algo realmente incómodo. Y es que las cosas entre ellos estaban cambiando: del temor de Uraraka hacia él en un principio, y el desdén de Bakugo hacia ella estaban pasando a formar algo que era difícil de explicar. Katsuki consideraba a Ochaco una mujer lista, algo ingenua e impulsiva, pero también protectora de aquellos a quienes quería: una chica que se ganó su respeto, desechando ese prejuicio que tuvo cuando la vio charlando con sus amigas el día que se conocieron. Uraraka consideraba a Bakugo un actor increíble, un hombre inteligente, talentoso y orgulloso; aunque eso podía significarle un par de pleitos con otras personas, él no se dejaba amedrentar y siempre luchaba por alcanzar sus metas. Sacando su reconocida mala actitud, y tomando en consideración lo demás, ella veía a Bakugo como alguien digno de imitar.

Había admiración del uno por el otro. Pero ninguno nunca decía eso a viva voz. Se tenían confianza entre sí, podían conversar tranquilos sin gritos de por medio o gestos temblorosos. La forma en como ella le sonreía cuando acababa de alistarlo para alguna escena le daba ese impulso que a veces necesitaba sin que ella lo supiera.

Ochaco Uraraka se estaba convirtiendo en una de sus motivaciones para seguir adelante, pero ni siquiera él sabía porqué.

Y Katsuki Bakugo se estaba convirtiendo en esa persona que le daba la confianza a ella para poder hacer lo que quisiera sin sentir temor al respecto.

La cercanía de ambos era notoria, no solo para ellos, sino para la gente de su alrededor. Kirishima le había preguntado insistentemente que porqué quería que Uraraka fuera con ellos a Canadá, si había algo más que solo "su buen trabajo". Una sola vez le respondió: es a la única en quien confío. Eijiro tomó esa respuesta como referida al ámbito laboral y desistió de tanta pregunta.

Mina le preguntó unas treinta veces si estaba segura de partir a otro país con una de las personas menos llevaderas del mundo. Ella solo contestó: sé que me necesita. Al igual que el pelirrojo, la muchacha tomó su aseveración en torno al trabajo.

Y allí estaban. Al otro lado del mundo, faltando unos quince minutos para las dos de la madrugada, en el baño del cuarto de hotel donde todo el equipo a cargo de la película estaba hospedando. No había un solo ruido en los pasillos del cuarto piso, todo el mundo descansaba para lo que sería el siguiente día, excepto por ellos. Bakugo tenía razón: era la única en quien podía confiar. Lo comprobó al darse cuenta que fue a ella a quien buscó cuando volvió después de su desencuentro. Y Ochaco supo de inmediato que él la necesitaba. No a Eijiro, ni a Keigo. A ella. Uraraka estaría para él, sin importar el momento, la hora o el lugar.

Katsuki pareció perderse en los ojos de la chica frente a él. Ochaco comenzaba a sentirse algo intimidada, pero si había algo que la caracterizaba, era el poder mantenerse firme cuando la situación lo ameritaba. El rubio volvió a acercarse un poco más a ella, llevando una de sus manos a uno de los mechones de la castaña y lo acomodó detrás de su oreja. Uraraka cerró los ojos ante el gesto, sintiendo una tranquilidad invadirla en todo su pecho, como si algo le dijera que él no sería capaz de hacerle algún daño. Sintió que la mano de Bakugo se posó sobre su mejilla y la pellizcó levemente, logrando sacarle una leve sonrisa.

—Tengo que ver a Naomi —murmuró ella, rompiendo el agradable contacto—. ¿Estarás bien?

—Sí —contestó aún perdido en esos orbes marrones—. No te preocupes.

—Sé que no es parte de mi trabajo, pero lo haré de todos modos.

Bakugo rompió el contacto visual, sintiendo un calor dentro de su pecho al oírla decir aquello. Sintió a Ochaco suspirar y comenzar a alejarse, y algo dentro de él la hizo detener, colocando su mano sobre la puerta para evitar su salida. Uraraka se volteó a verlo extrañada, y en ese rato él lo supo.

En un movimiento rápido, tomó su rostro con ambas manos y juntó sus labios en un beso cargado de necesidad. Ochaco no supo como reaccionar de primera, no esperaba para nada algo así. Pero no tuvo que pasar mucho tiempo para darse cuenta que eso era algo que también quería.

Se besaron hasta que el aire comenzó a faltar y al separarse, ambos con rostros sonrojados se miraron sin saber que decir. Katsuki juntó su frente con la de ella, y cerró sus ojos, transmitiéndole una calma que nunca había sentido.

—Quédate.

En ese rato, él supo que lo que sentía por la castaña no era solo una mera admiración. Era algo más allá. Sentía tranquilidad, confianza... no sabía si decir amor directamente, pero algo relacionado debía ser. Lo que sí estaba seguro, es que no quería alejarse de ella.

Ochaco tragó saliva algo nerviosa, pero sin soltarse de él.

—N-No puedo. Naomi está sola, y-

—Por favor —murmuró, abriendo sus ojos para mirarla directamente—. Solo por hoy.

Uraraka cayó en cuenta que solo con ella utilizaba esas peculiares palabras: por favor.

Pero la razón comenzaba a tomar más fuerza que su corazón y volvió a negar, esta vez alejándose del rubio.

—Bakugo, no puedo.

Katsuki la besó nuevamente.

—Quédate.

Otro beso.

—Por favor.

Otra vez esa frase. Ochaco sentía su corazón latir con fuerza, retumbando en sus oídos. Casi en contra de su voluntad, volvió a negar, tratando de zafarse.

—No me pueden ver aquí —murmuró.

—Nadie lo hará —besó sus labios cortamente.

—Dejé la puerta de mi cuarto abierta.

—No hay nadie en el pasillo.

—Naomi está sola.

—Está dormida.

Ochaco frunció su ceño, recordándole un pequeño gran detalle:

—Yo... Yo me voy a casar.

El hombre suspiró, finalmente alejándose de ella. Claro, él lo sabía. No podía olvidar eso, menos al ver siempre ese reluciente anillo en la mano de la chica. Abrió la puerta del baño, para permitirle la salida a la muchacha, todo en completo silencio.

—Lo siento —susurró en cuanto Uraraka pasó por su lado.

—Está bien —contestó de la misma forma, pero sin atreverse a mirarlo.

Salió rápido de aquel cuarto y cruzó el pasillo para llegar al propio. Cerró la puerta despacio, se fijó en la cama donde su sobrina estaba: dormía profundamente aún. No se dirigió de inmediato a acostarse, fue hacia el baño y mojó su rostro. Se miró al espejo y notó sus labios hinchados y su rostro totalmente enrojecido.

Comenzó a llorar frente a su reflejo: ¿por qué? ¿por qué Bakugo tuvo que actuar de esa manera? ¿Por qué hizo lo que hizo? Tenía mil preguntas atormentándola en ese rato, cada una más tortuosa que la anterior. Pero, la que terminó por romperla totalmente, era la que menos quería saber la respuesta.

¿Por qué le dolió hacerle recordar de su compromiso?







_____________

Capítulo de puro Kacchako y mucho amorcito.

Me morí. Bai (?)

Voy a confesar algo: Estaba ANHELANDO subir esto. Sin mentir, éste fue el primer capítulo que escribí de esta historia. De ahí, comencé a hilar la historia y pos... Weno, aquí estoy, así voy jajaja.

Tengo otro capítulo avanzado, pero ya no doy más del tutito y mañana debo trabajar. En verdad, AMO traerles capítulos dobles porque siento que la inspo fluyó harto y me encanta compartirlo con ustedes.

Nos leemos la siguiente semana! 

Besitos a todxs. 💖✨💖✨💖

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top