Capítulo VIII


Había pasado una semana desde la discusión con su sobrina, y a pesar de que al menos sí se hablaban, el ambiente seguía tenso. La adolescente se acercó a disculparse varias veces con Ochaco, pero ella solo fingía una sonrisa y le indicaba que estaba bien. Naomi sabía que no estaba bien, sabía que había actuado de forma impulsiva y su psicóloga le había instado a que buscara el momento para sentarse frente a su tutora, su familia y hablaran al respecto. Pero la Uraraka menor no sabía cómo hacerlo.

Durante esa semana, prácticamente fingían que nada había pasado, y eso solo empeoraba el problema. Todoroki también comenzaba a mostrarse hastiado por el asunto, aunque también trataba de pasarlo por alto. Si seguían así, todo se iría al demonio nuevamente.

Fue por ello, que, tras no soportarlo más, al salir de la escuela no fue directo a casa como Ochaco se lo había ordenado. Sí la llamó para indicarle que estaba de salida, pero se desvió hacia el canal donde su tía trabajaba, y como muchos también la conocían, pudo acceder sin problema alguno.

Recorrió esos pasillos a paso lento, dándose cuenta que siempre algo estaba cambiando. Varias veces Ochaco tuvo que llevarla después de la escuela cuando recién se había mudado con ella, pero con el pasar del tiempo y al ver que poco a poco la menor iba recuperándose, le dio su confianza para que fuera directo a casa.

Se detuvo frente a un portón con el número 2 escrito en grande. La luz roja indicaba que estaban en grabaciones, pero siendo la terca y curiosa quinceañera que era, se acercó de todos modos a ver qué se estaba llevando a cabo ahí. Con mucho cuidado, empujó una puerta que estaba en la orilla e ingresó, procurando mantener todo el silencio posible.

A lo lejos notó que era el set para esa serie de época que grababan: en escena estaba Camie Utsushimi, la había visto un par de veces en persona, pero más que nada la reconocía por sus roles secundarios en un par de películas. Quedó de piedra al ver con quien compartía escena: nadie más y nadie menos que Katsuki Bakugo. Ese infame actor que sus tíos habían dicho era lo más insoportable de la vida, pero que aún así era reconocido por llevar a cabo varios papeles con un profesionalismo envidiable. Era increíble verlo meterse por completo en la piel de un personaje, que, según lo que pudo captar, era alguien más bien humilde y al parecer el interés romántico del personaje de Camie. Volvió a Tierra cuando la voz del director se alzó con un "¡corte!", dejando justo a ambos actores a punto de dar un beso.

—Al fin —masculló el rubio, alejándose rápidamente de su compañera quien reía—. ¿Qué?

—No creo que sea tan desagradable trabajar conmigo, Kacchan.

—Eres un jodido grano en el culo, Utsushimi.

—¡Ah, ah! Te equivocas, mi querido compañero, ya no soy Utsushimi, recuérdalo.

Ambos actores se movían entre los distintos asistentes, camarógrafos, tramoyas, etc., hacia la salida. Camie aún cojeaba, por lo que su avance era más lento.

—Compadezco al imbécil que decidió casarse contigo.

—Seiji es un hombre maravilloso que me ama y me acepta como soy, pesado —le sacó la lengua—. Algún día tú hallarás esa estabilidad y te acordarás de lo que te digo.

El rubio resopló, siguiendo su camino. Lamentablemente, Naomi no había alcanzado a huir, por lo que ambos adultos se quedaron de pie frente a una nerviosa adolescente de cabello rojo y ojos achocolatados. La forma de ellos le hizo acordar a alguien al joven actor.

—¿Y tú, mocosa?

—Oh, creo que te he visto antes, ¿no? —añadió Camie, mirándola curiosa.

—B-Buenas tardes, señorita Camie, s-señor Bakugo —saludó a punto del colapso—. Yo, um... M-Me perdí. Estaba buscando-

—¿Dónde están tus jodidos padres, niña?

El rostro de la menor se ensombreció.

—Lo siento. Me perdí y buscaba a otra persona.

La mujer rubia miró con desaprobación a su compañero, acercándose a la chica.

—Te ayudo. De todos modos, vamos saliendo de aquí, ¿no, Kacchan?

El rubio frunció su ceño y salió rápidamente del estudio, dejando a ambas mujeres atrás.

—¿A quién buscas, bonita?

—A mi tía. Ochaco Uraraka.

—¡Con razón te me hacías familiar! —exclamó alegre, pero eso duró un segundo al recordar lo que Bakugo dijo—. Debo disculparme por Katsuki. Él es nuevo, no sabe mucho de las personas de aquí y-

—Descuide, señorita Camie. Tampoco es información relevante.

La actriz asintió con una leve sonrisa y guio a Naomi hacia la sala de maquillaje.

—¿Naomi? —la maquilladora miró sorprendida a su sobrina allí—. ¿Qué haces aquí? ¿Cuándo llegaste?

—Discúlpala, Uraraka. Me la encontré de camino aquí —excusó Camie a la joven—. Justo me dijo que te buscaba, así que la traje, sana y salva.

—Uh, gracias, señorita Camie, pero ella sabe perfectamente que debe ir directo a casa o avisarme si iba a otro lado —la regañó.

La rubia notó aquello y disculpándose, salió de allí, dejando a tía y sobrina a solas.

—¿Y bien?

—Yo... Yo quería invitarte a tomar un chocolate caliente a tu salida, Ochaco —murmuró, mirando sus pies—. Lamento no avisar.

La castaña suspiró, acercándose un poco más a ella. Eran casi de la misma altura, por lo que podía mirarla sin necesidad de tener que agacharse o algo así.

—Tranquila, estás bien y eso es lo que me importa —fingió una sonrisa—. ¿Sucede algo?

—Yo... Yo lamento tanto todo lo que pasó. Sé que fue mi responsabilidad y tú solo querías mostrarme que lo que hice estuvo mal.

Ochaco comprendió a lo que se refería. Suspiró y envolvió a la menor en un cálido abrazo, acariciando su cabello suavemente.

—Quizás la forma en que te lo dije no debió ser, Naomi. Yo también lo lamento. Pero, soy nueva en esto de educar a alguien, y nadie me ha enseñado nada. Solo trato de darte lo mejor, enana.

—Y lo haces, de verdad —se aferró un poco más a ella—. Pronto serán cuatro años.

Uraraka asintió despacio, besando su frente.

—Y estaremos juntas, como lo hemos estado desde entonces.

Los ojos de la menor se cristalizaron y escondió su rostro en el pecho de su tía, sollozando fuertemente.

—Lamento de verdad todo, Ochaco. Pero, los extraño tanto. Extraño reír con ellos, jugar, cantar, que revisen mi tarea... Hasta los horribles intentos de galletas que mi mamá hacía.

Ochaco no pudo evitar soltar una triste risita al oírla. Recordaba que su cuñada no se destacaba en la cocina precisamente, pero se dedicaba día a día a mejorar. Su hermano (porque para ella, Ryouta era su hermano sin importar que no fuera de la misma madre) era el chef de la familia, el entretenedor y el que mantenía a todos unidos.

—Yo también los extraño, Naomi. Y mucho. Pero me dejaron algo tan valioso que pretendo cuidar hasta que ya no pueda más: tú. Y si a veces actúo muy sobreprotectora, es por eso.

Naomi se mantuvo en silencio unos segundos, sin levantar su vista.

—Eres una buena mamá, Ochaco. Bueno, tía-mamá.

Las palabras de Naomi le dieron justo en aquella sensible fibra. Apretó el abrazo, sintiendo como a ella ahora le caían las lágrimas sobre la cabeza de la chica. Se mantuvieron así por un buen rato, y cuando ambas estuvieron más tranquilas, se separaron.

—Y, ¿ese chocolate caliente es la ofrenda de paz?

—Sí —soltó una leve risa—. Pero creo que olvidé mi billetera bajo mi pupitre.

Ochaco suspiró, negando con su cabeza. Le indicó que ya pronto saldría, que debía terminar de ordenar su maletín y estarían listas; la castaña casi siempre era la última en irse del equipo de maquillaje. No tardó mucho y abrazando a su sobrina por el hombro, salieron al encuentro de Todoroki, quien, como siempre, había pasado a buscar a su novia.

Un joven rubio estaba apoyado en la pared a la salida de la sala de maquillaje, siendo totalmente ignorado por las muchachas que habían salido de allí. Había alcanzado a oír buena parte, y quizás eso hizo comprender porqué la mujer había estado tan desanimada. Ahora esperaba que volviera a hacer ese buen trabajo que siempre hacía: Katsuki comenzaba a pensar que solo ella era la más apta para trabajar con él.

—Buen día, jefe —Izuku Midoriya, un joven publicista y mano derecha de Shoto Todoroki, lo saludó en cuanto lo vio entrar a la agencia—. Se te ve mejor hoy.

—Lo estoy —sonrió levemente, enfocando su vista a su computador—. Creo que al menos los problemas en casa se están solucionando.

El muchacho de cabello verde oscuro y rizado sonrió. Midoriya también era bastante allegado a Ochaco producto de la misma amistad que mantenía con el dueño de la agencia, por lo que también estaba enterado de las cosas que sucedían. Todoroki le había dicho que habían tenido unos problemas con la adolescente, pero al parecer eso ya era historia pasada.

—Me alegra oír eso, Todoroki —dejó sobre el escritorio del de cabello bicolor un par de carpetas—. Y a ti te alegrará saber que obtuvimos los contratos para el comercial de Audi.

—Me encanta que mi café de la mañana venga acompañado de buenas noticias, Midoriya —sonrió—. Gracias. ¿Te encargas?

El chico asintió, tomando una copia de los contratos y saliendo de la oficina de su jefe. Una vez solo, Shoto suspiró algo más aliviado: entre todo el drama con la familia de su prometida, había olvidado un poco que tenían pendiente esa negociación de contrato. Al menos sabía que podía contar con Izuku para resolverlo todo, y por eso era su hombre de total confianza.

Decidió volver a enfocarse en su trabajo, cuando su teléfono alertó de una llamada entrante. Se fijó quien era y frunció su ceño molesto: su maldito viejo. Desvió la llamada y volcó su vista hacia la pantalla de su computador, pero el pequeño aparato volvió a vibrar sobre el escritorio. Hastiado, contestó:

—¿Qué quieres?

—Saber cómo está mi hijo, Shoto. No hemos sabido nada de ti y tu madre está preocupada.

El heterocromático soltó una sarcástica carcajada.

—Que mentiroso eres, viejo. Hablé con mamá hace dos días, sabe cómo estoy. Y ahora, estoy ocupado, así que déjame en paz.

Pretendía cortar, pero la voz de su padre se impuso.

Ven a cenar. Trae a la mujer esa, tu madre quiere verla —suspiró—. No lo hagas por mí, hazlo por ella.

Shoto apretó un poco el aparato contra su oído.

—Ni aunque me llevara toda la maldita herencia haría algo por ti.

—Shoto-

—¡Déjame en paz, joder!

Cortó sin más. Dejó caer su celular sobre su escritorio y se colocó de pie, mirando hacia la calle por la gran ventana que su oficina tenía. Suspiró, llevó una mano a su rostro y se quedó pensando si sería una buena idea o no aceptar esa invitación. Él sabía que su madre y Fuyumi querían mucho a Ochaco y a Naomi -la mayor solía decir que la sentía casi como una nieta-, pero su padre y hermanos eran otro caso: Enji, Natsuo y Touya solo sabían hablar pestes de la maquilladora, despreciándola y haciéndola sentir menos. No quería someter a su novia a ese maldito escrutinio, y por lo mismo había evitado a toda costa anunciar su reciente compromiso con ella. Ni siquiera a su hermana le había dicho, porque sabía que, queriéndolo o no, lo soltaría hacia su padre y sabría que el infierno ardería aún más. Sin embargo, Ochaco ya estaba comenzando a preguntar cuándo le dirían a su familia, mostrándose algo ansiosa. Ella quería demostrar que realmente amaba al menor del clan y que no era una "víbora interesada" como una vez le dijeron.

Estaba en una disyuntiva, y sentía que su maravillosa mañana se había ido al carajo.

____

Debo admitir que me encanta la relación que Ochaco tiene con su sobrina 🥺

Se solucionan problemas, se vienen otros y quizás más complejos. ¿Qué irá a pasar?

Son las 3 y tanto de la mañana, así que técnicamente es sábado... Y antes de que me pegue ese mojito que bebí en este rato, aprovecho de subir capítulo y dormir xD

Gracias por su constante apoyo y amor ;-; 

Este capítulo va dedicado a SabaMay, gran escritora y una personita muy linda ✨💖

Besitos y abrazos! Nos leeremos prontamente ✨💕

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