Capítulo 9: Aikido

Madara llegó a la habitación tras haber ido de visita por la ciudad de Las Vegas. Todo aquello le parecía muy diferente a Tokio, sin embargo, tampoco era algo que le disgustase en absoluto. Al entrar por la habitación, pese a la oscuridad, se dio cuenta de que frente a la ventana estaba su sobrino, sentado mientras contemplaba las luces de los hoteles frente a él. La luz de su móvil también se reflejaba sobre su rostro, consiguiendo ver así que algo le afligía.

- ¿Te ocurre algo, Itachi? – preguntó Madara dejando las llaves sobre la mesilla de entrada.

- No es nada.

- ¿Estás seguro? – preguntó una vez más.

- Sí, tranquilo. Ve a dormir. Yo iré enseguida.

- De acuerdo.

En cuanto su tío se marchó, Itachi, que seguía recostado sobre aquel sillón, con las piernas por encima de uno de los brazos del sillón, volvió a mirar la fotografía que aparecía en su teléfono. Estaba claro que algo ocurría, aquel chico escondía algo y era algo grande. Ahora estaba completamente seguro de ello.

Todavía pensaba en que había quedado con él para entrenarle en algo de defensa personal. Quizá... y sólo si Kakashi no estaba allí... podría hablar con él seriamente de sus dudas. Aun así, sabía que ese chico se pondría a la defensiva o posiblemente... le mintiera. Era muy inteligente y lo había demostrado en varias ocasiones.

- Voy a tener que arrinconarte para que me cuentes la verdad, ¿no es así? – susurró para sí mismo – "no voy a enamorarme" – repitió las palabras que Minato le había dicho y entonces... supo lo que tenía que hacer, supo cómo desenmascararle por completo pese a tener las pruebas necesarias ya de por sí.

Sus ojos se fijaron nuevamente en aquella imagen, en ésa que ambos se habían tomado hacía años en el aseo del bar que frecuentaban, tras uno de sus numerosos encuentros. Itachi fue quien tomó la fotografía, con su mismo teléfono y mientras sujetaba una de las muñecas de un Minato sentado sobre la tapa del retrete, sonriendo de igual forma en que lo hacía ese moreno.

Esa marca... ésa que se hizo por su culpa. Él le había empujado dentro de la cabina del baño, sin darse cuenta de que la puerta estaba rota y se rasgó con uno de los tornillos que sobresalían. Aún recordaba la sangre que salió de su muñeca, pero por suerte, no fue nada importante aunque sí le había dejado esa cicatriz que no parecía irse. Tras un año, ambos se dieron cuenta de que jamás desaparecería.

Minato ya no tenía esa marca, ésa que podía ver claramente en la fotografía. Sabía que ocurría algo y empezaba a imaginarse algo pese a que tenía sus dudas. Casi era de locos pensar que podría haber alguien parecido a Minato, un doble, sin embargo... cuanto más miraba esa cicatriz... cuanto más pensaba en el nuevo Minato y en esa manera inocente de ser, más convencido estaba que era una persona diferente a la que conocía.

***

Ambos desayunaban en silencio, uno que a Kakashi empezaba a resultarle un poco sospechoso. Era cierto que Minato solía ser bastante callado y reservado, pero aun así, ya era raro verle en ese estado tan sumamente silencioso. Ni siquiera apartaba la mirada de la comida, esquivando así a Kakashi.

- ¿Qué te ocurre? – preguntó su guardaespaldas – no es normal verte tan callado.

- No es nada importante. Supongo que estoy un poco nervioso por la clase de defensa personal.

- Todo irá bien.

- Dijiste... que tuviera cuidado con Itachi pero ahora lo has puesto como mi profesor particular y no sé... si esta mentira pueda sostenerla mucho con él. Parece conocer cosas de Minato que yo desconozco.

- Es un riesgo, lo admito. Pero creo que tenía razón en que debías aprender defensa personal y sobre todo... creo que es cierto que haría cualquier cosa por ti. Me da la impresión que es verdad lo que dice, que siente algo por ti.

- No... siente algo por Minato y yo sólo soy un farsante. Si me descubre...

- Intenta que no lo haga entonces – comentó Kakashi – pero aun así... si de verdad quiere ayudar, él podría indicarte cosas que sólo él parece conocer, podrías cambiar y...

- ¿Parecerme más a Minato Namikaze? – preguntó un poco triste de ver cómo todos parecían querer recuperar por completo a ese chico.

- No quería decir eso pero...

- Lo sé... tengo que desaparecer por completo o me descubrirán. Sólo... ser Minato. Aun así, es complicado encontrar su carácter por mucho que me expliquéis cómo actuaba.

- Lo estás haciendo bien.

Kakashi se levantó de la mesa recogiendo su plato y utensilios, sin embargo, Minato se quedó allí un poco más, jugando con el tenedor, moviendo la comida de un lado a otro mientras su mente se sumergía en sus pensamientos. No podía decir que se arrepentía de la decisión de convertirse en Minato Namikaze. Jiraiya había hecho tanto por él, sentía que se lo debía, pero por otro lado... la tristeza le inundaba al saber que debía dejar de ser él mismo, no podía seguir comportándose como era normalmente, debía ser más como el auténtico Minato o a la larga... le descubrirían.

El ruido de alguien tocando a la puerta le hizo despejar sus dudas. Ya estaba metido en eso y no podía echarse atrás. Todos creían que él era el auténtico y así debía seguir.

- Parece que ya ha llegado – comentó Kakashi intuyendo que sería Itachi.

- ¿Vas a irte?

- Creo que es mejor que entrenéis solos. No quiero involucrarme en esto. Es algo personal.

- Pero...

- Estaré en la habitación de al lado. Si ocurre algo, vendré enseguida.

- ¿Confías en él?

- Le he investigado, así que tranquilo, ¿vale? Sé de la familia que viene, es de lo mejor de Japón, créeme... con él estarás a salvo.

¡Sin palabras! Así se había quedado Minato, simplemente sin palabras. Confiaba en Kakashi, lo había hecho desde que le conoció, era el guardaespaldas de Jiraiya y ahora el suyo también. Si él decía que todo estaba en orden, es que lo estaba. Esperó pacientemente en la mesa a que Kakashi abriera la puerta. ¡Él tenía razón! Itachi estaba allí y venía a enseñarle defensa personal.

- Bienvenido, Itachi – comentó Kakashi – por favor, entra. Yo voy a irme a la habitación de al lado. Estaré leyendo por si me necesitáis.

- De acuerdo. Gracias por su confianza – hizo una reverencia Itachi, observando cómo Kakashi recogía uno de los libros de la mesilla y se retiraba de la estancia.

Itachi sonrió al ver que llevaba un libro erótico en sus manos, pero no dijo nada. Se limitó a esperar a que se marchase para poder quedarse a solas con Minato. Las clases de defensa personal llevarían su tiempo.

- Bueno... pues empecemos – sonrió Itachi quitándose la chaqueta para dejarla encima del respaldo del lujoso sofá.

- ¿Por dónde empezamos? – preguntó Minato entre ilusionado pero con timidez.

- Voy a enseñarte lo que me enseñaron a mí, aikido y kendo. Empezaremos por el aikido que es más complicado.

- ¿Cómo de complicado?

- Bastante, pero también es divertido – sonrió Itachi – aunque seguramente vas a tener bastantes agujetas. En la primera clase te enseñaré a coordinar movimientos, los desplazamientos y las palabras técnicas. Seguramente te costará bastante pillar las palancas para tumbar a tus rivales.

- Tiene pinta de difícil.

- El aikido combina la parte física de combate con la mental. Seguro que acabará gustándote y además... voy a ser tu profesor particular. Mínimo habrá que dar tres clases por semana, el aikido es una de las artes marciales más complicadas de aprender, pero te servirá mucho en el futuro, te lo aseguro.

- Practicaré todos los días, si a ti no te importa.

- Sería lo mejor – sonrió Itachi – si practicas diariamente, tu cuerpo se adaptará antes a los movimientos y los aprenderás con mayor facilidad. Ahora cámbiate, anda, ponte algo cómodo, yo también me cambiaré.

Minato caminó hacia la habitación para buscar una camiseta de manga corta y un pantalón deportivo corto, listo para ir a entrenar. Cuando salió de la habitación, se encontró con Itachi terminando de colocarse su pantalón corto, consiguiendo sacarle un leve sonrojo al verle de nuevo medio desnudo.

- Bien... acércate, vamos a empezar por el Zazen.

- ¿El Zazen?

- Sí, la meditación. Con ella calmamos los pensamientos, dejamos atrás el estrés del día y así podemos aprender las cosas – sonrió Itachi – es el arte de la guerra de los Samurái, créeme... que aprenderás a defenderte, sólo confía en mí, ¿vale?

- Vale.

Al ver las dudas en Minato, Itachi sonrió y decidió explicarle un poco más mientras veía cómo se sentaba en el suelo para empezar con la meditación.

- Después del Zazen, haremos estiramientos y fortalecimiento, de ahí pasaremos a las caídas, a aprender cómo rodar en el piso sin hacerte daño y luego... te enseñaré técnicas y habilidades de cerrar...

- ¿Meditación? – preguntó Minato con una sonrisa.

- Meditación – sonrió Itachi.

Itachi le explicó detalladamente cómo meditar, relajándole completamente hasta la etapa de los estiramientos. No fue hasta cuando empezó a enseñarle a ese chico los movimientos básicos, que vio realmente su potencial. Era cierto que las primeras clases de aikido eran duras, que solían salir agujetas y pese a que la gente se interesaba rápido, también era un arte difícil que costaba de pillar, pero aun así... ese chico parecía estar cogiéndolo bastante rápido pese a que seguía teniendo errores de posicionamiento.

- Ten cuidado con el juego de caderas – susurró Itachi a su espalda, cogiendo sus caderas para moverlas de la forma adecuada cuando Minato hacia el gesto que le había enseñado – en el aikido son importantes las caderas.

Minato giró el rostro ligeramente hacia atrás, quedando sus labios a escasos centímetros de los de Itachi, sin embargo, cuando estaba a punto de besarle, él susurró algo que le hizo abrir los ojos con rapidez y sorpresa.

- ¿Quién eres en realidad? – le susurró Itachi.

- ¿De qué hablas? – preguntó Minato sorprendido, pero Itachi cogió su muñeca con fuerza y se la enseñó.

- Minato tenía una cicatriz en la muñeca derecha, una muy pequeña, se la hice yo sin querer, con un tornillo que sobresalía de la puerta del baño donde íbamos a... tener relaciones. Un accidente. No tienes la cicatriz – le aclaró Itachi – así que volveré a preguntarlo... ¿Quién eres?

- Suéltame – le dijo Minato con rudeza.

- No hasta que me respondas – sonrió Itachi.

- Soy Minato Namikaze.

- Mientes – sonrió – y no me importa llamar a la policía y que verifique tu historia. ¿Prefieres que llame a la policía o me vas a contar qué ocurre?

Minato se vio pillado ahí. No podía meter a más gente en esto o le descubrirían. ¿Qué ocurriría si la gente supiera quién era él en realidad? ¿O qué había ocurrido con el auténtico Minato? No podía permitir eso, no por Jiraiya y su voto de confianza. Al ver cómo Itachi se movía hacia el teléfono soltándole, Minato se apresuró a cogerle la camiseta con fuerza e impedirle que lo cogiera.

- De acuerdo... te lo contaré. Te contaré lo que quieras, pero por favor... no digas nada de esto.

- Soy todo oídos.

- Yo... nací en un pequeño pueblo olvidado de Hokkaido. Ni siquiera fui a la escuela y... estaba perdido cuando Jiraiya me encontró. Había coincidido en que Minato había fallecido y mi parecido con él... hizo que Jiraiya tuviera la idea de que le ayudase. Él... no sobrevivió a ese accidente. Lo siento mucho – derramó una lágrima Minato, agarrándose con mayor fuerza a la camiseta de Itachi.

- ¿Cómo te llamas? – le preguntó Itachi elevando su rostro colocando dos dedos bajo su barbilla para poder observarle.

- Raiko – le aclaró – me llamo Raiko pero...

- Sí, sí... lo entiendo... Minato Namikaze – aclaró Itachi.

- ¿Vas... a delatarme? – preguntó Minato con serias dudas.

- Debería pero... por algún motivo me sigues atrayendo.

- No soy yo, es mi físico igual al del auténtico Minato.

- No es sólo eso, tienes algo que me atrae, una inocencia que me atrae incluso más que la figura o el recuerdo del auténtico Minato, tienes algo... que hace que me esté enamorando incluso más de ti de lo que lo estuve de él.

- No es cierto.

- Créeme... me estoy enamorando de ti – le dijo Itachi besándole con dulzura, agarrando su muñeca y acariciándola con suavidad con su pulgar – creo... que tengo una solución para que nadie se dé cuenta de la cicatriz.

- ¿En serio?

- ¿Te gustan los tatuajes? – preguntó sonriendo.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top