"Bajo la máscara del destino: Un Amor en Call of Duty"
Simón "Ghost" Riley era un hombre marcado por su pasado, un hombre cuya historia era tan misteriosa como su rostro, cubierto por una máscara de calavera. Nació en las oscuras calles de Manchester, Inglaterra, donde la violencia y la pobreza eran parte de la vida diaria. Desde pequeño, aprendió que solo los más fuertes sobrevivían. A temprana edad, se unió a una pandilla local, pero pronto se dio cuenta de que su destino estaba en algo mucho más grande que las luchas callejeras. Su vida dio un giro radical cuando se alistó en el ejército británico.
Fue en el ejército donde Ghost encontró su verdadera vocación. No era un soldado común: su habilidad para moverse en las sombras, su astucia en combate y su destreza con armas lo convirtieron en uno de los mejores operativos de las fuerzas especiales. Su silencio en el campo de batalla, su capacidad para pasar desapercibido y su enfoque frío y calculador lo convirtieron en una leyenda entre sus compañeros. Pero, a pesar de su éxito, Simón era alguien al que nadie conocía realmente. La máscara de calavera que llevaba desde entonces no era solo un símbolo de su unidad, sino una forma de ocultar su verdadera identidad, una forma de protegerse del mundo que lo había marcado.
Su primera gran misión como miembro de la Unidad 141 fue cuando fue reclutado por el capitán Price, un hombre tan enigmático como él, pero con una moral y una visión del mundo completamente diferentes. Price vio en Ghost a alguien capaz de operar en las sombras, alguien que podía hacer el trabajo sucio sin preguntar demasiado. Juntos, formaron un equipo letal con el sargento Soap MacTavish y el resto de los operativos de la unidad.
La historia de Ghost se entrelazó con eventos globales de gran magnitud. En un mundo de guerra, intriga política y amenazas terroristas, el silencio de Ghost se convirtió en su mayor virtud. Durante una misión en Afganistán, un encubrimiento en la misión le costó a Ghost más de lo que imaginaba. Fue traicionado por uno de los suyos y dado por muerto. Pero Simón, como un espectro en la oscuridad, logró escapar y sobrevivir, siendo perseguido y marcado por aquellos a quienes había llamado compañeros.
La traición dejó una marca profunda en Ghost. A partir de ese momento, su desconfianza en los demás creció, y su dolor por la pérdida de su unidad y la traición de quienes confiaba lo empujó a una espiral de venganza. Ya no solo luchaba por la patria, ni por el bien de su unidad: ahora luchaba por la justicia personal.
La historia de Ghost se hizo más oscura cuando comenzó a trabajar con el Task Force 141 en una misión que lo llevaría a enfrentarse a los más peligrosos enemigos del mundo. De Oriente Medio a Sudamérica, luchó contra las fuerzas de la coalición de terroristas, pero el verdadero desafío llegaría cuando se enfrentó a Makarov, el líder del grupo terrorista "Ultranacionalistas", cuyas acciones desestabilizaron gobiernos y destruyeron vidas.
Ghost siempre fue un hombre de acción, pero también de introspección. En el campo de batalla, su rostro tras la máscara nunca mostraba emoción, pero dentro de su mente, las sombras del pasado lo acechaban constantemente. Las voces de sus antiguos compañeros, ahora muertos, y las cicatrices de sus traiciones le recordaban constantemente que la lealtad y la confianza eran lujos que ya no podía permitirse.
Pero lo que nunca perdió fue su código personal: luchar hasta el final. En la feroz batalla en el aeropuerto de Moscú, donde Makarov llevó a cabo su ataque más devastador, Ghost no solo luchó por la supervivencia, sino por la justicia. Cuando el capitán Price y Soap lo encontraron, parecía que todo estaba perdido, pero el espíritu de la unidad 141 seguía vivo en ellos. Juntos, enfrentaron lo impensable, y Ghost encontró una razón para seguir luchando.
El final de su historia fue tan misterioso como su comienzo. Después de la caída de Makarov, Ghost no pudo encontrar la paz. Su vida estaba marcada por las cicatrices de la guerra y la traición. A pesar de sus esfuerzos, no pudo escapar de la sombra de su pasado, ni de los fantasmas que lo perseguían. En su última misión, un sacrificio final fue necesario para proteger a aquellos a los que había llegado a considerar familia.
A lo largo de los años, Simón "Ghost" Riley se convirtió en una leyenda, una figura que representaba tanto la guerra como la lucha interna. Su nombre resonaba en los pasillos de los cuarteles, y su máscara de calavera se convirtió en un símbolo de un hombre que nunca dejó de luchar, incluso cuando el mundo se volvía oscuro y su alma se desmoronaba. El precio que pagó por su lealtad y su deseo de justicia fue alto, pero Ghost nunca fue un hombre que se arrepintiera. La guerra lo había moldeado, y en sus últimos momentos, el único que realmente conocía a Simón Riley era él mismo, con la máscara de calavera como su única compañía.
Unos meses después de la caída de Makarov y la aparente disolución de la Unidad 141, la vida de Simón “Ghost” Riley comenzó a tomar un giro inesperado. Aunque seguía siendo parte del equipo, se encontraba cada vez más aislado, atrapado en sus pensamientos y recuerdos, mientras los demás miembros de la unidad se centraban en la reconstrucción y en nuevas misiones. En ese período de relativo calma, un nuevo miembro fue asignado a la unidad, alguien que cambiaría la dinámica de todo el equipo.
Su nombre era Y/N. Un recluta recién llegado, proveniente de una unidad de fuerzas especiales con una reputación sólida. Y/N era una mujer/hombre de estatura imponente, con el cabello corto y rebelde, una característica que, además de darle una presencia formidable, la/o hacía destacar rápidamente entre los demás. Sus ojos azules, brillantes y penetrantes, reflejaban una mezcla de determinación y calma que sorprendía incluso a los veteranos más experimentados.
Al principio, Ghost observó a Y/N desde las sombras. No fue hasta una misión de alto riesgo en Sudamérica, donde el equipo se enfrentaba a un cartel de narcotraficantes que estaba intentando conseguir armas de destrucción masiva, que Ghost vio por primera vez a Y/N en acción. La recluta se movía con una agilidad y destreza impresionantes, como si estuviera bailando entre las sombras. Su estilo de combate no era solo eficiente, sino que parecía natural, casi intuitivo.
Durante una escaramuza feroz en la jungla, cuando las cosas tomaron un giro peligroso y el equipo estuvo a punto de ser rodeado, Y/N hizo una maniobra arriesgada para salvar a Ghost, quien se encontraba atrapado bajo el fuego enemigo. Sin pensarlo, la recluta se lanzó a la acción, neutralizando a varios de los enemigos con precisión letal, lo que permitió a Ghost escapar de la emboscada. El silencio de Ghost, siempre tan hermético y aislado, se rompió por un momento, miró a Y/N con una mezcla de sorpresa y respeto. La joven(o) era diferente a todos los reclutas anteriores. Había algo en ella/él que no encajaba con el perfil típico de un soldado. Su habilidad en combate, combinada con una tranquila confianza, era algo que Ghost no había visto antes.
Al terminar la misión y regresar a la base, el equipo fue elogiado por su éxito, pero Ghost no podía dejar de pensar en la nueva recluta. Algo en Y/N le resultaba intrigante. Aunque nunca había sido alguien de hacer amigos ni de confiar fácilmente en nuevos miembros, había algo que le decía que esta persona no era una más. A lo largo de los días, empezó a observar cómo Y/N interactuaba con los demás. A pesar de su juventud y su inexperiencia en el campo de batalla, parecía tener un enfoque muy maduro para cada situación. Su capacidad de mantener la calma en medio del caos no pasó desapercibida.
En los días siguientes, Ghost empezó a entrenar a Y/N en algunas técnicas de sigilo y estrategia avanzada, con la intención de poner a prueba sus habilidades y ver si realmente estaba hecha/o para la Unidad 141. A veces, sus entrenamientos eran intensos, pero la recluta nunca retrocedía. A pesar de la dureza de los ejercicios, Y/N siempre demostraba una notable resistencia física y mental. Ghost le enseñó a moverse como una sombra, a anticiparse a los movimientos del enemigo y, sobre todo, a ser siempre el espectro en el campo de batalla, como él había aprendido en su propia carrera.
Con el paso de las semanas, la relación entre ambos fue evolucionando, aunque lentamente. Si bien Ghost seguía siendo el mismo hombre enigmático y distante, Y/N logró ganar poco a poco su respeto. Había algo en ella/él que le recordaba su propia juventud, su propio deseo de ser más que solo un soldado. Y aunque Ghost no lo admitiera abiertamente, cada vez encontraba más difícil ignorar la curiosidad que despertaba la nueva recluta. Había momentos en los que, tras misiones difíciles, Ghost veía cómo Y/N se alejaba del grupo, buscando su propio espacio, y algo en su mirada le decía que, al igual que él, cargaba con un peso mucho mayor al de ser solo un soldado.
Una noche, después de una misión particularmente peligrosa, cuando ambos estaban sentados junto al fuego, con la base en silencio, Y/N rompió el hielo. "¿Por qué usas esa máscara?", preguntó con voz baja, mirando la calavera que cubría el rostro de Ghost. Aunque nunca antes había hablado de su pasado, algo en la pregunta hizo que Ghost mirara a Y/N fijamente. No respondió de inmediato, pero en sus ojos azules brillaba una comprensión silenciosa, como si ya lo supiera: no se trataba solo de la máscara, sino de lo que representaba.
“Porque, en el fondo, todos llevamos una máscara, Y/N. La diferencia es que la mía no se puede quitar”, respondió Ghost en tono grave, sin emoción, como siempre.
Y/N no insistió más, pero se dio cuenta de que bajo esa máscara de calavera, había mucho más que solo un soldado: había un hombre roto por la guerra, marcado por el dolor y las pérdidas. Sin embargo, había algo que Y/N comprendía bien: Ghost no era solo su historia de guerra. Era alguien que, a pesar de todo, seguía luchando. Y eso lo hacía admirable.
La relación entre ambos se fue fortaleciendo, no a través de palabras, sino a través de las acciones. En cada misión, Y/N se ganaba la confianza de Ghost, quien, aunque todavía guardaba sus distancias, reconocía en ella/él la misma determinación que lo había mantenido con vida a él mismo. Al final, ambos sabían que en el campo de batalla, lo único que importaba era la lealtad y la confianza, y en ese sentido, aunque su vínculo fuera inusual, algo especial estaba creciendo entre ellos.
El tiempo pasó, y cuando la Unidad 141 tuvo que enfrentarse a nuevas amenazas, con enemigos cada vez más despiadados, Ghost y Y/N se convirtieron en una dupla formidable. En medio de las batallas y el caos, ambos entendían la importancia de tener alguien en quien confiar. Sin embargo, la verdadera prueba de su relación llegaría cuando se enfrentaran a una misión aún más peligrosa, una que pondría a prueba no solo sus habilidades en combate, sino también los límites de su lealtad, sacrificio y, sobre todo, la humanidad que quedaba bajo la máscara de Ghost.
Pero en ese momento, al igual que siempre, Simón “Ghost” Riley seguiría siendo el espectro, moviéndose en la oscuridad, con Y/N a su lado, una nueva recluta que, sin saberlo, se convertiría en una pieza clave en su historia.
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