36
El partido había terminado con una victoria para el Barcelona, y el estadio comenzaba a vaciarse. En el pasillo frente a los vestuarios, Julieta estaba sentada en un pequeño banco con Matt en brazos. El niño, con los ojos entrecerrados y apoyado contra su hombro, estaba visiblemente agotado después de tantas horas en el estadio.
—¿Quieres ir al hotel ya, cariño? —le susurró ella, acariciándole suavemente el cabello.
Matt murmuró algo incomprensible, abrazándose más a ella, lo que le sacó una sonrisa. Julieta suspiró, ajustándolo para que estuviera más cómodo mientras esperaba a Pablo.
No pasaron muchos minutos antes de que él apareciera. Todavía llevaba el cabello húmedo de la ducha postpartido, y su sonrisa apareció en cuanto la vio.
—¿Qué tal mis dos amores? —preguntó, acercándose.
Julieta se levantó con cuidado mientras Matt alzaba la vista somnoliento. Pablo le dio a Julieta un beso cálido en los labios antes de inclinarse hacia el niño.
—Hola, campeón. ¿Te cansaste viéndome jugar? —dijo, acariciándole la mejilla.
—Uh-huh —murmuró Matt, restregándose los ojos.
—Anda, déjamelo a mí. —Pablo extendió los brazos para cargar a Matt, quien se dejó llevar sin resistencia. Pablo lo acomodó contra su pecho con naturalidad, demostrando una ternura que hacía que Julieta no pudiera dejar de sonreír.
—Siempre sabes cómo hacerlo sentir mejor —comentó ella, ajustándole la chaqueta a Matt para protegerlo del fresco del pasillo.
Antes de que pudieran seguir hablando, un pequeño grupo se acercó. Betty encabezaba el camino con su habitual entusiasmo, seguida de Noah y Lorenzo.
—¡Chicos! —saludó Betty, abrazando a Julieta rápidamente antes de mirar a Pablo—. ¡Felicidades por el partido, crack! Lo hiciste genial, como siempre.
—Gracias, Betty —respondió Pablo con una sonrisa cortés antes de mirar a Lorenzo.
Lorenzo, siempre educado, extendió la mano para felicitarlo.
—Felicidades, Pablo. Ese pase en el segundo gol fue impresionante. —Su tono era genuino, pero Pablo no pudo evitar notar algo en su manera de hablar que lo ponía incómodo.
—Gracias —respondió con una sonrisa contenida mientras reajustaba a Matt en sus brazos, como si se concentrara más en el niño que en Lorenzo.
Betty, ajena a la tensión, se giró hacia Julieta.
—Oye, tenemos que ponernos al día con Noah. Hay un restaurante cerca, ya hice una reserva. ¿Por qué no vienes con Pablo y el pequeño? Será divertido.
Pablo, aún con la mirada fija en Lorenzo, fue el primero en responder.
—Claro, vamos.
Julieta arqueó una ceja, un poco sorprendida por lo rápido que había aceptado.
—¿Seguro? Matt está algo cansado...
—Le va a venir bien algo de comida antes de irse a dormir —dijo Pablo, besando la frente de Matt para reafirmar su punto.
Mientras discutían, Fermín, Gavi, Pedri y Balde salieron del vestuario, todos todavía llenos de energía tras el partido.
—¡Eh, estáis aquí! —saludó Gavi, con su sonrisa contagiosa—. ¿A dónde vais?
—A cenar —respondió Betty rápidamente—. Reservé para un grupo grande, ¿os apuntáis?
—¿Tú qué crees? —dijo Fermín, divertido, mientras los otros asintieron de inmediato.
Noah, en cambio, evitó mirar a Fermín directamente. Aunque trataba de actuar despreocupada, la presencia de él siempre la hacía sentir un poco incómoda. Aun así, decidió ignorar esos sentimientos por la noche y disfrutar de la compañía de sus amigos.
—Entonces, ¿cómo nos vamos? —preguntó Julieta, mientras ajustaba el bolso con las cosas de Matt.
—Nos dividimos en taxis —propuso Betty.
El grupo estuvo de acuerdo, y pronto salieron del estadio en dirección al restaurante. Betty lideraba con su energía contagiosa, mientras Fermín y Gavi bromeaban sin parar. Pablo, por su parte, permanecía en silencio, con Matt en brazos y ocasionales miradas hacia Lorenzo. Aunque sabía que no había razón para preocuparse, los celos seguían latentes.
En el trayecto hacia el restaurante, Pablo se sentó junto a Julieta y Matt, quien ya dormía profundamente contra su pecho.
—¿Todo bien? —preguntó Julieta, notando su expresión seria.
—Sí, todo bien —respondió, dándole una mirada tranquila antes de besarle la mano—. Todo bien.
Pero mientras el taxi avanzaba, Pablo no podía evitar preguntarse por qué Lorenzo le sacaba tanto de sus casillas, aunque Julieta nunca le había dado motivos para dudar de su amor.
................
Noah se sentó en la mesa que Betty había reservado, una mesa grande y elegante, justo al centro del restaurante. La gente conversaba en murmullos bajos, pero Noah no podía dejar de notar cómo el ambiente se volvía denso alrededor de ella. Sus manos se entrelazaron nerviosamente sobre la mesa mientras miraba a su alrededor, buscando algún lugar donde sentirse más cómoda. ¿Por qué me siento así? pensó. Tal vez era porque la última vez que había estado en un restaurante de este tipo fue con Fermín, o tal vez porque ahora había tantas personas a su alrededor. Aquel día en el campo de fútbol había sido el comienzo de una tormenta que sentía que aún no había terminado.
Finalmente, decidió sentarse cerca de Pablo. Al menos él, su mejor amigo, siempre sería su refugio. Se acomodó en la silla, con una pequeña sonrisa nerviosa en los labios, pero la tensión no tardó en aparecer.
¿Por qué está tan callado? Pablo no dijo nada cuando ella se sentó a su lado, pero Noah lo notó: sus ojos brillaban con una leve incomodidad, como si estuviera esperando algo.
Sin embargo, la tensión no tardó en surgir cuando Fermín y Lorenzo, casi al unísono, colocaron su mano en la silla vacía junto a Noah. Ella levantó la vista y vio cómo ambos hombres se miraban fijamente, como si estuvieran midiendo fuerzas en silencio. Fermín alzó una ceja, mientras Lorenzo sonreía con calma.
—¿Tú o yo? —dijo Lorenzo, con tono relajado pero firme.
Fermín mantuvo su mirada, pero después de unos segundos, Lorenzo cedió con una ligera inclinación de cabeza.
—Adelante, hombre —dijo Lorenzo, con una sonrisa que parecía amable, pero que Fermín interpretó como un desafío. Se apartó sin más, como si no quisiera competir por el asiento, y optó por sentarse junto a Julieta, quien estaba acomodando a Matt.
Noah respiró aliviada, pero el aire seguía denso, como si algo estuviera a punto de estallar.
—Te cambio, Matt, por Fermín... —susurró Julieta mientras pasaba su brazo alrededor de su hijo, quien la miraba con sus grandes ojos cansados.
Pablo, como el padre que se convirtió, bromeó mientras acomodaba a Matt en su regazo, quien le sonrió y le dio varios besos en la mejilla.
—¿A que no sabes quién es el verdadero campeón aquí? —Pablo miró a Matt, riendo—. Tú, campeón.
Matt, agotado por el día, simplemente sonrió y volvió a abrazar a su "paps", dejando a Pablo ir tomando el control de la conversación con sus bromas y sus risas.
Pero Noah, aunque sonrió por la dulce escena, no podía dejar de sentirse incómoda. A su lado, Fermín la miraba con una mezcla de curiosidad y algo más que no podía identificar. Al principio, ella intentó evitarlo, desviando la mirada hacia Gavi y Pedri, quienes estaban conversando animadamente. Pero la presión de la mirada de Fermín era difícil de ignorar.
Finalmente, Fermín rompió el silencio.
—¿Cómo has estado? —preguntó con tono amable, intentando suavizar la conversación.
Noah, sorprendida por la pregunta, sonrió de forma nerviosa y se inclinó hacia adelante.
—Perdón, ¿puedes repetir? —dijo, tratando de relajarse. La verdad era que no podía concentrarse en nada más que en el hecho de que Fermín estaba allí, sentado a su lado. ¿Qué hago? Pensó. ¿Por qué me siento tan rara?
Antes de que la conversación pudiera profundizar más, el grupo de Julieta, Pedri, Lorenzo, Gavi y Betty llamó su atención. Estaban hablando entre ellos, y Noah se sintió como si una cuerda se aflojara en su pecho al poder centrarse en algo más.
—¿Sabíais que los padres de Noah junto con los Agnelli ahora son dueños de Herno? —preguntó Betty, mirando al grupo con una sonrisa traviesa.
Todos los presentes, incluidos los futbolistas, se sorprendieron ante la noticia.
—¡Vaya! —exclamó Gavi—. Eso va a cambiar todo. Seguro veremos mucho más a Noah en Barcelona ahora.
Noah, al escuchar esto, no pudo evitar reír un poco, pero su risa fue leve y casi amarga.
—No, no exactamente. —Ella agitó la mano, como quitando la idea de encima—. Estoy cubriendo al equipo de motorsport de mi padre. Y también trabajo en la oficina de la empresa.
El ambiente se tensó brevemente, y las chicas —Betty y Julieta— protestaron.
—¡No puede ser! —dijo Betty—. Deberías estar trabajando en Herno, así te veríamos más. ¡Te extrañamos, Noah!
—Sí, deberías. —Julieta asintió, aunque su tono era algo melancólico—. Te hace falta estar más en Barcelona, ¡nosotros te necesitamos ahí!
Noah suspiró. La verdad es que su vida había cambiado tanto que ya no sentía que Barcelona fuera su hogar. Su voz se suavizó al pronunciar las siguientes palabras.
—Barcelona ya no es mi hogar... —dijo, apenas por encima de un susurro.
Las chicas se quedaron en silencio por un momento, sorprendidas por la respuesta. Fermín, que había estado callado durante toda la conversación, miró hacia otro lado, como si le doliera lo que acababa de escuchar. Era como si la noticia lo hubiera golpeado en el estómago. Noah, por su parte, se dio cuenta de la reacción, pero no sabía qué hacer. ¿Debería haberlo dicho?
Justo en ese momento, la mesera se acercó a la mesa, interrumpiendo cualquier posible conversación más profunda.
—¿Qué les gustaría pedir para cenar? —preguntó con una sonrisa, mirando a todos los presentes.
El ambiente cambió ligeramente con la llegada de la mesera, pero el peso de lo no dicho permaneció en el aire. La conversación sobre el trabajo de Noah y su distanciamiento de Barcelona quedó atrás por un momento. Sin embargo, en el fondo, Noah sentía que algo había cambiado definitivamente entre ella y Fermín.
.............
Noah se encontraba mirando el menú con una expresión algo perdida. La idea de elegir algo que realmente le apeteciera parecía cada vez más imposible. El embarazo había hecho que sus gustos cambiaran de una forma completamente inesperada. Todo le parecía más insípido o, incluso, repulsivo. La comida, antes su refugio, ahora era una fuente constante de incomodidad.
Pablo, quien estaba al tanto de su embarazo y solía ser su apoyo en estos momentos, la observó por un momento con una leve sonrisa, sabiendo exactamente lo que pensaba.
—Tienes que probar esto, Noah. El risotto de setas es lo mejor. Yo ya lo pedí. —dijo, sin vacilar, mientras señalaba el menú con el dedo.
Noah frunció el ceño y, al escuchar el nombre del plato, hizo una mueca como si el solo pensamiento de risotto la fuera a enfermar.
—No, Pablo, ya no puedo ni verlo ni olerlo. He comido tanto risotto en estos meses... —su rostro se torció, como si estuviera a punto de vomitar solo al recordarlo—. Al parecer, a un bodoque adentro no le agrada para nada.
Pablo la miró, levantando una ceja, pero simplemente sonrió al saber que Noah ya no era la misma de antes. Sin embargo, la sorpresa de Fermín fue palpable. Aunque no lo dijo en voz alta, se detuvo por un instante, con la ceja levantada. ¿Qué fue eso?
Pablo, al ver la confusión en Fermín, intervino rápidamente, tratando de quitarle peso al asunto.
—Deberías de tomar algo para la gastritis, no puedes simplemente detestar la comida por algo así—le dijo a la rubia mientras tomaba su copa de vino.
Fermín no dijo nada más, pero la incomodidad seguía en su mente. ¿Por qué Noah había mencionado eso con tanto desdén? El tono casual de su voz, sumado a la forma en que hablaba del "bodoque adentro", lo dejó intrigado. ¿Estaba... embarazada?
Noah, sin querer seguir la conversación sobre su comida, se apresuró a hacer su pedido sin más rodeos.
—Voy a pedir la pizza margherita, por favor —dijo, cerrando el menú rápidamente.
Pablo, sin cambiar su actitud, asintió, pero Fermín no dejaba de observar a Noah, como si algo no cuadrara. La mirada que le lanzó, al ver su reacción tan natural ante lo que acababa de decir, le hizo fruncir el ceño aún más. ¿Estaba bromeando?
Cuando el grupo comenzó a hablar sobre otros temas, Fermín no pudo quitárselo de la cabeza. No era tonto, y no había dejado pasar la sutil referencia de Noah. Sin pensarlo demasiado, se inclinó hacia ella, que en ese momento estaba conversando con Betty y Julieta.
—Oye, Noah... —su voz baja y cargada de curiosidad—. ¿Habías dicho que no podías comer risotto? ¿Es por el sabor o... hay algo más?
Noah se quedó petrificada por un momento, casi con la boca abierta. ¿Había sido tan evidente? Inmediatamente se apresuró a restar importancia a lo que acababa de decir. No quería que Fermín supiera, al menos no en ese momento.
—No, no... —dijo rápidamente, sonriendo nerviosa mientras miraba hacia otro lado—. Seguro que escuchaste mal. Es solo que no me gusta mucho, ya sabes, no tiene nada de especial.
Pero Fermín no estaba convencido. Algo en su tono le había hecho dudar, y no estaba dispuesto a dejar pasar la oportunidad de sacar más información.
—Noah, escuché perfectamente lo que dijiste. Dijiste que "a un bodoque adentro no le agrada". ¿Qué quieres decir con eso? —sus ojos eran serios, pero llenos de confusión y una ligera sorpresa. ¿Estaba insinuando lo que él pensaba?
El corazón de Noah comenzó a latir más rápido. ¿Cómo podía haber dicho algo así, sin pensar en lo que eso implicaba? Y lo peor: ¿cómo Fermín podía estar tan cerca de descubrirlo?
En ese momento, justo cuando la tensión aumentaba, Julieta, distraída con Matt, comenzó a hablar en voz alta, queriendo llamar la atención de todos. Matt, que parecía estar medio dormido, levantó la mano pidiendo que todos lo miraran, lo que de alguna manera cortó el ambiente tenso que se había formado.
Fermín, sintiendo que no podía presionar más en ese momento, se inclinó hacia atrás, pero la duda seguía creciendo en su mente. ¿Estaba Noah realmente embarazada? Las palabras de ella seguían resonando en su cabeza.
Sin querer seguir en esa situación incómoda, Noah se levantó de su asiento con rapidez, buscando un respiro. Necesitaba aclarar sus pensamientos, encontrar algo de aire fresco. Sin decir una palabra, se dirigió hacia el balcón del restaurante. La noche fresca de Turín la recibió como un abrazo, ayudando a calmar el ajetreo en su pecho.
Justo cuando pensaba que podía encontrar algo de calma, sintió una presencia a su lado. Se giró y vio a Betty, quien la miraba con una expresión cálida. Betty, como siempre, tenía un sexto sentido para saber cuándo Noah necesitaba apoyo.
—Sabía que estarías aquí —dijo Betty con una sonrisa tranquilizadora, acariciando su espalda suavemente.
—¿Sabías que me iba a escapar? —preguntó Noah, con una pequeña sonrisa nerviosa.
—No, pero sabía que te sentirías así —respondió Betty. Luego, en un tono más serio, añadió—: Es hora. Fermín tiene que saberlo.
Noah suspiró profundamente, cruzando los brazos.
—No estoy lista. Es muy pronto... —contestó, agachando la cabeza.
Betty la miró con firmeza, sabiendo que la joven madre necesitaba escuchar la verdad, aunque temiera enfrentarla.
—No, Noah. Es mejor hablarlo ahora que tarde —dijo Betty, con calma pero convicción—. Cuando él se entere más tarde, cuando ya no puedas ocultarlo, ¿qué le vas a decir? ¿Y qué le vas a decir a tu hijo cuando te pregunte quién es su padre?
Noah miró al vacío por un momento, sintiendo la verdad en las palabras de Betty. Se abrazó a sí misma, sintiendo el miedo crecer dentro de ella.
—Tengo miedo... —admitió en un susurro, su voz quebrada.
Betty le dio una última mirada comprensiva.
—Lo sé. Pero no importa lo que pase, todos te apoyaremos. Yo estaré aquí, Noah. Todos estaremos aquí.
Antes de irse, Betty sacó algo del bolso y se lo extendió. Era una fotografía de la ecografía de Noah. La misma que había dejado en Barcelona antes de viajar.
—¿Te acuerdas de esta? —preguntó Betty suavemente.
Noah la miró, tomando la foto entre sus manos. Su vista se nubló, pero no dijo nada. Betty le sonrió cálidamente antes de girarse y dejarla en paz, para que pudiera reflexionar.
No pasaron ni cinco minutos antes de que Fermín apareciera, caminando hacia ella con pasos decididos. No dijo nada al principio, solo se quedó a su lado, mirando la ciudad.
Finalmente, Noah suspiró y, sin mirarlo, extendió la foto de la ecografía hacia él. Fermín la recibió sin entender del todo, pero al mirar la imagen en sus manos, su rostro se iluminó con una mezcla de sorpresa y confusión.
—¿Tú? —murmuró, con los ojos abiertos de par en par, su sonrisa empezando a formarse. Luego, sin pensar, señaló su vientre—: ¿Tú... estás...?
Noah, con una pequeña mueca nerviosa, asintió lentamente y comenzó a acariciar su vientre con una mano, como si fuera la forma más natural del mundo. Fermín no podía creerlo. Su corazón comenzó a latir más rápido mientras sus ojos se llenaban de incredulidad.
—No puede ser... —dijo él, apenas en un susurro, mientras sus ojos se cristalizaban.
Sin previo aviso, Fermín la abrazó con una fuerza inesperada, envolviéndola en sus brazos como si no pudiera creer que estaba sucediendo. Noah, sorprendida y confundida por la reacción, no pudo evitar quedarse rígida al principio, pero pronto comenzó a relajar su cuerpo, permitiéndose sentir el calor y la calidez de su abrazo.
Todo había cambiado en ese instante. Y, aunque Noah sentía miedo, algo en su interior le decía que, con Fermín a su lado, todo estaría bien.
.................
Cuando Noah y Fermín regresaron a la mesa, el grupo seguía sumido en sus bromas y conversaciones. Nadie pareció notar de inmediato su llegada, y la energía en la mesa continuó fluyendo como si nada hubiera cambiado. Fermín, sin embargo, llevaba en su rostro una mezcla de emoción contenida y asombro, mientras que Noah, algo más tranquila, trataba de calmar los latidos acelerados de su corazón.
Se sentaron en silencio durante un par de segundos, hasta que Fermín, incapaz de mantener la emoción mucho más tiempo, se inclinó hacia Noah con una mirada llena de curiosidad.
— ¿Crees que puedas mostrarme más... de lo que me contaste? —susurró, casi sin poder contener su entusiasmo.
Noah le sonrió suavemente y, sin decir palabra, sacó su teléfono móvil del bolso. Sus dedos deslizaron la pantalla con precisión, llegando rápidamente a las fotos de las ecografías. Sin dudarlo, se lo pasó a Fermín, quien lo tomó con cautela, como si estuviera sosteniendo algo extremadamente frágil.
— Míralo... ahí está. Es tan pequeño, como un frijolito... no puedo creer que eso sea... él... o ella.—comentó Fermín, sus ojos brillando al ver la imagen, como si el mundo entero hubiera desaparecido por un instante.
Noah rió suavemente, una risa que parecía nublada por la emoción de la revelación.
— Sí, todavía no sabemos el sexo, pero en mi última cita, la doctora me dijo que está creciendo muy bien... Te puedo enseñar los videos también.—añadió, mientras con un dedo tocaba la pantalla para abrir un video corto.
El sonido del latido rápido del corazón comenzó a llenar el aire, suave y firme. Fermín, sin pensarlo, se inclinó aún más cerca, como si no quisiera perderse ni el más mínimo detalle.
—Ese es su corazón, ¿verdad? Qué fuerte se oye... Es como si ya estuviera diciendo 'aquí estoy'. —dijo Fermín, con la voz temblorosa de emoción.
Noah sonrió, la mirada suave, mientras sus ojos brillaban con ternura al escuchar aquel latido.
— Sí, cada vez que lo escucho siento como si todo valiera la pena. —respondió, con una suavidad en la voz que lo decía todo.
Gavi no pudo evitar notar la expresión en el rostro de Fermín, quien estaba mirando su teléfono con una sonrisa tonta. Su curiosidad, como siempre, lo llevó a interrumpir.
— ¿Qué están cuchicheando? ¿Por qué Fermín tiene esa cara de niño en Navidad? —preguntó Gavi, frunciendo el ceño, como si intentara descubrir un secreto.
Pablo, que ya sabía de todo, rodó los ojos y soltó un suspiro, sintiendo la necesidad de salvar la situación antes de que se desbordara.
— Déjalos, Gavi. Seguro están viendo videos de gatitos.—dijo Pablo, con tono burlón, mientras se cruzaba de brazos y fingía indiferencia.
— No lo creo. Fermín no es tan tierno como para eso.—respondió Gavi, dudoso, pero intrigado.
Pedri y Balde, quienes aún no tenían idea de lo que estaba sucediendo, se giraron hacia el par, completamente ajenos a lo que ocurría.
— ¿Qué pasa? ¿Qué misterio tienen ustedes dos?—preguntó Pedri, con tono curioso, como si estuviera intentando captar lo que sucedía.
Fermín miró a Noah de reojo, buscando su aprobación. Noah suspiró, sintiendo cómo todos los ojos se posaban sobre ellos. Sabía que no podría mantener el secreto mucho más tiempo.
— Está bien, lo diré. Pero nada de gritar ni bromas pesadas, ¿vale? —dijo Noah, con una pequeña sonrisa nerviosa, mientras veía a los chicos esperar ansiosos.
Todos la miraron expectantes, pero Fermín permaneció en silencio, dejándole a Noah la responsabilidad de contar la noticia.
Noah respiró profundo y sacó su teléfono del bolso. Con calma, abrió la galería de fotos y le mostró la imagen de la ecografía.
— Estoy embarazada. Este es mi bebé.—dijo, con una sonrisa que no podía esconder la emoción que sentía.
El silencio en la mesa fue absoluto por un momento. Pedri y Balde se quedaron mirándola, procesando la información. Fue Pedri quien rompió el silencio, sus ojos abiertos como platos.
— ¿¡Qué!? ¡No me esperaba esto para nada! —exclamó, su sorpresa dejando en claro que nada los había preparado para esa noticia.
Balde, mirando la pantalla del teléfono, dejó escapar una exclamación.
— ¡Mira ese puntito! Es... ¡guau! ¿De verdad es tu bebé? —dijo, incrédulo, mientras trataba de asimilar lo que veía.
Gavi, con una sonrisa burlona, no pudo evitar lanzarse en la conversación.
— Tontos, claro que es de verdad. No es que Noah haya bajado una ecografía de Google. —dijo, con sarcasmo, como si su comentario fuera la única respuesta lógica.
Pedri, siempre rápido para seguir el tono de las bromas, respondió con humor.
— Sí, gracias por aclararlo, Sherlock.—comentó, mirando a Gavi con una sonrisa pícara.
Fermín, aún mirando la imagen de la ecografía, no podía dejar de sonreír. La emoción le recorría el rostro y la mirada.
— Es tan pequeño ahora... Pero ya tiene fuerza. Lo escuché. Ese latido... nunca había oído algo así. —dijo, con la voz temblorosa, como si ese pequeño latido hubiera sellado algo dentro de él.
Balde, que no podía dejar de bromear, levantó la cabeza de la pantalla y, con tono jocoso, dijo:
— Yo solo digo que ese bebé ya tiene futuro asegurado en el Barça. Lo veo como lateral izquierdo —dijo, mientras sonreía con complicidad.
Gavi, desde su asiento, lo miró como si la respuesta fuera obvia.
— ¿Lateral izquierdo? Por favor, será mediocampista. Y nada de nombres raros, ¿eh? Este tiene que tener un nombre épico.—comentó, mientras lanzaba una mirada cómplice a Fermín.
Pablo, que seguía la conversación desde su asiento, no pudo evitar agregar su toque a la broma.
— ¿Qué te parece 'Frijolito'? Es lo que Fermín lo llamó hace un rato. —dijo Pablo, con tono burlón, mientras levantaba las cejas con diversión.
Las risas estallaron de inmediato en la mesa. Noah, aunque no podía evitar reír, también rodó los ojos con una sonrisa llena de diversión. Fermín, enrojecido de la vergüenza, se cubrió la cara con una mano, avergonzado.
— No voy a llamar a mi hijo 'Frijolito'. Y aún no sabemos el sexo, así que todos tranquilos con los planes de futuro. —dijo Noah, riendo, mientras intentaba calmar a todos.
Pedri, sin perder la oportunidad de seguir con las bromas, se giró hacia Fermín y agregó:
— Sea niño o niña, creo que todos estamos de acuerdo en algo: ese bebé va a ser un culé desde el primer día.—dijo, con una sonrisa traviesa.
Gavi, como siempre, no perdió ni un segundo para unirse a la conversación.
— Exacto. Yo me ofrezco para enseñarle a regatear. Desde los tres años, ¿vale? —dijo, mirando a Fermín con una sonrisa que mostraba su entusiasmo por involucrarse en el futuro futbolístico del bebé.
Pablo, que no podía dejar de bromear, lo interrumpió.
— Primero tiene que aprender a caminar, Gavi. Paso a paso. —comentó, riendo mientras levantaba las manos en señal de rendición.
La mesa estalló en más risas, mientras Noah y Fermín se miraban, compartiendo un momento especial en medio de la algarabía. Aunque las bromas no cesaron, ambos sabían que algo mucho más profundo se estaba gestando. Entre risas y comentarios, el pequeño bebé ya tenía una familia que lo esperaba con los brazos abiertos. Y aunque no se sabía qué depararía el futuro, ese momento ya había quedado grabado en sus corazones.
Continuará....................
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¡Finalmente Fermín ya lo sabeeee AAAAAA!
¿Teorías sobre el siguiente cap?
Perdón por desaparecer, pero pasaron muchas cosas jaja, pero volví
Sin más..............
¡Nos leemos prontoooooooooooo!
xx Ali <3
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