7. Destrozada
Agustín subió rápidamente las escaleras, nada ni nadie podía detenerlo para hablar con Carolina. Se detuvo frente a su puerta, no se escuchaba ningún ruido, puro silencio como siempre. Elevó su mano y antes de echarse para atrás, tocó la puerta.
Carolina, estaba junto a su ventana observando el jardín cuando miró rápidamente hacia su puerta, seguían tocando, se acercó sin contestar, sabía que no era Marlon, mucho menos su madre, ambos trabajaban.
Agustín al no recibir respuesta, se acercó más a la puerta, decidió hablar aunque ella no contestará.
— Hola —dijo con voz suave, se dejó caer sentándose junto a la puerta. — Soy Agustín, creó que ya sabes quien soy —Carolina al escuchar su voz se acercó más a la puerta. No podía creer que él estuviera a tan pocos centímetros de distancia.
— Espero que me estés escuchando, me gustaría conocerte, compartir tiempo contigo —Carolina suspiró, sentía que en cualquier momento se quebraría, justo ese día no necesitaba mucho para llorar, en especial por el mensaje que recibió. —Te he visto en algunas fotografías, eres hermosa, aunque no lo creas y estoy seguro que lo sigues siendo, a pesar de tus quemaduras —eso fue suficiente para que ella comenzara a llorar.
Lentamente se fue dejando caer hasta el suelo, una vez en el suelo colocó su cabeza entre sus piernas, lágrimas salían sin control. Las palabras de Agustín se repetían una y otra vez en su cabeza, el saber que él pensaba eso de ella, la hacía sentir mil cosas, pero era más fuerte la burbuja en la que vivía, no podía salir y decirle que pasara.
— Carolina, se que me escuchas, realmente no se porque tengo tanto deseo de ayudarte, se muy poco de ti, pero hay algo que me impulsa a sacarte de esa oscuridad —decía Agustín viendo un punto fijo del pasillo de su casa. Ella observó su habitación, oscura, diferente a lo que era antes.
— No puedo, Agustín —dijo en voz baja, demasiado, nisiquiera ella misma se había escuchado.
— No dejes que esa burbuja en la que estas te siga consumiendo, fuera de esas cuatro paredes hay mejores cosas, hay personas que serían felices disfrutando de tu compañía —las lágrimas de ella cada vez eran más, era demasiado lo que Agustín le estaba diciendo. No quería seguir escuchandolo, quería que se fuera, que dejará de decir todo eso que la lastimaba.
— Sólo quiero ayudarte, estoy a una puerta de tu habitación, el día que quieras estaré aquí —dijo Agustín poniendose de pie, comenzó a caminar hasta su habitación, sabía que no recibiría respuesta.
Al estar dentro de su habitación se dejó caer en su cama. Sólo esperaba que ella no lo tomará a mal, su deseo por ayudarla era más fuerte que cualquier cosa. Se colocó sus auriculares con música fuerte, hasta no escuchar lo que sucedía a su alrededor.
Carolina, siguió llorando, se abrazó a si misma, seguía en el suelo. Las palabras de Agustín se repetían una y otra vez, muy claras como si él las estuviera diciendo nuevamente. Pasaron minutos y ella seguía igual, cada vez más palabras, más recuerdos llegaban a su mente, ese momento donde esa chica le arrojó el ácido regresó a ella.
Los gritos, el dolor que sintió, el momento en el que estaba en el hospital, cuando pasó días en ese lugar, las vendas en su rostro, cuando se las quitaron y se vio al espejo, cuando se dio cuenta que ese ya no era su rostro, cuando le hicieron la operación, las esperanzas que tenía que todo saliera bien, pero no, ese ácido le había hecho tanto daño, que a penas pudieron quitar algunas quemaduras, todos esos recuerdos estaban siendo tan reales, como si los estuviera viviendo. Se puso de pie y con los ojos llenos de lágrimas, comenzó a derrumbar las cosas que habían en su habitación.
— ¿¡Por qué a mi!? —gritaba sin importarle que la escucharán. Las almohadas comenzaron a dar por toda la habitación, las sabanas de la cama caían por cualquier lado.
— ¡Yo no tenía la culpa! —gritó con tanta fuerza entre llantos. Más cosas caían por todas partes, su habitación estaba quedando destrozada, pero no más como ella se sentía.
— ¡Maldita la hora en que me crucé en tu camino! —gritó nuevamente agarrando su cuaderno donde escribía, lo miró y lo tiró detrás de la cama, ese cuaderno guardaba todo lo que ella había sentido y seguía sintiendo.
Su llanto cada vez era más fuerte, se acercó a un espejo y se observó, miraba cada detalle de su rostro, sólo en el lado derecho tenía una parte sin tantas quemaduras, que fue donde no le cayó mucho ácido y la operación hizo mejores resultados, aunque no como debía. No apartaba la mirada de su rostro, tenía demasiadas quemaduras, en la parte derecha de su labio tenía una pequeña quemadura y por suerte sus ojos no habían sufrido daño, aunque no se explicaba como no había quedado ciega, en la parte izquierda las quemaduras llegaban hasta una pequeña parte del cuello. Llevo una de sus manos y tocó su rostro, las lágrimas no dejaban de caer.
— Esto es lo que eres, Carolina —se dijo en un tono de voz fuerte. Pasaban los minutos y no dejaba de mirarse detenidamente, mientras se repetía lo mismo, eso es lo que ella era, lo que se reflejaba en ese espejo. Era una chica con el rostro completamente con quemaduras.
— ¡Te odio! —gritó con todas sus fuerzas, en un impulso rompió el espejo, haciendo que Mirtha, quien iba por el pasillo se alarmara, eso había confirmado que los ruidos venían de la habitación de Carolina.
Rápidamente abrió la habitación, llevando una mano a su boca, todo estaba hecho un desastre, busco con la mirada a Carolina, al verla corrió hacia ella, los vidrios estaban por todas partes, y su mano sangraba.
Carolina lloraba sin controlarse, se estaba repitiendo otra vez esa situación.
— Mi niña, ¿por que estas así? —decía Mirtha tratando de acercarse a ella.
Al colocar su mano en el hombro de Carolina, ella se alejó y se dejó caer al suelo, seguía llorando haciendo que a su nana se le partiera el alma. No la podía dejar así, aunque ella no quisiera la ayudaría.
Se acercó evitando lastimarse con los vidrios, se dejó caer junto a Carolina y de la manera más tierna le agarró la mano.
— Déjame curarte, aunque no me digas que te sucedió —ella no dijo nada, sólo bajo la mirada y su llanto comenzó a disminuir, su pecho subía y bajaba, sólo tenían que pasar minutos para que se calmara.
Mirtha se puso de pie, y salió de la habitación, al salir lágrimas cayeron por su rostro. Agustín salió de su habitación, al verla se acercó preocupado, más porque estaba fuera de la habitación de Carolina.
— ¿Que pasa, Mirtha? —preguntó aún más preocupado al ver sus lágrimas.
— Carolina... —dijo con dolor. —Tuvo una crisis, no se que pasó, escuche ruidos y subí para ver que pasaba, cuando comprobé que venían de su habitación, vi todo destrozado, ella llora sin parar. Tiene la mano cortada —dijo llorando, haciendo que Agustín se sintiera culpable, él tan sólo quería que ella se diera cuenta que no estaba bien la manera en que está viviendo.
— ¿Ella... se cortó? —preguntó con dificultad.
— Rompió un espejo. Tengo que ir por el botiquín —dijo comenzando a caminar.
— Voy yo, tú ve con ella —dijo Agustín bajando rápidamente las escaleras.
En segundos agarró el botiquín y volvió a subir, tocó la puerta, por más que estuviera mal ella, sabía que no podía entrar sin su permiso, más cuando después de lo que le dijo sucedió todo eso.
Mirtha fue a abrir la puerta, agarrando el botiquín.
— ¿Ya está mejor? —preguntó, Agustín tratando de ver dentro de la habitación. Mirtha negó, ella seguía en el suelo llorando sin decir una palabra. —¿Puedo entrar? —hizo una pregunta nuevamente temeroso.
— Déjame curar la herida —dijo ella viendo hacia dentro de la habitación. Él asintió y se sentó en el pasillo, esperaría lo que fuera necesario.
Mirtha se acercó nuevamente a Carolina, su llanto cada vez disminuía más, tomo la mano lastimada y comenzó a curarla, con mucho cuidado. Ella no mostraba ni una mueca de dolor, estaba sumergida en sus pensamientos.
Eres y sigues siendo hermosa.
Eso se seguía repitiendo en su mente. ¿Como podía decir eso? La había visto, pero cuando tenía su rostro perfecto.
Nada tiene porque cambiar.
Fue una de las cosas que le dijo Ruggero, antes que ella lo sacará de su vida.
Perdón, Carolina.
El rostro de Gastón con lágrimas cayendo, mientras le decía eso, repitiéndolo más de una vez.
Las lágrimas seguían cayendo, en lugar de seguir parando estaban aumentaban nuevamente, aunque su llanto estaba siendo silencioso.
— ¿Me dirás que sucedió? —preguntó Mirtha al terminar de vendar su mano. —Hace mucho no pasaba —ella negó repetidas veces, nadie la haría hablar. —Agustín quiere verte.
Carolina elevó la mirada, aún no estaba lista para verlo, no cuando todo lo que él le decía en alguna manera era cierto.
— No quiero —dijo en voz alta. Miró su habitación, todo estaba dado vueltas. Cerró sus ojos tratando de calmarse.
— Te arreglare la habitación de Gastón —ella asintió, no podía dormir en ese lugar.
Su nana recogió las cosas que utilizó para curarla, al salir de la habitación, Agustín se puso de pie, viendo a Mirtha, esperando que le dijera que ya podía entrar.
— Ella no quiere —fue lo único que dijo y comenzó a caminar hasta las escaleras, bajo cada una de ellas dirigiéndose al cuarto de limpieza, agarró lo necesario y volvió a subir.
Agustín seguía en el mismo lugar, sin querer moverse, tenía miedo que ella comenzará a destrozar todo, de nuevo.
— ¿Le avisaste a Sonia y mi papá? —preguntó Agustín siguiéndola hasta el cuarto de Gastón, era la primera vez que entraba, una habitación de paredes azul oscuro, algunos póster en las paredes y lo demás ordenado, muy parecida a su habitación.
— Ya estaba por llegar, aunque Sonia, no creo que la vaya a ver —dijo mientras comenzaba a arreglar la cama, Agustín asintió y salio de la habitación, comenzó a caminar hasta la primera planta. Esperaría que llegara su padre o Sonia.
Los minutos pasaban y Agustín no dejaba de ver hacia la puerta, estaba demasiado impaciente. Al escuchar el cerrajero, se puso de pie y se acercó, ambos iban llegando. Ellos al ver el rostro preocupado de Agustín se acercaron rápidamente.
— ¿Qué sucede? —preguntó su padre frunciendo el entrecejo.
— Carolina tuvo una crisis —dijo mirándolos a ambos. Sonia en segundos observó a Marlon, él aún no le decía que Agustín ya sabia la verdad.
— ¿Cómo sabes de Carolina? —preguntó con cierto enojo. Agustín no entendía su actitud. Por un momento pensó que reaccionaria diferente.
— Yo se lo dije o termine de confirmar —dijo, Marlon, dirigiéndose a su esposa, estaba molesto. —¿Que le pasó a Carolina? —él estaba realmente preocupado.
— Destrozo su cuarto y al romper un espejo se corto la mano —Sonia parecía que no escuchaba, se quedó viendo un punto fijo del salón y a los segundos comenzó a subir las escaleras.
— ¿Irás a hablar con tu hija? —preguntó Marlon en voz alta, ella se detuvo a mitad de escalones.
— No, iré a dormir —dijo muy tranquila, él se enojo aún más, no podía creer que siguiera con esa actitud, en más de una ocasión habían peleado por lo mismo.
— Es tu hija —la voz de Marlon mostraba todo el enojo que cargaba.
— Y no es la primera vez que sucede —dijo sin mas y terminó de subir los escalones que faltaban, camino por el pasillo, al ver la puerta de la habitación de Carolina, se detuve unos segundos, hasta cuando seguiría lo mismo, se repetía, sacudió su cabeza y entro a su habitación.
— Fue por mi culpa —dijo Agustín a su padre, se sentaron en unos sillones uno frente al otro.
— ¿Por qué lo dices? —pregunto él confundido.
— Fui a hablar con ella y le dije lo que pensaba, no me dejo entrar, pero desde fuera hablaba y ella escuchaba. Luego, Mirtha, la encontró destruyendo todo —dijo Agustín suspirando con pesadez, se sentía muy mal y solo esperaba no empeorar la actitud de Carolina.
— Sólo quisiste ayudarla, no te sientas culpable —dijo su padre tomando su mano. Agustín lo miro, sus ojos reflejan lo mal que se sentía. —No es la primera vez, pero nunca había terminado lastimada, tu sólo le dijiste lo que ella necesitaba escuchar, dale tiempo y ya verás que terminarán siendo amigos —Agustín asintió con la esperanza que eso sucediera.
— No sé porque quiero ayudarla —dijo mirando a los ojos a su padre, quería que él le diera una respuesta.
— Tal vez por eso estás en esta casa —fue lo único que pudo decir Marlon, solo Agustín tenía la respuesta que tarde o temprano llegaría a él.
☆☆☆
Capítulo dedicado a las chicas del grupo ❤ por hacer que actualice nuevamente.
¿Que les pareció el capítulo?
Carolina está muy destruida y necesita de mucha ayuda para curar todas sus heridas. Y Agustín está siendo muy lindo con ella.
¿Cuál creen que sea la respuesta de Agustín acerca de Carolina?
Capítulo que marca nuevos comienzos. Ahora si nos leemos pronto ❤
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