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Noah caminaba al lado de Lorenzo por el vibrante paddock del Gran Premio de Monza. El rugido lejano de los motores y el zumbido de la actividad a su alrededor envolvían el ambiente con una energía inconfundible. Aunque ambos avanzaban hacia el garaje de Ferreti Racing, la escudería de la familia de Noah, sentían la atención de varias miradas curiosas posándose sobre ellos. Sin embargo, la situación les resultaba natural; conversaban tranquilamente sobre el trabajo del día mientras caminaban por el caos ordenado que reinaba en el paddock.

—¿Tienes todo listo para la reunión con los ingenieros? —preguntó Noah, apartándose un mechón de cabello que el viento de Monza le había desordenado.

—Sí, ya revisé las actualizaciones para los autos de F2. Quiero asegurarme de que estemos alineados con las expectativas del equipo —respondió Lorenzo con su característico tono calmado. Luego sonrió, dándole un ligero codazo—. ¿Tú? ¿Lista para enfrentar al jefe de equipo?

Noah rió suavemente, respondiendo con una mueca. —Más vale que sí. Ya sabes cómo es papá cuando las cosas no salen según lo planeado.

Ambos se dirigieron hacia el garaje de Ferreti Racing, donde el logo de la escudería brillaba en los laterales de los monoplazas, con el diseño impecable que su familia había cultivado durante generaciones. Allí los esperaban los dos pilotos jóvenes de su equipo de F2, Luke Browning y Tim Tramnitz, quienes estaban ajustándose los guantes y revisando algunos datos en las pantallas.

—¡Noah! ¡Lorenzo! —saludó Luke con entusiasmo mientras soltaba el volante que estaba probando—. ¿Listos para ganar este fin de semana?

—Siempre —contestó Noah con una sonrisa. Estaba acostumbrada al ambiente automovilístico desde que era niña, pero ahora, involucrarse en la gestión de la escudería de su familia le daba una nueva perspectiva. No era solo pasión por los autos, sino por el equipo detrás de ellos.

—Nos tenemos que concentrar en la clasificación. El tiempo es crucial y necesitamos los datos de los neumáticos cuanto antes —dijo Lorenzo mientras se inclinaba sobre las pantallas de telemetría—. ¿Qué tal los cambios en el equilibrio del auto?

Tim asintió, ajustando los guantes nerviosamente. 

—Me siento más cómodo con el ajuste del alerón trasero, pero aún tenemos un ligero sobreviraje en las curvas de baja velocidad.

—Perfecto, lo veremos en los próximos test —añadió Noah, tomando una tablet para revisar algunos detalles con ellos. Luego, se giró para saludar al director ejecutivo de la escudería, Sandro Morelli, quien caminaba hacia ellos con una carpeta en la mano y una expresión concentrada.

—Sandro, justo a tiempo —dijo Lorenzo, estrechando su mano.

—Tenemos que hablar sobre los pilotos para la próxima temporada de F1 —comenzó Morelli, dirigiéndose a Noah y Lorenzo mientras abría su carpeta—. Hay varios nombres sobre la mesa, pero necesitamos dos pilotos con experiencia, que puedan ayudar a desarrollar el coche para nuestra entrada oficial en la F1. ¿Alguna preferencia hasta ahora?

Noah frunció el ceño, pensativa. —Hemos estado barajando algunos nombres, pero lo importante es encontrar a alguien con habilidad en el desarrollo técnico del auto, no solo velocidad. Necesitamos pilotos que puedan aportar en la evolución del coche.

—Exacto —apoyó Lorenzo, asintiendo—. Me gusta la idea de pilotos con historial de buenos resultados, pero también con la capacidad de mantener la calma bajo presión. ¿Tienes algún candidato en mente?

Sandro revisó los papeles rápidamente. —He hablado con los representantes de Mick Schumacher y Pato O'Ward. Ambos tienen potencial, pero necesitamos ver cómo encajan con nuestra filosofía y equipo. La decisión final aún está por tomarse, pero necesitamos movernos rápido.

Mientras la conversación se volvía más técnica, Noah sintió una mirada fija en ellos desde una de las esquinas del paddock. Una chica, con una sonrisa astuta en su rostro y un teléfono en la mano, se acercó disimuladamente. Su atención parecía centrarse en Noah y Lorenzo, quienes seguían charlando de manera distendida. Sin embargo, la chica no se acercaba para hablar, sino que, sin que ellos se dieran cuenta, comenzó a tomar fotografías y grabar un breve video.

Noah y Lorenzo no prestaron atención en ese momento, concentrados en su trabajo. Sin embargo, la chica, al acercarse un poco más, susurró a alguien que estaba con ella: —Esa es Noah, ¿verdad? La exnovia de Fermín López. ¡Mira cómo camina con ese chico! Definitivamente ya lo ha superado.

El teléfono de la chica capturó los momentos perfectos: Noah y Lorenzo caminando juntos, hablando cercanamente, sonriendo. A los ojos de cualquiera que viera esas imágenes, parecía que ambos eran más que colegas o amigos.

—Esto va a explotar en las redes —dijo la chica antes de subir las imágenes y el video a sus redes sociales.

Y no se equivocó. Un par de horas más tarde, mientras Noah estaba revisando datos con los ingenieros, su teléfono comenzó a vibrar insistentemente. Una serie de notificaciones inundaban su pantalla: menciones, etiquetas, mensajes, todos refiriéndose al video que la chica había subido. Las redes sociales estaban llenas de especulaciones, afirmaciones sobre una posible relación entre Noah y Lorenzo, e incluso comentarios acerca de su ruptura con Fermín, ahora confirmada para muchos.

—Oh no... —murmuró Noah mientras abría uno de los mensajes. En la pantalla, una imagen de ella caminando con Lorenzo aparecía con la descripción:

 "Noah Ferreti ya tiene reemplazo para Fermín. ¿Nueva pareja en el paddock?"

Lorenzo se dio cuenta del repentino cambio de actitud de Noah, que parecía cada vez más tensa. 

—¿Qué pasa?

Noah le mostró la pantalla, y Lorenzo hizo una mueca, claramente incómodo. 

—Ya veo... Bueno, no podemos controlar lo que dicen. La gente siempre busca algo de lo que hablar.

—Sí, pero esto puede crear un caos con Fermín... y con mi familia —suspiró Noah, pensando en las repercusiones que podría tener no solo en lo personal, sino también en la imagen pública de la escudería.

Lorenzo, siempre tranquilo, le dio una palmada en el hombro, tratando de aliviar la tensión.

 —Mira, nosotros sabemos la verdad. No dejes que esto te afecte. Tendremos que aclarar las cosas si se salen de control, pero por ahora, sigamos con lo nuestro. Hay cosas más importantes por las que preocuparnos... como ganar la próxima carrera.

Noah le devolvió una pequeña sonrisa, aunque su mente ya estaba en cómo iba a manejar esta nueva ola de rumores que amenazaban con alterar aún más su vida.


............

El sol caía suavemente sobre el amplio jardín de la casa de Gavi, donde todos disfrutaban de una tarde relajada de carne asada. Fermín, Balde, Matt e Iñaki jugaban alegremente en el césped, su risa mezclándose con el crepitar de la parrilla. Iñaki atrapó el balón con agilidad y se lo pasó rápidamente a Balde. El lateral, en su característico estilo rápido, hizo un movimiento hacia Fermín, quien corrió hacia la improvisada portería de Matt. Pero el pequeño Matt, con una sonrisa confiada, detuvo el balón como todo un profesional.

—¡Buen bloqueo, Matt! —gritó Fermín, levantando una mano para felicitar al niño, quien se reía orgulloso de su hazaña.

Mientras jugaban y reían, Fermín notó que, en la mesa cercana, Gavi, Betty y Pablo miraban sus teléfonos con rostros de sorpresa. A medida que los minutos pasaban, los tres intercambiaban miradas entre ellos, y luego dirigían la vista hacia Fermín, para después volver a sus dispositivos. Algo no cuadraba, algo estaba sucediendo, y Fermín lo notaba.

Dentro de la casa, Eric, Pedri y Julieta estaban terminando de preparar los acompañamientos en la cocina cuando el teléfono de Julieta sonó. Al ver la notificación, notó que su amiga Melissa  le había enviado una publicación en Twitter. Sin saber de qué se trataba, abrió la app y se encontró con las fotos y el video de Noah y Lorenzo en Monza. Julieta quedó paralizada, su mente procesando lo que acababa de ver.

—¿Qué pasa, Juli? —preguntó Eric, al notar su cara de desconcierto.

Julieta no pudo responder, las palabras parecían atascarse en su garganta. Eric, sin pensarlo dos veces, le quitó el móvil de las manos, y al ver las imágenes, frunció el ceño.

—Esto no es bueno... —murmuró, pasándole el teléfono a Pedri, quien también se quedó sorprendido.

—No le digamos nada a Fermín por ahora —sugirió Pedri, mirando a los otros dos—. No sabemos qué significa esto. No queremos que se lo tome mal.

Eric y Julieta asintieron, acordando guardar silencio por el momento. Con ese plan en mente, tomaron los platos y las bebidas y se dirigieron al jardín, pero no pudieron evitar notar la tensión en el aire. Betty, Gavi y Pablo susurraban entre ellos, claramente hablando de lo mismo que Julieta había visto en el teléfono.

Julieta se acercó a Pablo en cuanto tuvo la oportunidad. 

—Yo también vi la noticia... Esto va a explotar si no se aclara pronto —le dijo en voz baja, tratando de mantener la calma.

—Estoy intentando entender qué pasa —respondió Pablo—. Seguro que Lorenzo es solo un amigo de Noah. No puede ser más que eso.

Mientras los cuatro discutían, Fermín se acercó, sintiendo la atmósfera densa y el nerviosismo que invadía el patio.

—¿Qué sucede? —preguntó Fermín, mirando a cada uno de ellos.

Los cuatro se miraron entre sí, visiblemente incómodos.

 —Nada, no pasa nada, tío —respondió Pablo con una sonrisa nerviosa, evitando el contacto visual.

—Vamos, dime la verdad. No reaccionaré mal, lo prometo —insistió Fermín, cruzando los brazos y manteniendo la mirada fija en su amigo.

Pablo suspiró y finalmente, con cierta incomodidad, le extendió su teléfono. Fermín tomó el dispositivo y observó las fotos y el video de Noah caminando junto a Lorenzo en el paddock de Monza. Su mandíbula se tensó al instante, los músculos de su cuello se contrajeron visiblemente.

—¿Quién es este? —preguntó, con una voz que no pudo disimular el tono de enfado.

Julieta, sintiendo el peso de la situación, fue quien respondió. 

—Ese es Lorenzo... Es su compañero de trabajo. Trabajan juntos en la escudería Ferreti.

Fermín apretó los labios, claramente molesto. Un dolor frío se instaló en su pecho mientras procesaba lo que veía. No pudo evitar que los celos lo invadieran.

Sin decir una palabra más, dio media vuelta y entró a la casa rápidamente, dejando a los demás en el patio, mirándose con preocupación. Pablo observó a Fermín alejarse y decidió seguirlo. Sabía que su amigo necesitaba hablar, aunque no lo pidiera.

Encontró a Fermín en la sala de estar, apoyado contra una pared, mirando al suelo, tratando de controlar su respiración.

—Fermín... —comenzó Pablo, acercándose con cautela.

—¿Viste las fotos? —preguntó Fermín, con la voz apagada, sin levantar la vista—. Está claro, ¿no? Ella ya siguió adelante.

Pablo suspiró y se cruzó de brazos, pensando bien en cómo responder. 

—Mira, no podemos sacar conclusiones solo por unas fotos. Podría ser que Lorenzo sea solo un amigo, como dijo Julieta. Los medios siempre buscan crear historias donde no las hay.

Fermín lo miró con los ojos entrecerrados, claramente dolido.

 —Pero, ¿y si no lo es? ¿Y si ya está con él? Lo que veo no parece solo una amistad.

Pablo se acercó más, poniéndose a su lado.

 —Fermín, tienes que ver las cosas desde ambos lados. Si es real, si ella está con ese chico, entonces sí, te dolerá... pero eso no significa que la hayas perdido para siempre. Las cosas pueden cambiar, puedes luchar por ella si es lo que quieres.

Fermín dejó escapar una risa amarga, pero Pablo continuó.

—Y si no es real, entonces hay esperanza. Quizás todo esto es un malentendido, o algo que la prensa ha exagerado. Noah no es del tipo que juega con los sentimientos de los demás. Si de verdad quiere estar con él, lo sabrás. Pero si aún siente algo por ti, tienes una oportunidad para arreglar las cosas.

Fermín se quedó en silencio, sus pensamientos luchando entre el dolor y la incertidumbre. Finalmente, suspiró pesadamente, como si una carga enorme cayera sobre él.

—La perdí, ¿verdad? —preguntó, su voz apenas un susurro.

—Aún no, Fermín —respondió Pablo con firmeza—. No la perdiste si no dejas de luchar. Y conoces a Noah mejor que nadie. Si hay una mínima posibilidad, tienes que encontrarla. Pero solo si realmente crees que vale la pena.

Fermín se quedó callado por un momento, considerando las palabras de su amigo. Luego asintió lentamente.

—Tienes razón. Quizás no todo esté perdido... —murmuró, más para sí mismo que para Pablo.

Pablo le dio una palmada en la espalda, intentando aliviar un poco la tensión. —Vamos, tío. Tómate un momento para pensar bien las cosas, pero recuerda que estamos aquí para lo que necesites.

Fermín asintió, aunque su mirada seguía perdida, procesando lo que había visto y las emociones que se arremolinaban en su interior.


...............

Esa noche, mientras el aire fresco de la noche entraba por la ventana, Fermín estaba tumbado en su cama, con la mente enredada en un caos que no podía desatar. El ambiente de la casa de Gavi se había desvanecido en su memoria, reemplazado por imágenes de Noah y Lorenzo en Monza. El ruido de las risas y las conversaciones del almuerzo había sido reemplazado por un silencio incómodo. Quería llamar a Noah, necesitaba escuchar su voz, pero cada vez que levantaba el teléfono, sus dedos se congelaban. ¿Qué le diría? Si todo esto no era lo que parecía, ¿por qué se sentía traicionado?

Con un suspiro frustrado, dejó el teléfono a un lado. Tal vez ella ya había seguido adelante. Tal vez era él quien se aferraba a una historia que ya no existía

A unos miles de kilómetros, Noah caminaba nerviosa por su habitación en Monza. La imagen de las fotos y el video en Twitter seguía clavada en su mente. Fermín lo había visto, seguro. ¿Qué estaría pensando ahora? Luchaba contra el impulso de llamarlo y explicarle que no tenía nada con Lorenzo. Pero lo que la mantenía paralizada no eran solo los rumores, sino el gran secreto que llevaba dentro. Se llevó una mano al vientre. ¿Debería llamarlo ahora y decírselo todo? Quería escuchar su voz, decirle que esperaba un hijo suyo. Pero, ¿qué pasaría después?

De repente, escuchó una suave llamada en la puerta.

—Noah, ¿puedo entrar? —era la voz de Emilia.

Noah suspiró y se sentó en el borde de la cama, mirando hacia la puerta.

—Sí, claro, pasa.

Emilia entró en la habitación con una expresión dudosa, probablemente percibiendo la tensión que había notado entre Noah y Lorenzo más temprano.

—Te vi algo distante cuando llegaste con Lorenzo... ¿Todo bien? —preguntó Emilia, con una mirada curiosa y protectora.

Noah dudó por un momento, pero al final decidió abrir su corazón.

—Vi una publicación en Twitter, Emilia. Alguien tomó fotos de Lorenzo y yo en el paddock, y ahora todos piensan que estamos juntos. —Su voz sonaba entre frustrada y abatida—. Seguro que Fermín lo ha visto también.

Emilia no dudó un segundo y tomó su teléfono.

—Vamos a reportar eso ahora mismo. —Sin perder tiempo, comenzó a moverse rápido por la pantalla—. No permitiré que esos rumores te arruinen más. Pero dime, ¿qué pasa con Fermín?

Mientras Emilia manejaba la situación en Twitter, Noah no pudo evitar desahogarse.

—Estoy embarazada de él, Emilia —confesó, con la voz temblorosa—. Y no sé si decirle. No sé si está listo para esto... o si yo lo estoy.

Emilia dejó de teclear, sorprendida, y giró hacia su prima, sentándose a su lado.

—¿Por qué no se lo has dicho? —le preguntó con dulzura, tomando la mano de Noah—. Tal vez se sorprenderá, pero es algo que merece saber.

Noah suspiró, las lágrimas acumulándose en sus ojos.

—No sé cómo va a reaccionar, especialmente después de lo que pasó hoy.

Emilia la miró con una mezcla de comprensión y cariño.

—Creo que el peor error como humanos, es que no arriesgamos un poco más, creo que debes de considerar las dos ideas de como él reaccionaría si le dices la verdad, pero también confiada de que tienes respaldo, nosotros, tú familia— le hace ver que tampoco lo perdería todo.

—Lo sé....., lo eh pensado todo, pero simplemente algo en mi impide hacerlo, es frustrante— le explica la seriedad de la situación.

—Bueno, mientras te lo piensas un poco más, respecto al bebé que viene en camino, eh considerado que si es niño, podrías llamarlo Enzo. Es un nombre fuerte, ¿no crees? —sugirió, intentando hacerla sonreír.

Noah dejó escapar una risa suave.

—¿Y si es niña?

—¿Qué tal... Alessia?. Es un nombre italiano precioso.

Ambas se rieron por un momento, sumergidas en la idea de imaginar nombres para el bebé, hasta que el teléfono de Noah comenzó a sonar. Al ver la pantalla, su corazón dio un vuelco. Era Fermín.

—Contesta, Noah —le animó Emilia, viendo la indecisión en los ojos de su prima—. Tal vez es el momento.

Con aire contenido, Noah deslizó el dedo para contestar la llamada y, tras un segundo de vacilación, habló.

—Ciao.

En la otra línea, Fermín le devolvió el saludo, con una voz suave que no escuchaba desde hacía tiempo.

—Bona nit.

Noah sonrió, a pesar de la tensión que sentía.

—Bona nit.

Ambos se quedaron en silencio por unos segundos, el aire cargado de cosas que querían decirse pero no sabían cómo.

—Noah, yo... —Fermín titubeaba, sus palabras atrapadas entre lo que sentía y lo que debía decir.

—No estoy con Lorenzo —se apresuró a aclarar ella, su voz firme pero insegura.

Otro largo silencio los envolvió.

—Eso... —Fermín suspiró, tratando de controlar sus emociones—. Eso no es lo que más me preocupa.

—¿Entonces qué es, Fermín? —preguntó Noah, sintiendo que su corazón latía más rápido.

—Lo que más me preocupa es que... no sé cómo llegamos hasta aquí. No sé si ya te he perdido del todo —confesó él, con una mezcla de dolor y confusión en su voz.

Noah apretó los labios, sintiendo cómo las lágrimas querían escapar.

—No me has perdido —respondió, aunque no sonaba tan segura como hubiera querido—. Solo... no sé qué hacer con todo esto.

Otro largo silencio llenó la conversación antes de que Fermín, incapaz de continuar.

—Buenas noches, Noah.

—Buenas noches, Fermín.

Ambos colgaron la llamada, cada uno sintiendo un nudo en el pecho que no podían desatar.

En la cama, Fermín se quedó mirando al techo, con la cabeza apoyada en la almohada, sintiéndose más perdido que nunca. Debí decirle lo que sentía, pensaba. Debí decirle que la extraño, que no puedo dejarla ir. Pero las palabras se le habían atorado en la garganta, dejándole una sensación de impotencia que le quemaba por dentro.

Mientras tanto, en Monza, Noah dejó caer el teléfono sobre la cama y rompió a llorar, hundiendo su rostro en las manos. Emilia la abrazó con fuerza, intentando consolarla.

—Shh... todo saldrá bien, Noah. Tienes que darle tiempo —susurró Emilia, acariciando su espalda—. Y recuerda, no estás sola. Estoy aquí para ti, para lo que sea.

Noah asintió, pero el dolor en su pecho era profundo. Quería desesperadamente que Fermín supiera que lo amaba, que estaba esperando un hijo suyo, pero las circunstancias se interponían, haciéndolo todo más difícil de lo que jamás hubiera imaginado.


Continuará...................................




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¡Que difícil es el amor a veces! ¿no?. Bueno, creo que somos más los humanos quienes lo complicamos jaja.

¿Opiniones del capítulo?.

Es corto, pero tenía esas ideas disponibles y las uní en un capítulo.

¿Tienen ideas para los próximos capítulos?.

¡Sin másssssssssssss!.

¡Nos leemos prontooooooooooooo!.

L@as amooooo

xx Ali <3

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