Prólogo
Era un día normal como cualquier otro que vivía la familia Kopelioff o bueno lo que quedaba de ella, ya que sus padres se habían separado hace más de dos años, ahora él vivía en Londres junto a su nueva esposa.
Su madre era llamada la señora Bernasconi desde hace un mes, que había contraído matrimonio con Marlon. Estaban pasando un sábado en familia, su ahora padrastro mantenía buena relación con ellos y siempre se interesaba por sus asuntos.
Gastón y Carolina se encontraban riendo de los chistes de su padrastro. Se estaban divirtiendo tanto que se les había olvidado que saldrían con sus amigos a un bar dentro de unos minutos.
— ¿No iban a ir a bailar? —les preguntó Marlon, inmediatamente el mayor de los Kopelioff miro su reloj, menos de cuarenta minutos faltaban.
— Se nos hace tarde, tenemos que cambiarnos —dijo mirando hacia donde su hermana. Ellos eran muy unidos, compartían amistades y casi siempre asistían juntos a los mismos lugares.
— Tenemos que irnos —Carolina miro a su padrastro, no quería dejarlos después del grandioso día que estaban pasando.
— Vayan tranquilos, tengan cuidado —miro a ambos, ellos asintieron y comenzaron a caminar hasta sus habitaciones.
Después de varios minutos cada uno iba llegando a la sala, ya listos y justo a tiempo para irse.
— Ya nos vamos —dijeron a su madre y Marlon, se acercaron hasta ellos, despidiéndose de ambos con un abrazo y beso.
— Tengan cuidado —dijo su madre con ternura. Siempre que ellos salían les decía las mismas palabras. Asintieron y salieron de la casa, subieron al auto de Gastón y en segundos ya estaban en marcha rumbo al bar que se había convertido en su favorito desde hace unos meses.
Sus amigos ya los estaban esperando, el lugar estaba repleto de personas bailando, bebiendo o haciendo el intento de conversar. Se acercaron a ellos y saludaron a cada uno.
— Estás hermosa —dijo una rubia de ojos azules, Carolina sonrió ante lo dicho por su amiga.
— Tú también —afirmó con una sonrisa. —Me encanta ese vestido negro —agregó admirando el entallado y corto vestido de su amiga.
Pasaron las próximas horas conversando, bailando sin parar entre todos ellos y uno que otro chico que se acercaba a querer hacerles compañía. Carolina había terminado su bebida, fue hasta la barra por otra sin saber que ese, sería su peor error.
No necesitó decir que deseaba, está ya era la cuarta vez que se acercaba a pedir lo mismo, sonrió con dulzura cuando el chico se la entrego, se dio la vuelta y en ese momento todo cambio.
En su rostro cayó un líquido, en específico un ácido, muy potente y peligroso.
— ¡Ah! —los gritos de Carolina se comenzaron a escuchar por todo el bar, la bebida cayó al suelo esparciéndose por todo el lugar, los que estaban cerca comenzaron a ver qué ocurría. —¡Mi cara!
Inmediatamente sus amigos y Gastón se acercaron a ver qué pasaba, dándose cuenta de quien se trataba.
Gastón no sabía que hacer, su hermana se agarraba la cara sin abrir los ojos. Sus gritos cada vez eran más fuertes, con más dolor. Carolina gritaba una y otra vez que no aguantaba su rostro.
Valentina con manos temblorosas marco a emergencias, no podía dejar que le pasará algo más grave a su amiga.
— ¡No aguanto! —gritaba Carolina entre llantos, el ácido estaba haciendo su más fuerte poder sobre su piel sensible. —¡Mi cara! —repetía una y otra vez entre llantos.
Esos gritos hicieron que Gastón reaccionará, miro en todas las direcciones tratando de descifrar como había ocurrido ese hecho.
Se acercó a Carolina tratando de calmarla, diciéndole que ya estaban por llegar los de urgencia.
— ¿Alguien sabe que le paso? —pregunto mirando a todos. Unos negaban y otros no dejaban de ver con dolor a Carolina, sus gritos aún se escuchaban, aunque sus amigos estaban junto a ella.
— Una chica se lo hecho cuando ella venía de la barra de bebidas —respondió rápidamente un chico.
— ¿Viste bien cómo era? —el chico asintió repetidas veces, él había visto claramente que con todas las intenciones lo había hecho esa chica.
Gastón quería seguir preguntando, pero los de urgencia llegaron, se acercó tratando de ayudar, colocaron a Carolina en una camilla y comenzaron a salir de ese lugar.
Él iba detrás de ellos, pero justo a tiempo recordó de su pequeña investigación. Se regreso rápidamente hacia ese chico.
— Tienes que decirme todo, deja con uno de ellos —señaló hacia uno de sus amigos. —tu número, te llamare —el chico asintió.
Gastón corriendo fue hacia donde su hermana, tenía que avisarle a su madre y no sabía como se lo tomaría.
Ese día no debía terminar de esa manera, no justamente su hermana.
Se repitió muchas veces que no debió dejarla sola, se repitió tantas veces que tenía que cuidarla como habían dicho su madre y Marlon. Se lo repitió tantas veces hasta que llegaron al hospital.
☆☆☆
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