20. El escenario perfecto

Capítulo dedicado a todxs los que no creen y creen en el amor.

Agustín iba llegando al comedor donde se encontraban desayunando Sonia y Marlon, se acercó a ellos dejando sus cosas a un extremo.

— Buenos días —dijo saludando, tomó un pan tostado para volver a tomar sus cosas. Su madre ya estaba por llegar.

— ¿A donde vas? —preguntó, Marlon, alzando su ceja.

— Mi madre llega en un rato a la ciudad, pasaré con ella estos días —dijo con tranquilidad. Nada cambiaría sus planes. Marlon asintió antes de tomar del jugo. Agustín miro a su padre y salió de ese lugar, no había tiempo para charlas.

Cerró la puerta al salir y comenzó a caminar hacia su auto, no había visto a Carolina pero imaginaba que aún seguía dormida, abrió la puerta del conductor y dejó sus cosas en el asiento del copiloto. Faltaban sólo 30 minutos para que llegara su madre, el tiempo que tardaría en llegar al aeropuerto.

Iba con música a un volumen considerable, mientras cantaba las canciones. A minutos de haber comenzado con su recorrido, una llamada le entró, con el entrecejo fruncido lo miro. Ruggero.

— ¿Bueno? —dijo, sin apartar la mirada de la carretera.

— ¿No vendrás a clases? —contestó, Ruggero, sólo tenían una clase y por un día que faltara no pasaría nada.

— Mi madre está por llegar, no te comenté pero pasaremos este fin de semana juntos —dijo deteniéndose en el semáforo en rojo. —Con Carolina —agregó segundos después.

— ¿Con Carolina? —preguntó sin poder creerlo. Ella saldría de su casa y con Agustín, todo un fin de semana. Agustín tenía una duda y era el momento de resolverla.

— ¿Estuviste o estas enamorado de Carolina? —le preguntó serio, demasiado. —Siempre que te comento algo parece que te molestas —agregó, maldiciendo en voz baja por el auto que se había cruzado frente a él, casi provocando un accidente.

— No —contestó serio. Agustín por alguna razón no le creyó y eso le molestó. Ellos se conocían hace mucho y existía un inmenso cariño entre ambos. —Sólo, ella contigo es tan diferente... a nosotros no nos da una oportunidad —dijo entre suspiros pesados.

— ¿Volvieron a intentar hablar con ella? —preguntó molesto, después del último mensaje de Valentina, todo había seguido igual. Ellos tampoco sabían que Carolina se iría.

— No, pero es que... —dijo entre gruñidos. Agustín tenía razón, ellos estaban esperando que ella diera el paso y sabían que no sería tan fácil. —Prometo volver a intentarlo —agregó finalmente.

— A mi no me tienes que prometer nada —estaba llegando al aeropuerto y lo más seguro es que su madre ya hubiera llegado.

— Eres mi amigo —dijo, Ruggero, finalmente. Al final sentía que perdería la amistad con Agustín, habían muchas cosas que no le había dicho y que quizás cambiarían todo.

— Tú también, pero... olvidado, hablamos luego —dijo y sin darle tiempo a responder corto la llamada. Bajó de su auto y comenzó a buscar a su madre por todas partes.

Pasaron cinco minutos donde la llevaba buscando hasta que la vio caminando con su maleta en un extremo. Sonrió, tenía más de un mes sin mirarla y definitivamente la había extrañado. Camino hasta a ella, cuando estaban a centímetros la rodeo con sus brazos. Silvana sonrió, extrañaba tener a su hijo de esa forma.

— Te extrañé —dijo, Agustín, aún abrazandola. Ella lo abrazó más fuerte. —¿Cómo estuvo el viaje? —preguntó al separarse.

— Cansado, pero todo se va con tal de verte —dijo acariciando la mejilla de Agustín. —Te miro tan cambiado, me hacías mucha falta —agregó con nostalgia.

— Soy el mismo, mamá —dijo, Agustín, tomando la maleta y comenzando a caminar hacia la salida del aeropuerto, donde estaba el auto.

Una vez dentro del auto, volvió a adentrarse en las calles de la ciudad. Llevaría a su madre a comer y así podrían pasar unas horas hablando.

— ¿Cómo está todo en tu vida, Agustín? —desde la vez que había hablado con él, Silvana se sentía preocupada.

— Bien —dijo sin apartar la mirada del camino, sin embargo estaba seguro que su madre esperaba una respuesta más larga. —Quiero hablarte de Carolina, la hija de Sonia.

Silvana asintió, no volvió a preguntar hasta que ya estaban en el restaurante, un tema del que hablarían por mucho tiempo.

— ¿Que pasa con ella? —preguntó finalmente. Sus pedidos ya estaban hechos, sólo tenían que esperar unos minutos.

— Pasará con nosotros estos días —dijo mirando a su madre. Silvana sonrió, no le molestaba, en cambio le alegraba que su hijo se llevará bien con ella. —Ella... ella ha pasado por muchas cosas, mamá —Agustín recordó lo poco que había visto en la vida de Carolina en esos meses pero lo mucho que conocía.

— ¿A qué te refieres? —preguntó con el entrecejo fruncido.

— Ella hace unos meses tuvo un accidente y tiene todo el rostro con quemaduras —dijo con dolor sólo de recordar el día que vio como había destruido todo. —Hasta hace unos días vivía encerrada, como si no viviera en esa casa...

— Oh, Agustín. Imagino lo que ha de sentir, también comprendo que no quiere salir, no es fácil para una chica de su edad —Silvana era muy comprensiva, más cuando eran temas que estaban relacionados con Agustín.

— ¿Sabes? Ella es magnífica, a pesar de sus quemaduras es hermosa y tiene tanto amor para dar que estoy seguro que la vas a amar —decía con una sonrisa. Eso fue suficiente para que Silvana se diera cuenta de cuan importante era para Agustín. Amaba a esa chica y no podía hacer nada más que apoyarlo. —Ella desea agradarte.

— Ya lo hace, miro lo mucho que ha provocado en tu vida y con eso es suficiente —llevo su mano hasta agarrar la de Agustín. —Ella está quitando de tu vida el temor a amar —agregó mirándolo fijamente. Sabía que los temores de Agustín, eran a causa del divorcio de ellos.

— Me importa y mucho, quiero verla feliz siempre —dijo sin embargo cierta tristeza mostraba su rostro.

— ¿Que sucede, Agustín? —preguntó su madre sin soltar su mano.

— Regresare a Uruguay —dijo provocando que Silvana lo mirara confundida. Lo extrañaba y deseaba tenerlo cerca pero lo que menos esperaba es que le dijera eso. ¿Y Carolina? —Terminaré las clases y vuelvo, espero que mi cuarto siga igual —agregó tratando de sonar en broma. Eso era señal que no diría nada más. Silvana asintió y no volvió a preguntar.

(...)

Carolina se encontraba peinando su pelo, ya tenía todo listo y sólo esperaba que Agustín llegara, y por la hora estaría cerca. Miro hacia su cama, su maleta estaba lista, por un momento había pensado en quedarse pero no podía hacerle eso a Agustín. Pasarían un fin de semana juntos, con la madre de Agustín y eso la ponía nerviosa.

Dejó el peine en la cómoda al escuchar que estaban tocando su puerta. Dando un suspiro se acercó y abrió, Agustín se encontraba del otro lado sonriendo.

— ¿Lista? —dijo mostrando una sonrisa. Dejó un beso en su mejilla y entró a la habitación. Ella asintió caminando hacia donde estaba su bolso.

— Deberíamos irnos antes que decida quedarme —dijo con un pequeña risa. Él agarró rápidamente la maleta y la mano de Carolina para comenzar a bajar las escaleras. Solo Mirtha sabía que ella iría con Agustín.

Cuando abrieron la puerta principal Carolina retrocedió bajando la cabeza. Vamos, Carolina, repitió en su mente. Agustín no quería presionarla a hacer algo que no deseaba pero tampoco quería ir sin ella. Apretó la mano de la chica. Ella cerró sus ojos y finalmente volvió a mirar al frente, podía observar a la madre de Agustín viéndolos y eso aumentaba sus nervios.

— Todo estara bien, Carolina —dijo, Agustín, ella asintió y comenzaron a caminar nuevamente. Cuando estaban a centímetros del auto, Silvana salió y con una sonrisa miró a Carolina. Su hijo tenía razón, era muy hermosa.

— Hola, Carolina —saludo, Silvana, muy alegre. Abrazó a Carolina, acto que la tomó por sorpresa, no lo esperaba.

— Hola, señora —dijo ella aún nerviosa. Silvana negó repetidas veces.

— Dime Silvana, por favor —Carolina asintió. Agustín miro a la chica y sonrió, dejo la maleta en la cajuela del auto y regresó con ellas. —Bueno, deberíamos irnos —Agustín asintió. Abrió la puerta del copiloto para que entrará su madre y después la del asiento trasero para Carolina.

— ¿Queda muy lejos donde vamos? —preguntó, Silvana, minutos después de comenzar su camino hacia el bosque.

— Una hora, no te desesperes —dijo, Agustín, entre risas. Carolina sonrió, le gustaba la confianza y la buena relación que tenía Agustín con su madre.

— Carolina, ¿que tal se comporta Agustín? —preguntó, Silvana, dirigiendo la mirada hacia donde se encontraba Carolina. Ella miró a Agustín, quien observaba por el espejo retrovisor.

— Muy mal —comenzó a decir, él sonrió, ya conocía esa parte bromista de ella y su sonrisa era aún más grande al ver que todo nervio se había ido de ella. —Siempre pasa cantando, queriendo molestar y que salga —terminó de decir.

— Siempre ha sido así —dijo, Silvana, también riendo. Miró a su hijo, él era feliz donde se encontraba y aún no entendía porque se iría nuevamente a Uruguay. —Cuando estaba más chico, no imaginas, pasaba todo el día en el piano y si no lo dejaba comenzaba a llorar —recordó los momentos con su hijo. Siempre agradecía a la vida por el hijo que le había dado.

— Siempre odioso —dijo, Carolina, con una sonrisa. —Él no lo sabe, pero la primera vez que lo vi fue cuando estaba en el piano, cantando —agregó, como si Agustín no se encontrará en el auto. Él inmediatamente volvió a mirarla.

Silvana estaba encantada con Carolina, con la forma de expresarse de su hijo, su manera de ser a pesar de lo que había vivido. Sin duda alguna la quería en la vida de Agustín por mucho tiempo. No le gustaba adelantarse pero sería feliz que ella fuera la madre de sus nietos.

— Y estoy segura que te enamoró con esa voz —dijo, Silvana, dirigiendo una mirada hacia ambos. Carolina se ruborizo, era muy cierto lo que ella había dicho. Agustín dirigió una mirada hacia su madre, ella se encogió de hombros en respuesta. Parecían unos niños.

Finalmente, Carolina, con una linda sonrisa respondió a la afirmación de Silvana. Eso fue suficiente. Ellos estaban locamente enamorados.

Siguieron durante el resto del camino conversando sobre el viaje de Silvana, lo que había vivido en esas semanas sin Agustín y sobre todo les platico sobre el hombre que había conocido, con el que estaba compartiendo bastante tiempo. No faltaron los celos de Agustín, su madre merecía volver a amar pero en los últimos años sólo habían sido ellos dos.

— ¿Te casaras con él? —preguntó, estaban bajando las maletas, ya habían llegado y sinceramente era un lugar hermoso.

— Aún no, Agustín —respondió su madre comenzando a caminar con su maleta.

Carolina observó el lugar, los inmensos árboles de un radiante color verde rodeaban todo el lugar y a unos pasos se encontraba un pequeño puente, teniendo la cabaña al final. Estaba hermoso el lugar; la tranquilidad que brindaba no se comparaba con absolutamente nada, amaba la naturaleza y lo que la inspiraba. A parte, el cielo se podía ver claramente, en la parte donde no había tantos árboles y el lago estaba junto a la cabaña, brindando algo especial.

— Quiero quedarme aquí —dijo, Silvana, observando con adoración todo el lugar.

— ¿Cómo es posible que no conocía este lugar? —preguntó, Carolina, dirigiéndose a Agustín. Él se encogió de hombros y comenzó a caminar detrás de Carolina.

El atardecer estaba en su mayor esplendor y fue en ese momento donde Carolina recordó su último escrito. Un atardecer a tu lado sería el escenario perfecto. Claro que lo estaba siendo.

Llegaron hasta la cabaña, donde Agustín sacó las llaves abriendo la puerta. Por dentro la cabaña era muy acogedora, tenía algunos cuadros y pequeñas luces que daban un toque único.

— Hay un pequeño problema —dijo, Agustín, dejando las maletas y demás cosas a un lado de la pequeña sala. Ellas lo observaron. —Sólo hay dos habitaciones —agregó estando cerca de ellas.

— Sólo les advierto algo, quiero nietos pero tampoco tan pronto —dijo, Silvana, volviendo a agarrar su maleta. Estaba dirigiéndose hacia las habitaciones, pero antes de salir de la vista de Agustín y Carolina se detuvo. —Preparare la cena, ¿hay para hacerla, no? —preguntó a Agustín, él asintió, entonces ella siguió con su camino hasta entrar en la primera puerta del pequeño pasillo.

— ¿Te molesta? —preguntó, Agustín, haciendo referencia al hecho de dormir juntos. Ella negó y tomó su bolso. Dejando que Agustín la guiará hasta la habitación.

Al llegar dejaron sus cosas sobre un sillón, él se sentó en la cama y contemplo a Carolina quien se había acercado a la ventana, tenían vista al lago. Ella estaba enamorada de ese lugar, desde ese instante se había convertido en su favorito. Agustín mostró una sonrisa, sacó su celular y sin decir nada, le tomo una fotografía. Quería guardar cada momento con ella.

— No saques fotos —dijo, Carolina, caminando hacia él.

— ¿Porqué? Sales hermosa —dijo observando la fotografía, ella salía de espalda con una mano sobre la ventana y al fondo se notaba el lago. Una fotografía perfecta. Él se la mostró, haciendo que Carolina se perdiera por unos segundos. Hace mucho tiempo no se miraba en fotografías.

— Estoy enamorada de este lugar —dijo dejando de lado el tema de la fotografía. Se sentó junto a Agustín, su pelo caía casi en todo su rostro, algo que no le gustaba a Agustín, llevó su mano para apartarlo como siempre hacía.

— Te dije que haría que recuerdes este fin de semana como el mejor —le volvió a recordar Agustín. Y por supuesto que lo estaba haciendo.

Se quedaron en silencio durante unos minutos viendo fijamente hacia la ventana, no estaban pensando en algo en especial pero se habían desconectado del mundo. Carolina volvió a plantearse si estaba bien irse con su padre, no quería hacer algo que no fuera lo correcto pero ella sentía que lo era.

— ¿Vamos con tu madre? —preguntó saliendo de ese pequeño trance. Agustín la miro y asintió, caminaron hacia la cocina. Donde Silvana ya tenía preparada la cena, ¿tanto tiempo había pasado? 

Se sentaron uno al lado del otro, Silvana sonrió al verlos. Sirvió la comida para los tres y se sentó frente a ellos.

— Dime, Carolina, ¿tienes pensado estudiar en la Universidad? —llevó hasta su boca un poco de la comida. Carolina recordó sus sueños, para esos momentos ya estuviera estudiando. Pero sabía que una vez llegando a Londres lo haría.

— Si, estudiaré Literatura —contestó con una sonrisa.

— ¿En la misma Universidad de Agustín? —preguntó, Agustín no sabía nada de eso, de los planes de Carolina. Y no supo que sentir, en los últimos dos días se había dado cuenta que habían muchas cosas de ella que aún no sabía.

— En Londres, me voy dentro de un mes —Agustín dirigió su mirada rápidamente a ella. ¿Un mes? Sólo la tendría un mes y el tiempo pasaba demasiado rápido. Silvana ahora entendió el porque su hijo regresaría con ella. Dirigió una mirada triste a su hijo, él elevó sus hombros.

— ¿Tienes familia allá? —Silvana estaba preguntando a manera que no estuvieran en silencio.

— Mi padre y hermano —respondió con la mirada puesta en su comida. No volvieron a surgir preguntas y todos comieron en silencio. Agustín no dejaba de pensar en que tenía tan poco tiempo para estar con ella.

(...)

Al terminar de comer, Silvana se fue a su habitación, se encontraba cansada y si quería disfrutar el siguiente día con ellos, tenía que estar repuesta del viaje. Agustín invitó a Carolina a caminar alrededor de la cabaña, el cielo estaba estrellado e incluso había luna llena, iluminaba todo su entorno.

Él quería disfrutar de ese momento con Carolina, conversar un poco y decirle lo que tanto deseaba.

Iban tomados de la mano, llegando a la orilla del lago. Se quedaron de pie observando, la luna se reflejaba en el agua. Ese era el escenario perfecto. Agustín soltó a Carolina y se sentó en el césped, ella también lo hizo. Quedando junto al chico, muy cerca, él la miro y llevo una mano alrededor de los hombros de Carolina, ella se recosto un poco en Agustín viendo hacia la luna.

— ¿Cuál es tu sueño? —preguntó, Agustín, con su mirada fija en el reflejo de la luna. Ella se quedó pensando, nunca le habían hecho esa pregunta. Pero si sabía algo que quería y deseaba cumplirlo.

— Quiero escribir un libro —dijo con una sonrisa. —Un libro que sea diferente, que cuente no solo una historia, que te haga experimentar muchas cosas, que te haga creer en el amor, en el perdón, que te muestre algo más que una historia de romance —agregó con ilusión, un libro sería escribir todo en lo que ella cree. Escribir un mundo como le gustaría que fuera, hacer por medio de un libro que amaran todo lo lindo de la vida.

— Quiero estar contigo para cuando lo cumplas —dijo, Agustín, mirando hacia ella. Se miraba tierna así como estaba, recostada sobre él, abrazados y con ese hermoso paisaje testigo de ese momento.

— Tienes que estarlo —dijo casi como una orden. Necesitaba que él fuera parte de su sueño. Tenía que serlo.

— ¿Sabes? Cuando llegue a tu casa, sentía que todo sería extraño, que me iría más rápido de lo que pensaba... no tenía idea de lo que encontraría —comenzó a decir, ella se separó un poco de él, quedando frente a frente, con sus miradas fijas en el otro. —El primer día, cuando vi tu foto, tu sonrisa me hizo sentir algo diferente, todo en ti me hace sentir diferente —agregó sin dejar de mirarla.

— Contigo me pasó igual, te escuche cantar y después no podía dejar de hacerlo, me hiciste experimentar muchos sentimientos —dijo ella despacio, quería que él guardará sus palabras. —Siento que me regresaste a la vida —agregó con seguridad.

— Y tú me has hecho creer en el amor —hizo una pausa y suspiró, dirigiendo una mirada rápida hacia el cielo. —Porque si, Carolina, sin desearlo, sin esperar que sucediera, me enamoré de ti, de todo lo que eres. Me enamoré de tu sonrisa, de tu risa, de tu forma de ver la vida, de tus quemaduras. Me enamoré completamente de ti, Carolina.

Ella sentía que su corazón cada vez palpitaba a una velocidad mayor, él le había dicho que estaba enamorado de ella, de todo lo que era y sus palabras habían sido las más sinceras. Unas lágrimas rodaron por su rostro.

Ella pensaba que con sus quemaduras se había ido todo, la esperanza de ser amada y poder amar libremente, y de repente había llegado Agustín a cambiar todo en ella; sólo había bastado un piano, una canción y una linda voz para hacerla experimentar miles de sentimientos.

Agustín llevo una mano hacia el rostro de ella, secando las lágrimas. Había abierto su corazón a ella, estaba decidido a confiar en lo que sentía porque era real, por primera vez estaba amando; amando verdaderamente, donde no existían prejuicios, donde sólo existía lo que él sentía por ella.

— No me arrepiento de haber llegado a tu casa, de haber hecho de todo por conocer de ti, no me arrepiento de estar enamorado de ti y tampoco me arrepiento de lo que diré —ella lo miraba llena de amor, con sus ojos llorosos de felicidad. —Eres mi hilo rojo, el amor de mi vida y con quien quiero creer en el para siempre —dijo estando cada vez más cerca de ella.

— También lo eres, también quiero creer en una vida juntos. Eres mi complemento, porque también estoy enamorada de ti, absolutamente enamorada —dijo dejando que unas lágrimas cayeran.

Le regaló una sonrisa a Agustín, mientras él se acercaba cada vez más a ella hasta tener sus frentes unidas, donde fueron segundos para que sus labios se comenzarán a rozar. Segundos para que todo a su alrededor se transformará en algo único y especial.

Sus labios encajaban a la perfección, parecía que habían sido creados el uno para el otro. Un beso que tanto habían esperado, pero que tenía que ser en el momento perfecto. En el escenario perfecto. Donde la luna brindaba todo su reflejo sobre ellos.

Las manos de Carolina se colocaron alrededor del cuello de Agustín, profundizando el beso. Sintiendo la suavidad de sus labios, guardando en su memoria ese momento. El beso era profundo pero lento, mostrando a través de el su amor. Un amor donde no existía nada, más que algo real.

Un beso que nunca habían vivido ninguno de los dos.

Se comenzaron a separar lentamente, él no quito las manos del rostro de ella, lo acarició y dejando un rápido beso nuevamente sobre los labios de la chica, sonrió. Una sonrisa llena de amor.






☆☆☆

Un capítulo, ¡bomba!

3500 palabras, el capítulo más largo y el cual me ha emocionado en gran manera. No parece que soy la escritora, estoy modo fangirl 😍

¿Esperaban esa declaración?

Después de 20 capítulos llegó el beso, ¿que les pareció?
¿Si fue en el escenario perfecto?

Tenía muchas preguntas por hacer y de la emoción se fueron, así que comenten todo lo que quieran.

Gracias y l@s quiero  ❤

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