6. Amigos
Agustín estaba junto a Chiara y Ruggero en horas libres, llevaban varios minutos conversando de diferentes temas, como si llevarán toda una vida juntos.
— Así que tienes novia, ¿estudia aquí? —preguntó, Agustín, con una sonrisa pícara.
— Si, es una rubia de ojos muy lindos —dijo con una sonrisa muy tierna, él realmente estaba enamorado, en esos meses que pasaron sin su amiga, ellos se habían unido mucho más. —Pero, no, estudia en otro lugar.
— Derraman miel cuando están juntos —dijo, Chiara, entre risas.
— Tú es que estas celosa —se defendió, Ruggero, alborotando el pelo de su amiga.
— Nunca —contestó rápidamente quitando la mano de Ruggero de su cabeza con un golpe, así era la relación de ellos, pero se querían tanto. Él la apoyo cuando más necesitaba de alguien, y ella cuando a él lo dejó su amiga, Carolina.
— ¿O es que ya encontraste a alguien? —preguntó, Ruggero con una mirada pícara, a los segundos observó a Agustín y sonrió, ella inmediatamente negó, pero claro que él no le creería, la conocía muy bien y sabía que algo pasaba.
— Mejor calla, Ruggero —dijo fulminándolo con la mirada. Él comenzó a reír, le causaba gracia esa situación.
— Ya —dijo elevando las manos en señal de paz. Observó a Agustín, que en los últimos minutos se había quedado callado. —¿Esta todo bien, Agustín? —preguntó con el ceño fruncido. Agustín lo observó, pero sus pensamientos en esos momentos estaban enfocados en la chica que vivía a pocos pasos de su habitación.
— Si, pero me gustaría que habláramos —Ruggero, asintió confundido. La chica los miró, y se comenzó a poner de pie, lo mejor era dejarlos sólo. Se tenían confianza, pero aún no tanta con Agustín.
— Mejor los dejo solos —dijo una vez de pie, sonrió levemente y tomó sus cosas.
— ¿Te gustaría ir por un helado? —preguntó, Agustín, sorprendiendo a Chiara, ella asintió con una sonrisa, el italiano sólo los observaba, presentía que muy pronto sucedería algo entre ambos.
— ¿A que hora? —preguntó ella antes de irse.
— A la salida, te esperaré en el estacionamiento —Agustín tenía una amplia sonrisa, el que ella aceptará le había cambiado el ánimo. Ella se despidió nuevamente de sus amigos y comenzó a alejarse, hasta perderse entre los muchos alumnos que habían a su alrededor.
— ¿Qué querías hablar? —preguntó sin esperar más tiempo.
— Sobre Carolina —dijo mirando fijamente a Ruggero, desde que se enteró de la verdad, no salía de su mente el que él le hubiera mentido la vez que le hablo de ella. —¿Por qué no me dijiste que ella sigue viviendo con su madre?
El rostro del Italiano se torno diferente, tenía el ceño fruncido y estaba muy confundido, desde que dejaron de saber de ella y no la volvieron a ver, dieron por hecho que también se había ido a Londres.
— No lo sabía, realmente nunca estuve seguro si seguía aquí —comenzó a explicar siendo totalmente sincero. —Ella dejó de hablarme y desapareció, por eso creímos que estaba con su papá.
Aún no podía creer que su amiga, casi hermana, viviera junto a su madre y mucho menos que nadie lo supiera.
— No entiendo porque sigue viviendo así —Agustín suspiró, ese tema le estaba afectando más de lo que quisiera y no sabía porque, si a ella no la conocía más que por una fotografía y por lo poco que le había dicho su padre y Ruggero.
— Esa quemadura la cambio por completo. Ella era todo lo contrario a lo que es ahora. Me duele aunque no lo creas, era mi amiga —dijo con tristeza, muy pocos sabían lo que le afectaba que Carolina se hubiera alejado y que se empeñara a no hablar, a decir lo que siente o tratar de cambiar su situación.
— Puedo ver lo que te afecta, ¿era muy fuerte su relación? —preguntó, Agustín, alzando una ceja.
— Como no tienes una idea —dijo recordando cada momento que compartió con ella, cada risa que disfrutaban, cada abrazo, cada vez que ella se enojaba o cuando él la hacía llorar de pequeños. —Ella era y sigue siendo de las personas más importantes en mi vida.
— Si es así, ¿por que no hiciste de todo para que ella no se encerrara en su mundo? —preguntó un tanto molesto, si él hubiera sido Ruggero, jamás se habría ido, aunque ella a cada momento se lo dijera, aunque ella le hubiera dicho mil palabras hirientes, hubiera seguido por ver a su amiga salir de ese momento.
— Fui un tonto, creí que era lo mejor, pero ahora me doy cuenta que no fue así —dijo suspirando, desde el día que fue a dejar a Agustín a la casa de los hermanos Kopelioff, no había dejado de reprocharse el haberla dejado sola, incluso le había preguntado a Gastón por ella, quería saber que estaba bien.
— Puedes cambiar eso, acercándote a ella —dijo Agustín, observó su celular, ya sería hora de entrar a clases.
— No es tan fácil, no puedo llegar de repente —Ruggero comenzó a recoger sus cosas, no quería faltar a clases, mucho menos a esa que era una de las más importantes.
— Tienes razón —se pusieron de pie y comenzaron a caminar hasta su salón, varias chicas los saludaban con demasiada alegría.
Ruggero prácticamente las ignoraba, él sólo pensaba en su chica de asombrosos ojos azules. Llegaron hasta su salón, Chiara ya se encontraba en su lugar, Agustín al verla sonrió ampliamente, se acercaron los dos chicos y se sentaron frente a ella.
— ¿Te unes a nuestra salida? Así conozco a tu novia —dijo Agustín segundos antes que entrara el profesor. Saco su cuaderno y un lápiz, adoraba esa clase, siempre ponía atención a todo lo que el profesor decía.
— Creí que era en plan romance —contestó en voz baja, Agustín negó entre risas. —Está bien, tenemos que pasar por ella —Agustín asintió y comenzaron a prestar atención a la clase.
En la casa ahora Bernasconi, todo era tranquilidad, no se escuchaba ningún ruido, por momentos hacia sentir a los que estaban, mucha soledad.
Carolina se encontraba leyendo un libro de poemas que le había llevado Marlon antes de irse a trabajar. Estaba sumergida en cada fragmento, en cada palabra que se refería al amor, haciendo que ella creara nuevos escenarios, nuevas historias.
El sonido de su celular la hizo desconcentrarse de tan magnífica lectura. Se acercó hasta el, miró la pantalla, un mensaje de Gastón, eso era raro y aún más lo que decía.
Te quiero más que a mi vida, Carito.
Leyó una y otra vez ese mensaje, no podía creer que él le enviará eso, hace tanto tiempo que su hermano no le decía de esa forma, hace tanto que no le decía lo mucho que la quería. Unas cuantas lágrimas cayeron por su rostro. Con manos temblorosas le contestó, no podía ignorar ese mensaje sabiendo que quizás pasaría mucho tiempo para volver a recibir un mensaje igual.
Te quiero mucho más, Gastón, nunca lo olvides.
Seco las lágrimas que habían en su rostro, observó su mesita de noche, agarrando el retrato que había sobre esta, eran ella y Gastón. Lo extrañaba tanto, él la entendía perfectamente, compartían los mismos gustos, como si fueran uno solo.
Los minutos fueron pasando, al igual que ella esperaba que él volviera a contestar, pero no pasó, él sólo leyó el mensaje. Por su mente pasó la idea que sólo había enviado el mensaje, porque fue uno de esos momentos en los que se sintió culpable y quizás tenía razón.
(...)
Agustín y Ruggero se encontraban en el estacionamiento, esperaban impacientemente a Chiara, tenían más de 10 minutos esperando y no aparecía. Ruggero resoplo molesto, su novia ya le había escrito para decirle que lo estaba esperando, miró hacia enfrente y ya venía su amiga, casi corriendo.
— Lo siento, el profesor me ocupaba —dijo al llegar junto a ellos. Ruggero puso los ojos en blanco y entró al auto.
— No pasa nada —dijo Agustín tranquilo, ella le sonrió tímidamente. Se acercaron al auto, él le abrió la puerta trasera y se sentó mientras él se acomodaba en el asiento del copiloto.
Durante todo el camino lo único que se escuchaba en el auto era la música de fondo. Al pasar varios minutos ya estaban en la Universidad donde estudiaba Valentina. Ella al ver el auto se acercó rápidamente, Ruggero ya estaba fuera del auto esperando por ella, la recibió con un tierno beso y un abrazo.
— ¿Donde vamos? —dijo ella cuando le estaba abriendo la puerta trasera, al ver a Chiara sonrió. Se sentó junto a ella y le dio un efusivo abrazo, tenía días de no verla.
— Iremos por hamburguesas —contestó, Ruggero, una vez volvieron a emprender camino hasta su próxima parada. —Por cierto, él es Agustín —dijo observando a su novia por el espejo retrovisor.
— Hola —dijo, Agustín, muy amable. —Ruggero me ha hablado de ti —Valentina sonrió con un leve color rojizo en sus mejillas.
— Y a mi me dijo que cantas muy bien —Agustín observó a su amigo con una sonrisa.
— ¿Qué? —preguntó, Ruggero, tratando de sonar molesto. — Sólo dije la verdad.
— Valentina, tal vez no te quedas sin novio —dijo Chiara entre risas. Ruggero la miró rápidamente, haciendo que los demás también acompañaran con las risas.
— Tú mejor no hables —le dijo a Chiara, pero a los segundos él también estaba riendo.
Después de un camino entre bromas y risas, se encontraban cada uno con una hamburguesa, conversaban de diferentes temas.
— ¿Por qué te fuiste de Uruguay? —preguntó, Valentina, al terminar de tomar de su bebida.
— Quería compartir tiempo con mi papá, no lo miraba muy seguido —respondió con tranquilidad. Dio un mordisco a su hamburguesa.
— ¿Es difícil acostumbrarse a otra casa, otro país? —preguntó en esta ocasión, Chiara. Le interesaba mucho saber de él.
— Un poco, más con todos los misterios que hay en esa casa, sobre todo con Carolina —dijo sin ser consciente de sus palabras. Valentina inmediatamente lo observó, hasta se atragantó con su bebida.
— ¿Dijiste Carolina? —preguntó con asombro. Miró a Ruggero y él asintió, dándole a entender que hablaban de la misma Carolina que ellos conocían más que a nada en el mundo.
— Es el hijo del esposo de Sonia —respondió, Ruggero, sin dar muchos rodeos.
Valentino observó hacia la ventana, le dolía tanto escuchar el nombre de Carolina, al igual que le dolía recordar las palabras que ella le dijo. Ruggero se dio cuenta donde andaban los pensamientos de Valentina.
— Quiero helado, ¿vamos? —preguntó viendo a los chicos, ellos asintieron.
Al ponerse de pie abrazo a Valentina, dándole un corto beso en los labios. Comenzaron a caminar hasta la heladería que se encontraba a la vuelta, al llegar fueron directamente a pedir sus helados.
Cualquiera que los mirara pensaría que estaban en una cita doble, Ruggero trataba de sacarle sonrisas a Valentina, mientras Agustín manchaba de helado a Chiara, estos últimos reían sin parar. Agustín reconocía que sentía cierta atracción hacia Chiara, pero no de manera fuerte.
— Ha sido muy divertido salir contigo —dijo Chiara cuando pararon de reír, seguía comiendo de su helado.
— Si, la he pasado bien —afirmó él con una sonrisa. En menos de lo que él imagino encontró muy buenos y divertidos amigos, sin duda sabía que con ellos pasaría grandes momentos.
Al terminar sus helados se dirigieron hasta el auto, primero fueron a dejar a Valentina, quien vivía más cerca de donde se encontraban, se despidió de cada uno muy alegre, a pesar que en un momento su rostro reflejaba tristeza. La siguiente fue Chiara, quien fue acompañada por Agustín hasta su puerta.
— Gracias, espero se repita —dijo ella al introducir la llave a la cerradura.
— Así será —afirmó él acercándose a ella, depositó un beso muy cerca de sus labios. Al separarse, Chiara, sonrió y entró a su casa.
Él comenzó a caminar hasta el auto, una vez dentro le informó a Ruggero lo que haría al llegar a casa.
— Iré a hablar con Carolina —dijo viendo a su amigo más que decidido. Estaba seguro que podía hacer que ella saliera de su mundo.
☆☆☆
Hoy dejaré puras preguntas, necesito saber. ¿Me puedo enamorar aún más de esta historia?
¿Del uno al 10 cuanto les gusta?
¿Que les gustó más?
¿Que cambiarían de este capítulo?
Y si se dan cuenta, la mayoría de capítulos terminarán de esta forma, dejándolos con intriga. Estaré actualizando dos veces por semana.
L@a quiero ❤
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