18. Eres la mejor

Capítulo dedicado a cooniny_

Carolina se encontraba en su habitación, era muy temprano, sólo estaban ella y Mirtha en la casa, se sentó en la alfombra, llevando con ella su cuaderno.

Un atardecer a tu lado sería el escenario perfecto. 

El momento perfecto.

El recuerdo ideal. 

El cómplice de nuestros sentimientos y pensamientos. 

Sería el sello de nuestro amor. 

Con una sonrisa en su rostro, cerró el cuaderno, poniéndose de pie, haría algo que pondría feliz a Agustín. Dejo el cuaderno en la alfombra y salió de su habitación, comenzando a caminar hasta llegar a su destino, la cocina.

Al llegar, observó todo, que estaba en silencio, fruncio el entrecejo, parecía que no había nadie en esa casa.

— ¡Nana! —gritó en la cocina, observó por la ventana, esperando verla fuera de casa pero no había nadie. —¡Nana! —volvió a gritar.

Mirtha apareció por la puerta que llevaba al cuarto de lavandería. Su rostro reflejaba preocupación, los cuales eran a causa de los gritos de Carolina.

— ¿Estas bien? ¿Que sucede? —preguntaba sin dejar responder a la chica.

— Nada, sólo quería que hiciéramos un pastel —dijo tratando de calmar a su nana. Mirtha sonrió de alivio, se acercó a Carolina y la estrechó entre sus brazos, le hacía inmensamente feliz verla tan alegre, ver a la Carolina que era hace unos meses.

— ¿A qué se debe? —preguntó cuando se separó de Carolina. Se acercó hasta uno de los cajones de la cocina, buscando todo lo necesario para comenzar a elaborar la tarta.

— Es para Agustín —dijo con una sonrisa. Mirtha noto el leve sonrojo que se formó en el rostro de su pequeña. Desde el primer momento que ambos se conocieron, supo que entre ellos existiría algo más que una amistad.

— Lo quieres, ¿no? —pregunto alzando una ceja, sin dejar de mirar a Carolina. Ella dio la vuelta y se acercó al lavamanos.

— Demasiado, que da miedo perderlo —dijo mirando a Mirtha. Seco sus manos con unas servilletas y comenzó a buscar los ingredientes necesarios para el pastel de chocolate. —Él llegó de repente, cuando no tenía nada —Mirtha la observaba, nunca había tenido que presionar a Carolina, ella siempre le contaba todo sobre su vida o casi todo, a excepción de aquel chico.

— Agustín llegó en el momento indicado, Carolina —afirmó con una sonrisa, ella asintió porque era cierto, él llegó cuando más necesitaba de alguien, cuando necesitaba apoyo y un amigo. —Y estoy segura que él te quiere mucho —agregó, se acercó a ella agarrando los ingredientes.

— No necesita decirlo para demostrarme el cariño que me tiene —dijo, una vez comenzaron a hacer el pastel.

Estuvieron los primeros minutos en silencio haciendo el pastel, así funcionaba su relación, ella sabía que a Carolina no necesitaba presionarla, ella hablaba cuando creía que era el momento indicado. Carolina se encontraba debatiendo en su mente sobre si debía decirle a su nana que se iría. Un sentimiento de tristeza llegó a ella, estaba volviendo a retomar su vida anterior e irse sería comenzar de nuevo, pero no podía arrepentirse. Nada podía cambiar su decisión.

Miró a Mirtha y una sonrisa con nostalgia se mostró en su rostro, ella siempre había sido como su madre, la conocía tanto que a veces le sorprendía. Con sus manos llenas de  harina se acercó a su nana y la rodeo con sus brazos.

— Te quiero mucho, lo sabes, ¿no? —dijo aún abrazadas. Una lágrima calló por el rostro de Mirtha, quien la tenía abrazada era realmente Carolina, una jovencita cariñosa y con un corazón enorme.

— Lo sé, te quiero más pequeña —dijo cuando se separaron, llevo una mano y tocó su rostro. —Eres hermosa, nunca lo olvides —agregó con una sonrisa. Carolina asintió, sin dejar de mirar a Mirtha.

Carolina suspiró, debía decírselo a su nana.

— Me iré a Londres con papá —dijo dejando de lado sus temores. Se quedaron en silencio, Mirtha no esperaba esa noticia, ¿que sería de ella sin Carolina? Primero Gastón y ahora Carolina, que más consecuencias iba a traer ese accidente. —Sólo quería decírtelo —agregó siguiendo con el pastel.

Los minutos fueron pasando y no volvieron a decir nada, el pastel ya casi estaba listo, sólo faltaba ponerle chocolate encima y una decoración.

Agustín se encontraba de camino a casa, en el auto llevaba música a un volumen alto, se sentía relajado e iba concentrado en el camino. Paso por un parque, estaba lleno de personas pero tenía un ambiente agradable, perfecto para pasar un buen momento con Carolina.

Ella aún le debía una y miles de salidas, quería pasar el mayor tiempo con ella antes que se fuera, no sabía fecha pero sentía que iba a ser muy pronto, demasiado para él.

Tendremos una cita en este parque, Carolina, dijo en su mente.

Siguió conduciendo hasta llegar a casa, dejo su auto en la entrada y a pasos lentos comenzó a caminar hacia la puerta, recordó el día que llegó, esperaba encontrar una casa diferente a esa, tampoco tenía claro que tipo de casa, sólo sabía que era completamente diferente a la de él, en Uruguay. Dejo esos pensamientos de lado y abrió la puerta sin hacer mucho ruido, dejo su mochila en una mesa junto con sus llaves, comenzando a caminar hacia la cocina.

Al entrar su rostro se torno de sorpresa al ver a Carolina, sólo fueron segundos para que una sonrisa se mostrará en el rostro de ambos. Él se acercó hasta donde ella se encontraba, no había nadie más en la cocina. Estando a centímetros de ella se acercó y acaricio su rostro, dejando un beso muy cerca de sus labios.

— ¿Cómo te ha ido? —preguntó, Carolina, con una sonrisa. Él se sentó frente a ella, en respuesta encogió sus hombros, no había pasado nada fuera de lo normal. La mayor parte del tiempo paso con Ruggero, quien le hablo sobre Valentina y que se habían molestado.

— Bien, las clases entretenidas y aprendiendo nuevas cosas sobre la música —dijo con entusiasmo. Ella quería saber como iba ahora su relación con Chiara. —Y estuve conversando con Ruggero —al escuchar el nombre recuerdos agradables llegaban a Carolina, su amigo, su italiano favorito.

— Te quiero, Carolina —recordó las palabras de Ruggero, fueron un día antes que él fuera de vacaciones a Italia. —No le digas a nadie, pero siempre serás mi favorita —dijo con una sonrisa, depositando un beso en la mejilla de la chica, con un abrazo acogedor se despidieron hasta volverse a ver dentro de un mes.

— Carolina, ¿estas? —dijo, Agustín, haciendo que reaccionará.

— Si, sólo me perdí unos segundos —dijo con una sonrisa, se puso de pie, caminando hasta donde se encontraba el pastel. —Cierra los ojos —volteo hacia, Agustín. Él fruncio el entrecejo, pero obedeció a lo que ella ordenó.

Carolina tomó el pastel, regresando hasta donde Agustín con una sonrisa, lo colocó en la mesa frente a él, se volvió a sentar en su lugar, contemplando por unos segundos el rostro del chico. Mostraba demasiada ternura así como se encontraba. Si por ella hubiera sido, Agustín habría pasado con los ojos cerrados horas, mientras ella guardaba en su memoria cada facción de su rostro.

— Puedes abrirlos —dijo Carolina. Él hizo caso a su petición, llevándose una sorpresa. Una pastel y con mucho chocolate. —Una forma de agradecerte todo lo que has hecho por mi —agregó con sonrisa llena de agradecimiento.

Una sonrisa se formó en el rostro de Agustín, sin duda ella cada día lo sorprendía y cada día confirmaba lo que decían de ella, tenía mucho amor por dar a los demás, mucha ternura.

— Gracias —dijo colocándose de pie, acercándose a ella hasta rodearla con sus brazos. Ella correspondió, aferrandose a Agustín y a la protección y seguridad que le transmitía. —Eres la mejor —susurró en el oído de la chica.

Ella cerró sus ojos, aceptando con seguridad y junto a ello todo lo que podría suceder, que estaba completamente enamorada de Agustín, aquel chico que llegó a su casa sin saber todo el misterio que había, aquel chico que la hizo sentir viva con tan sólo escuchar su voz, el chico que la hizo volver a vivir cada recuerdo, a volver a llorar y cuestionarse lo que estaba haciendo con su vida. Si, estaba más que enamorada de Agustín Bernasconi, el hijo de su padrastro.

— Te quiero, Agustín —dijo en un susurro. Ambos sentían tanto por el otro, la suma de sus cualidades y defectos hacían algo único, inquebrantable.

— También te quiero, Carolina —ese te quiero significaba mucho para él. En ese te quiero le entregaba su corazón y su vida a Carolina.

Al separarse, cada uno se sentó en su lado, Carolina tomó un cuchillo y partió dos trozos de pastel, colocando uno frente a Agustín. Comenzaron a comer en silencio, sólo observandose por pequeñas fracciones de segundos. Tenían el pastel a la mitad, Carolina miro a Agustín y por primera vez le pediría algo, lo que la hizo sentir viva.

— ¿Podrías cantarme una canción? —dijo con la mirada fija en él. Agustín elevó la mirada y con una sonrisa, realizó un asentimiento de cabeza.

— Vamos —dijo tomando el plato con su trozo de pastel al colocarse de pie, ella imitó su acción y caminaron hasta donde se encontraba el piano. —¿Cuál te gustaría? —preguntó una vez estaba frente al piano.

— Tú elige —contesto llevando un pedazo de pastel a su boca. Agustín por unos segundos se desconecto de todo, observando lo que estaba haciendo Carolina. Se estaba volviendo loco por ella y ya no había vuelta atrás.

Cerró sus ojos, alejando todo pensamiento indebido de su mente y concentrándose en la canción correcta para ese momento. Después de unos segundos, el recuerdo de la canción que escuchó un día de verano, cuando estaba decidido a dedicarse a la música, llegó a él, considerando que era la indicada para cantarla.

Fue como un día cualquiera
nunca olvidaré la fecha
Coincidimos sin pensar en tiempo
y en lugar

Aunque no lo supiera, esa canción iba dedica a ella, a todo lo que era Carolina.

Algo mágico pasó,
tu sonrisa me atrapó

Canto dirigiendo una mirada hacia Carolina, ella por inercia sonrió, lo que provocó la misma reacción en Agustín.

Sin permiso me robaste el corazón
Y así sin decirnos nada con una simple mirada comenzaba nuestro amor

Ella sentía que cada parte de su cuerpo comenzaba a reaccionar a la voz de Agustín, a su intensa mirada colocada en cada reacción que estaba teniendo, estaban frente a frente, ella de pie a un extremo del piano y él tocando cada tecla, haciendo un momento especial, con la melodía y la letra de esa canción.

Tú me cambiaste la vida desde que llegaste a mi
Eres el sol que ilumina todo mi existir
Eres un sueño perfecto, todo lo encuentro en ti

Por supuesto que habían cambiado sus vidas. Agustín descubriendo que el amor llegaba cuando y con quien menos esperabas; y Carolina aceptando que aún tenía oportunidad para el amor, que su vida no se fue con esas quemaduras, que su vida no está dentro de cuatro paredes como quiso hacerse creer durante los últimos meses.

Tú me cambiaste la vida por ti es que he vuelto a creer
Ahora sólo tus labios encienden mi piel

Agustín llevo su mirada a los labios de ella, esos labios que a penas había rozado y que moría por probar, por describir todo lo que podían llegar a provocar en él.

Hoy ya no hay dudas aquí, el miedo se fue de mí

Cantó haciendo una seña con su mano para que Carolina se sentará junto a él, sin dudarlo ella obedeció a la petición de Agustín, sin dejar de tocar el piano centro su mirada en la chica, para cantar la última parte.

Y todo gracias a ti

Canto de una forma que hizo a Carolina revolver todos sus sentimientos, él terminó colocando una mano en la mejilla de la chica que lo estaba haciendo creer y por primera vez querer a alguien en su vida, para formar un futuro.

— Fue hermoso —susurró, Carolina sin apartar la mirada de Agustín, cada vez era más difícil para ellos negar y no expresar lo que sentían, sus acciones, sus miradas, sus reacciones hablaban por ellos, decían todo lo que aún no expresaban correctamente.

— No tanto como tú —contestó de igual manera el chico. Sin darse cuenta se estaban acercando, aunque mantenían esa lejanía. Esa barrera que impedía que hicieran lo que tanto deseaban, unir sus labios y formar un beso, tierno y en cierta forma apasionado.

— ¿Nunca dejaras de ser así conmigo, no? —pregunto, Carolina. Él negó inmediatamente, ella provocaba eso en él. Sacaba todo lo bueno de Agustín.

— Nunca, aunque borrarán todos mis recuerdos, aunque estemos a kilómetros de distancia, incluso aunque cada uno forme una vida —dijo esto último sintiendo un punzada, no imaginaba su vida sin Carolina, no imaginaba una familia sin ella.

— Eres el mejor —respondió con una sonrisa. Él volvió a negar, estando totalmente en desacuerdo con ella.

— Te equivocas y lo vuelvo a repetir, eres la mejor —dijo con una sonrisa, acariciando el rostro de Carolina.

— Así como tú dices que soy la mejor, para mi también lo eres —afirmó y nadie la haría cambiar de opinión, aunque Agustín y todo el mundo le mostrará una parte mala de él, eso no cambiaría sus pensamientos.

— ¿No te haré cambiar de opinión, cierto? —pregunto negando, estaba descubriendo tantas cosas de ella, como cuando creía en algo, nadie la hacía cambiar de opinión. Ella sonrió porque era cierto. —¿Qué voy a hacer contigo? —volvió a hacer otra pregunta, pero esta vez entre risas.

— Amarme —dijo, Carolina sin pensarlo, a los segundos se dio cuenta de lo que dijo y con la mirada puesta en Agustín, observó como estaba sorprendido, sin duda ninguno de los dos esperaba esa respuesta. —Eh... digo, puedes... —estaba nerviosa y un tanto avergonzada, aunque no se explicaba porque, ella no se callaba lo que sentía aunque con él eso cambiaba. En algunas cosas ella había cambiado, después de ese accidente.

— No haces una petición difícil, cuando es fácil amarte —contestó, haciendo que los nervios crecieran en Carolina. ¿Eso era una declaración? No sabía que responder, no, las palabras no salían, no podía pensar en nada más que en lo que Agustín había dicho.

— Ahora, ¿que hacemos? —dijo, Agustín tratando de aliviar lo tenso que se había puesto el ambiente. Ella reaccionó, sacudió su cabeza, para volver a centrar su atención en el chico.

— Puedes ayudarme a limpiar la cocina, deje algo sucio al hacer el pastel —contestó con una pequeña sonrisa. Él asintió, se puso de pie y tomó los dos pequeños platos donde estaban los restos de pedazos de pastel que habían comido.

Carolina comenzó a seguir a Agustín, iba unos pasos detrás de él, observando su manera de caminar, una sonrisa se formó en su rostro al recordar lo que minutos antes había dicho, es fácil amarte.

Al llegar a la cocina, él se acercó a el lavavajillas y comenzó a lavar todo lo que Carolina había ensuciado, ella se acercó, tomando un trapo para secar cada plato lavado por Agustín.

— Mi madre vendrá a verme —dijo Agustín a los minutos de silencio. Él no le había hablado mucho de Silvana, lo poco que Carolina sabía era de la separación de sus padres, pero sin que él le dijera sabía que tenían una muy buena relación, se notaba cuando la mencionaba lo mucho que la extrañaba.

— ¿Cuándo? —pregunto interesada en el tema.

— En está semana, el viernes —dijo, Agustín dirigiendo una mirada a Carolina. Estaban a mitad de semana, miércoles.

Agustín le pasó uno de los platos ya limpios, ella lo tomo y con cuidado comenzó a secarlo. Estaba concentrada en lo que hacía y al mismo tiempo pensando en como sería la madre de Agustín. Hasta que él hablo e hizo que ella se quedara inmóvil, sin poder reaccionar.

— Quiero que la conozcas, que pases esos días con nosotros —fue lo que dijo, Agustín. Conocerla, pasar tiempo con ellos, lo que implicaba salir de su casa, volver a disfrutar y descubrir otros lugares. 

Pero una pregunta surgió en ella, ¿le ha hablado de mi? ¿Sabrá de mis quemaduras?







☆☆☆

Capítulooooooo...

No olvidaré la frase de Agustín, "No haces una petición difícil, cuando es fácil amarte"

Momento Aguslina con la suegra, ¿como será?

¿Que fue lo que más les gustó?

¿La canción queda perfecta con su historia, no?

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