33.
Noah estaba de pie en el balcón de su habitación, disfrutando del paisaje que la rodeaba. Los jardines de la mansión Ferreti se extendían ante ella, impecablemente cuidados y brillando bajo la luz suave de la mañana. Con una taza de té verde en la mano, vestida con un traje formal color azul marino, una blusa de seda blanca y unos tacones discretos, exudaba una elegancia y profesionalismo innato. Su cabello castaño, perfectamente arreglado, caía en suaves ondas sobre sus hombros, y una delgada cadena de oro adornaba su cuello.
Mientras disfrutaba de un último sorbo de té, escuchó un suave toque en la puerta.
—Adelante —respondió con voz tranquila.
La puerta se abrió lentamente, y allí estaba su prima, Emilia, su pariente menos favorita, siempre la imagen perfecta de la cordialidad. Ambas se sonrieron con esa cortesía algo forzada que era costumbre entre ellas.
—Lorenzo te espera abajo para ir al trabajo —le informó Emilia con una sonrisa que no alcanzaba a sus ojos.
—Gracias, Emi —respondió Noah mientras dejaba su taza en una pequeña mesa junto al balcón. Se preparó para salir, pero la mano de Emilia la detuvo.
—Noah... —la llamó suavemente. Noah la miró con cierta duda.
—¿Sí? —respondió, arqueando una ceja.
—Realmente me alegra que estés de vuelta en Italia —dijo Emilia, como si las palabras fueran sinceras, pero Noah no podía estar segura.
Noah asintió lentamente, agradecida pero cautelosa.
—Gracias, Emilia —respondió, esbozando una sonrisa medida antes de coger su bolso y salir de la habitación.
Al bajar las escaleras de la mansión, Noah vio a Lorenzo esperándola al final. Él la saludó con una sonrisa amplia, y ella se acercó para darle un abrazo cariñoso.
—¿Lista para tu primer día? —preguntó él, con tono bromista.
—Tanto como puedo estarlo —respondió Noah, sonriendo con algo de nerviosismo.
Ambos salieron hacia el estacionamiento, se marcharon juntos en un Porsche negro, que rugió con elegancia al salir del estacionamiento de la mansión.
Durante el trayecto hacia la empresa, Lorenzo y Noah charlaron de temas triviales, riendo por recuerdos pasados, como si nada hubiera cambiado. Sin embargo, ambos sabían que mucho había cambiado entre ellos desde que eran adolescentes. La química estaba ahí, pero ahora también existían muchas preguntas sin respuestas.
Cuando llegaron a la empresa Ferreti, algunos trabajadores no pudieron evitar mirarlos. Lorenzo y Noah subieron al ascensor, charlando sobre los cambios recientes en la compañía. Mientras hablaban, Noah no pudo evitar escuchar las risas y susurros de un grupo de mujeres que también estaban en el ascensor.
—¿Quién es ella? ¿Será la nueva novia de Lorenzo o la hija del dueño? —una voz entre las mujeres sonaba con malicia.
Noah sonrió para sí misma, sin darle importancia, pero al bajar del ascensor, no pudo resistirse. Se giró hacia ellas y, con una sonrisa firme.
—Un placer, señoritas. Noah Ferreti, para servirles.
Las mujeres quedaron atónitas, y Noah siguió caminando con Lorenzo a su lado, quien la miró divertido.
—Sigues siendo igual de directa, ¿eh? —comentó Lorenzo, con una sonrisa ladeada.
Al llegar a la sala de juntas, los accionistas y familiares ya estaban reunidos. Nico, su hermano, Co-presidente de la empresa, se encontraba al frente. Al presentarla como la nueva Directora de Operaciones Internacionales junto a Lorenzo, el ambiente se tensó, no por Lorenzo, más bien por la community manager.
—¿Crees que es buena idea? —preguntó uno de los accionistas mayores, claramente descontento. —No tiene experiencia, y no es más que la hija del dueño.
Noah sintió las miradas críticas clavadas en ella, pero antes de que pudiera responder, Lorenzo tomó la palabra, firme y decidido.
—Noah ha trabajado en proyectos de alto nivel fuera de Italia y ha demostrado ser capaz. No está aquí por ser hija del dueño, está aquí porque es una Ferreti y tiene la experiencia para ocupar este puesto.
Hubo murmullos, pero la intervención de Lorenzo logró calmar un poco la situación. Después de la presentación, Noah se dirigió a su nueva oficina, acompañada de su secretaria, quien le mostró su espacio de trabajo. Mientras acomodaba algunos papeles, escuchó voces afuera, comentarios despectivos sobre ella y su relación con Lorenzo.
—Seguro está aquí por él... —decía una voz—. Todos sabemos que Lorenzo tiene un pasado con ella.
—Ni que lo digas, seguro que Lorenzo hará todo el trabajo y ella solo esperará a que todo este echo—concuerda otra voz.
—No se ustedes, pero si estoy comenzando a sentir envidia de esa chica, un buen puesto aquí y tener comiendo de la palma de tu mano a Lorenzo, que vida....—agrega otra voz.
Noah respiró profundo y cerró la puerta de la oficina. Era su primer día, y ya comenzaban los rumores. Pero estaba decidida a demostrar que su lugar en la empresa no dependía de su apellido ni de su pasado con Lorenzo.
..........
Noah estaba en su oficina, inmersa en su trabajo. Los archivos que Lorenzo le había enviado llegaban a su correo, y ella revisaba cada detalle de los proyectos que aún faltaban por desarrollarse. La luz de la tarde entraba suave por la ventana, bañando su escritorio en tonos dorados. Estaba tan concentrada que el sonido de su teléfono la tomó por sorpresa. Al mirar la pantalla, sonrió al ver el nombre "Juli" parpadeando en una videollamada entrante.
—¡Hola! —dijo Noah con emoción al responder, viendo los rostros radiantes de Julieta y Matt en la pantalla.
—¡Noah! —gritó el pequeño Matt con alegría, saltando un poco en el regazo de Julieta.
—¡Hola, cariño! —respondió Noah, con una sonrisa cálida—. ¡Qué grande estás!
—Quiero enseñarte mi habitación, ¡ya está toda decorada! —exclamó Matt con emoción infantil.
—¡Claro! Muéstramela —dijo Noah, entusiasmada.
Julieta giró la cámara hacia la habitación de Matt, y este comenzó a señalar cada rincón con orgullo. Las paredes estaban adornadas con ballenas, en un estilo colorido y alegre. Los peluches estaban perfectamente organizados en su cama, y los dibujos en las paredes eran claramente obra de Pablo.
—¡Mira! Pablo me pintó las ballenas, ¿a que son chulas? —dijo Matt con una sonrisa radiante.
Noah sonrió, encantada por el entusiasmo de Matt.
—¡Son increíbles! Se nota que has trabajado muy duro en todo esto. Me encanta.
—¡Y esta es mi lámpara de ballena! —agregó Matt, señalando una lámpara azul con forma de ballena que brillaba con una luz suave—. ¡Es mi favorita! Julieta me la compró.
Noah rió, contagiada por la emoción de Matt.
—¡Es preciosa! Definitivamente tu habitación es la más genial que he visto.
Después de un rato de charlar sobre la habitación, Matt fue llamado por Pablo, o como Matt lo comenzó a llamar cariñosamente, "Paps". Matt se levantó emocionado, listo para acompañarlo a un partido del equipo que se juega esa noche.
—¡Noah! Me voy a ver al Camp Nou como juega a lo mago, Paps. ¡desea que me lo pase bien! —gritó Matt antes de despedirse.
—¡Que lo disfrutes muchísimo! ¡Estoy segura de que te lo pasarás genial con Pabli! —dijo Noah con una sonrisa. Se despidió de Matt, y la pantalla quedó solo con Julieta, quien suspiró ligeramente.
—¿Cómo te va en Monza? —preguntó Julieta, cambiando el tema con curiosidad.
Noah giró la cámara de su móvil, mostrándole su oficina.
—Todo va bien. La empresa es todo un reto, pero me las arreglo. Aquí estoy, intentando mantener el control de todo. —Sonrió, pero luego su rostro se suavizó—. Ah, y Lorenzo, un amigo antiguo de aquí de Italia... ha sido un gran apoyo. Ha estado conmigo desde el primer día, ayudándome con todo.
Julieta asintió, contenta.
—Me alegra que tengas de apoyo a ese chico. Siempre es bueno tener un amigo así.
Hubo un breve silencio, hasta que Julieta, con una ligera sonrisa en los labios.
—Pero... no podemos evitar hablar de Fermín.
Noah suspiró profundamente, su expresión cambió a una mezcla de cansancio y frustración.
—¿Qué pasa con Fermín? —preguntó con un tono más serio.
—Lo está pasando realmente mal —respondió Julieta—. Se siente fatal por todo lo que pasó entre vosotros... y, bueno, hubo una discusión bastante fuerte entre Pablo y él.
La mención de Pablo hizo que Noah frunciera el ceño.
—¿Una discusión? ¿Qué pasó?
—Fermín se puso muy terco y fue bastante duro con Pablo —dijo Julieta, con cuidado de no omitir detalles importantes—. Pablo intentó mantenerse tranquilo, pero ya sabes cómo es Fermín cuando se deja llevar por sus emociones. Al final, se pelearon.
Noah apretó los labios, claramente molesta.
—Fermín no tenía derecho a hablarle así a Pablo —dijo, alzando un poco la voz, indignada—. No tiene excusa para comportarse de esa manera.
Mientras Julieta continuaba hablando de Fermín, Noah escuchaba en silencio, pero estaba claramente irritada. Justo en ese momento, la puerta de su oficina se abrió y apareció Lorenzo, indicándole que ya era hora de irse.
—Perdona, Juli, tengo que irme —dijo Noah, mirando a su amiga con una sonrisa de disculpa.
Antes de colgar, Julieta aprovechó la oportunidad para saludar a Lorenzo.
—¡Hola, Lorenzo! Un gusto conocerte, soy Julieta Torre, cuida bien de Noah por mí, por favor—dijo con una sonrisa.
Lorenzo, divertido, le respondió de manera amigable.
—Encantado, Julieta. Siempre cuidaré de Noah, no te preocupes.
Noah lo miró sorprendida, pero no pudo evitar sonreír ante el comentario. Se despidió de Julieta y colgó la llamada.
—Bueno, ¿a dónde me llevas? —preguntó Noah, divertida.
—Te quiero invitar a cenar —respondió Lorenzo, sonriendo—. ¿Qué dices?
Noah no lo dudó un segundo. Tomó su bolso y se dirigieron juntos hacia el elevador, cruzando los brazos y riendo mientras caminaban. Ambos se sintieron cómodos en la compañía del otro, como si por un momento todo fuera sencillo y natural, aunque sabemos que no es así, ¿verdad?.
.............
Fermín conducía en dirección al Camp Nou, su mirada fija en la carretera, pero su mente estaba en otro lado. Iba a comenzar el partido como suplente, y por una vez, eso le daba cierto alivio. La pasión que solía sentir por el fútbol estaba desvaneciéndose; nada tenía el mismo brillo sin Noah. No tenerla junto a él, grabando el contenido que compartían en redes sociales, apoyándolo en cada partido, le dejaba un vacío difícil de ignorar. Recordó las veces en que ella le dedicaba su energía, sus sonrisas, y hasta él le dedicaba sus goles. Pero ahora, cada vez que pensaba en ella, el dolor lo consumía.
Con un gesto brusco, apagó la radio cuando empezó a sonar "WHERE SHE GOES" de Bad Bunny. Esa fue la canción que él y Noah habían bailado la primera noche que se conocieron, en una discoteca de Barcelona. La simple melodía le traía recuerdos de esa noche: sus risas, sus miradas cómplices, el principio de lo que alguna vez fue una relación apasionada. El silencio se apoderó del auto mientras Fermín conducía al parqueo subterráneo del club, sintiéndose cada vez más atrapado por la tristeza. Al llegar, estacionó su coche y bajó con el rostro impasible. Había aprendido a ocultar el dolor detrás de una máscara de indiferencia.
Entró en el vestuario y, como de costumbre, comenzó a cambiarse. Pero no pudo evitar notar a Matt, el pequeño ahijado de Pablo, quien estaba sentado en un asiento cerca del casillero de Gavi. Matt charlaba animadamente con Gavi mientras Pablo se concentraba en ajustarse los botines. Fermín, con el ceño fruncido, prefirió ignorarlos y seguir colocándose su uniforme, aunque no pudo evitar escuchar la conversación.
—¿Y qué te dijo Pablo cuando le pediste que te llevara al campo? —preguntó Gavi, sonriendo mientras observaba al pequeño Matt.
—Me dijo que si me portaba bien, podría venir más veces —contestó Matt, orgulloso, mientras balanceaba sus piernas desde el asiento.
Pablo, sin levantar la vista de sus botines, intervino
—Claro, siempre que no jodas mucho, enano.— expresa a manera de broma.
Matt soltó una risita
—¡Yo no jodo! Pero tú y Gavi me jodéis todo el tiempo.
—Eso es parte del contrato —bromeó Gavi, revolviéndole el cabello al niño.
Fermín escuchaba sin querer prestar demasiada atención, tratando de apartar de su mente esos momentos tan familiares que compartía con Noah. No soportaba pensar en lo que habían tenido, ni en cómo ella se había marchado sin darle explicaciones. ¿Por qué? Esa pregunta lo atormentaba a cada segundo.
Después de recibir las indicaciones de Xavi, todo el equipo salió al campo. Los titulares comenzaron a calentar de inmediato, mientras los suplentes, Fermín incluido, realizaban una rutina más ligera. Él apenas prestaba atención al entrenamiento, su mente seguía atrapada en pensamientos oscuros. Luego de unos minutos, los titulares se retiraron, y Fermín se dirigió al banquillo.
Al sentarse, Fermín vio a Matt junto a Iñaki Peña, el segundo portero del equipo, ambos totalmente absortos en un juego en el iPad de Matt. Fermín observó de reojo cómo el niño, con una seriedad desmedida, le explicaba las reglas del juego a Iñaki, quien no parecía estar haciéndolo muy bien.
—¡No, no! Así no se juega —decía Matt entre risas, viendo cómo Iñaki movía los dedos torpemente—. ¡Tienes que mover la ballena más rápido!
—¿La ballena? ¿Por qué una ballena? —preguntó Iñaki, frunciendo el ceño mientras intentaba seguir las indicaciones.
—¡Porque es lo más rápido en el mar! —respondió Matt, como si fuera lo más obvio del mundo.
—¿Y si fuera un tiburón? Seguro que sería más rápido —sugirió Iñaki, tratando de justificarse por sus fallos.
—Nah, los tiburones son sobrevalorados, ¿sabes? —dijo Matt, sacudiendo la cabeza con una pequeña sonrisa—. ¡La ballena manda!, ¡Ahora sigue moviendo la ballena más rápido o se te escapan los peces!.
Iñaki sonrió, haciendo otro intento torpe.
—¿Más rápido? Pero si ya estoy casi haciendo trampa —dijo, moviendo los dedos con exagerada velocidad.
Matt negó con la cabeza, serio pero riendo a la vez.
—No es trampa, ¡es estrategia! Además, si pierdes otra vez, tendrás que darle la Revancha a Balde porque voy igualado de puntos con él —bromeó, señalando al lateral, quien también observaba de reojo.
—¿Revancha? —Iñaki fingió horror—. ¡No, no puedo permitir eso! Balde hace trampa de verdad.
Matt se rió, satisfecho de haber encontrado un aliado en el juego.
—Vamos, Peña, ¡tienes que ser mejor que una ballena lenta!
—Vale, pero si pierdo otra vez, me haces una de tus tácticas de portero para defenderme, ¿eh?, te eh visto en las publicaciones de Pablito, eres buen portero peque.
Matt lo miró serio por un segundo, luego se rió.
— Gracias pero.....¡Solo si me dejas usar tus guantes!
Iñaki le guiñó un ojo.
—Hecho, pero cuidado, son un poco grandes para ti.
Matt infló el pecho, orgulloso.
—¡Eso nunca ha sido un problema para mí!
Ambos estallaron en risas, y Fermín no pudo evitar sonreír al ver la escena, sintiéndose un poco más relajado en medio de la tensión del partido.
Balde se acercó y, con una sonrisa traviesa, le quitó el iPad a Matt, comenzando a correr con él.
—¡Balde! —gritó Matt, poniéndose de pie en el banquillo—. ¡Devuélvemelo! ¡No es gracioso!
Fermín observaba, divertido por un momento, pero no pudo evitar sentir una punzada de nostalgia al ver la dinámica del pequeño. Pablo, al notar el alboroto, intentó caminar hacia la zona de banquillo para intervenir, pero Xavi le hizo una seña desde la banda.
—Déjalo, yo me encargo —dijo Xavi, caminando hacia Balde para detener el juego.
Balde, riendo, devolvió el iPad a Matt, y Xavi cargó al niño, llevándolo de regreso al banquillo. Matt, con una sonrisa satisfecha, volvió a sentarse con su preciado dispositivo en manos.
Con el partido ya en marcha, Fermín se acomodó en su lugar en el banquillo, pero seguía inquieto. La presencia de Matt a su lado lo incomodaba. No por el niño en sí, sino por lo que representaba. Noah adoraba a los niños, y cada vez que Fermín veía a Matt, no podía evitar preguntarse qué habría pasado si las cosas entre ellos hubieran seguido adelante.
Finalmente, Fermín decidió que necesitaba respuestas. Aunque sabía que Matt era solo un niño, su conexión con Pablo y Julieta, tan cercanos a Noah, podría darle alguna pista.
—Oye, Matt —llamó Fermín, intentando sonar casual—. ¿Puedo preguntarte algo?
Matt lo miró, interesado pero sin apartar mucho la vista del juego.
—¿Sí? ¿Qué pasa, Fermín?
Fermín respiró hondo, sin saber cómo abordar el tema.
—Es sobre Noah... —dijo con cautela—. Ella... ella se fue sin decirme nada. Y... pensé que tal vez tú sabías algo. ¿Sabes por qué se fue?
Matt parpadeó, claramente sin esperar esa pregunta. Cerró un poco el iPad, pensativo.
—No lo sé... —respondió sinceramente—. No me dijo nada. Solo... se fue. Mami y Paps tampoco me dijeron mucho. Creo que ella estaba triste. Pero no sé por qué.
Fermín frunció el ceño, su mente dándole vueltas a las palabras de Matt.
—¿Triste? —murmuró para sí mismo—. ¿Por qué estaría triste?
—Noah siempre me sonreía, pero esa última vez que la vi... no estaba tan feliz como antes —añadió Matt, con su inocente sinceridad—. A veces las personas se van cuando están tristes, ¿verdad?
Fermín no supo qué responder de inmediato. La simplicidad de las palabras de Matt le hacía más difícil procesarlas. Él también había notado algo raro en Noah antes de que se fuera, pero nunca imaginó que pudiera estar tan mal.
—Sí... supongo que sí —dijo finalmente, tratando de mantener la compostura—. Gracias, Matt.
El niño volvió a su iPad, y Fermín se quedó en silencio, con la cabeza aún más llena de dudas que antes.
.................
Fermín se encontraba en el borde del campo, listo para entrar. El partido iba en el minuto 67' cuando el míster, Xavi, decidió hacer un cambio. Pablo saldría del partido, e ingresaría Fermín. Nervioso, Fermín movía sus manos y piernas, intentando calmar la ansiedad mientras veía cómo Pablo se acercaba corriendo. Xavi le dio algunas indicaciones rápidas al oído, pero Fermín, tenso, apenas asimiló las palabras. Solo podía pensar en el ruido a su alrededor, el murmullo del estadio transformándose en un eco distante. Las palmadas en su hombro lo devolvieron brevemente a la realidad y dio dos pasos adelante. El choque de manos con Pablo fue el último sonido claro que escuchó antes de que todo se volviera una nebulosa.
Corrió para posicionarse en el perímetro que ocupaban los mediocampistas, intentando concentrarse en el partido y no en los pensamientos que lo distraían constantemente. Mientras tanto, en la zona de banquillos, Matt, con una sonrisa radiante, recibió a Pablo, felicitándolo por su gol. Pablo, con la naturalidad de alguien que ya estaba acostumbrado a estos gestos, cargó al pequeño y le agradeció con una sonrisa antes de sentarse a su lado para seguir viendo el partido.
Fermín se desplazaba hacia la zona del equipo contrario, buscando una oportunidad. Araújo controlaba el balón y, tras una mirada rápida, se la pasó a Lewandowski. El polaco, con un gesto rápido, se la devolvió a Fermín, quien recibió el balón con habilidad. Avanzó, esquivó al defensa y, con un golpe firme, disparó hacia la portería. El balón voló directo... hasta golpear el poste. El sonido del impacto resonó en su cabeza como una bofetada. Fermín sintió una oleada de frustración; fallar no era algo que solía sucederle, pero en ese momento estaba más desconcentrado que nunca.
A kilómetros de distancia, en un restaurante de Monza, Lorenzo y Noah cenaban tranquilamente. Sin embargo, la atención de Noah se desvió cuando escuchó las quejas de los comensales en las otras mesas. Al mirar hacia una de las pantallas, notó la repetición de la jugada: Fermín, su exnovio, fallando un gol. La imagen la sorprendió, y sin darse cuenta, se encontró prestando más atención. Fermín se veía diferente, más cansado, más serio, con una expresión llena de rencor después del fallo. Noah, casi sin pensarlo, le susurró un apoyo silencioso, como si sus palabras pudieran atravesar la distancia.
Lorenzo, dándose cuenta de que Noah estaba distraída, miró hacia la misma pantalla. Vio a Pablo y a Matt en el banquillo .Matt le mostraba algo en su iPad, y Pablo sonreía, casi como si fuera el padre del pequeño, interactuando con cariño mientras le tocaba la pantalla. Noah sonrió al ver la escena. Lorenzo, intrigado, le preguntó si conocía a Pablo.
—Pablo es uno de mis mejores amigos, y Matt es el sobrino de mi exnovio, William. Cuando lo presenté a mis amigos en Barcelona, Matt se encariñó con Pablo, y cuando el padre de Matt se mudó a Estados Unidos, Matt pidió quedarse en Barcelona. Pablo es ahora su tutor legal, pero es más como un padre para él. Y Julieta, su pareja, es como una madre. — le explica casi resumidamente la relación tanto entre ella con Pablo, como la relación entre Matt y Pablo.
Lorenzo, sorprendido por la información, asintió en silencio. Justo en ese momento, escucharon un fuerte "¡Gooool!" proveniente de las pantallas. Ambos volvieron a mirar hacia el televisor y vieron cómo Lamine Yamal, el joven canterano, anotaba su primer gol para el equipo. Noah sonrió, notando que Fermín había dado la asistencia. Lorenzo tosió incómodo, claramente afectado por la mención de Fermín.
—Ese es Fermín, ¿no? —preguntó Lorenzo, señalando la pantalla.
Noah asintió, sintiendo una pequeña punzada en el pecho.
—Sí, es él —respondió, casi en un susurro.
Lorenzo la miró por un momento antes de hablar, con un tono que intentaba ser comprensivo, pero que no podía evitar sonar algo incómodo.
—Tenías razón, Noah. Fermín nunca cambiaría su carrera por un bebé —dijo, sus palabras cayendo como un martillo sobre ella, recordándole una verdad dolorosa.
El partido finalizó, y Fermín caminaba fuera del campo. El sabor de la victoria apenas era perceptible en su boca. Había algo más, algo que sentía en el aire, como una extraña sensación de apoyo, un susurro lejano que lo hizo pensar en Noah. Por un momento, cerró los ojos, fantaseando con que ella aún estuviera cerca. Pero esa sensación se desvaneció tan rápido como había llegado.
Continuará..........................
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¡Aquí tienen otro capítulo más!.
¿Que opinan del Capítulo, les gustó?.
Amo la relación entre Matt y Pablo, son tan lindooossss.
Por cierto, el apodo que Matt le puso a Pablo. "Paps" es una combinación entre Pablo y Papá 🥺.
¿Creen que Noah considere volver a Barcelona?.
¡Dejen sus dudas por aquí y posiblemente las descubramos en los próximos caps!.
Sin más..........
¡Nos leemos prontoooooooooo!.
L@s amoooo.
xx Ali <3
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