5. Verdad
La oscuridad sigue siendo mi aliada, sigue siendo quien me acompaña cuando la necesito.
Estoy viviendo bajo las sombras y ya lo comprobe. Yo no era miedos, y ahora soy más miedos que cualquier otra cosa.
Tengo miedo a salir y mostrarme como ahora soy frente a todos, tengo miedo que todos me miren con desprecio. Tengo miedo a todo y todos. Tengo miedo hasta de lo que soy.
Tengo miedo a un día quedarme completamente en esta oscuridad, alejada del mundo entero.
Pero como no tener miedo, era una chica segura, que disfrutaba y vivía la vida, tenía lo que quería en segundos. Tenía miles de sueños, quería hacer y lograr tantas cosas, pero no, todo tenía que cambiar, llevandose mis sueños y mis esperanzas, las ganas de seguir con lo que tenía planeado.
Mi vida se fue el día que mi rostro quedó destrozado, el día que ella provocó esto, el día que pague por algo que yo no hice.
Ese día es la marca y el inicio de mi vida junto a esta oscuridad.
Carolina estaba viendo por la ventana, en el jardín se encontraba Agustín, tenía un cuaderno en el cual escribía muy concentrado. Aún recordaba esa noche, que casi la descubre.
Al escuchar su voz ella sintió su mundo abajo. No hizo ningún movimiento, él no podía verla, todo estaba oscuro, y más cuando en ese instante la energía eléctrica se fue, aprovechó ese momento para salir de ese lugar, comenzó a subir apresurada las escaleras, antes que él la alcanzará y se diera cuenta de quien se trataba.
— Necesito que me digas quien eres —escuchó donde, Agustín, gritaba, pero no, no podía decirle que ella era Carolina.
Al llegar a la puerta de su habitación la abrió y entró rápidamente, cerró con seguro y se dejó caer en la cama.
Estaba segura que él no se quedaría así y tarde o temprano lo tendría detrás de esa puerta preguntando por ella.
Al menos en los tres días que habían pasado, él, no había hecho el intento por acercarse a preguntar, volvió a verlo y en ese momento, Marlon, se acercó, sentandose frente a él.
Agustín dejó de lado su cuaderno y comenzó a prestarle atención a su padre.
— ¿Cómo va todo, Agustín? —preguntó su padre viéndolo.
— Bien, aunque siento que me ocultan algo —dijo viendo fijamente a su padre. Hoy estaba decidido a descubrir toda la verdad.
— No sé de que hablas —su padre trataba de sonar confundido, pero claro que sabía a que se refería.
— Soy tu hijo, no deberías mentirme —expresó, Agustín con molestia, ya era suficientemente grande para saber porque ella vivía encerrada en ese cuarto.
— No lo hago —contestó, Marlon, no quería seguir ocultándolo algo a su hijo, nunca le había escondido las cosas y no quería que por esta, las cosas entre ellos cambiaran.
— ¿Por qué me ocultaron que Carolina vive aquí? —preguntó alzando una ceja, su padre inmediatamente lo vio sorprendido, ya sabía la verdad. —¿Por qué hablan de ella de esa forma? ¿Gastón también vive encerrado en su habitación? —preguntaba realmente molesto, eran hijos de Sonia y ella hablaba de ellos como si no estuvieran.
— No es así... —comenzó a decir su padre, se acomodó en la silla, esto sería largo de explicar. —Carolina si vive aquí, nunca se fue con su padre... ella después de ese accidente cambio mucho, en especial cuando le hicieron la operación y no se obtuvieron los resultados esperados.
Agustín escuchaba atento, aún no entendía cómo ella aguantaba vivir encerrada en esa habitación, de no ser porque la miro en la cocina no se hubiera dado cuenta que ella estaba en esa casa, en su habitación nunca se escuchaba un ruido.
— ¿No hicieron nada? —preguntó aún confundido.
— Sonia intentó hablar con ella, pero no lo suficiente, se lo dije muchas veces, pero ella terminó haciendo como si su hija se hubiera ido —bufó con molestia. —Cuando, Sonia, dejó de intentar, hable con ella, yo fui y lo hice, ella me permitió la entrada, fue cuando recién la habían operado.
— ¿Por qué a Sonia no la dejaba hablar? —preguntó, Agustín, ahora más que interesado.
— Porque ella no le hablaba con cariño, terminaba enojandose con Carolina por su actitud y hasta le gritaba —eso era algo que a Marlon le molestaba de su esposa. Siempre le expresaba lo mucho que le molestaba la actitud que había tomando hacia Carolina, pero ella sólo lo ignoraba o se enojaba.
— ¿Volviste a hablar con ella? —preguntó, Agustín, viendo hacia la ventana de la chica, por suerte Carolina ya se había quitado hace unos segundos.
— Si, varias veces, en ocasiones sólo me escuchaba... —se quedó callado unos segundos, recordando las últimas veces en las que ella le dijo que no lo quería ver. —La última vez que intente hablar con ella fue un día antes de tu llegada, pero ni siquiera me abrió la puerta.
— ¿Entonces, ella no sabe que estoy aquí? —preguntó, Agustín sin apartar la mirada de la venta de la habitación de Carolina, miró con el ceño fruncido, ella los estaba observando.
Carolina se había quitado minutos antes, sólo para ir al baño, al darse cuenta que el chico miraba hacia donde ella, se volvió a quitar, era más que obvio que ya sabía la verdad.
— Lo sabe, a Mirtha le pregunto a los pocos días —dijo, Marlon, recordando lo enojada que estaba la nana de los chicos por seguir ocultando esa pequeña verdad sobre Carolina.
— Ella nos está observando —Agustín le señaló a su padre hasta la habitación de Carolina.
— A veces lo hace, me duele verla de esa manera —decía, Marlon, sin apartar la mirada de la ventana. —Ella es muy linda, siempre andaba sonriendo, le gustaba tanto pasar el día con nosotros.
— ¿Por que no intentar que vuelva a ser esa chica? —preguntó, Agustín, alzando una ceja. Estaba lleno de muchas preguntas, quería saber todo sobre ella. Su padre lo miró y en ese momento se dio cuenta que quizás su hijo sería lo que Carolina necesitaba para salir de esas cuatro paredes.
— Te prometo ir a hablar con ella —dijo su padre regalándole una sonrisa, esa misma noche lo intentaría.
— Bien —dijo, Agustín, más que satisfecho, él también intentaría acercarse a ella. Aunque le costará mucho tiempo. —¿Y con Gastón, que pasó?
— Él se fue después de la operación, se sentía muy culpable y prefirió alejarse —explicó su padre. Ambos tenían sus propios fantasmas que los perseguían. —Para Gastón, su hermana lo era todo y no se perdona lo que le sucedió.
— ¿Por que se culpa? —preguntó confundido.
— Esa es otra historia, ellos eran muy unidos, a todas partes iban juntos y ahora ya no lo son, él muy pocas veces llama —su padre suspiró, nunca le había tocado hablar de esa historia y hablar con su hijo le había servido.
— ¿Me contarás esa historia? —Agustín estaba muy interesado, quería conocer todos los detalles que se escondían tras las historias de los Kopelioff.
— Otro día, iré a ver si ya está la comida —se puso de pie y comenzó a caminar hasta dentro de la casa.
Agustín se quedó observando durante un largo tiempo hacia la habitación prohibida. El interés que tenía por ayudar a Carolina era algo difícil de explicar, ni siquiera él sabía porque tanta insistencia.
Miró su celular y decidió hablarle a su madre. Al cuarto timbre, atendieron.
— Mamá, ¿cómo estás? —preguntó alegre. Extrañaba compartir con ella, conversar durante horas de todas las cosas que les sucedían.
— Ahora mejor porque me estás hablando —contestó con mucha alegría. —Te extraño demasiado, ¿no quieres volver? —preguntó entre risas.
— Y yo a ti, pero sabes que no regresaré. Ya tengo amigos y aman la música —en especial hablaba de Chiara y Ruggero.
— Me alegra tanto, en unos meses te iré a visitar —le dio la sorpresa con entusiasmo su madre, no podía esperar más para decirle. Agustín sonrió ampliamente, tenerla con él unos días sería magnífico.
— Pasaremos grandiosos días —comenzó a caminar hacia dentro de la casa, ya iba a ser hora de la comida. —Te quiero, mamá.
— Y yo a ti, eres lo más importante. Te cuidas y no te olvides llamarme.
— Lo haré —terminó la llamada y observó a su padre que iba saliendo de la cocina con una bandeja de comida.
— Iré a cenar con Carolina —se apresuró a decir, Marlon, antes que su hijo le preguntará. —¿Te molesta comer solo?
— No —negó repetida veces, Agustín. Su padre sonrió y comenzó a subir las escaleras.
Iba más que nervioso, esperaba que Carolina lo dejara entrar. Llegó a su puerta, se detuvo unos segundos, al final se decidió y tocó la puerta. Mirtha ya le había dicho que si tocaba ella no respondería.
— Soy Marlon, ¿me puedes abrir? —gritó a través de la puerta. Esperó durante un tiempo, no se escuchaba ningún ruido en la habitación.
Carolina se acercó a la puerta, miró alrededor de su habitación. Aún dudaba en abrir, pero él siempre había sido muy bueno con ella. Suspiró profundamente y giró la perilla, quedando detrás de la puerta al abrirla.
Marlon ingresó a la habitación, observando cada detalle, cada vez que entraba había algo diferente. Estaba un poco oscura, miro hacia Carolina, ella se acercó y tomo asiento en la silla junto a la pequeña mesa.
— Te quise acompañar a cenar, no me gusta que estés sola —dijo acomodando los dos platos de comida. Miró a Carolina, pero ella miraba hacia otro extremo. —Me gustaría que nos lleváramos como antes.
Guardó silencio, observando durante un largo período de tiempo a Carolina, en su rostro no se mostraba ningún tipo de expresión, ni siquiera lo miraba.
— Tu siempre fuiste diferente conmigo —se animó a hablar, respiró profundo y miró directamente a los ojos a su padrastro. —Te comportaste y lo sigues haciendo como si fueras mi padre, ¿por qué? —preguntó sorprendiendo a Marlon.
Nunca le habían hecho esa pregunta, siempre lo aceptaron, se comportaban muy bien con él y no hacían nada por sacarlo de esa casa.
— Porque de alguna manera me hacía sentir como si estuviera con mi hijo —dijo mirándola, estaba siendo muy sincero, él siempre vio a Carolina como la hija que nunca tuvo y a Gastón como el hijo que tenía lejos para ese entonces.
— Gracias —ese agradecimiento fue algo que sorprendió a Marlon, no lo esperaba y no sabia porque le agradecía. —Gracias, por estar aquí y siempre estar al tanto mío —pero más lo sorprendió que Carolina lo abrazara.
En ese momento sintió como si realmente fuera su hija, era tan grande el sentimiento que sentía al ver que Carolina podía salir de esa oscuridad, y él haría todo lo posible porque así fuera.
Carolina merecía más, que la vida que ella misma se estaba dando. Merecía volver a sonreír, a disfrutar de la vida, sin temores a ser juzgada o rechazada por los demás.
☆☆☆
Ustedes me alegran tanto que por eso este capítulo.
¿Esperaban que fuera así?
Dejen muchos comentarios y votos, gracias por su apoyo.
En el apartado anterior les dije sobre un grupo, aún pueden entrar si desean.
L@s quiero ❤
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