Capítulo XXII

CW: Exceso de alcohol. Mención de violencia y/o muerte relacionada a ella.


Ochaco no podía evitar mirar la puerta de entrada cada cinco minutos. Ella ya conocía a la perfección el horario del actor, y que no llegara simplemente la estaba inquietando un poco. Mina, no había vuelto a acercarse a ella desde su conversación más temprano, sin embargo, notaba como la chica no apartaba su mirada de la entrada.

Nunca quiso poner en duda los sentimientos de su amiga por su prometido, pero viéndola así, tampoco se lo hacía fácil.

Iba a acercarse para disculparse, cuando sintió las voces de Bakugo, Camie y Eijiro acercarse rápidamente a la sala. Camie entró primero, reclamando que, por culpa del atraso del rubio, debió posponer una reservación para celebrar su cumplemés con su esposo, mientras que el actor solo parecía ignorarla, aunque su rostro reflejaba clara molestia.

—Eiji —la pelirrosada llamó a su novio, quien se acercó de inmediato a ella, saludándola con un corto beso en sus labios—. ¿Pasó algo?

—Umm, no. Bello durmiente solo pasó de largo.

Mina entrecerró los ojos claramente sin creer esa excusa. Eijiro lo notó, así que solo le sonrió antes de besar su mejilla y seguir a su jefe, quien parecía dudar de acercarse a la estación de Ochaco. La maquilladora le miraba, esperando que tomara asiento para iniciar pronto con él.

Sin embargo, fue para todos bastante sorpresivo cuando el rubio volteó y se acercó a Setsuna.

—Oye, novata. Escena 32.

La chica parecía no creerlo, pero rápidamente tomó el libreto, se puso en contexto y no tardó en tomar sus implementos y comenzar.

Ochaco se quedó de piedra en su lugar, mirando sin dar crédito como fue totalmente ignorada por alguien a quien había considerado lo suficiente como para abrirle las puertas de su hogar. Kendo se acercó a ella sin pensarlo, colocando una mano sobre su hombro para llamar su atención.

—¿Y eso?

—Eso, ¡es ser un maldito hijo de puta malagradecido!

Soltó sin pensar realmente. Bakugo parecía haber hecho oídos sordos a aquello, pero Setsuna notó como apretó sus puños sobre el apoya brazos de su silla. Estaba furioso.

—No haga caso, señor. Ha estado rara desde que llegó esta mañana.

Dijo, como si de esa forma pudiera alivianar el ambiente. Claramente no resultó.

De vez en cuando, miraba de reojo hacia donde estaba Uraraka, quien estaba trabajando en un extra. En su rostro se notaba la decepción, y dentro sí él lo lamentaba. Pero no podía estar cerca de ella, no después de lo que escuchó y de lo que habló con Kirishima.

Setsuna había terminado después de un largo rato (se odió haber recurrido a ella, la tipa era más lenta que una tortuga), se admiró en el espejo y frunció el ceño. A sus ojos, era un trabajo de mierda. Pero ya no había vuelta atrás, todos estaban más que retrasados y no podía pedirle a Ochaco que lo arreglara después de esa situación.

Salió de la sala bajo los empujones y reclamos de Camie, dirigiéndose de inmediato al set donde el director de turno los esperaba sin el mejor de los ánimos.

Ochaco no le había dirigido la palabra ni la mirada en todo el día. Y Katsuki tampoco hizo mucho a decir verdad para acercarse. Por su retraso, terminaron más tarde de lo normal, así que cuando salió, ya estaba oscuro. Eijiro se había ido antes, ya que había dejado a Dynamight y un trozo de jamón sin guardar solos en su apartamento, así que decidió correr para evitar algún desastre. Al salir del canal, vio a Ochaco en la parada de autobuses de siempre, sentada mirando sus pies como si fueran lo más interesante. Tenía el maldito impulso de ir, hablar con ella y hacer como si nada.

Pero no podía. Por dos motivos: ya la había cagado, y su novio había aparecido para recogerla. Ella se metió de inmediato al auto de Todoroki y este partió, doblando en la esquina siguiente. Ahora sí estaba solo. No le quiso pedir a Keigo que lo recogiera, además, y como él muy insistentemente repetía, estaba metido en reuniones importantes y urgentes, así que tenía que tomar un taxi o algo.

Y así hizo. Al subir, el chofer preguntó dónde, y Katsuki le dio las indicaciones, sintiendo un nudo en su estómago y una opresión en el pecho. No se iría donde Eijiro de inmediato. En el camino, le mandó un mensaje indicando que cuidara a su perro y le diera su medicina a la hora correspondiente, y agradeció internamente que su amigo no cuestionara donde estaba a esa hora. El vehículo se detuvo, Bakugo pagó y bajó mirando con duda la fachada de su casa.

Al entrar, su sala principal estaba con las luces apagadas, siendo las de la cocina lo único que indicaba que alguien estaba ahí. Se acercó dudoso, y encontró a su madre en la isla de la misma, bebiendo un café.

—Tu amigo vino por tus cosas temprano.

Ni siquiera le miró. Era un maldito duelo de orgullos.

—Lo sé. Me las pasó —suspiró, dejando las llaves sobre la marmolada mesa y posicionándose frente a su madre—. ¿Y el viejo?

—Durmiendo.

Se formó un silencio tan tenso que era como si ya casi no se pudiera respirar tranquilo allí.

—¿Dónde estuviste anoche?

—Qué te importa.

—Soy tu madre, me preocupo.

Bakugo bufó.

—Claro. Dile eso a algún imbécil que de verdad lo crea.

Mitsuki Bakugo apretó un poco el tazón entre sus manos, fijando su mirada carmín sobre la de su hijo.

—¿Por qué actúas así con nosotros, Katsuki?

—Victimización. Tan típico de ti y del otro idiota.

—¡No hables así de tu padre! ¡Y ni de mí! ¡Solo nos preocupamos por nuestro único hijo, quien solo sabe ignorarnos!

—¡Porque ustedes decidieron que así fuera! —golpeó su puño sobre la mesa—. ¡¿O acaso no recuerdas lo que me dijiste?!

La mujer rubia frunció su ceño, y desvió la mirada hacia su café a medio beber.

—¿Cuál es el afán de vivir en el pasado, Katsuki? Sí, quizás dije algunas cosas, pero eso fue hace mucho, hijo. Suéltalo.

Los nudillos de Katsuki ya estaban blancos de tanto que apretaba sus puños. Casi podía rechinar sus dientes, y el nudo de su estómago había subido hasta su garganta. Sus ojos comenzaban a escocerse, y su vista nublarse.

—¿Q-Que lo suelte? ¡Voy a soltar una mierda, bruja! ¡Dijiste que me olvidara de ustedes si el tipo se moría! ¡Me estabas matando y negando en frente de todos!

Sintió sus mejillas humedecerse y su nariz comenzó a enrojecerse. Odiaba llorar. Y odiaba hacerlo frente a la persona causante de aquello.

Odiaba que su sola presencia, su voz, sus gestos les hicieran recordar lo sucedido hace casi diez años.


***

—Viejo... —Kirishima palmeó su hombro fuertemente. Katsuki volteó a verlo molesto por su interrupción—. Ya vámonos.

—¡Aún no! —habló lo suficientemente alto para que su amigo le oyera por sobre la música—. Una, no dos más y nos largamos.

El rubio alzó su vaso hacia su amigo, quien sonrió algo cansado. Al final, terminó accediendo, sentándose en la barra al lado de Ayane, una chica de baja estatura, pelo negro ondulado y ojos grises. Era la novia de Bakugo entonces.

Los tres se llevaban bastante bien. Ayane y Katsuki no llevaban mucho tiempo saliendo, pero desde que habían comenzado su relación, era ella la que siempre terminaba eligiendo donde pasar el tiempo los fines de semana, y siempre era lo mismo: algún bar, bebiendo hasta no poder más, para luego terminar en torpe y ruidoso sexo en el apartamento que el rubio rentaba mientras estudiaba.

Kirishima los acompañaba ocasionalmente, y aunque a él le agradaba la chica, no podía evitar incomodarse al ver que sus salidas siempre terminaban en borracheras. Sabía que su amigo ya era un adulto y podía decidir qué hacer o no, pero sentía que era su deber de amigo aconsejarle. Aunque dichos consejos le entraran por un oído y salieran por el otro, solo ante la presencia de Ayane.

Y ese día más que nunca, Kirishima solo quería irse. Apenas había tocado su cerveza, mientras que los demás ya iban por la cuarta o quinta. Temía que un día eso le pasara factura a la salud de Katsuki, pero, ¿qué más podía hacer?

—¿Qué pasa, Kiri? —la aterciopelada voz de Ayane se alzó. El pelirrojo la miró enarcando una ceja—. Que aburrido estás hoy.

—No me siento bien —hizo un gesto con su mano—. Me iré, ¿sí?

—¡No, no, no! —Bakugo se impuso, tambaleándose un poco al ponerse de pie—. Eres mi mejor amigo, y tu deber es quedarte aquí. Celebrando conmigo.

Ese día, Katsuki había firmado un contrato con Keigo Takami, un representante relativamente joven, pero que se hacía de nombre dentro del espectáculo. Estaba emocionado, sentía que su trabajo estaba siendo tomado en serio: adoraba actuar desde que era un niño. Y destacaba entre sus compañeros de carrera, siendo Katsuki quien obtenía las mejores notas y los roles protagónicos de la universidad.

—No, amor, si Kiri quiere irse, debemos dejarlo. No, tengo una mejor idea: nos vamos todos y seguimos celebrando en tu apartamento, ¿sí? Así, Kiri descansa y nosotros seguimos en lo nuestro.

La chica estaba prácticamente colgada del cuello del rubio, quien sostenía con firmeza su fina cintura. Ella tenía una facilidad para convencerlo de cualquier cosa y eso no fue la excepción. Pagaron sus tragos, salieron y sin tomarle mayor peso al asunto, los tres se montaron en el auto que el padre de Katsuki le había regalado tras terminar su primer año en la universidad.

El rubio conducía mientras reía ante las cosas que su novia decía, cantaba las tontas canciones que Ayane colocaba en la radio, mientras Kirishima (quien de los tres era el menos ebrio) miraba hacia el camino, pretendiendo avisar a Bakugo si veía algo.

Pero no alcanzó.

Katsuki frenó de golpe cuando sintió algo prácticamente estamparse contra el parabrisas, trisándolo y rompiendo el espejo lateral de su lado cuando dicho bulto cayó. Ayane pegó un alarido demasiado fuerte, mientras se sostenía del tablero del auto para no golpearse. Kirishima sí se había golpeado la frente con el asiento delantero, pero al menos sentía que estaba bien.

—¡¿Qué mierda fue eso, Katsuki?! —reclamó la chica, asustada y enojada.

—¡Yo que sé, ve a averiguar!

—¡¿Por qué yo?!

Kirishima no soportaba los gritos asustados de esos dos. Salió del auto aún algo mareado y se fijó: el bulto era un pobre hombre, de al menos unos treinta años. Estaba inconsciente en medio de la calle, había sangre a su alrededor y una de sus piernas se veía... destrozada. Rápidamente se acercó a Bakugo, golpeó su vidrio repetidas veces y apenas el rubio lo bajó, lo soltó:

—¡Arrollaste a un tipo, amigo!

Esas palabras bastaron para que Bakugo se bajara de inmediato y viera con sus propios lo que había hecho. Tragó saliva, retrocedió unos pasos y finalmente terminó vomitando al costado de su vehículo, con Ayane diciendo que el tipo estaba muerto y que ella no podía ser parte de ello. Bakugo se acercó a ella a modo de calmarla, pero la chica solo golpeaba su pecho alegando que había arruinado su vida por completo y que nunca se lo perdonaría. Se alejó de ahí casi corriendo, y ni Bakugo ni Kirishima supieron de ella nunca más.

Lo siguiente pasó rápido ante los ojos de Katsuki: llegó la policía, una ambulancia y hasta bomberos. Tomaron a ambos amigos y los llevaron a la estación de policía, donde los interrogaron y Bakugo no tuvo de otra que confesar que había salido de fiesta, se había excedido y violó un par de muchas leyes de tránsito. A las horas, sus padres aparecieron y Mitsuki apenas le vio, estampó una bofetada sobre su mejilla, ante la mirada de policías y gente que estaba ahí.

—¡¿Cuál era el maldito gusto, Katsuki?!

Masaru ni siquiera parecía intentar frenar a su esposa. Estaba casi tan decepcionado como ella.

—Mamá...

—¡Te juro, Katsuki, si ese hombre se muere, tú también lo harás para nosotros! ¡No vamos a querer llevarnos el peso de que nuestro hijo sea un maldito asesino! ¡¿No pensaste en tu familia?! ¡Tu pobre abuela le dará un ataque cuando sepa!

Dejó de escuchar lo que su madre decía. Sabía y hasta comprendía que estaban enojados, pero decirle aquello ya había sido suficiente.

Al poco rato Keigo Takami hizo presencia, pidió hablar con su cliente a solas y a pesar de que estaba sumamente enojado y asustado con el rubio, le ofreció dar su apoyo en el ámbito legal. Conocía un muy buen abogado, el caso se llevaría bajo el radar y nadie sabría nada. Nadie.

Por suerte, a los minutos, les informaron que el sujeto había logrado sobrevivir el impacto, sin embargo, había perdido una pierna y una lesión en su espalda le iba a imposibilitar de moverse libremente.

Katsuki Bakugo sintió que, a pesar de no haberlo matado, había condenado a un tipo inocente a una vida que no sería como tal.

***


Bakugo había salido de su casa sin más que decir. Si su madre quería verlo humillarse, ya lo había logrado: había llorado y maldecido frente a ella, sintiéndose como un maldito débil. Tomó un taxi y tras un largo trayecto, se detuvo frente a un edificio de apartamentos que ya se estaba haciendo conocido.

Se dirigió hasta la puerta de Uraraka y golpeó repetidas veces.

¿Qué hacía ahí? No lo sabía.

¿Por qué se dirigió allí en primer lugar? Ni idea.

Solo sabía que necesitaba verla.

Porque su sola presencia le brindaba la tranquilidad que necesitaba.

Ochaco abrió la puerta y le miró algo confundida. Pareció cerrar un poco más la puerta, como para evitar que él ingresara.

—¿Qué haces aquí?

—¿Puedo pasar?

—No debes responder una pregunta con otra.

Katsuki suspiró, llevando ambas manos a su rostro y soltando un gruñido de frustración.

—Solo...Déjame pasar, ¿sí?

Uraraka suspiró, y Bakugo pensó que lo había logrado. Claro, hasta que escuchó la voz del imbécil dos mitades acercarse a ella.

—¿Pasa algo, Ocha?



_______

Capítulo doble(?) porque los domingos de descanso me motivan. Bueno, eso y porque esta semana será ajetreada. 

Al fin se supo!  Puse el aviso en principio porque puede que alguno no se sienta cómodo con el tema. Soy media exagerada en preocuparme(?) 

¿Qué creen que pasará? Ni yo lo sé 👀 (?)

¿Se agarrarán a chingadazos el par?

¿Encuentran justificable el odio de Bakugo? Yo traté de ponerme en su lugar: un joven asustado, pensando que su vida se arruinó y en el momento más vulnerable, su familia suelta esas palabras. No sé, creí que sería jevi y algo por lo cual resentirse enoooormemente. ¿Es nuestra mochi la clave para salir de ese terreno de odio?

Espero que hayan disfrutado de estos capítulos, y nos leeremos en el siguiente!

Besitos! 💖💖💖

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