Capítulo 19 (+18)

Junio

—Pequeña, este es Nick —Jayce señala a un chico de piel oscura en silla de ruedas.

—Así que tú eres el famoso Nicholas —le digo con buen humor, algo raro en mí. La verdad, es que la ausencia de mi seriedad se debe al alcohol que tengo en las venas. Estamos en una fiesta, no en casa de los chicos, sino en un lugar elegante, ubicado en las afueras de Los Ángeles.

—Y tú, la ilustrísima Harper Collins —la voz ronca de Nick me provoca un escalofrío de placer. Es un chico guapo y fuerte, a pesar de su situación.

—¿Cómo te sientes, chocolate dulce? ¿Ya puedes mover la pelvis? —mi voz suena coqueta. No puedo evitarlo, en este estado suelto todo lo que se me pasa por la cabeza.

—Yo muevo lo que tú me pidas, morena —su acento latino es delicioso y me provoca un cosquilleo en el bajo vientre.

—¿En serio? —estoy muy metida en la fantasía donde lo cabalgo como a un potro salvaje, sobre la silla de ruedas.

Escúchame, sueno como una pervertida.

—Harper Collins ¿estás borracha? —mi hermano suena como un tonto escandalizado —. ¿Te pasa algo?

—De hecho... —solo vi a tu amigo galés escaleras arriba con su amiga rubita. Obviamente están follando como conejos mientras yo me ahogo en mi penas —, el trabajo de Termodinámica me tiene estresada. Tengo derecho a olvidarme de todo por una noche, ¿cierto? —recalco la pregunta con un trago de mi bebida.

—¡No hables de escuela esta noche, por favor! —exclama y se larga, dejándome sola con su amigo.

Yo, aferrándome a mi posición de borracha descarada, me siento en las piernas de Nick.

—Hola —rodeo su cuello con mis brazos.

—Hola —no mueve sus manos para tocarme.

—¿Cuánto tiempo llevas sin follar? —necesito callarme inmediatamente —. Lo siento, no respondas a esa estúpida y entrometida pregunta.

Él se ríe, provocando un calor de vergüenza por mi cuerpo.

—Me pregunto, ¿qué te altera lo suficiente para querer olvidarlo con alcohol? —sus palabras, dichas con tono sabio, dan en el centro de la diana. Estos últimos meses los he pasado evitando a Emrralt Griffin todo lo posible y en los eventos donde evitarlo es imposible, me refugio en las esquinas con la botella.

Probablemente sea una hipócrita al sentirme como la mierda viéndolo con otra, porque yo tampoco he sido célibe. He visto a Austin varias veces más, siempre manteniendo una distancia emocional, y a otros. Hombres sin cara, solo cuerpos calientes que me dan el contacto físico que necesito. En los últimos tiempos, he notado que soy de esas que está acostumbrada a tener sexo habitualmente; primero con Shaw, luego con Dane y ahora, sin una pareja sexual estable... me he vuelto un poco promiscua. Poco me importa.

Me siento tentada a contarle a este virtual desconocido todas mis preocupaciones, pero considerando que formará parte del grupo en el futuro, decido no hacerlo.

—Nada importante.

—Voy a ser brutalmente honesto contigo, Harper.

—Justo como me gusta —él ríe en respuesta a mi comentario.

—No he tenido sexo en dieciocho meses. Aunque sería bonito terminar mi sequía contigo, prefiero intercambiar algunas palabras antes de darte luz verde —es tierno, de una forma muy masculina.

Voy a la cocina y agarro par de botellas de agua, con sus ojos sobre mí, observando cada movimiento. Me muevo hacia un lugar especial que encontré cuando la fiesta aún no empezaba. Una terraza en el primer piso con jacuzzi, lejos del ruido y la gente. Me quito los zapatos y el vestido, que caen sobre el suelo de madera, quedando el ropa interior. Me giro y sus ojos escanean mi piel entintada.

—¿Necesitas ayuda? —no puedo evitar preguntarle. Y su respuesta, me da una grata sorpresa.

—Si no es molestia —cualquier otro chico intentaría hacerse el macho y hacerlo por su cuenta, pero Nick conoce sus limitaciones. Sabe que necesita ayuda y no duda en pedirla.

Le ofrezco mi hombro, en el cual se apoya mientras se pone de pie. Se saca sus chanclas con cuidado y movimientos ligeramente torpes. Su ropa interior consiste en un bóxer corto blanco de Calvin Klein, le queda espectacular sobre sus nalgas magras. Mis ojos se mueven brevemente sobre las largas cicatrices de su espalda, paralelas a su columna vertebral, el resultado de varias cirugías.

Maniobramos de forma que pone su trasero en la silla del jacuzzi, cubierto de agua. Hago lo propio y disfrutamos de la masa de agua burbujeante durante unos minutos. El silencio solo roto por la vibración de la música a través de las paredes y sonidos del exterior.

—Si me hubieran dicho esta mañana que estaría compartiendo jacuzzi con una linda chica semidesnuda, me hubiera reído —su comentario nos hace reír a ambos.

—Me has dado una sorpresa. No todos los chicos pueden superar la idea de hacerlo todo sin ayuda, demostrando así su hombría —no puedo evitar comentarle mi opinión, a la que responde con una sonrisa triste y un comentario. Su rostro, iluminado por las luces cambiantes del fondo del jacuzzi.

—Tristemente, mi condición no me permite rechazar la ayuda que me brindan. Estar en esta situación me ha enseñado muchas cosas, Harper —por eso habla con la sabiduría de un viejo. Ha vivido mucho para sus pocos años de existencia.

—¿Qué has aprendido? —tengo una gran curiosidad.

—Todos vinimos a este mundo prestados; con vidas frágiles y efímeras. Ahora veo las cosas de forma diferente. Las cosas pequeñas, como un abrazo o un buenos días parecen más grandes e importantes. Una húmeda conversación con una chica hermosa... —quiere cambiar el tema y lo dejo. Sus palabras, aunque parcas, me tocan el alma.

Me siento a su lado, poniendo mis dos piernas sobre las suyas.

—¿Te sientes diferente físicamente luego del accidente?

—Ciertamente, he perdido un poco la sensibilidad de las piernas y me siento muy torpe. Estoy aprendiendo a caminar nuevamente, como un bebé. A pesar de la lentitud del progreso, agradezco a Dios por darme esta segunda oportunidad para hacer las cosas bien —sus ojos están vidriosos, mirando un punto fofo en la distancia, sin verlo realmente.

De verdad quiero saberlo todo sobre su accidente, pero me parece grosero y metiche hacerlo en este momento. Si llegamos a ser amigos, podrá contármelo cuando quiera.

En un intento de distraerlo, me acerco a su lado. Pongo mi mano en su rodilla y acaricio sus cuádriceps.

—¿Y tu sentido del tacto está... intacto? —se ríe de mi rima sinsentido.

—Sí, funciona perfectamente.

Mi lado pícaro se enciende y paso una mano por su brazo húmedo.

—¿La sensación aquí es igual que antes del accidente? —paseo las uñas por su brazo de arriba a abajo.

—Sí —me está mirando con los ojos encendidos.

—¿Aquí? —muevo la mano hacia su pecho, pasando las uñas por sus pectorales y abdominales. Su cuerpo se estremece y la oscura piel se eriza. Muerde su grueso labio inferior en señal de deseo, mientras me invade un cosquilleo en el vientre. Me estoy calentando con solo mirar sus reacciones.

—Sí —responde.

¿Cuál era la pregunta?

—¿Y aquí? —mi mano se encuentra en su muslo, debajo del agua.

—No del todo —casi jadea de la excitación.

—¿Y...? —pongo mi mano sobre su miembro erecto y lo manoseo un poco sobre su ropa interior mojada.

—Se siente... diferente —cierra los ojos al hablar, como si las sensaciones fueran demasiado para él.

Quiero ver su cara congestionada de placer, así que beso su cuello y el lóbulo de la oreja que tengo a mi alcance.

—¿Más o menos sensible que antes? —aprieto un poco su erección y él pierde el control.

Hasta ahora se ha mantenido quieto, controlando sus reacciones. En un instante, me tiene sentada sobre sus muslos y su cara se encuentra entre mi tetas, besando y mordisqueando suavemente sobre el sujetador.

Se detiene en un momento de lucidez y me mira a los ojos. Sus manos húmedas se posan en mis mejillas, acariciando la suave piel. Me besa, no con pasión desbordante, sino con cariño y delicadeza. Disfruto de su tacto mientras lo dejo hacer.

—Eres preciosa —su voz entrecortada le hace cosas maravillosas a mis sentidos.

—Menos palabras y más acción —no es que no me guste su voz, es solo que... no me gusta que me digan cosas bonitas durante el sexo. Lo odio totalmente.

En la cama, Shaw ha sido el único amante conversador que he tenido; pero él es un pervertido de mierda que no puede evitar decir obscenidades durante el coito.

Ignorante, Nick continúa con su exploración en silencio. Me quita el sujetador y juega con los pequeños pechos, maravillado. Muevo las caderas, de forma que la coyuntura de mis muslos se frota contra su verga enhiesta.

Después de muchos besos y caricias compartidas; nuestros jadeos entrecortados se pierden en el silencio de la noche, al borde de la desesperación.

—¿Tienes un condón? —la mueca de mi cara lo hace soltar una risa estrangulada —. ¿A pelo? —su tono esperanzado me saca una sonrisa en lugar de enfadarme.

—No creo que debamos arriesgarnos.

—Tienes razón —su mano viaja hacia mi sexo y mete un dedo dentro de mi vagina. El agua y mi propia excitación hacen de ese gesto una tortura. Su gemido y el mío se mezclan, mientras cabalgo su mano —. Joder, te sientes tan caliente y apretada.

Me muevo un poco, dejando un espacio entre nosotros para meter mi mano y continuar masajeando su imponente polla. Mientras nos besamos, me penetra con otro dedo y juguetea con mi clítoris, enviando llamaradas de placer por mi cuerpo.

Llega al clímax entre gemidos, para luego aumentar la profundidad y velocidad de los movimientos de su mano. Juego con mis duros pezones y mientras su oscura mirada me recorre, llego al orgasmo con un largo y bajo gemido.

—Joder, que sexy ha sido eso —le doy un último beso abandonando mi posición sobre sus piernas y me siento a su lado, con las réplicas del clímax aún recorriendo mi cuerpo.

—Coincido —mi voz suena ligera por el placer.

Caemos en un silencio post coito muy agradable, hasta que siento sus manos recorrer mis piernas bajo el agua. Amasa sensualmente la poca carne que hay en mis muslos y pantorrillas, excitandome nuevamente. Nos besamos y acariciamos sin que la temperatura suba demasiado.

—Hay algo con lo que llevo soñando más de un año, ¿me ayudas a hacerlo realidad? —su voz entusiasta me saca una sonrisa.

—Claro.

—Siéntate en esa esquina —me señala el rincón del jacuzzi que hace contacto con la pared. Siguiendo sus instrucciones, salgo del agua y me siento sobre la superficie ligeramente fría.

Nick se mueve lentamente hasta ponerse de rodillas entre mis piernas abiertas y la anticipación me acelera la respiración. Mirándome con ojos calientes, agarra mis bragas y las desliza por mis piernas hasta los tobillos.

Mira mi coño depilado mientras con sus dedos toca los labios externos e internos con delicadeza.

—Es muy suave.

—Depilación.

—¿Acaso eres masoquista? —dice después de besar el interior de los muslos.

—¿Por qué lo dices? —estoy sin aliento.

—La depilación duele un montón —habla con la certeza del conocimiendo, por lo que arqueo una ceja en su dirección, con expresión graciosa —. Una vez perdí una apuesta y tuve que depilarme con cera todo el cuerpo —se estremece visiblemente y no puedo evitar reírme.

—Es depilación con láser. Por seis meses sin ver el pelo, vale la pena pagar el precio que cuesta —explico.

Me muerde suavemente el interior de un muslo y posa sus labios sobre mi suave pubis, mientras me mira con los ojos brillantes. Reparte besos y lametazos por la sensible zona hasta que me retuerzo de impaciencia. Obviamente, sabe lo que hace y lo disfruta.

Sus dedos se suman al juego y cuando su lengua conecta con mi clítoris, un bajo grito sale de mi boca, incontrolable. Me toco los pechos con una mano y muevo la otra hacia su nuca, para sujetarlo en el lugar. Si deja de besarme, lo mato.

Apenas un minuto después, siento el orgasmo acercándose, y mi cuerpo se estremece de placer. Siento el ruido de una puerta abrirse, por lo que miro hacia el lugar.

¿Qué veo? A un pálido Emrralt Griffin mirándome con los ojos como platos y la boca ligeramente abierta.

Una pequeñísima parte de mí quiere encogerse de vergüenza, pero la otra parte, es traviesa, y quiere desquitarse por el fiasco. De pronto, el orgasmo estalla dentro de mí y en lugar de apartar la mirada, me quedo observándolo mientras mi cuerpo se llena de placer.

podrías estar entre mis piernas, pero decidiste rechazarme. Ahora te jodes.

Termino cerrando los ojos e ignorando su presencia, como si no existiera. Instantes después, dejo de sentir su mirada y suspiro.

A pesar de la lánguida sensación atrapando mi cuerpo, un escalofrío me baja por la columna vertebral, como una premonición.

Algo está a punto de cambiar.

***

Oh, oh, oh.

¿Que pasará?

Entérate en el próximo capítulo. Si te ha gustado, dale a la estrellita y comenta. Se les quiere 🤗🤗🤗.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top