Capítulo XLI
Volver a la rutina era lo que seguía en la lista. En parte, le aliviaba, puesto que sabía que dentro de su lugar de trabajo estaría tranquilo, no habría gente acosadora preguntándole por Kathie, y sabía que, si alguien osaba siquiera tocar el maldito tema, una filosa mirada bastaría para alejarlo.
Hawks pasó por él y Kirishima, conversaron un poco sobre todo lo que debían hacer, los cambios en el guion de la serie gracias al embarazo de Camie, contratos pendientes, etcétera, etcétera.
Pero su mente no estaba allí. La vería de nuevo. Trabajaría con ella nuevamente, tendría que volver a hablarle porque debía hacer como que nada cambió en esa curiosa amistad que había antes de irse. La última vez que se vieron fue cuando regresaron al país, tres días atrás; vale, no había pasado mucho tiempo, pero sabía que la tensión de su última charla seguía presente, y además, no podía evitar sentirse algo ansioso sabiendo que ahora Camie también lo sabía todo. Así que básicamente, estaba en las nubes, pensando como lidiar con todo sin explotar.
Cuando llegaron, Katsuki se dirigió con paso apresurado a la sala de maquillaje y vestuario, la ansiedad carcomiéndole y haciendo que sus latidos se sintieran a cien por hora. Ni siquiera prestaba atención a lo que Kirishima decía caminando detrás de él, tratando de alcanzarle.
Cuando su presencia se hizo notar, todos voltearon a verlo. Observó a su alrededor, ignorando los saludos de Setsuna y Pony, sin encontrar a esa persona en particular. Eijiro se adentró, saludando a todos afectuosamente; su novia corrió a abrazarlo, a pesar de que se habían visto el día anterior.
—Oi, loca —le habló a la chica de cabello rosa, quien le dedicó una mala mirada—. ¿Y Ochaco?
—No ha llegado, don acaparador. Déjala respirar, estuvo contigo dos meses.
Kirishima no pudo evitar soltar una nerviosa carcajada.
Bakugo iba a responderle, pero la chica que anhelaba ver finalmente apareció a través de esa puerta. Se veía cansada, fingió un poco convincente sonrisa a todos y se acercó hacia la que era su área de trabajo, pero no cargaba su maletín como siempre.
Pareció suspirar un poco y finalmente volteó, aclarando su garganta para llamar la atención de todos.
—Um, hola —empezó en voz algo baja—. No saben cuanto les extrañé a todos.
Mina junto con Kendo se acercaron a la castaña, pero ésta las detuvo con un gesto con su mano.
—Solo... Solo vine a dar un pequeño anuncio —continuó. Sus amigas se miraron extrañadas—. Yo no estaré con ustedes... más. Vine a despedirme en definitiva.
Se formó un silencio profundo.
—¿Q-Qué? Pero, 'Chaco, ¿por qué...? —Mina se acercó a su amiga realmente afectada—. ¿Pasó algo con Naomi?
—No, no. Es solo que lo estuve meditando y no vale mucho la pena volver ahora. Con la boda tan encima, y tanto que hacer, no me da el tiempo.
Las chicas suspiraron algo tristes, comprendiéndola y acercándose a ella para abrazarla y despedirse.
Katsuki gruñó irritado.
Que estupidez, pensó.
Mientras todo el mundo se acercaba a despedirse de la castaña, él volteó y salió de allí. Durante todo el rato que Uraraka estuvo hablando, nunca le dirigió la mirada, parecía querer evitarlo a toda costa. Se dirigió al patio del canal, necesitaba tomar un poco de aire, aclarar su mente porque nada le estaba haciendo sentido.
Primero, no creía que todo eso de la boda fuera el verdadero motivo. Recordaba como la chica le contaba que su cuñada parecía estar al mando y tenía todo listo y controlado y a ella si apenas le pedía la opinión. Segundo, si el motivo era él, se sentiría realmente mal, en parte culpable y por otro lado decepcionado de ella. Eran unos jodidos profesionales, lo que pasó en Canadá se quedaba allá y punto.
Los pasos de la muchacha pasando por enfrente de él lo detuvieron de su tren de pensamientos. Alzó su vista y se topó con la castaña, quien desvió rápidamente su mirada y pareció acelerar su paso en cuanto lo vio.
—¿De qué huyes esta vez, Cara Redonda? —su voz firme y llena de enojo se hizo notar—. Porque ese cuentito de la boda ni tú te lo crees.
Ochaco no le respondió, solo siguió su camino. Katsuki no se iba a quedar así como así tampoco, así que comenzó a seguirla.
—¡Ochaco!
—Déjame en paz —respondió finalmente, sin voltear.
—Como una mierda... —murmuró, acercándose lo suficiente a ella como para tomarla del brazo y detenerla—. ¿Qué demonios fue todo eso, Uraraka? ¿En serio vas a renunciar? Te creía un poco más seria en tu jodido trabajo.
—Eso no te interesa —forcejeó un poco.
La filosa mirada carmesí del actor dio de lleno con ella, antes de jalarla un poco más hacia él y meterla a un pequeño estudio sin uso. Cerró detrás de sí y se quedó allí, de brazos cruzados mirándola fijamente.
—Dime que no estás renunciando por lo que pasó entre nosotros. Esa no es la Ochaco que yo conozco.
La mirada de la castaña finalmente dio con la de él, pero contrario a otras veces, esta se sentía llena de rabia y dolor contra él.
—Dime que no es verdad, Katsuki—dijo apretando sus dientes, lágrimas asomándose en sus ojos.
El rubio frunció su ceño sin entender.
—¿Qué cosa no es verdad?
—¡Dímelo! —exigió, acercándose a él. Ahora su rostro mostraba una expresión de duda y desesperación—. Dime que no es cierto que casi mataste a alguien; que no hiciste la misma mierda que acabó con la vida de los padres de Naomi.
Sin darse cuenta, Ochaco se había acercado lo suficiente como para mantener sus manos empuñadas contra la camisa del actor. La mirada de Katsuki pasó del enojo a la duda y de la duda al pánico.
Tras no obtener una inmediata respuesta, Ochaco apretó el agarre de una mano y la otra golpeó ligeramente el pecho de Bakugo. Ya no trataba de ocultar sus emociones, sus lágrimas brotaban sin vergüenza alguna, esperando que el actor negara todo.
—Katsuki, te lo ruego... Dime algo.
—Cómo... ¿Cómo lo supiste?
De inmediato Uraraka retrocedió dos pasos, llevando sus manos a sus labios, ahogando sus sollozos.
—No- ¡¿No lo vas a negar?! ¡Después de que te contara todo! ¡Tú sabías por lo que pasamos con Naomi y aún así...!
Se silenció producto del llanto. Lo siguiente que sintió fue a Katsuki acercarse a ella y tratar de contenerla, pero solo se apartó bruscamente. Llevó sus manos a su rostro, secando sus lágrimas, pero a la vez dedicándole una dura mirada al actor.
Es que no podía creerlo.
No quería creerlo.
¿Por qué le mintió? Ella le abrió su corazón y sus heridas una de esas tantas noches que pasaron juntos en Canadá, contándole de su vida, de cómo Naomi llegó a su lado, de lo doloroso de todo el proceso...
Y él solo la abrazaba mientras la oía, sin interrumpirla. No dio mayor opinión salvo un par de insultos al maldito que asesinó a los Uraraka, con esa hipocresía que ahora llenaba de rabia a la castaña.
—¿Habría alguna diferencia, Ochaco? —preguntó con un tono plano de voz, sin dirigirle la mirada—. Si te hubiese contado, ¿habrías reaccionado distinto a como estás ahora? ¿Habrías... Habrías querido seguir conmigo después de saberlo?
Se formó un leve silencio.
—Habría considerado el hecho de que lo supe de tu boca, Bakugo. Quizás, hasta no me hubiese enojado tanto como ahora y no me estaría sintiendo como una estúpida por haberme sincerado contigo. Vaya tonta, ¿no? Confiar en alguien quien claramente no sentía lo mismo que yo.
Katsuki alzó su mirada hacia ella, frunciendo el ceño.
—Confío en ti, Uraraka. Pero, esto es... Es distinto. Es algo que odio recordar, algo que no me ha dejado dormir tranquilo en años, un maldito recuerdo que me atormenta cada día. Mis padres me despreciaron por ello, la persona que creí amar me dejó, casi pierdo a mi mejor amigo también, quedé en la puta calle, todo fue... —suspiró—. No hay día en que me recuerde que soy una maldita basura por haber arruinado la vida de un hombre. Me volqué de lleno en mi trabajo, pensando que eso me distraería, pero, ¿sabes? No pasó. ¿Sabes lo que sí me ayudó?
Ochaco le miró y negó despacio con su cabeza. Katsuki se acercó un poco más a ella, tomando su rostro entre sus manos, acariciando despacio su mejilla, limpiando una lágrima.
—Tú. Desde que apareciste en mi vida, que los recuerdos no son tormentosos, que he logrado dormir noches enteras. Tú eres como el agua que limpia mis pecados, porque cada vez que te veo, cada vez que me dedicas esas sonrisas y tus besos, siento una tranquilidad casi angelical. Eres tú, Ochaco, la que entrega ese equilibrio en mi vida.
La castaña le miró directamente a los ojos, sintiendo su corazón latir a mil con cada palabra que el chico le decía.
—No quería- quiero perderte —continuó, casi en susurro—, fui un maldito egoísta en ese sentido. No te dije, porque no quería que te alejaras. Hasta antes de bajar de ese avión cuando volvimos, tenía la esperanza de que voltearas y volvieras a mí. Y sabía que si te contaba, te irías por siempre y no sé que tanto pueda soportar eso.
—Katsuki...
Ochaco no pudo continuar porque los labios del actor dieron con los de ella, en un beso en principio tímido, casi como si el actor tuviera miedo del rechazo. Sin embargo, la chica llevó una de sus manos al pecho del actor y con la otra se aferró a los cabellos de su nuca, acercándose más a él y dejarle que explorara su boca. Su beso pasó a demostrar esa necesidad que ambos tenían el uno por el otro, haciendo que olvidaran hasta donde estaban. Bakugo posicionó sus manos en la cintura de la maquilladora, apegándola lo más humanamente posible a su cuerpo, como si tuviera temor de que se fuera a algún lado para siempre.
La necesidad de aire los obligó a separarse un poco, juntando sus frentes. Katsuki volvió a acariciar una de sus mejillas, mirándola a los ojos.
—Te amo como nunca he amado a nadie, Ochaco, y sin ti... Sin ti, no sé que sería de mí.
Uraraka suspiró, bajando su vista. Se separó un poco más, tomando las manos del actor entre las suyas.
—No sé si pueda perdonarte, Katsuki. Me ocultaste algo tan grave, que de algún modo me afectaba, y así dices amarme —sintió sus ojos empañarse nuevamente—. Lo lamento tanto.
La mirada de Katsuki cambió a una de confusión. Negó con su cabeza y trató de volver a tomar el rostro de Ochaco para repetirle mil veces que sabía que había sido un idiota egoísta, pero ella solo comenzaba a alejarse más.
—No le diré a Naomi —murmuró, caminando hacia la puerta—. No me corresponde hacerlo. Solo... Solo trata de quedarte tranquilo contigo mismo, pero sin mí a tu lado.
—Ochaco...
—Tal vez Kathie pueda ser de ayuda —le dedicó una última mirada—. Suerte en todo— dijo antes de salir de ese estudio, caminando a paso apresurado hacia la salida.
—Ochaco, querida —su suegra se acercó a saludarla con una sonrisa, besando su mejilla—. Que bueno que sí vinieron. Naomi, te ves preciosa.
—Gracias, señora Todoroki —sonrió encantadoramente la adolescente.
—Por favor, pasen. Tengo el almuerzo ya listo.
Shoto asintió, guiando a su prometida hacia el comedor donde sería ese almuerzo familiar. Su madre, había insistido en reunirlos a todos antes de la cena de ensayo y del gran día, a modo de relajarse un poco de tanto preparativo y nervios prenupciales, y como nunca, Shoto aceptó.
El publicista había notado el desánimo de su novia, prácticamente desde que "soltó" lo de Bakugo. Pensó que así ella se olvidaría de esa singular amistad y seguiría su vida adelante, pero claramente eso no pasó.
Cuando ella volvió al apartamento ese día después de renunciar formalmente a su trabajo, Shoto la noto totalmente distinta. Apenas si fingió una sonrisa para él, se acercó a saludarle con un beso en la mejilla y le dijo que se recostaría un momento, que estaba cansada.
Los días posteriores, no fueron distintos a aquel; Ochaco parecía haber perdido interés en varias cosas, siempre se iba en sus pensamientos cuando él o Fuyumi le hablaban, y ni mencionar su intimidad. Ochaco siempre estaba inventando alguna excusa para no tener relaciones con él, desde el típico dolor de cabeza hasta decirle que lo mejor sería esperar hasta la noche de bodas. Así que en ese sentido, Todoroki se estaba rindiendo, pero no podía evitar molestarse.
Así que, cuando su madre lo llamó a su oficina un día para invitarlo a él y a las chicas a un almuerzo en familia, aceptó de inmediato: a Ochaco no le quedaría de otra que poner su mejor cara y actitud.
Así que allí estaban, todos reunidos, conversando entre todos de varios temas. Uraraka solo estaba enfocada en su plato, aunque sin realmente probar bocado alguno. Solo movía los alimentos de acá para allá, asintiendo cuando alguien le preguntaba algo o fingiendo la peor sonrisa de todas.
—Ocha... —la voz de su novio la hizo mirarle—. Basta. Estás llamando la atención.
—¿Huh? —miró al frente, notando varios pares de ojos encima de ella—. Uh, l-lo siento, yo... ¿qué decían?
—Esta mujer parece andar en las nubes —comentó Touya, dándole un sorbo a su copa de vino—. ¿Acaso sigues en Canadá, cuñadita?
Sonrió burlón, las risas de Natsuo resonando fuertemente.
—Uh-
—Canadá es precioso —intervino Naomi, salvando a su tía—. Sus paisajes, comida, todo.
—Lo sabemos, niña, hemos estado ahí —Natsuo enarcó una ceja al comentar aquello—. Hay países mejores. Comenzarán a conocerlos una vez que pasen a ser parte de la familia.
Naomi pareció encogerse en su asiento avergonzada. Bebió de su jugo y no dijo nada más. Ochaco vio la expresión en su rostro y comenzó a enfadarse realmente: una cosa era que siempre estuvieran molestándola a ella, pero con Naomi era otro asunto.
—No creo que eso sea realmente necesario, cuñado —tomó la palabra la castaña, cortando las risas y llamando la atención—. Ya sabes, eso de "ser parte de la familia". Con o sin un papel, podemos irnos donde queramos cuando queramos.
Se produjo un silencio incómodo. Shoto miraba a su novia con su ceño fruncido, algo molesto con sus palabras. ¿A qué se refería con que no era necesario? ¡Se casarían en cuestión de días! Debía medir su actitud.
—Ya no tienes trabajo, ¿cómo pretenderías lograrlo? —su suegro se impuso.
Ochaco se encogió de hombros, volviendo su vista a su comida, casi ignorando a todos.
—Soy una mujer lista. Algo se me ocurriría.
Con eso, ella decidió zanjar ese tema.
Sabía que era mala idea asistir a esas comidas con los Todoroki, pero su novio le insistió en que debían ir, que se lo había prometido a su madre y que no quería agregar más estrés del que ya tenían encima.
—C-Claro que sí —Fuyumi sonrió algo nerviosa—. Natsuo, Touya, dejen a Ochaco en paz. Seguramente tiene mucha ansiedad por la boda y ustedes salen con esos comentarios.
—Hablando de boda —intervino Rei—, ya queda tan poco. Sé que este almuerzo era para relajarnos antes de ello, pero, ¿Fuyumi? ¿Todo listo con la cena de ensayo de pasado mañana?
La chica asintió repetidas veces con su cabeza.
—Todo listo. Hablé con Yui esta mañana y confirmó a todos los que irían, la hora y el código de vestimenta.
—Perfecto —la matriarca mantuvo su sonrisa, dirigiéndosela a su nuera—. Realmente, Ochaco, no puedo esperar para que tú y Shoto empiecen a escribir su "felices por siempre". Estoy muy orgullosa y contenta que seas tú.
Ochaco miraba a su suegra y la escuchaba darle esas lindas palabras, sin embargo, solo pudo asentir despacio. No se iba a mentir, ella realmente no estaba tan emocionada como debería estarlo.
Escuchó a su suegro bufar ante el comentario y a sus cuñados negar con sus cabezas.
¿Cómo podría estar emocionada de unirse a una familia que no la quería?
Pero ya era tarde... Simplemente tarde.
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Estamos cerca del final, nah más les digo.
Feliz Año (algo atrasadito) y feliz cumpleaños a Shotito bonito que aquí lo tengo bien mamoncito uwu 💖✨ Espero que hayan tenido unas lindas fiestas y que todo lo bueno venga en grande para todos!
Vieron la película? Yo... me quedo con Heroes Rising, jajaja.
Ojalá les haya gustado el capítulo! Lamento tanto drama, pero... así es como debe ser, aah (?)
Besitos! Nos leemos pronto 💖
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