23. El bar

Capítulo dedicado a sol-c13

Después de un fin de semana diferente y especial para Carolina y Agustín, ahora se encontraban llegando al aeropuerto, donde Silvana estaba a minutos de subir a su avión y alejarse de su hijo durante un tiempo mientras él decidía regresar a Uruguay.

— Espero verte pronto, Carolina —dijo, Silvana, acercándose a ella. La chica asintió con una sonrisa, seguido de un fuerte abrazo. —No te olvides de lo que te dije —susurró antes de separarse.

— Buen viaje —fue la única respuesta de Carolina. En cierta forma ya se habían despedido y ya no había nada más que decir.

— Llegaré pronto —dijo, Agustín. Su madre negó con un movimiento de cabeza.

— Te extraño, pero puedes ir con ella —le recordó su madre. Agustín miró hacia Carolina, quien estaba atenta a ellos. Él negó, así como ella había tomado sus desiciones, él también.

— Nos vemos pronto —dijo nuevamente. Silvana negó, a veces tendía a ser tan terco que nada lo hacía cambiar de opinión. —Te amo —agregó con una sonrisa, abrazando a su madre. Ella correspondió. Sin embargo, sabía que eso no era lo que Agustín deseaba.

— Te amo, cuidate —dijo, Silvana, comenzando a alejarse de ellos. Habían sido muy pocos días junto a su hijo, demasiados, pero los mejores.

Carolina se acercó a Agustín, rodeando su cuerpo con sus brazos. Él la abrazo con fuerza dejando un beso en la coronilla de la cabeza.

— Te diste cuenta donde estas, ¿no? —dijo, Agustín, aún sin separarse. Ella conocía sobre que se refería y si, estaba en el aeropuerto, lleno de personas que pasaban cerca de ellos o estaban a cortas distancias. 

— ¿Te alegra esto? —preguntó ella en susurros. Él asintió separándose un poco.

— Como no tienes idea —dijo mirando a los ojos verdosos de la chica. —Pero me hace aún más feliz estar contigo —agregó con una sonrisa. Unió su mano con la de Carolina y comenzaron a caminar hasta la salida, llegando a donde se encontraba su auto.

— ¿Que harás hoy? —preguntó, Carolina, observando por la ventana. Esas calles que hace mucho no recorría traían tantos buenos recuerdos.

— Iré a ver a Ruggero —respondio sin apartar la mirada del camino. Carolina asintió. —Puedes venir si quieres —sugirió, diciendo cada palabra despacio. Ella miró hacia él, aún no. Primero quería aclarar muchas cosas antes de verlo.

— No, prefiero quedarme en casa —dijo con la mirada en él. —A parte, quiero hablar con mamá.

— ¿Sobre tu viaje? —preguntó dirigiéndole una rápida mirada.

— Si, la hora se está acercando —volvió a centrar la mirada en el camino, dándose cuenta por donde estaban pasando, el bar. Ese lugar donde todo había comenzado. —Ese es el bar —dijo casi en susurros.

— ¿Que bar? —preguntó, Agustín, viendo hacia donde ella miraba. Tenía su entrecejo fruncido. —¿Carolina? —agregó, alternando su mirada entre ella y el camino.

— Ese fue el bar, donde estábamos la noche que me tiraron el ácido —dijo sin apartar la mirada del camino, había recargado su cabeza en la ventana.

— ¿Sabes quien fue? —preguntó. Detuvo el auto en un semáforo en rojo, aprovechando la oportunidad para llevar una mano hacia el rostro de Carolina, haciendo que lo mirara.

— Lo sé, tu padre también lo sabe —dijo, Carolina, sin ninguna expresión en el rostro. Agustín recordó cuando su padre le confirmo que ella vivía en esa casa. La historia que no le correspondía a él decirle.

El semáforo dio cambio, Agustín resoplo, volviendo a seguir con su camino.

— Ya llegará el momento —dijo, Carolina mirando hacia él, quien asintió. Siguieron durante el resto del camino en silencio. Un cómodo silencio, en el que Agustín no dejaba de pensar en lo que su madre le había dicho, en lo que él quería, en Carolina, en todo.

Llegaron a la casa al cabo de varios minutos, Carolina bajo del auto antes que Agustín pudiera abrir su puerta. Se detuvo a centímetros del auto, desearía seguir en el bosque. El castaño bajo las maletas del auto, acercándose a Carolina.

Caminaron juntos hasta llegar a la puerta, donde ella abrió sin hacer mucho ruido. Una vez dentro, Agustín dejo las maletas a un extremo y se acerco a Carolina, paso su mano por la cintura de la chica, junto con una sonrisa.

— Llegaré por la noche, cualquier cosa me hablas o te hablo —dijo, Agustín, con mucha ternura. Carolina lo miraba atenta, con tanto amor.

Aún no se habían dado cuenta que Mirtha los observaba con una sonrisa. Siempre supo que el destino se encargaría de unirlos, no podían negar un amor cuando es más fuerte que ellos y todo lo que los rodea.

Agustín le dio un rápido beso a Carolina en los labios, seguido de un abrazo.

— Iré a dejar las cosas —ella asintió, mirando a Agustín subir por las escaleras. Mirtha se acerco a su niña.

— Estas muy feliz —dijo detrás de Carolina. Ella giro hasta quedar frente a su nana. Sonrió y se lanzo a Mirtha regalandole un gran abrazo.

— Demasiado —expresó con gran alegría. Miraba a Mirtha con una gran sonrisa. —Fue el mejor fin de semana, él es muy lindo conmigo... no imaginas el hermoso lugar donde fuimos, Nana quisiera contarte todo —Mirtha sonreía, hace mucho Carolina no hablaba tanto sin parar y sobretodo emocionada, feliz.

— Quiero saber todo, pero con calma —dijo con pequeñas risas. Carolina asintió inhibiendo su emoción.

Fueron hacia la cocina donde Mirtha le sirvió un vaso con jugo de naranja y colocó un plato con galletas recién hechas. 

— Nana, él me quiere y se que es real -dijo, Carolina, escucharla hablar hacía que se enamoraran. —A él no le importa lo que soy, y su madre fue la mejor conmigo.

— Me hace inmensamente feliz verte así, al final todo tomaría un rumbo diferente —estiró su mano hasta colocarla sobre la de Carolina. —Tu vida no estaba dentro de cuatro paredes —agregó.

— Siempre pensé que vivir bajo la sombra era mi mundo, sin saber que mi mundo es Agustín —una sonrisa se formó en su rostro.

— Cuida eso, no dejes que nada cambie lo que tienen.

— Algo así me dijo la madre de Agustín —la última noche ellas habían hablado durante unas largas horas, mientras Agustín dormía tranquilamente.

— Aunque estés a miles de kilómetros de él, siempre dile lo importante que es en tu vida —Carolina escuchaba atentamente las palabras de su nana. Siempre serían las más acertadas. 

(...)

Agustín se encontraba fuera de la casa del italiano, esperando que abriera y así poder conversar tranquilamente sobre muchos temas.

— Agustín —dijo, Ruggero, al instante de haber abierto la puerta. —Pasa —agregó haciéndose a un lado, dejando camino libre para que Agustín entrara.

Ambos chicos llegaron hasta la sala, donde se pusieron cómodos cada uno en un sillón.

— ¿Qué tal tu fin de semana? —preguntó, Ruggero. Parecía que era la primera vez que hablaban. Un silencio incómodo se estaba formando y solo empeoraba el ambiente. —Antes que respondas, quiero disculparme por como respondí la vez pasada —dijo mirando hacia el castaño.

— Esta todo bien —respondió, Agustín, sincero. Se acomodo mejor en el sillón, extendiendo sus pies sobre este. —El mejor fin de semana, hemos comenzado a salir con Carolina —Ruggero sonrió con sinceridad, su amigo cuidaría de Carolina, de eso estaba seguro y no podía molestarse con él por estar tan cerca de ella y sobretodo haber logrado tanto.

— Felicidades —dijo con una sonrisa. —Te llevas una gran chica —Agustín sonrió ampliamente. Todo en él se iluminaba al escuchar mencionar a Carolina.

— Deseaba escuchar esas palabras de tu parte —Ruggero suspiro, miró hacia el suelo unos segundos para dirigir la mirada nuevamente a su amigo.

— Quiero decirte algo —dijo finalmente. Agustín hizo un movimiento para que continuar, sin embargo el timbre comenzó a sonar, haciendo que Ruggero se pusiera de pie con molestia.

Al abrir la puerta, la chica rubia de ojos azules que tanto cambiaba su animo se encontraba con una caja de pizza y una linda sonrisa. Ruggero la miro con el ceño fruncido, no sabía que iría a visitarlo.

— Esperaba otra reacción —dijo, Valentina. Mirando hacia dentro de la casa. En su mente sólo pensó en las anteriores veces donde Ruggero se emocionaba por su visita.

— Perdón —dijo dando un fugaz beso en los labios de Valentina. Se hizo a un extremo dándole paso, una vez dentro la chica miro a Agustín. —No estaremos solos —agregó, Ruggero, con una sonrisa. Valentina rodó los ojos y camino hacia donde estaba el otro chico. Dejo la pizza sobre la mesa de centro.

— Hola, Agustín —dijo con una sonrisa. El chico se puso de pie y saludo con un beso en la mejilla.

— Hola, Valentina —saludó antes de volver a su lugar. Valentina se sentó junto a su novio, quien había traído unos platos, vasos y refrescos. Sirvieron los pedazos de pizza y refresco a cada uno.

— Ruggero, ¿que ibas a decirme? —preguntó, Agustín al recordar las ultimas palabras del italiano. Ruggero enseguida miró a Valentina.

— Ya no recuerdo, seguramente alguna tontería —dijo dando un mordisco a su pizza. Agustín se encogió de hombros e imitó el mirmo acto de Ruggero. En cambio, Valentina miro a su novio fijamente. Lo conocía más de lo que él imaginaba, sabía que estaba nervioso y ocultaba algo.

Los minutos fueron pasando, en los cuales se dedicaron a reír y conversar sobre la Universidad, y el desempeño que estaban obteniendo en cada clase.

— Regresare a Uruguay —dijo cuando habían parado de reír, a causa de un chiste dicho por Valentina.

— ¿Tan pronto? —Ruggero aún creía que estaba escuchando mal. Solo habían pasado semanas desde su llegada.

— Si, prometo seguir en contacto y visitarlos —respondió, tomando un poco de su refresco.

— ¿Y Carolina? —dijo, Valentina, confundida. Ya conocía sobre la relación que tenía con Agustín y realmente la hacía muy feliz.

— Ella estará bien —no podía explicar más, Carolina era la única que podía decirle a la pareja que se iría para no regresar.

Ambos asintieron sin entender del todo porque tan repentina decisión a lo que Agustín únicamente explicó que él solo estaba para pasar una temporada con su padre.

— Pero, ¿tus estudios? —volvió a hacer otra pregunta, Valentina. En realidad solo ella preguntaba y Ruggero escuchaba atento. 

— Allá los continuaré, siempre siguiendo la música —dijo mirando hacia Ruggero, recordando el momento en que se hicieron amigos. Una sola pregunta fue suficiente. 

(...)

Carolina había pasado el resto de la tarde conversando con su nana todo lo que habían hecho ese fin de semana con Agustín. Y de lo que más había hablado, la manera que Agustín le confesó que estaba enamorado de ella.

Ahora se encontraba en su habitación esperando unos minutos para ir a hablar con su madre, quien había llegado poco después que Carolina terminara de conversar con Mirtha. Se alejo de la ventana y camino hacia su mesita de noche donde dejo su celular junto con su cuaderno.

Abrió la puerta y se dirigió hacia la habitación de su madre. Al llegar, llevo su mano en puño dando suaves toques sobre esta. Escucho un pasen. Suspirando entró y miro a su madre que estaba sentada en una esquina de la cama.

— Mamá —dijo en voz baja. Sonia subió la mirada rápidamente hacia ella, no esperaba a Carolina y su rostro lo expresaba. —Necesito hablar contigo —terminó de decir observando toda la habitación.

— ¿Que sucede? —Sonia estaba intentando tener otra actitud con Carolina. Era estar viendo a su hija, a la chica que siempre sonreía y alegraba esa casa.

— Me iré con papá —dijo sin rodeos con la mirada fija en Sonia. —Lo he estado pensando y es lo mejor —se sentó junto a su madre dejando unos centímetros de separación.

— ¿Porque ahora? —preguntó, Sonia, sin entender. Se iba a quedar sin sus hijos.

— Al principio era yo quien se iba, pero al final no se que pasó y se termino yendo Gastón —comenzó a decir con la mirada en un punto fijo. —Y nada cambia que me vaya ahora o en unos meses. Gastón puede regresar si desea, yo... comenzaré una nueva vida en Londres, con papá —Sonia asintió, siempre había reconocido el cariño que Carolina tenía hacia su padre y nada la haría cambiar.

— No es necesario que te vayas —intento convencerla de quedarse.

— ¿Porque ahora? —preguntó con enojo Carolina. —¿Porque justo ahora me quieres aquí? Cuando me has tenido y solo te has empeñado en alejarme de tu vida. Mamá esto es lo que quiero —dijo cada palabra con la mirada en su madre.

— Lo siento —fue todo lo que se escuchó de su parte. Carolina asintió y se puso de pie dando pocos pasos hacia la puerta.

— Aunque no lo creas, te quiero y me importas, mamá —dijo lo más sincera posible. Miró a Sonia unos segundos para volver a dirigirse hacia la puerta. Antes de gira el pomo de la puerta, volteo hacia su madre. —Siempre estaré para ti, aunque este en Londres —finalmente abrió la puerta. Le había dicho mucho a su madre con esas pocas palabras, le había mostrado que a pesar de todo el cariño que sentía hacia ella aún existía.


☆☆☆

Perdón por la hora pero para mi es temprano, es la 1:02 am

Sentí que había pasado un mes sin actualizar, pero habían estado habiendo problemas con wattpad y no estaba de ánimos para escribir.

Ahora si, ¿les gustó?
¿Cual fue la mejor parte?

Dejen muchos cometarios y gracias por sus votos.

Otra cosita, si aún no leen esta historia Si tu quieres | Aguslina de doitforcaro no esperen más y corran a leerla. También Antes que me Vaya | Gastina los espera en mi perfil.

Lxs amo ❤

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