22. Con dedicatoria

Capítulo dedicado a sheisbea

La noche había llegado y ellos ya se encontraban listos para dormir, Agustín se acostó en la cama esperando que Carolina hiciera lo mismo.

Ella se acercó hasta él y en total silencio se acostó a su lado. Lo miró unos segundos y una pequeña sonrisa se formó en su rostro.

— ¿Te gusta vivir en Uruguay? —preguntó, Carolina. Agustín con el entrecejo fruncido volteó a ver hacia ella.

— Si, allá todo se siente diferente, extraño mi casa, mis amigos los cuales debes conocer —dijo con una sonrisa. Ella asintió de igual forma. —¿Porque lo preguntas?

— Curiosidad... cuando me vaya, te voy a extrañar —dijo colocando su cabeza en el pecho de Agustín. Él llevo una mano al pelo de la chica y comenzó a dar pequeñas caricias.

— Yo también, Carolina —dijo dando un largo suspiro.

— ¿Regresarás a Uruguay pronto? —quería saber, aunque ella se fuera a ir primero.

— Al terminar mis clases, semanas después de tu partida —dijo dando pequeños bostezos. Se sentía cansado, y sus ojos ya se estaban comenzando a cerrar.

Ella se quedó en silencio durante largos minutos, el pecho de Agustín subía y bajaba con calma, dirigió su mirada hacia él, dormía tranquilamente. Sin despertarlo, comenzó a levantarse, una vez con los pies en el suelo caminó hacia su maleta donde se encontraba su pequeño tesoro, su cuaderno.

Miró por la ventana, sólo había oscuridad y la infinidad de árboles rodeandolos. Se sentó junto a la ventana, como siempre hacía en su casa y abrió su cuaderno, dispuesta a escribir por primera vez algo con dedicatoria.

Entre mis escritos te encontrabas y entre mis sueños te figurabas sin saber que te convertirías en la persona más importante en mi vida.

Mi inconsciente llevaba a plasmarte en mis escritos, mi corazón te esperaba y mi alma reclamaba por tu amor.

Hasta que un día con tu voz, transformaste mi mundo y mi vida en luz.

Tu voz revivió lo que se había apagado en mi interior. Tu sonrisa me hizo ilusionarme una y otra vez. Tus palabras me hicieron reaccionar, y el cariño que me mostrabas y muestras cada día me llena de fuerza.

Me has llevado a creer en el escenario perfecto, donde dos almas totalmente idénticas o diferentes pueden crear un mundo único. Donde todo deja de existir cuando te tengo frente a mi. Donde cada una de mis quemaduras se transforma en nada.

Te has convertido en la primera persona con tener un lugar importante en mi libro. Formas parte de mi historia, donde tu eres el chico ideal porque incluye tus virtudes y defectos. Donde eres el mejor, gracias a cada una de tus acciones. Donde eres perfecto gracias a tus imperfecciones.

Y donde las palabras nunca serán suficientes para todo lo que mi alma, mi mente y mi cuerpo sienten, piensan y anhelan. Nada será suficiente para todo lo que siento por ti.

En esta no, de esa forma te conocí y después de semanas, meses e incluso años te digo, en esta si, en esta si nos toca amarnos. En esta si nos toca escribir nuestra historia, donde irá plasmado cada sentimiento, cada experiencia, cada abrazo, cada alegría, momento, tristeza, enojo y reconciliación.

En esta si somos, Agustín y Carolina.

Satisfecha con su escrito, cerró su cuaderno y se quedó unos segundos observando el bosque. No tenía planeado mostrarle a Agustín lo que había escrito, pensaba hacerlo en un futuro. Donde no sólo ese fuera el único escrito para él, donde tendría una sorpresa aún más grande.

Suspirando se recargo en la pared, pensando en todo, pero sobretodo recordando las palabras de Gastón.

— Carolina, ¿te fallé? —pregunto con la mirada fija en la chica. Ella se encogió de hombros. Y seguidamente negó con la cabeza.

— A mi no me fallaste... —comenzó a decir con total seriedad. —Le fallaste a otra persona, a ti. ¿Dónde quedo todo lo que eras, Gastón? —preguntó con el entrecejo fruncido.

— No sé, todo ha cambiado en los últimos meses —dijo apartando la mirada de su hermana. —Yo cambié y perdón.

— ¡Deja de pedir perdón, por favor! —gritó exasperada. Estaba cansada y ya no quería seguir escuchando esas mismas palabras. Por más que ella le dijera que no tenía que pedirle perdón, él insistía. —No quiero que me pidas perdón, estoy cansada de escuchar lo mismo —agregó dando un largo suspiro.

Carolina se puso de pie, dejando el cuaderno nuevamente en su maleta, no quería seguir pensando en Gastón y la infinidad de veces que repetía lo mismo. Apagó la luz y sin hacer mucho ruido se acurruco junto a Agustín, dejando que el brazo del chico la rodeara.

— Te quiero, Agustín —susurró cerca del oído del chico. —No quiero perderte, quiero ir a Londres y saber que siempre estarás en mi vida —agregó depositando un lento beso en la mejilla de un tranquilo Agustín.

Cerró sus ojos, siendo consciente que él no la había escuchado y que sería bueno repetirlas cuando él estuviera despierto.

(...)

Ambos caminaban por el bosque, él con un brazo sobre los hombres de la chica, la tarde estaba siendo cálida y perfecta para disfrutar de la naturaleza.

— ¿Imaginabas esto? —preguntó, Agustín, dirigiendo una rápida mirada hacia ella. —Nosotros juntos, en este bosque —agregó mientras seguían caminando con lentitud.

— No, me costaba creer en esto ya sea contigo o alguien más —dijo con la mirada fija en los árboles. —No es fácil cuando tienes muchas quemaduras y sabes que no todos te aceptaran, porque algunos se dejan llevar más por el que dirán y verlos conmigo no es muy bueno para su reputación —Agustín había estado atento escuchando cada una de sus palabras.

Y tenía razón, a muchos les importaba más la opinión de los demás, pero él no era así, estaba lejos de serlo.

— No quiero sonar egoísta, pero al menos te tengo sólo para mi —dijo con una sonrisa. Ella asintió y dejo un beso en la mejilla del chico.

— Prometeme que nada cambiará una vez me vaya —dijo, Carolina, cuando se detuvieron frente a uno de los árboles más grandes del bosque. Ese árbol tenía algo especial, quizás era la forma del tronco o lo mucho que resaltaba entre todos los árboles.

Agustín soltó a la bella chica, comenzando a buscar algo puntiagudo, algo que sirviera para lo que pensaba hacer como sello de su promesa. Carolina lo observaba con el entrecejo fruncido, no tenía la menor idea de lo que hacía Agustín. Lo siguió observando por varios segundos hasta que él se agachó y recogió un pedazo de varilla.

— Prometo que siempre te voy a querer como lo hago en este instante —dijo mirando fijamente a Carolina. —Ninguna distancia cambiará todo lo que eres en mi vida, nada podrá alejarte —agregó comenzando a realizar un diseño en el tronco del árbol.

No era un corazón, como la mayoría de las parejas hacían, era un infinito y aunque le costará realizarlo, lo haría. Carolina estaba atenta a cada movimiento de él, los minutos fueron pasando hasta que lo había realizado junto con sus iniciales.

— Nuestro árbol —dijo digiriendo su mirada hacia Carolina con una pequeña sonrisa. Una sonrisa en cierta manera tímida, él nunca había hecho algo como ese acto. Nunca había hecho tanto por una persona. Nunca había querido como la quería a ella.

— Nuestro árbol —afirmo, Carolina, rodeando rápidamente a Agustín, en un abrazo como de despedida. Cada día se convertía en alguien más importante para su vida y cada día comenzaba a extrañarlo, aún sin haberse ido.

— Te quiero —susurró, Agustín en el oído de la chica. Ella se concentró en ese momento, guardando en su memoria ese instante.

Volvieron a comenzar a caminar regresando hasta donde se encontraba Silvana, quien estaba sentada a la orilla del lago concentrada en la transparente agua. Carolina se acercó y la rodeo con sus brazos haciendo que la madre de Agustín se sobresaltara. Ella giró hacia Carolina y le dedico una sonrisa.

— Más razones para amarte —dijo, Silvana, los chicos se sentaron uno a cada lado de ella. —Quiero quedarme aquí para siempre —agregó observando todo a su alrededor. El lugar era perfecto para alejarse de todo y pasar unos días asombrosos. Ya lo había dicho tantas veces que deseaba que se hiciera realidad.

— Podemos venir siempre de vacaciones —sugirió, Agustín. Ellas asintieron emocionadas. Carolina estaba dispuesta a regresar de Londres sólo para pasar unos días magníficos como esos. Sin duda no querían irse y ese era el último día, la última noche para disfrutar del lindo bosque.

La noche ya estaba cayendo, el atardecer estaba de colores rojizos con naranjas y el sol estaba dando paso a la luna, que se había encargado en esos días de iluminar todo a su alrededor como pocas veces lo hacía.

Vuelves, en cada sueño que tengo caigo de nuevo en tu red

Comenzó a cantar Agustín, viendo hacia el lago, la calma que había en este y la tranquilidad que brindaba.

Sé que tarda un tiempo curarme de ti de una vez
Tuve tantos momentos felices, que olvido lo triste que fue
Darte de mi alma, lo que tú echaste a perder

Silvana observaba a Agustín con nostalgia, con amor y admiración, hace tanto no lo escuchaba cantar, desde mucho antes que él se hubiera ido de Uruguay. Desde esa vez que se habían molestado porque él no quería estudiar otra cosa que no estuviera relacionada con la música. Al recordar eso, ella volvió a sentirse mal porque conocía el talento de su hijo y lo mucho que podía lograr en la música pero aún así en ese momento no creyó que fuera lo indicado.

Yo no quería amarte, tú me enseñaste a odiarte
Todos los besos que me imaginé vuelven al lugar donde los vi crecer

Sin poder evitarlo una lágrima cayó por el rostro de Silvana. Carolina la miro preocupada, ella en cambio cerró sus ojos. Recuerdos, los más dolorosos. Agustín se encontraba tan sumergido en la canción que no se daba cuenta de lo que sucedía.

En Saturno viven los hijos que nunca tuvimos
En Plutón aún se oyen gritos de amor
En la Luna gritan a solas tu voz y mi voz
Pidiendo perdón, cosa que nunca pudimos hacer peor

— Silvana —dijo, Carolina, estaba preocupada y no podía dejar que Agustín siguiera cantando. El chico dirigió la mirada a su madre.

— Mamá, ¿que sucede? —preguntó haciendo que ella lo mirara.

Era el momento que Agustín conociera realmente porque se habían divorciado sus padres.

— Antes de tenerte a ti, estuve embarazada —comenzó a decir retrocediendo veintitrés años. Cuando era una adolescente conociendo por primera vez el amor. —Me enamoré y pensé que todo era como imaginaba, pero no fue así, todo salió mal y perdí el hijo que esperaba.

Agustín miraba a su madre totalmente confundido y sentía incluso que no la conocía. Nunca había mencionado nada.

— A él lo amaba como nunca lo había hecho, pero nos alejamos y me deje llevar por el dolor, hasta que conocí a tu padre —dijo con la mirada fija en Agustín. Carolina se encontraba en silencio, sin saber que decir o hacer. Sólo miraba a Agustín lo mucho que se le dificultaba entender todo. —Nos hicimos muy unidos y al final terminamos creyendo que era amor, por eso nos divorciamos a los años. Existió un amor de amigos, él siempre estuvo, transformó todo ese dolor en alegrías y me dio una aún mayor, a ti —terminó colocando una mano en la mejilla de Agustín.

Él se quedó en silencio, siempre pensó que sus padres eran las personas que más se amaban, los más felices y que hacían de su familia la mejor. Sin saber todo lo que había detrás de ellos. Así es como a veces las personas llegaban a asociar el amor de pareja con la comprensión y la buena relación que se establecía. Dejándose  llevar por lo que creen sentir, cuando sólo es comodidad.

— No sé... no tengo algo para decir, siempre me pregunté que había pasado, porque todo cambio de un día para otro —dijo, Agustín, con la mirada baja. No tuvo hermanos porque él aún era muy pequeño, después siempre había algo que lo impedía y ahora entendía.

— Nunca quise que sucediera, deseaba que tuvieras una familia pero no era justo que siguieramos juntos cuando cada uno tenía su camino por separado —dijo, Silvana. Ella sabía que no tenía que dejar pasar tantos años para explicarle a Agustín las razones de ese divorcio, pero había llegado el momento y ahora se sentía liberada.

Una lágrima cayó por el rostro de Agustín, se la limpio rápidamente y miro hacia el cielo que ya estaba estrellado.

— Él va a estar bien —dijo, Carolina a su suegra. Ella asintió, sabía como era su hijo y sólo necesitaba minutos para asimilar todo. También sabía que los recuerdos lo estaban invadiendo. Todos los momentos que vivieron como familia.

— Iré a la cabaña —dijo poniéndose de pie. Miró a Agustín y entre suspiros comenzó a caminar.

Carolina se acercó más a Agustín, ella conocía lo que es vivir sin ambos padres, que después de tenerlos a ambos ya no estén y que todo cambie en instantes. Pero entendía que en Agustín era más difícil, sólo era un niño y ella una adolescente. Había entendido mejor las razones.

— Agustín... —dijo con una mano en el hombro del chico. Él la miro y le brindo una pequeña sonrisa.

— Estoy bien —afirmó pasando una mano por los hombros de Carolina dejando que descansará su cabeza en su hombro. —Sólo que han sido muchos años para conocer todo sobre el divorcio de mis padres.

— Lo entiendo y aquí me tienes —dijo con ternura. —Siempre —agregó separándose un poco del cuerpo de él.

— Y tu a mi —dijo con seguridad. No cabía duda que eran el complemento del otro. Sus vidas estaban entrelazadas y siempre había algo que los unía aún más.

Agustín acercó su rostro hacia el de la chica, uniendo sus frentes para luego unir sus labios en un lindo beso. Cada beso era especial, guardaba nuevos sentimientos y más amor. No fue el más largo pero si uno de los mejores, simplemente por ser con la persona amada.

Al separarse, Agustín, colocó a Carolina en su regazo, rodeando con sus manos la cintura de la chica. Su cabeza la colocó entre el hombro y cuello de su amada. Dejando que el dulce aroma que desprendía se impregnara en todo su ser. La amaba, y no había duda, nada podría hacer que dudará y mucho menos que cambiará sus sentimientos.

☆☆☆

¡FELIZ AÑO 2018! Deseo que sea un grandioso año para cada una y sus familias, que puedan lograr todo lo que se proponen y que tengan mucha salud, prosperidad, amor y comprensión. Deseo lo mejor a sus vidas y agradezco por estar un año más con ustedes, por cada uno de los que se unieron y forman parte de mi camino. Gracias por sus votos, comentarios y leídas, por siempre estar, por siempre darme felicidad, por hacerme reír e incluso llorar. Para lo que necesiten aquí encuentran a una amiga. Lxs amo ❤

Espero les haya gustado este primer capítulo del año, y dejen mucho comentarios, quiero el inicio de año leyendolos.

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