Reencuentro "adulto" bajo la luz de la luna (parte 2)
*Retomo*
Cuando se despertaron al día siguiente, se sintieron renovados y emocionados, y esperando algo.... ¿Qué? no lo recordaban, por mucho que lo intentara. Terminaron olvidando también esa mañana; y posteriormente conglaron Arrendelle y se enfrentaron a Pitch; para terminar ganándose el amor de su pueblo y volverse un gurdián respectivamente.
Y, tras eso, pasó un año más para Elsa, y una década para Jack. Al principio, pensaron que era parte del problema que ya habían solucionado... Y se empezaron a dar cuenta que controlar su poder, y descubrir su identidad no era lo único.
A ambos les costaba dedicarle tiempo al tema: la reina de Arrendelle, y el guardián de la diversión eran personas ocupadas. Pero ese "agujerito" que sentían se hacía notar.... y cada vez mas.
-¡Es que estás aburrida, Elsa!-le repetía Anna- ¡Tómate vacaciones!
-la reina no se puede tomar vacaciones, Anna- le respondía ella- porque dependen de ella.
Así mismo, el conejo solía provocar a Jack para pelear, pero al no encontrar respuesta, se preocupó. Y no era el único. Todos los guardianes empezaban a preocuparse cada vez más. El único que seguía relajado, era Sandman, el más cercano a la luna. Siempre le recomendaba lo mismo: preguntarle. Él estaba reacio al principio, porque en cuatroscientos años, sólo le .ahabía mencionado su nombre, y que era un Guardián, (y eso última, después de que casi muriese). No era el mejor para preguntarle nada.
Pero Sandy no cambiaba su concejo, y ante la insistencia, se decidió , y una noche, miró la esfera plateada fijamente.
-¿Qué me pasa?.... En serio... ¿Qué es.... y cómo se soluciona? - Obtuvo la misma respuesta de siempre: el silencio. Bajó la vista y se preguntó a quién más le podría preguntar. El Hada.... a veces, sólo miraba sus dientes. ¿Norte? Él sabría lo que le pasaba, pero lo haría descubrirlo por si mismo, como lo del "centro". ¿El conejo?.... ni hablar, no llegaría a nada. Y Sandman sólo le recomendaba la luna. Por eso estaba él ahí- ¡Vaya equipo!- le reprochó- si ellos quieren hablar con alguien, lo tienen cubierto ¡YO NO! Ahora lo necesito, ¿sabes?.... lo siento, pero.... en serio, lo necesito....
Otra vez, el brillo enceguecedor.Más que nunca antes. Tuvo que cerrar los ojos, y taparlos con ambos brazos, y aún así quedó enceguecido
***
ELsa había terminado los papeleos del escritorio, y mientras esperaba que le llevaran el resto, salió al pasillo, a tomar aires. Recordó el concejo de los trolls, después de la coronación: "si necesita algo, pídaselo a la luna; seguro que la escuchará".
Miró la luna, tan perfectamente circular, y abrió la boca paara decirle algo..... pero sólo salió un profundo suspiro. Anna y Kristoff, que se le acercarban, lo escucharon. La princesa quedó helada. Era la primera vez que la escuchaba suspirar a Elsa así. ¿Tendría que ver con lo que su hermana había estado sintiendo? ¿Era la reina.... feliz?
Y entonces, la luna brillo, encegueciendo a todos.
Se escuchó el caer de un cuerpo, y todo se hizo normal de nuevo... o casi. Todos quedaron unos instantes sin moverse, en silencio, mirando al sobrante en la escena. Elsa fue la primera en actuar, aún cuando ni ella misma había reaccionado.
-¡JACK! ¡Volviste!
Mientras gritaba eso, saltó a abrazarlo.
-¡Elsa! ¡Tanto tiempo!
Exclamó él, correspondiendo a su abrazo.
Anna casi se desmaya de la impresión. Y sólo entonces, Elsa y Jack reaccionaron, separándose. Se miraban fijamente. Reconociendose y desconociéndose.
Unos pasos pesados y unos jadeos ruidosos irrrumpieron en la escena, anunciando al Troll jefe. Kristoff exclamó su nombre; y quien los había adoptado le recrimino el no haberlos llevado en primer lugar (el rubio ni idea tenia que iban a ir al palacio). El troll anciano explicó que el visitante había sido enviado allí con una misión, por parte de la luna; pero no ilustró cuál ( lo que a Jack lo hiz querer volverse loco). Anna pasaba rápidamente la vista entre el peliblanco desconocido y su hermana ¿Qué...? ¿Podía llegar a ser...?
-Necesitarás un lugar para quedarte en lo que descubres tu misión- le dijo- ¿Quieres quedarte aquí?
-¡EY!- Exclamó Kristoff, celoso. Ella lo pisó para que se callara- ¡¡¡¡EY!!!!
Jack intentó negarse, pero Elsa rápidamente se sumó al pedido de Anna. Y por algún motivo, confiaba en Elsa... Al verlo tan confundido, el jefe se acordó de lo que se había estado olvidando, y les pidió que se acercasen. Extendió la palma, y de ella salieron tres esferas de luz, que brillaron un segundo frente a las caras de Elsa, Jack y Anna. Entonces, los peliclaros se volvieron a mirar, con miradas de sorpresa en el rostro, y una amplia sonrisa.
-¡JACK! ¡Volviste!
Mientras gritaba eso, Elsa saltó a abrazarlo. De nuevo.
-¡Elsa! ¡Tanto tiempo!
Exclamó él, correspondiendo a su abrazo. De nuevo.
-Esto ya lo vi...
Comentó Kristoff, algo cansado. Pero esta vez, se siguieron abrazando.
-Creciste mucho, pequeña....
-Y tú no cambiaste en nada, Jack....
Se separaron sólo para verse. Ella le acarició el costado de la cara con ternura mientras hablaba. Ambas miradas eran brillantes e intensas; al punto que era la primera vez que Anna veía algo así. Se había quedado embelezada. Trataba de ni respirar siguiendo lo que ambos hacían con los ojos abiertos de par en par. Era el momento perfecto para el beso que iniciaba el "felices por siempre", pero...
-¡¡Jaaaaaack!! ¡Mira, es verano!- dijo Olaf, como apareciendo de la nada. Tomó una mano de Jack y lo llevó a la ventana. Elsa rió por lo bajo al ver la cara de extrañesa de Jack y que le preguntaba qué era eso- ¡Soy Olaf! ¡¡Y me encantan los abrazos!!
Dijo, tendiéndole sus dos bracitos de madera al peliplata.
-Claaaro, pequeño...- dijo él, riendo. Se agachó a su lado, y señaló a Elsa- pidele uno por mí a aquella chica linda de ahí.
Ella sonrió, obviamente enternecida. Olaf le hizo caso a Jack, y fue al lado de Elsa, y le tendió las manos. Ella lo abrazó y le dio un besito en la mejilla. Eso a Jack no le gustó nada. Y menos la cara de atontado que puso Olaf después de eso. No pudo disimularlo: todos notaron que se arrepentía de haberlo propuesto.
Entonces, Anna no se pudo contener más. Tomó a Kristoff y Olaf, y se los llevó fuera, mientras gritaba.
-¡Tenemos algo que hacer, Elsa! ¡Muéstrale el castillo a Jack!
Ninguno de los dos "secuestrados" sabían de qué hablaba Anna. Kristoff se quejaba, Olaf se reía diciendo que después los vería.
El troll, entendiendo las intenciones, también se despidió de ambos, y aceptó que ella ordenase que lo llevasen a su hogar. Jack la veía moverse a Elsa, con mirada y sonrisa enternecidas.
Una vez que la reina terminase con las órdenes, le sonrió, y empezó a indicarle el camino. Caminaban preguntándose por el tiempo que no se habían visto. Ella supo de Pitch, y de sus recuerdos, y él supo de Hans y lo de congelar Arrendelle.
Mientras caminaban, a su paso el pasillo se iba congelando lentamente. Pero no parecía algo malo: el hielo tomaba forma de hermosos adornos.
Ella lo llevó a una habitación, le dijo que la usara como suya, que en un rato servirían la cena y allí lo vería. Él se quedó un rato más en aquella habitación: necesitaba aire. Su corazón latía desbocado en su pecho, y el zumbido de sus orejas le impedía notar que el "agujero" había desaparecido.
Recorrió el castillo, buscando algo divertido para hacer. Y cierto reno llamó su atención: Sven se había metido al palacio, guiado por el olor a zanahorias. Olaf, (al que Anna había soltado) también lo vio, y saltó sobre él, asustándolo. El susto, hizo que Sven tirase uno de los hielos del trineo que aún tenía atado a su espalda, y que uno de los sirvientes del palacio, pisó por accidente, empezando a deslizar por los pasillos.
Jack, recordando a su amiguito con el trineo, hizo lo mismo, y empezó a congelar los pasillos para que el "trineo" no parase. Y no le importó convertir las escaleras en un tobogán gigante, hasta que notó que al pié del mismo, estaban Elsa y Anna.
Actuó antes de pensarlo. Supo que, si el sirviente seguía, chocaría con Elsa. Así que, antes de siquiera pensar en el hielo, se adelantó, y usó a la hermana pequeña de escudo humano. Anna se dio cuenta que el choque era inminente.... y sus caras estaban a la misma altura. Lo supo al instante: se besarían. Era inevitable: se besarían.
El sirviente también lo notó, y ya pensaba en las represalias cuando una pared de hielo y escarcha lo salvó de besar a la princesa. Todos se giraron a ver a la reina. Ella los miraba con una ceja arqueada en reprobación, y una comisura curvada en una sonrisa. Era un gesto raro: sabía algo que el resto no.
Tras asegurarse que lo había detenido, se giró a Jack.
-¡Jack Frost! En este palacio, no se hacen este tipo de.... juegos. El bloque lo conseguiste o lo hiciste... -antes que él respondiera, ella ya lo sabía; pero le dejó contarle lo que había visto y se giró a Anna- llama a Kristoff. Sven se metió en el palacio de nuevo. Y luego vayan al comedor, así cenamos todos juntos.
Anna desapareció escaleras arriba; lo mismo que el sirviente, sólo que tomó el pasillo en el sentido contrario al de ella. El guarián, sonriente, se giró a la reina.
-Al menos, te divierto.
Su sonrisa y comentario hicieron sonreír aún más a la reina.
-¿Qué querías proteger tanto? - Preguntó ella de repente, tras asentir- Te asustaste recién.
Se explico, tras ver que no entendía.
-....- él lo pensó. Ella tenía razón: se había asustado. ¿por qué? ¿Qué había querido evitar...?
Al ver el dilema que había generado, Elsa lo invitó a ir al comedor. Cuando él aceptó, empezaron a caminar, en silencio. Él la volvió a mirar, y notó unas pequeñas y disimuladas ojeras.
-¿No duermes bien?- ella negó- ¿por qué?
-Soy una reina, Jack.... Si no cumplo con mis deberes yo, ¿entonces quién?
Recién entonces, Jack se dio cuenta del peso que Elsa sostenía... y decidió que su misión (por lo menos, hasta que la luna dijera lo contrario) sería aliviarle el peso.
Unos minutos después que ellos, llegaron los miembros restantes, (Anna, Kristoff, Olaf, y Sven) y encontraron las puertas del comedor congeladas.
Anna se asustó y corriendo a ellas, intentó abrirlas. No pudo. Al verla así, Kristoff le dijo que se apartara, que las tiraría abajo, y ella estuvo a punto de hacerlo... hasta que escuchó. Quedó tiesa en el lugar, y su novio casi la lleva por delate.
-¡ANNA!
-¡CHST!¡Escucha!
Él le hizo caso. Y logró escucharlo. Era un sonido claro y relajado, provocado por una voz cantarina. Y se le sumó uno igual, suave y grave. Elsa y Jack estaban riendo. Hacía muchísimo que Anna no escuchaba a su hermana reírse así.... posiblemente, desde que las habían separado por los poderes de la mayor.
Se giró a los demás, y con el consentimiento de Kristoff, anunció, feliz:
-¡Hoy comeremos en la cocina!
Dentro, Jack y Elsa terminaban una guerra de cosquillas que había dejado toda la sala íntegramente congelada. Por suerte para ambos, sólo el postre quedaba, y era helado.
La reina se dejó caer en una silla, agarrándose los costados. ¿Por qué sería? Cuando había visto a Jack, las dos veces, había reído hasta que le dolió el cuerpo. Inspiró profundamente. No se había sentido tan libre ni siquiera huyendo a la montaña del norte. No ignoraba que se estaba enamorando, pero.... Jack se volvería a ir.... así que sólo quería disfrutar ese momento como todo se estaba dando.
Mientras pensaba eso, sintió un peso en el pelo, y al llevarse la mano, tocó una forma extraña de lo que indudablemente era escarcha. Miró a Jack, que hacía un puchero bastante infantil. Y no le quedó dudas. De su enamoramiento, no había vuelta atrás.
- La flor no me salió como quería- se explicó él al verla tocarse el peo. Ella movió la mano, y él pudo ver en el reflejo de una cuchara, que tenía una corona de rosas perfectas alrededor de su cabeza- Eres genial en esto Elsa.
-Sólo cuando estoy contigo, Jack.
Él rió, un poco nervioso. Saltó y le ofreció la mano. Ante su interrogativa mirada, le explicó que debían volver a la montaña a la que habían ido de niños., a terminar el juego que habían empezado. Fueron al balcón, y el viento los llevó allí en unos pocos minutos. Al ver el palacio, Jack quedó boquiabierto. Y tras otra pelea de bolas de nieve que quedó en empate(nunca habían aclarado cómo ganaría uno u otro), fueron al último piso, a ver por la cúpula transparente, el cielo.
Tras varios minutos de hacer eso en silencio, uno al lado del otro, escuchando mutuamente sus respiraciones, Jack quedó rojo al notar que Elsa repentinamente tomaba su brazo, y lo abrazaba contra si. La miró. Ella estaba dormida.
Sonrió, la tomó en brazos, y la llevó nuevamente al castillo de Arrendelle. Cuando Elsa despertó, Anna estaba a su lado, así que supuso que sería tarde. Se desperezó, y miró a su hermana. Anna empezó a hablar atropelladamente, como siempre.
-¡¡N-NO TIENES QUE PREOCUPARTE POR MI!!- Juntando aire ante su sorprendida mirada, Anna tomó coraje y siguió- Elsa.... tu amas a Jack. Y Kristoff y Olaff están de acuerdo. Y sé que él también te ama.... ¡Ve y dile lo que sientes!
-Anna.... - Elsa, sorprendida, fue lo primero que pudo decir. Después sonrió- Lo haría. Pero Jack terminará su misión y se irá. Igual que hace años.
-Elsa....- la mirada de Anna se endureció- Cuando me comprometí con Hans, me diste a entender que no sabía nada del amor. Y era cierto: no lo sabía. Pero ahora que salgo con Kristoff, estoy empezando a entender un poco... y sé que no dejaré de quererlo porque sólo agarre sus cosas y se vaya. Tú.... ¿dejarás de querer a Jack cuando se vaya?-no esperó una respuesta y siguió- Yo sé que no, Elsa.... sólo recuerda que finalmente y como nunca- entonó- a Jack no lastimarás. Finalmente y como nunca; en él podrás confiar.
Salió tras cantarle eso. Elsa siempre había sido elegible antes que ella: hermosa, inteligente, responsable, y heredera. Pero su frialdad y miedo habían impedido que los hombres la quisieran cerca. ¡Había temido tanto que eso le impidiese enamorarse!
Mientras Elsa se cambiaba, notó que su vacío había desaparecido. Suspiró- Anna tenía razón: no dejaría de amarlo cuando él se fuera. Sonrió pensando que su hermana estaba creciendo mucho sin que ella lo notase.
Buscó a Jack, pero lo vio orquestando una guerra de nieve que cada vez crecía más. Todos se sumaban a su juego, y parecían felices con él cerca; así que generó nieve por toda la ciudad, y también municiones ya hechas, mientras una pequeña nevada cubría la zona cercana al palacio.
La guerra terminó tras una merienda que brindó el palacio, para toda la ciudad. Después de comer, Anna le dirigió un guiño muy descarado, y se llevo a Olaff, Kristoff, Sven, y su caballo a cabalgar a los campos que rodeaban Arrendelle.
Pero fue tanta la insistencia en que se irían y los dejarían solos, que aire entre ambos se hizo tenso. Ambos querían que el otro se explicara. Ella huyó rápidamente a la biblioteca, y él al vivero.
Y de ahí, no se volvieron a ver hasta la hora de la cena. Elsa iba a entrar al comedor, pero él se lo impidió. Antes que ella pudiera decir nada, Jack le tapó la boca y le dijo.
-¡Te tengo que esconder!
Y se la llevó a una torre. Se metieron en un armario, y se apoyaron en las paredes opuestas, recuperando el aliento.
-Jack.... ¿qué...?
-¡Shh! ¡Es la escondida! ¡Nosotros nos escondemos y Kristoff y Anna nos buscan!
Elsa supuso en seguida que no los buscarían. Jack escuchaba de manera tan obviamente falsa, que era cómico verlo.
-Sabes que no vendrán, ¿no?-Le preguntó. ÉL la miró sorprendido unos segundos, y después asintió, riendo-.... Entonces, ¿por qué...?
-¡No me hagas decirlo!- se quejó él, pero cedió al ver que ella realmente no entendía- Porque quiero estar contigo, Elsa.
-¿Por qué?
A ese punto, él hizo puchero. Ella entendía, pero quería escucharlo. Se miraron desafiantes por un segundo. Y de repente, él se inclinó sobre ella y la besó. Pero al escuchar cómo la pequeña sala se congelaba de repente, dio un saltito para atrás, mirando el hielo de las paredes.
-¡¡Estoy muy enojada contigo, Jack Frost!
ÉL sonrió al escuchar eso, y volvió a acercársele, desviando sus azules ojos de la pared, que se había congelado en un hermoso rosal de hielo sin espinas.
-No eres sincera- cortó una flor de la pared y se la regaló- Ni un poco.
Ella quedó ruborizada. Lo agarró firmemente de ambos lados del cuello del buzo. Sus ojos chispeaban. Él dejó de reír. Incluso se asustó un poco. Ella, sin previo aviso, justo como él, le dio otro beso.
Él se quedó duro de la sorpresa. Ella aprovechó la oportunidad para irse, todavía ruborizada.
Él empezó a reirse a carcajadas que, junto con su grito, resonaron en el pasillo, y el corazón de Elsa.
-¡¡Yo también te amo, mi reina!!
Fin
Vico-18
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