14. Carolina, feliz

Mini maratón 2/3

Agustín iba llegando a la Universidad, dando comienzo a una nueva semana. Bajó del auto observando a sus alrededores, esperando encontrarse con sus amigos o novia, a la cual en ningún momento se lo pidió.

— ¿Dónde estarán? —preguntó en voz alta comenzando a caminar hacia las instalaciones. Saco su celular, esperando encontrar un mensaje de ellos, pero no había nada.

Llegó hasta su salón, la primera clase la cual sólo recibía con Ruggero, se sentó a esperar ya estaban más de la mitad de sus compañeros.

Su celular comenzó a sonar, extrañado observó la llamada, era de su mamá.

Hijo contestó ella con alegría.

— Mamá, ¿estas bien? —preguntó preocupado. Ella nunca le hablaba tan temprano.

— Si, sólo te hablaba para decirte que te iré a visitar, me haces mucha falta y tengo unos días libres —ella hablaba realmente emocionada, quería que fuera sorpresa pero no soportaba sin decírselo.

— Eso me pone muy contento, tengo muchas ganas de verte y conversar de muchas cosas contigo —necesitaba de los consejos de su madre, necesitaba de ella.

— ¿Te sucede algo? —preguntó preocupada.

— Sólo me siento confundido —respondió observando hacia la puerta del salón, su amigo iba llegando.

— ¿Alguna chica? —conocía a su hijo, sabía que ese era uno de los temas que más se le dificultaba.

— Estoy intentándolo con alguien —dijo viendo a Ruggero que se sentó junto a él.

— En cuanto llegue, tenemos que hablar muy largo sobre ese tema —dijo tratando de calmar a su hijo. —Agustín, cuídate... y te amo, hijo —agregó al cabo de unos segundos.

— También te amo, mamá —dijo con una sonrisa. —Nos vemos pronto —agregó dando por finalizada la llamada.

— Buenos días —dijo, Ruggero, con su característica alegría.

— ¿Qué tal el fin de semana? —pregunto, Agustín, sonriendo.

— Muy bueno, lo pase con Valentina —se notaba su alegría, el amor que sentía hacia ella era verdadero. —¿Sabes? Ayer le escribió a Carolina.

— ¿En serio? ¿Le contestó? —preguntaba, Agustín, con mucho interés. Era extraño, ayer había pasado muchas horas con Carolina y ella no le había dicho nada.

— Si, pero no recibió respuesta de su parte —a Ruggero le causaba tristeza, estaba siendo tan difícil arreglar las cosas con su mejor amiga, a quien le tenía un cariño especial y con quien había compartido muchas cosas durante esos años.

— Entiendo su actitud, se que es y sigue siendo difícil, pero... bueno, debería darnos una oportunidad —terminó de agregar después de haber hecho varias pausas.

— Intentaré hablar con ella sobre ese tema, nos estamos haciendo muy unidos —dijo, Agustín, recordando el perfecto día que habían pasado.

Ruggero iba a hablar, pero no lo permitió el profesor, quien comenzó a dar indicaciones de la clase.

— Clase, hoy hablaremos sobre la historia del Jazz —comenzó a decir entusiasmado el profesor de Historia de la Música. Él hacia que sus alumnos se interesaran por la clase.

— Alguno que sea gentil y diga como surgió el Jazz —hizo una pausa esperando que contestarán. —No tienen porque pelearse, todos pueden participar —agregó al cabo de unos segundos cuando nadie quería participar. Los chicos comenzaron a reír.

— Surgió tras la emancipación de los esclavos, de los cuales, varios se asentaron en Nueva Orleans y muchos comenzaron a tocar... —hablaba muy interesado en el tema Ruggero. —Claro, sin una formación musical reglada, los blues y los spirituals, pero también en las bandas de la ciudad. De esta forma comenzaron a tocar diferentes bandas, hasta que después de un tiempo, se estableció el Jazz y dio comienzo a nuevas bandas con ese género —culminó con una sonrisa de satisfacción.

Agustín había estado atento ante cada palabra que decía su amigo, haciendo que se interesará cada vez más en el tema.

— Excelente, Ruggero, fue una buena aportación —dijo con una sonrisa. —Los primeros que comenzaron fueron Original Dixieland Jazz Band, tocando en varias partes de Estados Unidos, no sólo en Nueva Orleans.

— ¿Cuál es el Jazz blanco? —pregunto, Agustín, después de varios minutos de estar explicando sobre dicho tema.

— Ese Jazz, es el originario de los blancos norteamericanos, el cual valoraron más al convertirse en un estilo que permitía más la improvisación, llamándose, Hot —respondió ante la duda del chico, la mayoría de ellos estaban anotando mientras otros le brindaban toda su atención al profesor.

— Siempre he tenido cierto interés en el Jazz, y ahora mucho más con su explicación —agregó uno de los alumnos, era de los más callados y siempre se sentaba en los últimos asientos.

— Ese es mi propósito, que amen la Música en todos sus sentidos, la vida está llena de música —se puso de pie y comenzó a caminar entre medio de sus alumnos. —La vida es música y debemos valorar eso. Para terminar, el Jazz tuvo sus bajas al aparecer el Rock  pero aún así es un género que se conserva siendo de los primeros. ¿Alguna duda? —Todos negaron repetidas veces, estaba muy claro el tema. —Pueden irse e investiguen sobre la Música.

Todos comenzaron a salir del salón, algunos más apresurados, Agustín iba junto al italiano, caminando sin prisa por los pasillos, tenían libre las próximas horas, así que fueron hacia la parte trasera de la Universidad.

— Andas medio raro, ¿paso algo? —preguntó, Ruggero, una vez que se habían sentado en el césped.

— Carolina... —dijo y se quedo callado observando a su alrededor, ni él mismo sabía que estaba sintiendo por ella. —Me interesa mucho ayudarla, saber sobre ella, conocer lo que le gusta, todo —agregó.

— ¿Y Chiara? —Ruggero estaba con el ce;o fruncido, no quería que ninguna saliera lastimada, pero más Carolina.

— Con ella me siento bien, siento algo muy especial —dijo con una sonrisa. Estaban claros los sentimientos hacia Chiara, sólo que él quería seguir confundiendo sus sentimientos, no aceptando la realidad.

— Creo que estas confundiendo lo que verdaderamente sientes por Carolina, quizás sientes eso, porque la miras tan frágil, como la hermana que no tuviste —dijo, Ruggero, tratando de darle una respuesta a su amigo.

— Puede ser —dijo suspirando, aunque en el fondo no estaba del todo convencido.

Los seres humanos tienden a negarse muchas veces a amar verdaderamente, a aceptar que están sintiendo algo por la persona que menos esperaban y eso estaba viviendo Agustín, no quería reconocer que por, Carolina, no estaba sintiendo un cariño de hermanos.

Te observo más de lo que quisiera.
Siguiendo cada uno de tus pasos.
Buscándote a cada momento.
Tratando de encontrarte en todas partes.
Pero sobre todo, preguntándome si conoces mi nombre.
Si conoces de mi existencia.
Teniendo la ilusión de ser alguien en tu vida.

Queriendo saber cada cosa importante para ti.
Queriendo ser esa persona por la que sonríes.
Tener el poder de cambiar tus días.
Ser la persona que acelere tu corazón.
Teniendo la necesidad de compartir contigo cada momento.
Queriendo ser la persona a quien digas "Te amo".
Queriendo que vivamos una historia de amor única.

Carolina se encontraba observando por su ventana, lo que se había convertido en su lugar, su momento, suspiró y una sonrisa se formó en su rostro, le gustaba lo que había escrito, sentía que eran las palabras indicadas.

Miró su celular y ya estaba por llegar Agustín, deseaba que fuera a su habitación y la hiciera pasar una buena tarde. Ese día tenía ciertas ganas de salir de su habitación, disfrutar del aire libre y volver a recorrer los lugares del jardín que tanto le gustaban.

Comenzaron a tocar su puerta, agarró su cuaderno y lo colocó en su mesita, mientras se dirigía a abrir la puerta.

— Busco a Carolina, ¿se encuentra? —dijo, Agustín con diversión. Ella comenzó a reír dejando libre el camino para que entrara. Traía junto a él una bandeja con comida.

— ¿En qué momento llegaste? —pregunto  al sentarse en su cama. Cada día sentía que Agustín la sorprendía más, nunca llegaría a conocerlo completamente.

— Hace unos minutos, ¿me extrañaste? —pregunto alzando una ceja con una sonrisa, ya había terminado de colocar los dos platos con comida.

— La verdad, no -dijo mintiendo, Agustín llevo una mano a su pecho fingiendo dolor, ella comenzó a reír. Lo había extrañado más de lo que quería.

— Entonces, debería irme, quizás Mirtha si me extrañó —hizo a ponerse de pie pero Carolina fue mucho más rápida y tomó su brazo. Lo quedo mirando unos segundos y lo abrazo.

— Te extrañe —susurro en el oído del chico. Se separaron y una sonrisa se formó en ambos rostros, tomaron sus platos con comida y comenzaron a comer en silencio.

— Hoy en una clase nos dijeron que la vida es música, así que estaba pensando y podría enseñarte a tocar el piano —dijo, Agustín, sin dejar de observar a Carolina, quería buscarle actividades que la tuvieran entretenida al menos unas horas.

— Hace un tiempo tome clases, pero las dejé —dijo sorprendiendo a Agustín, según él no tenía idea de pianos. —Sería bueno retomar lo que nunca empecé —Agustín sonrió, pensó que sería muy difícil convencer a Carolina, sobretodo porque tendría que estar saliendo de su habitación.

— Entonces podes comenzar desde hoy, ¿te parece? —preguntó alzando una ceja, ella asintió con una sonrisa. Estaba demostrando la disposición que tenía por cambiar completamente su vida.

Siguieron comiendo en silencio, sin embargo en algunos momentos se miraban y sonreían, sin saber cuál era la causa, al final terminaron de comer acompañados de risas.

— ¿De que ríes? —preguntó, Agustín, queriendo obtener una respuesta acertada, mucho mejor que la de él.

— De verte a ti riendo —contestó, Carolina, entre risas provocando el mismo acto en Agustín.

— Y yo me río de verte a ti riendo —ambos negaron entre risas, sin poder creer que disfrutarán tanto de sus compañías. —¿Vamos? —dijo, Agustín, extendiendo su mano hacia Carolina, cuando pararon de reír, ella suspiró y tomó su mano, dispuesta a no dar marcha atrás.

Comenzaron a bajar las escaleras sin soltar sus manos, hace un tiempo que la chica no hacía ese recorrido durante el día, sentía nostalgia al recordar cuando pasaba la mayor parte del tiempo en esa parte de la casa, cuando sus amigos iban y disfrutaban durante horas de sus compañías.

— ¿Aprendiste algo en la clase?  —pregunto, Agustín, sentándose frente al piano, la chica se quedo de pie junto a él.

— ¿El nombre de la maestra cuenta? —pregunto con una sonrisa. Agustín negó repetidas veces  dejando escapar una carcajada.

— No te creía así —dijo colocando sus dedos sobre las teclas. —Entonces, te enseñaré las notas —ella asintió y dudosa se sentó junto a él, observando cada uno de sus movimientos.

— Primero puedes empezar utilizando sólo una mano por mientras te acostumbras —ella estaba atenta ante las instrucciones de Agustín. —Comenzamos con Do, puedes también pronunciarlo para que sea mejor, ¿vamos bien? —pregunto observando a Carolina.

— Si, contigo da más ganas de aprender —dijo sin mirarlo, colocó sus dedos sobre las teclas y tocó en Do.

De esa forma fueron pasando los minutos mientras, Agustín, de la mejor manera le enseñaba a Carolina cada una de las notas musicales, tanto mayores como menores.

— Ahora intenta utilizar ambas manos —Agustín retiro sus manos dejándole libre a Carolina, ella asintió y comenzó a tocar las notas musicales. Estaba aprendiendo muy rápido. —Excelente, eres muy buena alumna —dijo con una sonrisa.

— Todos me lo dicen —contestó con una sonrisa de superioridad.

— Cuanta modestia —dijo, Agustín, riendo. Mirtha llegó donde se encontraban sonriendo de ver a Carolina, tocando el piano y sobretodo fuera de su habitación.

— ¿Quieren merienda? —preguntó cuando estaba cerca de ellos, Carolina la miro y sonrió.

— Si, nana —Mirtha la miro enseguida con los ojos llorosos, desde su llegada después del accidente no le había vuelto a decir de esa forma y mucho menos le había hablado con tanto cariño.

— Enseguida te traigo unas ricas gallegas de chocolate, todo lo que quiera mi niña —dijo emocionada, se alejó de ellos hasta desaparecer en la cocina.

— La hiciste muy feliz —dijo, Agustín, se puso de pie y se sentó en uno de los sillones, en una posición más cómoda.

— Y yo me siento feliz —dijo con seguridad, sentía que estaba volviendo a vivir su vida de hace unos meses. —Gracias, Agustín —camino hasta él, se sentó a su lado y sin precio aviso dejó un beso en la mejilla del chico.

Él sonrió inconscientemente, esa chica que tenía frente a él, que se escondía del mundo, se estaba convirtiendo en su perdición.

— Aquí traigo su merienda —dijo, Mirtha, dejando las cosas en la mesa de centro.

— Gracias, nana —dijo, Carolina con una sonrisa tomando una de las galletas, eran sus preferidas más porque las hacía su nana, desde que recordaba era consentida por Mirtha.

— Todo por ti —respondió ella sonriendo, los dejo nuevamente solos, sin embargo eso no duró mucho tiempo, la puerta principal se abrió dejando ver a Sonia y Marcos.

Carolina se quedo inmóvil, hace tantas semanas no miraba a su madre, que no sabía que hacer, dejo que ella reaccionará e hiciera algo. Los segundos pasaban, nadie decía nada, Agustín observó a Carolina y tomó su mano, transmitiendole confianza. Marcos estaba por hablar cuando Sonia comenzó a caminar hacia la segunda planta sin decir nada, más que sólo brindar una mirada a su hija.

— Nada va a cambiar —dijo, Carolina, con los ojos llorosos.

Su felicidad había terminado por ese día, la actitud de su madre siempre iba a ser muy dolorosa para ella. No entendía y probablemente no lo haría, porque su madre se comportaba de esa manera.







☆☆☆

¿Paramos? ¡No! ¿Seguimos? ¡Si! Jajajajajajaja

¿Que opinan del cariño que siente Ruggero hacia Carolina?

¿Carolina conocerá a su suegra? 🌚😂😂

¿Que piensan que pasa con Sonia?

Y Agustín le está enseñando a tocar el piano a Carolina, porque "la Música es Vida"

L@s amooooooo

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