Capítulo 3: Las Vegas

Aviso importante: Lamentablemente me voy a ir tres semanas de viaje así que durante tres semanas no se publicará ningún capítulo, queda todo pausado hasta mi regreso de vacaciones. Me marcho el sábado día 28 de octubrey no regresaré hasta el domingo 19 de noviembre, lo que no sé es si ese domingo podré actualizar o no, dependerá de cómo llegue del viaje. Un saludo a todos.

Capítulo 3: Las Vegas

Cinco años después:

Desde el asiento trasero de la limusina, miraba su ajetreada agenda. Nunca antes había estado en Las Vegas y aunque quizá le habría gustado poder disfrutar de aquel lugar repleto de brillantes luces y de espectáculos a cada esquina, sabía muy bien que había venido por negocios.

- ¿Estás nervioso? – preguntó Kakashi a su lado.

- No, para nada – comentó Minato perdiendo la mirada en las luces de los casinos y los grandes hoteles que veía desde la ventanilla.

- Sabes que no hacía falta que vinieras.

- No iba a dejar a mi padre venir hasta aquí. Ya está mayor para esto – dijo con su tono de seriedad.

Kakashi no quiso entrar en más detalles, sabía de sobra cuánto había cambiado ese chico. Le habían educado, enseñado prácticamente todo lo que podían enseñarle, cómo comportarse, cómo trabajar, cómo valerse por sí mismo y todo eso... sólo consiguió una cosa, que perdiera parte de esa inocencia que tenía, que entendiese todo por lo que había pasado en su juventud y no quisiera cometer más errores en su vida, al menos... no los mismos. Ahora entendía demasiadas cosas que antes... tan sólo hacía que se dejase llevar por su instinto, su inocencia, su desconocimiento y juventud. Ahora pensaba con detalle cada movimiento y eso... le había hecho dejar de ser ese chico para convertirse en alguien meticuloso.

- Te gustará el hotel de tu padre – sonrió Kakashi intentando cambiarle de tema.

- Estoy convencido de ello – sonrió Minato girándose hacia él por primera vez.

- Tiene un buen spa en la última planta y el casino está en la primera planta. Te ha reservado la suite.

- Gracias, aunque me habría valido con una habitación normalita.

- No podía ser y lo sabes. Jiraiya sólo quiere lo mejor para ti y además, todos esperan verte como lo que eres...

- ¿Un niño rico que se aloja en suites? – preguntó Minato – sabes muy bien que no me gusta tirar el dinero y mientras yo ocupe esa habitación, otro cliente que podría dejar dinero no la ocupará.

- A tu padre no le preocupa eso, tiene dinero de sobra. Tú sólo... diviértete un poco mientras estés aquí en Las Vegas. Lo necesitas. Te has esforzado mucho estos cinco años y has dado un cambio radical.

- No he venido a disfrutar, sino a trabajar. Voy a descubrir lo que está pasando en ese casino y el motivo para que baje el rendimiento. Voy a investigar a todos – endureció la mirada – nadie le roba a mi padre y menos si puedo impedirlo.

Kakashi no volvió a pronunciar palabra alguna en el resto del viaje. Ya era tarde y tan sólo deseaba llegar al hotel y que ese chico descansase. Miró a Minato una vez más, absorto en las luces de la gran ciudad y sólo veía una cosa en él, decisión. Ese chico que había llegado siendo absolutamente nada, ahora estaba allí fingiendo ser quien no era, sin mirar atrás. Había trabajado más duro que nadie para aprender todo lo necesario y pese a que había intentado ser lo más independiente posible, tanto Kakashi como Jiraiya se habían negado a dejar que viniera solo.

- Ése es el hotel – comentó Kakashi - bienvenido al Venetian.

Minato abrió los ojos al ver la inmensidad del hotel. Había estudiado mucho y quizá no había tenido tiempo para viajar pero... todo el patio principal parecía realmente Venecia, la ciudad de los canales y las barcas.

- Tu padre conoció a su esposa en Venecia, ya lo sabes.

- Sí.

- Se enamoró de esa ciudad y trató de diseñar algo parecido.

- Es un hotel inmenso. Ni siquiera sé por dónde empezar.

- Por el principio – sonrió Kakashi – por favor, llévenos a la puerta principal – ordenó Kakashi al chófer.

- Como desee, señor.

El coche atravesó por la parte de atrás el gran complejo y cruzó hasta la entrada principal para dejarles allí. Kakashi fue el primero en bajar, asegurando el terreno y abriendo la puerta de Minato para que saliera. En cuanto el coche arrancó nuevamente para marcharse al aparcamiento, Minato echó un vistazo atrás, observando los canales llenos de barcas, las fuentes, los puentes idénticos a la gran ciudad de Venecia y a la gente que entraba y salía de las tiendas de alrededor, todas con permiso del hotel.

- Vamos allá. Debes estar cansado del viaje. Mañana puedes investigar el lugar – comentó Kakashi cogiendo las maletas, aunque Minato tomó el asa de la suya y caminó con ella hacia el recibidor.

Tan sólo sonrió, Kakashi sabía lo autosuficiente que intentaba ser ese chico. Odiaba tener que depender de los demás, seguramente por su trágico pasado, porque no quería tener que volver a ser salvado, quería ser capaz de valerse por sí mismo y él no pensaba quitarle esa faceta suya.

- ¿Cuántas habitaciones tiene? – preguntó Minato en susurro hacia Kakashi.

- Más de siete mil cien habitaciones y suites – le aclaró Kakashi – más el casino y las zonas de ocio, las piscinas y las tiendas adjuntas que pagan su comisión por estar aquí.

Minato caminó decidido hacia la recepción pero en cuanto llegó, ni siquiera tuvo que abrir la boca, todos allí parecían conocerle. Seguramente por la televisión o porque su padre ya había llamado informando que llegaría ese día para instalarse durante los próximos meses allí, hasta que todo el problema se aclarase.

- Buenos días, señor Namikaze – sonrió la recepcionista – su suite ya está lista. Última planta tal y como pidió. ¿Quiere que le subamos algo para cenar?

- ¿No es tarde para la cocina?

- La ciudad nunca duerme, señor – sonrió la recepcionista de nuevo.

- ¿Qué tal si nos deja la carta y le llamamos desde la habitación? – sugirió Kakashi.

- Por supuesto, tienen la carta en la mesa principal de la suite. Tan sólo marquen el número de la recepción si necesitan algo.

- Muchas gracias – agradeció Minato cogiendo las llaves.

No podía dejar de observarlo todo. Era cierto que se había estudiado los datos de memoria, sabía todo lo que había en el hotel pero no era lo mismo a verlo en vivo y en directo. Aquello era mucho más sorprendente, ni siquiera sus ojos sabían dónde mirar. El gran Hall con sus escaleras mecánicas que dividían la zona de hotel del casino, con sus techos pintados rememorando la etapa del renacimiento de Roma, todo era simplemente perfecto, cada detalle hacia que le transportase a la propia ciudad.

- Es imposible que el hotel vaya mal – comentó Minato hacia Kakashi.

- Eso mismo pensó tu padre – sonrió – pero desde Japón es complicado llevar un hotel tan grande como éste, necesitas socios, personal, mucha gente trabaja aquí y no puede llevar un control exhaustivo de todo. La administración suele salirse del buen camino cuando le das la mano y no lo supervisas de cerca. Mañana te presentaré al socio mayoritario de tu padre, hoy es tarde y seguramente se habrá ido ya a casa.

- De acuerdo.

***

Nunca antes había salido de Japón pero eso no le iba impedir ir a conocer mundo. Cinco años había estado soportando las expectativas que su padre había puesto sobre sus hombros, cinco años aguantando que le dijera lo que debía hacer o qué estudiar, con qué familias debería firmar ese contrato para su protección, porque eso eran ellos, Samuráis de la vieja escuela que ahora sólo eran los guardaespaldas más fieles de esos nobles adinerados.

Su padre era todo un héroe, protegía al Emperador, estaba en su guardia personal igual que su tío servía a una rica familia de empresarios, pero él... no... él quería otra cosa, él deseaba sólo a una persona a la que apenas conocía pero que necesitaba conocer antes de saber si era el indicado o no. Ese chico había vuelto de la muerte y no se lo explicaba, ese chico había estado cinco malditos años en su cabeza y por fin, tuvo información sobre él tras colarse con el pase de seguridad de su padre en los archivos del Estado. Había cogido un vuelo a Las Vegas, así que allí estaba él, dispuesto a encontrar a un adinerado que le tomase bajo su servicio. Su padre no se había negado pese a que no le gustaba la idea de que saliera de Japón.

- No hacía falta que vinieras – comentaba Itachi.

- Tonterías – sonreía Madara – no iba a perderme esta oportunidad para viajar fuera de Japón en mis vacaciones. Tú necesitabas un acompañante y yo... vacaciones.

- No he venido por vacaciones precisamente y lo sabes.

- Sé el motivo por el que has venido y puede que tu padre sea algo despistado para estas cosas, pero a mí no me engañas. Puede que él se trague el cuento de que vienes buscando un gran magnate que te pague un gran salario a cambio de tus servicios como guardaespaldas, pero... yo sé muy bien que es un chico. ¿Quién es?

- Minato Namikaze, hijo del propietario del hotel Venetian y el casino.

- Has lanzado alto – sonrió Madara – es el hotel más grande de Estados Unidos.

- Lo sé.

- Y aquí en Las Vegas ya sabes todo lo que hablan...

- No voy a meterme en un mundo mafioso si es lo que te preocupa – sonrió Itachi – ese chico...

- No lo conoces, no sabes en qué mundo vive ni cómo es.

- Pero lo averiguaré.

- Contéstame algo, Itachi... ¿Por qué ese chico? ¿Por qué tanto interés en él?

- Porque fue capaz de burlar a la muerte y no sé cómo narices lo hizo. Yo vi el accidente. Nadie habría sobrevivido a algo así, pero él está aquí y no lo entiendo.

Era cierto que había visto ese accidente, que no creyó jamás que alguien pudiera sobrevivir a algo como eso y, en cambio, ese chico estaba vivo. Necesitaba asegurarse de que era él, tenía que saber que estaba bien. Cinco años y seguía pensando en él, en esa fatídica noche.

Itachi entraba por la recepción del hotel junto a su tío, cuando en el ascensor del fondo observó ese cabello rubio al lado de un hombre adulto de cabello plateado que le daba al botón de subir. Una sonrisa se dibujó en su rostro. Al menos estaba allí, la información que había encontrado sobre él era cierta y por fin tendría la opción de acercarse a él. En Japón era imposible, nunca salía de su mansión y eso sólo le hacía sospechar aún más acerca de todo lo que rodeaba a ese chico. Todos lo achacaban a la rehabilitación que debería sufrir a causa del accidente, una rehabilitación que le imposibilitaba salir de la casa.

Le encantaría decir que la gente mentía, pero la verdad, era que parecía una información bastante creíble. Si él mismo no hubiera presenciado ese accidente, quizá pensase que no era cierto, pero tras verlo... no podía negar que la rehabilitación de aquello debió haber sido dura.

- ¿Es ése? – preguntó Madara al ver cómo su sobrino estaba absorto en las puertas del ascensor que se cerraban.

- Sí – comentó Itachi – no ha cambiado nada – sonrió tras haber visto que seguía manteniendo ese rostro angelical, ese cabello rubio característico y sus ojos tan azules como los recordaba.

- Es atractivo.

- Lo es.

- Y jovencito. Podría ser un niño de papá.

- Supongo que tendré que averiguarlo.

Mientras su sobrino iba hacia la recepción para pedir su suite, Madara observaba aquel ascensor con las puertas ya cerradas. A él no se le escapaba en absoluto que entre esos dos había algo más que su sobrino no le contaba. Nadie estaba tan obsesionado durante cinco años con un chico al que no conocía, pero también sabía que su sobrino siempre había sido todo corazón pese a lo orgulloso y altanero que podía llegar a ser en algunas ocasiones. Simplemente, sonrió, porque no sabía hasta dónde conduciría todo esto, pero una cosa estaba clara... él iba a pasárselo en grande en la piscina mientras su sobrino perseguía a ese rubio.

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