Capítulo 17: Tokio
Llevaba horas al teléfono hablando con su amigo y tecleando cosas que no entendía, pero eso no era lo peor... sino los días que llevaban enfrascados en eso mientras la policía seguía buscando a los autores del intento de secuestro. Itachi seguía pensando que si encontraba las cuentas, podría ver la transacción con la que Kabuto habría pagado a esos sujetos que había tratado de secuestrar a su chico.
Minato no podía entender nada de lo que hablaban por teléfono, aunque suponía que le estaría pasando algunos códigos por la rapidez con la que tecleaba para colarse en las cuentas. Seguramente querría hacerse con el control de la página y rondar a sus anchas por ella. Lo único que entendió de aquella larga conversación informática, fueron las palabras "sí, aquí las veo". Aquello hizo que Minato se pusiera alerta, creyendo que finalmente Itachi había dado con algo gracias a las instrucciones de su amigo, que seguramente, también estaría hackeando la misma página desde su ordenador.
- Minato, pásame ese USB de ahí – le comentó Itachi sin apartar la vista de la pantalla del ordenador.
Minato miró por la mesa que le indicaba ese moreno con la mano y buscó entre los papeles que había sobre ella el USB del que hablaba. Tardó un poco en encontrarlo, bajo un montón de documentos con los que Itachi había estado trabajando anteriormente. No había dejado ni un solo libro de contabilidad sin revisar y ahora parecía tener los datos que tanto buscaba.
Le acercó el USB, fijándose en cómo Itachi desplazaba su mano hacia él sin siquiera mirarle. ¡Estaba concentrado! Y pocas veces lo veía así, al menos cuando estaban juntos. Por eso mismo, decidió dejar el USB en su palma y mantener el silencio. Fue entonces cuando vio el tatuaje de Itachi en su muñeca. Había estado tan inmerso en su dolor y mirando los ojos de aquel chico mientras se hacía el suyo, que nunca preguntó ni observó lo que él se había hecho. ¡Un pez Koi! Típico de Japón.
Itachi, al ver que se había quedado paralizado, decidió dar por finalizada la llamada con Shisui viendo ya los datos que necesitaba en pantalla, cerrando los dedos entorno al USB y a los dedos de Minato para atraerle hacia él y sentarle sobre sus piernas una vez más. Eso provocó un sonrojo instantáneo en el rubio.
- Siempre me haces esto – susurró Minato.
- Porque no te sentarías si te lo pidiera – sonrió Itachi.
- Estabas concentrado.
- Sólo tengo que pasar los datos y mandarlos a la policía. Luego pondremos la denuncia contra Kabuto.
- ¿Lo tienes todo? – se sorprendió Minato.
- Sí. Todas sus transacciones, hasta el dinero que pagó por intentar secuestrarte. De hecho... hasta está la transacción del día en que el auténtico Minato murió, justo un día antes de que tuviera el accidente. Sólo tengo que poner esto en manos de la policía y ellos harán el resto. ¿Qué más te preocupa?
- Que mi ex novio pueda aparecer y complicarme la vida de nuevo – suspiró algo agobiado.
- De eso... me ocuparé yo. Tú sólo olvídate de él – le sonrió Itachi.
- ¿Por qué te has hecho ese tatuaje? Bueno... sé que es muy típico en Japón pero...
- El pez Koi significa la fuerza, la determinación, la lucha y la capacidad de seguir adelante. Además... el estanque de tu casa en Tokio está lleno de estos peces, sé que te gustan – sonrió como si esa fuera la única explicación que hubiera pensado cuando realmente se hizo el tatuaje.
- No hay solución contigo – se quejó Minato, aunque luego sonrió al ver que lo había hecho como clara referencia a él – me relaja verlos – le explicó Minato finalmente – supongo que también me relaja estar contigo, siempre estás sosegado y me ayudas con los problemas que vienen a mi mente, es como si tuvieras todo bajo control y eso hace que me relaje.
- Conmigo siempre podrás relajarte – le sonrió Itachi –. Voy a terminar esto y podremos recoger para marcharnos a Tokio de nuevo.
- Vale. Déjame al menos pedir el desayuno mientras acabas esto.
- Sólo pedirlo – le agregó Itachi – yo abriré la puerta.
Aquello hizo sonreír a Minato, todavía fijo en lo poco que ahora podía ver del tatuaje de Itachi con su mano fuertemente aprisionada a su cintura. Era más como si no quisiera ni soltarle, hasta el punto, que le trajo el teléfono con la mano libre hasta donde él estaba. Desde luego, se estaba enamorando de él. ¡No! ¡Ya lo estaba!
Mientras Itachi terminaba de copiar las cosas y mandar la documentación encontrada por correo al jefe de la policía de la ciudad, Minato aprovechó para mandar pedir el desayuno a la habitación.
Cuando tocaron a la puerta, fue Itachi el primero en bloquear a Minato para que no pudiera ir, aunque sí le obligó a levantarse para poder ir él a la puerta. Le ordenó esperar al fondo y cogió la pistola de uno de los cajones mirando primero por la mirilla de la puerta. No quería más sorpresas inesperadas. Al ver ese cabello tan extraño, sonrió y abrió la puerta dejando entrar a las tres personas con sus maletas a cuestas.
Kakashi se quedó helado al ver el vendaje en el hombro de Itachi, dándose cuenta al instante de que algo había ocurrido en su ausencia. Frente a él también estaba Orochimaru y un hombre al que no conocía pero que su semblante era tan similar al de Minato, que intuyó que sería su padre. No le quedó ninguna duda cuando se presentó.
- ¿Itachi Uchiha? Encantado de conocerte, soy Jiraiya Namikaze, el padre de Minato. Me han hablado mucho de ti, aunque creo... que ahora somos nosotros los que tenemos que daros algunas explicaciones – sonrió el hombre.
Aquello le dio a entender a Itachi, que estaban allí no solo por negocios o por placer, sino que habían venido a desvelar todo lo que estaba ocurriendo. Miró instintivamente hacia Minato que se levantaba ahora al escuchar la voz de Jiraiya.
- Encantado – fue lo único que dijo Itachi – por favor... pasad. No os quedéis en la puerta.
El primero en entrar fue Jiraiya, pidiendo permiso de forma muy educada y un perfecto japonés. Detrás de él, Orochimaru, en silencio pero haciendo una reverencia a modo de saludo y por último, Kakashi, quien se quedó unos instantes mirando el vendaje de Itachi.
- ¿Problemas? – le preguntó.
- Sólo uno, pero está solucionado – le comentó.
- ¿Distracciones?
- Dejémoslo en que tenías razón. No es bueno mezclar el placer con el trabajo.
Kakashi le lanzó una mirada de esas que le indicaban un claro "te lo dije", aunque no quiso invadir más ese tema. Parecía haber aprendido la lección. Era un chico inteligente que consideraba barajar siempre todas las opciones posibles.
- Luego... tenemos que hablar – comentó Itachi.
- Me imagino lo que será – sonrió el guardaespaldas – buscaré a alguien para su vigilancia.
- Yo... tengo a la persona idónea para el empleo si es que admites sugerencias. Es un amigo de la infancia, se llama Shisui Uchiha y es uno de los mejores, incluso más de lo que yo soy. Sería perfecto para ser el guardaespaldas de Minato. Será más objetivo que yo.
- Lo investigaré y lo tendré en cuenta – colocó Kakashi su mano sobre el hombro del chico – no te preocupes. Sé que para ti es más importante estar con él. Aunque será difícil reemplazarte – le sonrió, dando ánimos a ese chico.
Cerró la puerta en cuanto Kakashi estuvo dentro y se dispuso a sentarse junto al resto para seguir la conversación, pese a que intuía el motivo por el que todos estaban allí. Minato era el único que aún no sabía la verdad de todo aquello, la verdad sobre su pasado. Había sido un viaje largo y seguramente agotador para Jiraiya, pero se notaba el cariño que le procesaba a su hijo para venir hasta aquí a contarle todo en persona en vez de hacerlo por teléfono.
- Jiraiya... - se sorprendió Minato – no deberías estar aquí, tu estado de salud no es bueno para viajar, los médicos dicen...
- Los médicos dicen muchas cosas – sonrió Jiraiya – pero quería venir a ver a mi hijo y además... tengo asuntos que tratar aquí.
- Yo puedo tratar tus asuntos aquí, te prometí que lo haría.
- Y lo has hecho muy bien, pero tenemos que hablar de algunas cosas – le dijo acariciando su mejilla con una de sus temblorosas manos.
Minato enseguida le prestó un asiento. Se notaba que el viaje le había causado problemas a su ya mal estado de salud. Estaba preocupado por él, pero Itachi se mantuvo al margen, apoyando su espalda contra una de las columnas y permaneciendo en pie.
- Tenemos que hablar de algunas cosas importantes, Minato – empezó Jiraiya tomando asiento donde su hijo le había ofrecido.
- Claro. ¿Qué ocurre?
Jiraiya sonrió, algo que le pareció extraño a Minato. Sí le había visto sonreír más veces, pero no como aquella. Estaba muy raro y no dejaba de mirarle o tocarle la cara o los hombros. Fue entonces, cuando vio aquellas lágrimas traicioneras saliendo de sus ojos antes de recibir el abrazo más familiar que jamás había recibido.
- Mi niño – escuchó que susurraba Jiraiya.
- Jiraiya... yo... creo que te confundes – intentó explicarle Minato sin decir las palabras, puesto que para Orochimaru, él seguía siendo su hijo.
- Hace muchos años, Minato, yo estuve casado con la mujer más maravillosa del mundo, o eso creía – empezó a relatar su historia mientras se separaba de su hijo para poder mirarle a los ojos – pero no estábamos hechos el uno para el otro. Tuvimos problemas en el matrimonio y decidió dejarme. Embarazada como estaba, se marchó de la mansión intentando alejar a mi hijo de mí, así que contraté a los mejores investigadores para que dieran con ella. Conseguí encontrarla cuando estaba de parto en un pequeño hospital de un pueblo perdido. Supongo que obré mal. Estaba muy enfadado con ella y me llevé al niño conmigo. Nunca supe que eran gemelos, nunca supe que el primero había nacido y la enfermera se lo había llevado para limpiarlo. Sólo... me llevé al que vi. Lo siento mucho, Minato, sé que no debí hacer nada como aquello, actué mal y aun así... no fui capaz de darme cuenta de que tú existías. Te dejé pasar por esa miserable vida, ella sólo quería vengarse de mí y lo pagó contigo – dijo llorando desconsoladamente – lo lamento mucho. Siempre dije que a mi primer hijo le llamaría Minato, así que... por derecho, ése debió ser siempre tu nombre.
¡Absorto! Así se había quedado. Era cierto que no podía entender la magnitud de la decisión de "su padre". Entendía que estaba mal haberse llevado al niño, que quizá debieron hablar ambos, pero... también sabía lo que era vivir con su madre y que ella jamás entraría en razón. Por eso mismo él se había fugado de casa. No sabía cómo sentirse y las lágrimas resbalaron de sus ojos sin saber muy bien el motivo. Estaba confuso, no sabía si alegrarse por tener un padre o entristecerse por toda la verdad que ahora salía a la luz. Estaba enfadado y a la vez alegre, era todo extraño y entonces... miró a Itachi, tan sereno como siempre contra la columna.
- ¿Lo sabías?
- Sólo que eras su hijo legítimo – comentó – me lo dijeron antes de que se marchase Kakashi. Lo siento, no podía decirte nada al respecto.
- ¿Por eso siempre me decías que fuera tal y como yo era en vez de imitar a... "mi hermano"? – preguntó Minato.
- Supongo. Tú eres diferente Minato, eres especial, lo eres para mí. Sabes que te quiero con locura y que ya no puedo ser tu guardaespaldas, no soy objetivo contigo – sonrió Itachi – pero siempre voy a estar de tu lado. No me interesa tu fortuna, ni la de tu padre, sólo... quiero estar contigo.
- Perdóname – sollozaba aún Jiraiya frente a su hijo, cogiendo sus manos y agachando el rostro hasta tocar con su frente el dorso de las manos del menor.
- No tengo nada que perdonarte – le dijo Minato finalmente – eres mi padre y hasta sin saber que era tu hijo... me acogiste, me diste una educación y me criaste, me ayudaste cuando nadie más lo hizo. Te debo mucho.
- No debiste pasar por todo aquello, es mi culpa.
- Son las circunstancias del destino – le comentó Minato – tengo un padre, nunca creí encontrarlo pero lo tengo y estoy agradecido de ello. Tú me salvaste.
- Era tarde.
- No lo era – sonrió Minato pese a las lágrimas que aún salían de sus ojos – hoy estoy aquí porque tú me ayudaste aquel día. Estoy feliz de haberte encontrado o de que al final... tú me encontrases a mí.
Al ver tan afligido a su padre. Minato se sentó a su lado y trató de reconfortarle con un gran abrazo. En ese momento, era lo único que se le ocurría para poder tranquilizarle.
***
Tokio, una semana después:
- Itachi... vamos a llegar tarde – se escuchaba a Minato por la mansión, aunque todo estaba en silencio.
- Joven Namikaze, el señor Itachi y su guardaespaldas han salido. Me dijeron que llegarían a tiempo para recogerle – comentó el mayordomo de la mansión.
- ¿Será posible? – preguntó Minato – llegaremos tarde a la exposición.
- Seguro que ya están llegando.
Iba a volver a subir los dos peldaños de la escalera hacia su cuarto, cuando escuchó que la puerta principal se abría, dejando ver tanto a su novio como a Shisui, su nuevo guardaespaldas.
- ¿Estás listo? – preguntó Itachi al verle allí.
- Sí – dijo Minato - ¿Dónde estabas?
- En ningún lugar importante. Sólo tenía que terminar un pequeño asunto antes de que me ceses por completo del cargo de tu guardaespaldas.
- Ya te he cesado de ese trabajo – sonrió Minato, llegando hasta él para poder besarle.
- Entonces para que no me ceses como novio. En serio, era una tontería. ¿Nos vamos a la exposición? Todos esperan verte allí.
- Sí. Vamos.
- Prepararé el vehículo – comentó Shisui, aunque Minato vio esa mirada cómplice entre ambos.
- Sabes que te quiero, ¿verdad? – sonrió Itachi, tomando a Minato de la cintura para acercar sus labios a los del rubio.
- Yo también te amo. Pero deja la zalamería para después o llegaremos tarde – sonrió el rubio, tocando con las yemas de sus dedos ese pez que tenía tatuado en la muñeca – estemos solo un rato y luego volvamos pronto a casa. Quiero pasar la noche contigo.
- Me parece un buen plan – sonrió Itachi antes de besarle una vez más.
Unas horas antes:
- ¿Estás seguro que es aquí? – preguntó Itachi.
- Lo he investigado como me pediste. Ésta es la dirección – dijo Shisui aparcando en un viejo y oscuro callejón.
- De acuerdo. Acabemos con esto cuando antes.
Ambos chicos bajaron del vehículo para dirigirse al maletero. Un coche venía con las luces encendidas y reduciendo la velocidad al verles. De aquel elegante vehículo, aparecieron unos hombres de elegantes trajes. Uno de ellos abrió la puerta trasera, dejando ver a aquel mafioso que movía la droga por el barrio.
- Dejémonos de formalidades – comentó el hombre al ver que uno de los chicos intentaba hablar, seguramente para presentarse o saludar - ¿Tenéis lo que estoy buscando?
- Por supuesto – sonrió Itachi antes de que Shisui abriera el maletero dejando ver a ese chico atado y amordazado.
- ¿Dónde habéis encontrado a este perro? – preguntó con una sonrisa, viendo la cara de terror del ex novio de Minato.
- En Las Vegas – sonrió Itachi - ¿Cerramos el trato?
- Por supuesto. Nadie volverá a meterse en vuestro camino ni en el de ese chico. Sólo queríamos a este bastardo. Ha sido un placer hacer negocios con vosotros.
¿Bien o mal? Para Itachi era algo incorrecto, pero también era algo necesario para asegurarse de que el pasado de Minato jamás volvería a él. Se deshacía de sus perseguidores y también de su ex novio, era el plan perfecto.
- ¿Sigues dudando? – preguntó Shisui.
- Sé que tenía que hacerlo para que Minato pueda estar a salvo, pero...
- Pero el desgraciado se lo merecía, Itachi.
- Yo no soy quién para juzgar a nadie y lo sabes.
- A veces la justicia... necesita un poco de ayuda – le comentó Shisui apoyándose sobre el maletero ya cerrado – y ese tipo vendió a Minato por su deuda. Lo más lógico... es que él pague su propia deuda sin meter a los demás.
- Lo sé, pero aun así... no es correcto.
- ¿Quieres pagar tú su deuda?
- Ya lo he hecho – sonrió Itachi – pero no le vendrá mal que le den un susto. Ese tipo aún no lo sabe y será un buen escarmiento para que no vuelva a acercarse a Minato.
- Y tan cortés que parecías con él cuando te lo cruzabas... tienes una mente peligrosa, Itachi.
- Nadie va a ponerle un dedo encima a Minato.
- Ya no eres su guardaespaldas.
- No... ése eres tú y te he cedido su protección, pero soy su novio y no dejaré jamás que nadie le haga daño.
- Lo sé. Eres un terco – sonrió Shisui – ahora vayámonos o llegarás tarde a recogerle para la exposición.
Fin
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