2. Su voz
Un nuevo día para Agustín en esa casa, ya había pasado una semana y cada vez se sentía más cómodo, aunque tenía muchas dudas, en esa casa no se hablaba de los hijos Kopelioff y tampoco se atrevía a preguntar si pasaba algo con ellos.
Salió de su habitación observando a su paso las dos habitaciones en las cuales nadie podía entrar, se manejaban cerradas y con seguro, comenzó a bajar los escalones, hasta acercarse a su piano, el cual había llegado ayer, tenía tantas ganas de tocar y cantar.
Se sentó y comenzó a tocar las teclas, la casa estaba en silencio, solo estaban el personal de servicio y no dirían nada, no era un ruido que fuera a molestarlos.
En esta no, no me toca ser el que te ama...
Carolina estaba en total silencio en su habitación, hasta que comenzó a escuchar la voz de Agustín, esa voz que aún era extraña para ella. Se acercó a su puerta queriendo escuchar mejor.
Ni nos toca hacer juntos la cama, ni dar cuerda a ese reloj...
Esa voz le llamaba tanto la atención, quería escucharla más claramente, sabía que su madre y su esposo estaban trabajando y llegaban hasta muy tarde, tomo el valor que había perdido desde hace un tiempo y abrió la puerta, sólo fueron unos cortos pasos y quedó a la orilla de las escaleras.
En esta no, no coinciden nuestros universos...
Un chico de cabello Castaño y muy joven estaba junto a un piano, el cual no sabía que existía en ese hogar, cantaba con tanta pasión, sin hacer ningún ruido se quedó admirando como cantaba, él no la podría ver, estaba de espalda a ella y ella un poco escondida entre una planta que había a la orilla de las escaleras.
Ni podremos escribir un verso que describa nuestro amor. En esta no, no nos toca caminar el mundo...
Ella estaba sonriendo encantada, era una sensación diferente, esa voz le estaba transmitiendo tanto y a la vez provocaba temor en ella, desilusión, sabía que todo sería de esa manera, ella viéndolo a escondidas y él sin saber de su existencia.
Ni viajar hasta lo más profundo de este cielo que se abrió. En esta no, nuestra historia nunca comenzó.
El chico dejó de cantar, sonrió ampliamente. Esto era lo que él amaba tanto hacer, lo que llenaba su vida de miles de sensaciones. Su celular comenzó a sonar, lo tomó enseguida, una llamada de su madre. Contestó sin pensarlo dos veces, se puso de pie dando media vuelta quedando frente a las escaleras.
Carolina al ver que se iba a girar camino con rapidez hasta su habitación, entró y cerró la puerta con seguro, temía que la fuera a ver.
Se sentó en un sillón cerca de una de las ventanas, esperaría que su nana le llevará de comer, ya iba a ser la hora.
Estuvo en silencio durante muchos minutos, viendo fijamente cualquier parte de su habitación, todo oscuro. La puerta se abrió y no se sorprendió, sabía quien era.
— Pastel de carne, está delicioso —dijo Mirtha, su nana, como siempre lo colocó en la mesa, miró a Carolina. —Tienes que comerlo todo —agregó antes de salir.
— ¿Quien es el que estaba cantando? —preguntó sorprendiendo a Mirtha, lo más que Carolina decía era gracias.
— Es Agustín, el hijo de Marlon —contestó con entusiasmo, este era un avance.
Carolina asintió con un movimiento de cabeza, con que hijo de Marlon.
— ¿Que hace aquí? —preguntó queriendo saber más de su presencia en la casa.
— Vino a estudiar y se quedará una larga temporada —explicó amable su nana.
— Bien... gracias, Mirtha —eso fue señal para que saliera de la habitación, ya ni Nana le decía y sabía que Carolina necesitaba algo que la hiciera cambiar, salir de ese encierro.
Se acercó a la mesita de noche junto a su cama y tomo su cuaderno, comería después de escribir.
Mi vida se ha convertido en oscuridad, pero, ¿que tanto una melodía, una voz, o un piano pueden cambiar todo eso?
Miles de sensaciones experimenté en el momento que escuche su voz, tan diferentes a las vividas en los últimos meses. Fue como si sintiera que la vida estaba regresando a mi, tuve tantos deseos de ir y apreciar su voz de cerca, aplaudir por su hermoso talento, pero nada de eso es posible, cuando tengo algo fuerte que me sigue atando a vivir de esta manera.
Agustín, ese es su nombre. Un chico de cabello Castaño y muy linda voz, lo único que conocía de él, a parte de saber que es hijo del esposo de mi madre.
Lo único que guardaría de él, es su voz y esa primera canción con la que lo descubrí, la conocía muy bien, muchas veces la escuchaba. En esta no, ese es el nombre.
En esta no, no me toca escribir una nueva historia.
Dejó el cuaderno sobre la cama y se acercó a la mesa, ya tenía hambre, comenzó a comer y por momentos se detenía a tararear la canción de hace unos minutos.
En la cocina se encontraba un Agustín muy solitario, había terminado de hablar con su madre, a quien le había dicho de lo extraño que era no saber nada de Carolina y Gastón en esa casa.
Mirtha entró en el momento que Agustín con su dedo hacía círculos sobre la mesa, lo miró y le dio una pequeña sonrisa.
— ¿Quieres comer? —preguntó ella con la ternura que la caracterizaba, en esa semana ya le había agarrado cariño a Agustín. Esté asintió sin dejar de hacer círculos sobre la mesa.
— ¿Donde viven los hijos de Sonia? —preguntó de repente, ella se giró rápidamente hacia él con el entrecejo fruncido, no sabía porque decía eso, si él único que estaba fuera era Gastón.
— Londres, con su padre —dijo refiriéndose a Gastón. No sabía si decir algo de Carolina o quedarse callada.
— ¿Desde hace mucho? ¿Mi padre los conoce? —preguntaba mientras se acomodada en la silla.
— Si, compartieron un mes con tu padre —sacó el pastel con carne y puso un trozo en un plato, lo llevo hasta la mesa colocándolo frente a Agustín. —Y hace tres meses cada uno de mis niños cambio sus vidas —dijo esto último con un suspiro de tristeza.
Agustín fue consciente de su acto y ahora estaba más que seguro que algo había sucedido entre ellos. Tendría que preguntarle a su padre, él sabía, eso había pasado cuando él se mudó a esta casa. Quizás no terminaron de aceptar a su padre y prefirieron irse de la casa.
— ¿Fue porque no aceptaban a mi padre? —se atrevió a preguntar.
— No, no —se apresuró a contestar, Mirtha. —A ellos les agradaba tu padre, lo aceptaron muy rápido y de verdad parecían una familia —agregó con una sonrisa, recordando ese mes, en especial los domingos cuando los cuatro pasaban todo el día juntos.
— No entiendo, nadie habla de ellos, ni siquiera Sonia —decía Agustín aún confundido por todo. —Hasta ahora solo tú los has mencionado de esa manera.
— Lo sé, me da mucha tristeza eso, ellos eran muy alegres y bueno, las cosas cambiaron —dijo acercándose a el refrigerador, sacó jugo y depositó un poco en un vaso, se lo llevo a Agustín.
— Gracias —dijo con una sonrisa. —Espero un día conocerlos —agregó antes de comenzar a comer de su pastel de carne.
— Estoy segura que te llevarías muy bien con ellos —dijo afirmando con seguridad, sus niños eran muy amistosos y sobretodo cariñosos.
— Se ve que los quieres —dijo, Agustín, mirando a la nana de la familia, a quien él ya le estaba tomando cariño, la mayor parte del día lo pasaba sólo con ella.
— Si, son como mis hijos —dijo con total orgullo, esa era la única verdad, los amaba como a su propia vida, los había visto desde el primer día de nacidos.
— Y ellos te han de querer igual —Agustín tomó de su bebida, dejando las cosas a un lado, había terminado.
Mirtha sintió tristeza ante la afirmación de Agustín. Carolina estaba alejada de todos y a ella le permitía la entrada, pero solamente, hasta hoy le había dirigido la palabra tanto, y Gastón se había ido, ya ni siquiera llamaba como los primeros días.
Agustín se sintió triste, se puso de pie y se acercó a ella, sin darle tiempo a que reaccionara la rodeo con sus brazos, ella correspondió de inmediato. Hace mucho no recibía un abrazo, en especial como ese, igual a los que le daban los hijos Kopelioff.
— Gracias, Agus —dijo con ternura viendo al chico, entre sus manos tomó el rostro de Agustín y dejo un beso en su frente, recordándole a Gastón.
Ahora para ella, Agustín se habían convertido en su niño, a quien cuidaría y trataría de ayudarlo siempre a pesar que ya estuviera grande. Ella sabía que en esa casa la mayor parte del tiempo se pasaba sola, no quería que él a causa de eso, tomará desiciones equivocadas.
Al menos él, ya mañana comenzaría su nueva etapa y conocería nuevas personas, que se convirtieran en sus amigos.
Porque de algo estaba segura, Agustín, merecía cosas buenas y agradables en su vida.
☆☆☆
Hola, me alegra que les este gustando la historia, creo que tienen muchas dudas sobre Carolina pero a lo largo de los capítulos, sabrán más sobre su quemadura, porqué sucedió y quien es el culpable.
Gracias por sus votos, todo su apoyo y compartan las historias con amigos, para que salgamos de la oscuridad.
También dejen comentarios para saber si les está gustando.
L@s quiero ❤
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