Capítulo III: El origen de todo.


Poco a poco una nueva rutina comenzó en mi vida, durante el día, ayudaba en la posada trabajando arduamente, pese a que en un inicio había llegado aquí de mala gana y no podía evitar sentirme molesta y deprimida todo el tiempo. Ahora todo era completamente diferente, me había logrado encariñar no solo con este lugar, sino que también con todas las personas que vivían y trabajaban aquí. En especial con Marcus y Micaela, eran una pareja algo despistada, pero eran sumamente divertidos, el trato que tenían con todos era tan... único y especial, que uno no percibía la línea entre dueños y trabajadores, muy por el contrario, uno llegaría a pensar que todos los miembros de aquí compartíamos algún tipo de lazo sanguíneo.

A veces Marcus se ponía firme cuando trataba de llamarme la atención, buscaba ser un adulto maduro o generarme algún tipo de imagen paternal, pienso yo, pero inevitablemente, su lado de niño, ese que todos tenemos internamente y que algunos logran perder, terminaba aflorando, y la reprimenda se terminaba convirtiendo en un concejo de amigo de toda la vida. Micaela por su parte, era una chica muy sociable, hablaba demasiado, incluso llegaba un punto en el cual te generaba dolores de cabeza, pero cada pequeña cosa que ella decía venia cargada de mucho amor, comprensión y cariño, algo que solo había sentido con Mildred y mis niños...

Cada día representaba una nueva aventura, nuevos descubrimientos y nuevos aprendizajes. Pero la mejor hora del día era cuando todos se iban a dormir, ya que yo me escabullía fuera de la posada con dirección hacia el lago. Desde que conocí a Cavendish, fielmente hacia ese recorrido nocturno solo para poder observarlo, pero también, quería escucharlo narrar aquellas maravillosas historias que solo él poseía, era emocionante oírlo detallar su mundo y todas las bellezas naturales que uno podía encontrar. La forma en la cual él narraba era tan mágica y exquisita que uno definitivamente lograba plantearse en ese escenario, y de esa manera, lograba sentir a flor de piel las mismas emociones que él buscaba transmitir.

Sin embargo, uno no podía evitar sentirse triste y apenado, ya que toda aquella majestuosidad natural de la que ellos eran privilegiados, distaba mucho de cómo era la tierra en la actualidad. Incluso al contarle que algunos hombres depredaban bosques enteros para realizar sus negocios ilícitos, o realizaban la caza furtiva de animales en peligro de extinción lograba sorprenderlo, y eso reafirmaba su pensamiento de que los humanos éramos criaturas desconsideradas, que pisoteaban todo lo que tenían a su alrededor sin importarle los demás. Debo admitir con profundo pesar y tristeza, de que yo sentía exactamente lo mismo, pero también era consciente de que no todos éramos malos y de que había personas que buscaban ayudar al planeta generando un cambio positivo, así fuera una pequeña minoría.

Junto a él me sentía tranquila y en paz, disfrutaba lo máximo que podía con su presencia, e inevitablemente conforme comenzaron a transcurrir los meses, en mi fue creciendo en mi un sentimiento, que si bien al principio era de admiración y fascinación, esto poco a poco se fue transformando en algo más, llegó un punto en el cual me sentía nerviosa a su lado, su sonrisa, su voz y su mirada generaban que la piel se me erizara, me sentía como una chica de secundaria. Me gustaba verlo a través del reflejo, en verdad era un gozo y regocijo enorme el poder estar a su lado cuando la luna estaba en su punto más alto, aunque fuera en aquella apariencia animal. Pero... aquello solo era una felicidad momentánea, no me bastaba con solo verlo a través del agua, o tenerlo a mi lado de esa manera. Quería tocarlo, quería sentir su cálida respiración, y también, quería que él me sujetara entre sus brazos. Cada vez que pensaba en eso un nudo se posicionaba en mi garganta y un vació se acrecentaba en mi interior, era innegable lo que dentro de mi había surgido, odiaba admitirlo, en verdad que sí, porque me estaba enamorando, o mejor dicho, ya estaba enamorada de él, irrumpió dentro de mi corazón sin dar algún tipo de anuncio o señal, fue muy tarde el darme cuenta de que ya se había hecho un espacio dentro de mí, un espacio que yo no quería que fuera desocupado nunca. Odiaba sentirme de esta manera, ya que este sentimiento de amor me quemaba, me lastimaba, y el no poder expresarle todo esto consumía un poco más cada parte de mi alma.

Como si se tratara de un simple juego, los días se fueron volando, las horas corrieron sumamente rápido y las estaciones poco a poco fueron avanzando. Ambos fuimos testigos del cambio de color de aquellas hojas de esos hermosos árboles, de cómo algunos animales hicieron su madriguera para poder invernar, y de cómo los días calurosos se fueron, dejando tras de sí una brisa fría por las noches. Un año y medio, había transcurrido un año y medio desde mi llegada a este lugar, dieciocho meses desde que lo había conocido a él, dieciocho meses desde que comenzó lo más bonito y lo más tortuoso de mi vida.

Pero no todo era una tragedia romántica en mi vida, tal y cómo había prometido Mildred, ella venía cada cierto tiempo junto con los niños para poder visitarme, en verdad era muy feliz al verlos, ellos de alguna forma lograban calmar mi agitado corazón y lograban distraerme un poco de aquella cruda realidad... Ah, que patética me sentía, en verdad que sufrir por amor era algo que no se lo deseaba ni a mi peor enemigo. Y pensar que antes me burlaba de todas esas películas donde la protagonista pasaba largas horas suspirando, bien dicen que uno nunca debe escupir al cielo porque puede caerle en la cara.

Con cada día que pasa la situación se estaba volviendo aún más complicada, ambos éramos conscientes de la atracción que había surgido entre nosotros, era atrevido decirlo, pero estaba segura que nuestros corazones latían a un mismo ritmo cuando nos encontrábamos juntos, ambos nos perdíamos durante muchos minutos en la mirada del otro, era como si... ambos nos encontráramos en una danza eterna, una danza interminable que nunca quería que parara, y así era durante unas cuantas horas, pero al estar próximos a la salida del sol venia la parte más difícil, el golpe de realidad, aquel cruel recordatorio que de alguna manera buscábamos evitar.

Queríamos permanecer juntos, queríamos ser como una pareja normal, anhelábamos tantas cosas, pero... eso no era posible. Ambos nos volvimos unos cobardes en cierta medida, él tenía miedo de que en algún momento me marchara y no volviera a verme, y yo, sentía miedo de no poder olvidarlo si él llegara a alejarse de mí. Constantemente me ponía a pensar en que era correcto y que no ¿Era sensato de mi parte el decirle lo que siento?, quizás... solo quizás si le expresara una pequeña parte de mis sentimientos, todo este dolor que cargo en mi interior lograría apaciguarse, pero... ¿En verdad estaba preparada para recibir una negativa de su parte?

Un día en particular mientras manteníamos una conversación normal, Cavendish me dijo que no había encontrado registro alguno acerca de la gema que se encontraba brillando en mi frente, era como si todo tipo de información respecto a eso se hubiera eliminado, o quizás, alguien se hubiera encargado de borrarlo para que nadie pudiera saber al respecto. Era una noche normal, llena de conversaciones sin sentido y de expresiones de sueños por cumplir... Si, era una noche típica entre nosotros, o al menos eso es lo que yo creía, ya que lo ocurrió después nunca lo olvidaré. No hubo ni un solo indicio de que algo malo vendría, nada, más que un silencio abrupto que de pronto nos envolvió, y luego de que aquel silencio terminara, la conversación simplemente cambió.

Quizás si hubiera recibido algún tipo de alerta hubiera podido sobrellevarlo mejor. Porque aquel momento, aquel agrio momento fue el único que recuerdo con nitidez en toda mi vida donde verdaderamente sufrí al escuchar a alguien, ni siquiera cuando tuve que dejar el orfanato me había sentido de aquella forma: sola, triste, incapaz e impotente... En definitiva, ese día en particular, pude sentir cómo me arrancaban el corazón a pedazos y lo arrojaban sin más a un lado.

—Nerea—Cavendish se mantuvo en silencio durante varios minutos, yo, que me encontraba acariciando su lomo suavemente me vi obligada a separarme para poder prestarle atención.
—¿Qué sucede? —le pregunté ante su negativa a hablar, lo vi removerse incomodo, y su vista únicamente se dirigió hacia el centro del lago, evitaba mi mirada a cualquier costo.
—Yo quiero decirte...—un suspiro fue lo siguiente que escuché, luego de eso, volteó a observarme y aunque no podía ver su rostro real, podía percibir que se encontraba triste—, ya no podemos volver a vernos nunca más.

Soltó finalmente sin ningún tipo de reparo, aquellas palabras que tanto temía finalmente fueron pronunciadas por sus labios y terminaron siendo escuchadas por mi mente... aquellas dolorosas palabras que no quería escuchar. Un nudo se instaló en mi garganta y juraba que sentía como alguien la apretaba con fuerza para dificultarme el respirar, mi interior quemaba y mis ojos ardían en llamas mientras intentaba no llorar. Mi respiración comenzó a volverse agitada a medida que los segundos pasaban, él simplemente se mantenía allí, quieto, observándome, analizándome, mientras yo sentía como todo se me iba desmoronando a pedazos, mi vista paseaba entre sus ojos, el césped y el lago, no era capaz de mirarlo, no quería mirarlo, pero a su vez, moría de ganas por hacerlo. Sentía los ojos acuosos, y luego de batallar, finalmente las lágrimas ganaron y comenzaron a brotar una tras otra sin parar, me vi obligada a morderme el labio, pero algunos pequeños quejidos producto del llanto terminaban por escaparse.

—¿Qué? –pregunté finalmente—. ¿Por qué dices eso? ¿Sucedió algo con el portal? —traté de buscar la respuesta más lógica en aquel momento, pero él negó con la cabeza mientras miraba hacia el pasto.
—No es cuestión del portal, Nerea... no podemos seguir más tiempo con esto, no es justo para ti el tener que soportar... esta situación—en un movimiento se puso de pie mientras suspiraba y comenzó a caminar hasta la orilla del lago, y luego se quedó observando la luna reflejada en el agua—. No es justo para ti el venir y desvelarte cada noche solo para verme. —suspiró nuevamente y continuó— Sé que en la mañana tienes trabajo y que duermes muy pocas horas por pasarla a mi lado—el me observó mientras me ponía de pie, apreté mis puños con fuerza mientras me dirigía a su lado, luego, cuando ya me encontraba más cerca, volvió a dirigir su vista hacia el frente—. Yo quiero estar contigo, poderte ayudar con tus labores. Quiero poder salir a pasear, ir a eso que ustedes los humanos llaman cine. Caminar tomados de la mano, poderte besar... y hasta —tornó su rostro hacia mí y me observó directamente a los ojos mientras suspiraba—. Hasta me gustaría estar contigo el resto de mi vida, formar una familia contigo... estoy enamorado de ti, maldición —exclamó con dolor en sus palabras—, ese es el tormento que me aqueja, el verte, pero no poder tocarte como quiero, el estar a tu lado, pero no de la forma en que me gustaría estarlo, duele, en verdad duele mucho, soy un idiota, en verdad que sí. Los de mi especie solo se enamoran una vez en su vida... —sus ojos azules se posicionaron en los míos y sentí una descarga eléctrica recorriéndome, ya que en aquellos ojos no solo veía el amor que sentía por mí, sino que también observaba nítidamente dolor y sufrimiento— Nerea yo ya estoy perdidamente enamorado de ti, el simple hecho de pensar en que en algún momento te marcharas de aquí no me deja conciliar el sueño...

Con cada palabra que él decía mi corazón se quebraba un poco más, yo me sentía exactamente de la misma manera, yo sufría igual que él, yo quería hacer todas las cosas que él dijo... pero si ambos compartíamos aquel sentimiento... ¿Por qué era tan difícil para nosotros poder aceptarlo con total libertad? Sin miedos, sin angustias... sin dolor, sin tristezas...

—No puedo seguir causándote este inmenso daño, tu eres un humano, mientras que yo soy una criatura irreal—expresó sarcásticamente mientras agitaba su cabeza en repetidas ocasiones.
—Eres real para mí —le dije mientras colocaba mi mano sobre su lomo— ¿Ves? El hecho de que pueda tocarte demuestra que, si eres real, tan real como lo que yo siento por ti, aquel hermoso sentimiento que guardo en mi interior es lo que me motiva a seguir adelante, es lo que me devolvió la sonrisa al rostro, nunca me había sentido de esta manera —me acerqué y lo abracé con suavidad, él apoyo su cabeza en mi hombro mientras miraba hacia el frente, yo me limité a acariciar su lomo—, en verdad no me molesta esto, puedo desvelarme, soy joven, tengo mucha energía... por favor no me dejes, no quiero perderte, no quiero que esto que tenemos se acabe de esta manera... Yo, te amo. —susurré y sentí como su cuerpo se tensó.
—Los humanos tienen la capacidad de volverse a enamorar —soltó con total naturalidad mientras yo me sobresaltaba un poco—. Sé que estarás bien, el tiempo pasará y volverás a enamorarte —dijo con dolor en sus palabras, yo comencé a aprisionar más su cuello y las lágrimas que brotaban de mi mojaban ese pequeño espacio donde me encontraba sujetada—. Esta será nuestra última noche... la última noche en que volveré a pisar la tierra, en la que volveré a visitar tu mundo, después de hoy no nos volveremos a ver...
—Cavendish... —empecé llorar con más fuerza, con cada palabra que lanzaba sentía como un puñal se adentraba en mi cuerpo—, no quiero a nadie más... solo te quiero a ti, si dices que sientes que mueres sin mí, para mi es de igual manera, no me puedo imaginar no volver a verte, el simple hecho de hacerlo hace que mi corazón duela... estoy bien con esto que tengo... no quiero dejarte ir —forcé una sonrisa mientras las lágrimas recorrían mi rostro—. Te juro que estoy bien, yo soy fuerte, puedo sobrellevar esto.
—Lo siento mucho Nerea... —su cabeza comenzó a acariciar mi hombro y parte de mi espalda, sé que si estuviera en su forma natural me estaría abrazando con fuerza, podía sentirlo de esa manera—. Es lo mejor para los dos... —sentenció y luego de eso no habló más.

Ambos nos sentamos en la orilla del lago y miramos hacia el centro, Cavendish colocó su cabeza sobre mi regazo y yo instintivamente comencé a hacer caricias sobre esta, lloraba, no podía evitarlo, aquella despedida estaba siendo muy dolorosa, no había nada más tortuoso que el silencio previo a un adiós. Para cuando el cielo se fue aclarando, Cavendish se puso de pie y comenzó a alejarse de mí, a través de mis ojos cristalinos pude ver como se adentraba más y más hacia el lago, él volteó a verme y de aquellos ojos azulados vi como algunas lágrimas comenzaron a brotar.

—Nunca dejes que nadie borre esa hermosa sonrisa de su rostro —lentamente él comenzó descender en el lago mientras un halo de luz brillaba a su alrededor—. Siempre te voy a amar Nerea, el conocerte en este breve tiempo ha representado más para mí que toda la vida que llevo en Miondel...

Dicho esto, él desapareció con los primeros rayos del sol, así de simple y rápido se esfumó. Pese a mi insistencia por ir todos los días para encontrarlo, él nunca más volvió a aparecer... Vuelvo a reiterar algo, el tiempo en verdad es ingrato. Aquellas visitas que realizaba poco a poco se fueron desvaneciendo y las horas, días, semanas y meses fueron pasando nuevamente. Para cuando me di cuenta, un año más ya había transcurrido, un año en el cual no había vuelto a tener noticias de él, un año en el cual no había dejado de soñarlo, de imaginar su voz y de extrañarlo, un año desde que lo más bonito de mi vida terminó, así de rápido como comenzó.

—Nerea ¿Me estas escuchando? —Marcus comenzó a agitar la mano delante de mi rostro, yo simplemente parpadeé y lo observé mientras fruncía el ceño.
—Lo siento, no te oí —le respondí y él se cruzó de brazos mientras blanqueaba los ojos —¿Qué dijiste?
—Te pregunté si ya tenías tus maletas listas para mañana. —volvió a repetir mientras me observaba atentamente.
—Oh, ¿Ya mañana nos marchamos? —le pregunté. Desde que Cavendish se fue perdí la noción de muchas cosas, los primeros días estaba irreconocible, era más un fantasma que una persona, pero aún seguía tan ida como en ese entonces.
—Sí, te lo vengo diciendo desde hace una semana —me dijo con reproche mientras apretaba sus brazos contra su pecho, luego, se sujetó un poco la barbilla que tenía una barba de dos días.
—Lo siento, he estado... algo ida... —dije con sinceridad el simplemente negó con la cabeza nuevamente en señal de reproche.
—Ay Nerea... —suspiró—¿Qué haré contigo?, bueno ya, deja eso —Marcus me quitó la escoba que tenía abrazada como si fuera una extensión de mi cuerpo—, anda arregla tus maletas, yo comenzaré a barrer, si te dejo encargada terminaras el próximo año.
—Ja ja, que gracioso —dije sarcástica.
—Sabes que siempre lo soy —me sonrió y yo blanqueé los ojos.

Hoy hace dos años y medio exactamente había conocido a Cavendish, el simple hecho de pensar en él generaba que mi cerebro se desconectara de la realidad, era inevitable, pese a este tiempo que transcurrió, lo seguía extrañando. Constantemente me quedaba mirando a la luna desde mi habitación, esperando ver algún indicio del portal brillando, pero eso nunca pasó.

El trabajo en la posada había ido tan bien que Marcus y Micaela estaban por inaugurar otra posada en otro estado, es por eso que, en vista de los preparativos para su inauguración, teníamos que viajar a supervisar que todo saliera perfecto.

—Nerea ¿Has visto el juguete de baño de Aron? —el nombrado se revolvió en sus brazos y los extendió hacia mi pidiendo que lo cargue.
—¿Por qué siempre pierdes el juguete? —tomé al bebe de nueve meses, mientras le daba un beso en su mejilla regordeta, él sonrió y luego comenzó a sujetar mi cabello, el cual había crecido considerablemente y ahora me llegaba a los glúteos—¿Tienes una mamá despistada no? —le pregunté y se movió sonriente—, vez, me da la razón.
—Ja ja, que graciosa —exclamó mientras se rascaba la cabeza, luego colocó sus manos detrás de su espalda y se realizó unos pequeños masajes, el pequeño era pesado, imagino que la espalda de Micaela la estaba matando—. Te juro que recuerdo haberlo dejado en su cuarto, pero cuando fui a buscarlo simplemente había desaparecido.
—¿Buscaste en la mochila que empacaste para mañana?
—S... No —ella río y yo no pude evitar reírme por lo despistada que era.
—¿Por qué no eres alguien normal? —el pequeño se revolvió en mis brazos como dándome la razón.
—Genial, hasta mi hijo se burla de mi —Micaela tomó a Aron y luego de plantarle un beso en su pequeña frente, se dirigió rumbo a su habitación—¡Empaca tus cosas! —gritó mientras cerraba la puerta.

Era gracioso el verla junto a su pequeño regordete, Aron era la perfecta mezcla de Marcus y ella, risueño, coqueto y muy amigable; pero por suerte, no había salido tan despistado como Micaela. Observé una última vez el camino por el cual ellos partieron y no pude evitar sentirme algo triste, ellos ahora eran verdaderamente una familia que se amaba, debo admitir que cuando ambos me contaron sobre el embarazo me sentí sumamente inquieta, ya que sentía miedo a que me rechazaran en cuanto él naciera. Sin embargo, eso nunca pasó, las cosas no cambiaron mucho, salvo que ambos dormían solo unas cuantas horas los primeros meses; pero era consciente de que teniendo ahora veinte años y estando próxima a los veintiuno, en algún momento tendría que dejar de aprovecharme de su generosidad, y cuando ese momento llegara ¿A dónde iría yo que jamás tuve un lugar? Alguien como yo... que nunca perteneció a algún sitio.

Entré a mi habitación y comencé a alistar mi maleta, una vez que terminé, me recosté sobre la cama y cerré los ojos. Nuevamente, y como ya era costumbre, vi a Cavendish, él se encontraba parado en la orilla del lago, pero desde luego, él se encontraba en el otro lado, en Miondel. En mi sueño él no había cambiado en lo absoluto, su semblante seguía siendo el mismo y aún mantenía aquella hermosa y reconfortante mirada. Pude observar como arrojaba unas piedras en el centro, y luego estas rebotaban ligeramente en la superficie hasta hundirse por completo en el centro del lago; luego, vi como una muchacha de cabello rojizo se acercaba a él, lo tomaba del brazo y lo obligaba a irse, comencé a gritar que no se fuera, que se quedara, que no me olvidara, que yo aún lo recordaba, pero aquellos gritos que de mi boca emanaban quedaban suspendidos en el vacío, ni una respuesta. Ni siquiera en mis sueños él podía escucharme.

Desperté sobresaltada, observé hacia afuera y vi la luna brillar en el punto más alto del lugar, toqué mi rostro y este se encontraba empapado en lágrimas, quería verlo, en verdad quería verlo, aquellas palabras se repetían una y otra vez en mi interior y generaban que mi corazón golpeteara con fuerza mi pecho. Luego de varios minutos en silencio, mientras me encontraba en la oscuridad de mi cuarto, una fugaz idea surcó por mi mente así que salí corriendo. Abrí de un golpe la puerta y bajé lo más rápido que pude las escaleras, saltando hasta cuatro escalones al mismo tiempo. Los demás al verme comenzaron a llamarme con insistencia ya que se encontraban preocupados por mi prisa, pero no hice caso, simplemente comencé a correr cada vez más rápido hasta que finalmente llegué al lago. Mi pecho subía y bajaba en repetidas ocasiones tratando de regularizar mi respiración. Observé hacia un lado y vi un pequeño bote, me dirigí rápidamente hacia el y tomando los remos que había en su interior comencé a remar hacia el centro, con cada movimiento que hacia mi corazón latía cada vez más y más

Para cuando estuve en allí, comencé a llamarlo, gritaba de una manera tan desesperada que alguien ajeno hubiera jurado que un ser querido se estaría ahogando allí. Pero pese a mis gritos no obtuve respuesta, pese a mi desesperación el silencio de la noche fue lo único que lograba oír. ¿Qué estaba esperando? Yo misma me pregunté al ver que no había nada, mis lágrimas se perdían en el lago una tras otra, generando pequeños bucles luego de que cayeran. Me puse al borde del bote para poder observar mejor, y allá, al fondo y lejos de donde me encontraba pude ver un pequeño resplandor brillando tenuemente, eso fue lo único que bastó para mí. No lo tuve que pensar dos veces, así que luego de inhalar una considerable cantidad de aire, me lancé en dirección hacia ese brillo.

Pataleé y pataleé cada vez más y más pero aquel brillo no se hacía más cercano, muy por el contrario, cada vez lo sentía más y más lejos, mis pulmones comenzaron a doler debido a la falta de oxígeno, y finalmente el airé que contenía dentro de mi terminó por abandonarme, observé hacia arriba, mientras mi vista comenzaba a hacerse cada vez más y más borrosa, y pude ver a mi cabello siendo movido por el agua, seguidamente, lo último que vi fue a aquellas burbujas subir más y más hacia la superficie, luego de eso, la oscuridad reinó, y finalmente mis ojos se cerraron.

C A V E N D I S H:

Hoy se cumplían dos años y medio desde que conocí a Nerea, dos años y medio en los cuales mi corazón aun latía con la misma intensidad al recordarla, este sentimiento me había estado carcomiendo desde aquella despedida, no había día donde no la soñara, no existía ni un solo momento en el cual no la pensara. La amaba, estaba enamorado de ella, y aunque suene ilógico decirlo, había momentos en los cuales me parecía escuchar su voz llamándome con desesperación por las noches, e incluso, juraba que era capaz de percibir su aroma cerca de mí.

Si bien, mi rutina había vuelto a su normalidad, el día a día desde aquella despedida se volvió súper monótono y aburrido, ya nada lograba alegrarme, ya nada lograba llenarme de felicidad. Ni un buen libro, ni ayudar a los demás, ni aprender nuevos hechizos. No, en aquella despedida dejé una parte de mí en la tierra, con ella, con mi amada Nerea.

A veces no podía evitar caminar en dirección al portal, era como si algo me tuviera atrapado en aquel lugar, como si la magia empleada no solo me hubiera permitido ir a su mundo, sino que también... era como si aquel poderoso hechizo me mantuviera cautivo, y simplemente me impedía dejar ir aquellos recuerdos tan fácilmente.

Así que, aquí me encontraba nuevamente, otro día en el cual se suponía que tenía que realizar unas diligencias reales, y que terminaba caminando hacia este bosque mágico que representa tantas cosas hermosas. He de admitir que la oía, los primeros meses la oía llamarme con insistencia desde el otro lado, moría de ganas por responderle, pero el haberlo hecho hubiera significado seguir manteniendo aquella dolorosa relación, aquella dolorosa manera de amarnos. Pero, como era lógico, con el pasar de los meses aquel llamado se fue haciendo escaso, al punto de que, no volví a escuchar su voz, ¿Habría ya encontrado a otra persona?, aquella pregunta venía a mi mente constantemente, pero inmediatamente la respuesta surgía, si lo había hecho, tenía que ser feliz por ella, ya que, por fin, sería verdaderamente feliz, aunque el imaginarla cerca de otro que no fuera yo simplemente me destruía por completo.

—¡Cavendish espera! —escuché a Monic, mi prima, gritar desde atrás.
—¿Qué quieres Monic? —pregunté mientras volteaba a observarla.
—¿De nuevo vienes aquí, no deberías de ir a practicar con el tío Treyment? —ella me sujetó del brazo mientras trataba de hacerme volver por el sendero de piedras.
—Solo estaré un rato... aún es temprano. —le respondí librándome de su agarre.
—¿Solo un rato? —ella bufó— ¡Siempre tengo que venir a buscarte! Es el colmo, si no fuéramos primos le diría al tío que vienes aquí a tirarle piedritas al portal.
—Ya, está bien —suspiré, hoy quería estar solo para poder ahogarme en mi miseria con tranquilidad—. Mira, necesito que me hagas un favor.
—Soy toda oídos —respondió ella con alegría.
—Ve y cómprate algo —le extendí algunas monedas de oro y ella observó el dinero, luego negó con la cabeza.
—¿Y eso cómo te ayudaría a ti? —me preguntó mientras trataba de poner las monedas nuevamente en mi mano.
—Me ayudarías dejándome solo—le sonreí y ella infló los cachetes como cuando era niña.
—Ya voy, su majestad—hizo una reverencia, y acto seguido, tomó el dinero y se fue dejándome nuevamente solo.

No pude evitar suspirar, sujeté mi cuello con algo de fuerza, ya que me sentía sumamente cansado, luego, coloqué mis manos dentro de mi bolsillo, tomé una gran bocanada de aire y seguí con mi camino. En parte Monic tenía razón, ella era la que siempre tenía que venir a sacarme de este lugar, pero no podía evitarlo, el venir aquí representaba muchas cosas y hacia que de alguna manera mi alma se tranquilizara, eso era lo que Nerea generaba en mí, me traía paz y me ayudaba a olvidar mi realidad, aquella realidad en donde no se me permitía demostrar mis emociones, una donde tenía que mostrar un porte fuerte y seguridad ante el resto de habitantes de Miondel.

Observé el bosque y vi algunos animales trepar los árboles, ellos al verme inclinaron la cabeza ligeramente en señal de respeto, y yo hice lo mismo con ellos. Los arboles eran sumamente altos, algunos ni siquiera dejaban ver el azul del cielo debido a que eran demasiado frondosos. A diferencia de la tierra, aquí las hojas poseían tonalidades diversas, desde azules, que representaban a los arboles curativos, hasta las naranjas, que representaban a los arboles espirituales. En verdad era una vista preciosa, llena de olores, colores y texturas poco comunes, era una lástima que los habitantes de Miondel ya no disfrutaran como antes de las maravillas naturales de las que disponíamos.

En cuanto llegué al sendero de piedras blancas, pude observar a lo lejos en la orilla del lago a un bulto negro. Me vi obligado a frotarme los ojos con fuerza, ya que no daba crédito a lo que estaba viendo en ese momento, era uno de nuestra especie, o eso creía. ¡Esto en verdad es absurdo!, me dije a mi mismo mientras caminaba más deprisa. Los unicornios de ese color se extinguieron en la tierra hace muchos siglos atrás.

Corrí hasta estar cerca de su cuerpo, y al tocarlo este se encontraba empapado, al parecer había salido del portal. Lo observé con atención y parecía estar muerto, coloqué mi mano sobre él y recité un hechizo para poder ver su ritmo cardiaco, su corazón aun latía, tenuemente, pero lo hacía. Una vez que comprobé que tenía pulso, pude ver como hizo un leve movimiento, como si tuviera pequeños espasmos en las patas. Lo giré y comencé a presionar su pecho con fuerza, realicé este procedimiento varias veces, y al cabo de unos minutos, finalmente logró escupir toda el agua que había dentro de sus pulmones, solo en ese momento su respiración comenzó a regularizarse.

—¿Estás bien? —le pregunté luego de que sus ojos se comenzaran a abrir lentamente, entonces los mechones que tapaban su cuerno se movieron, y allí pude ver aquella gema roja, que tantas veces había visto durante un año— ¿Nerea? —le pregunté sintiéndome sumamente nervioso y confundido, el unicornio negro pareció responder a lo que le dije y me observó.

Pese a la apariencia que tenía ahora, pude sentir como si ella sonriera, tomé su rostro y lo apoyé en mi regazo, para luego comenzar a acariciarlo con suavidad. No pude evitarlo, pero algunas lágrimas se escaparon de mis ojos y terminaron cayendo en su larga cabellera negra.

—Cavendish...—su voz retumbó en mi mente, cuanto había extrañado esa voz inconfundible—, ¿Realmente eres tú? —ella se acurrucó más sobre mis piernas a medida que acariciaba su lomo con delicadeza.
—¿Cómo llegaste aquí? —le pregunté mientras trataba de regularizar mi respiración, no lograba salir de mi asombro, ella a través del portal lucia como una humana común y corriente, nunca me había percatado que poseyera algún rastro mágico, es por eso que no me esperaba que ella fuera una de los nuestros.
—Yo... me lancé al lago—murmuró con dificultad—, el día de mañana tenía que irme de la posada, y no sabía si alguna vez volvería, te extrañaba, quería verte, necesitaba hacerlo una última vez.
—¡Lo que hiciste fue muy peligroso! —le reproché mientras sonreía, ella comenzó a llorar, y yo también lo hice, si bien me encontraba feliz de que ahora estuviera a mi lado, aquello fue en verdad arriesgado—, pudiste haber muerto...
—Pero no lo hice—ella rio y guardó silencio, luego se observó y no pudo evitar sobresaltarse un poco—¿Por qué tengo esta apariencia?, pensé que solo los de tu especie podían transformarse.
—No lo sé... es más, ni siquiera deberías de haber sido capaz de atravesar el portal. Nerea—ella me observó—¿Alguna vez llegaste a conocer a tus padres, o alguien te habló acerca de ellos?
—No —ella negó mientras seguía observándose—, se tanto como lo que tú sabes, ellos me dejaron en la puerta del orfanato como te lo dije aquella vez, nunca supe de ellos, nunca nadie vino a buscarme a ese lugar así que asumí que no tenía familia...
—Yo fui quien la dejo en ese orfanato.

Escuché una voz a mis espaldas y volteé a observar de quien se trataba, al hacerlo pude ver en la entrada del sendero a Treyment, mi tío abuelo, él nos observaba mientras sonreía, su larga túnica se encontraba algo sucia por la tierra del trayecto, luego de hablar, apoyó su bastón en el suelo y lentamente comenzó a acercase hacia nosotros.

—Qué bonita te has puesto Nerea —le dijo y ambos nos miramos sintiéndonos sumamente confundidos—, llevas la hermosa apariencia que poseyó tu madre alguna vez.
—¿Mi madre? —ella se puso de pie lentamente y yo la ayudé—¿Conoció a mi madre?
—Así es pequeña —el rio—, yo los conocí a ambos, a Nerlyuc y a Early, fueron unos queridos amigos míos.
—Treyment—lo interrumpí—, esto no tiene ningún sentido ¿Entonces Nerea siempre formó parte de Miondel?¿Porque ella se encontraba del otro lado, porque ella se ve de esta forma ahora? Y sobre todo ¿Por qué no la trajeron con nosotros cuando escapamos?
—Las respuesta a aquellas interrogantes te las daré, pero no ahora, ella necesita descansar, el viaje tuvo que haber sido muy agotador.

Treyment se acercó hacia nosotros, tocó la frente de Nerea y exclamó «Quod erat postremo promissum adimpletum», que significaba, «La promesa por fin se cumplió». Luego de decir aquellas palabras, el cristal que estaba en su frente se rompió en miles de pequeños fragmentos y aquellos restos fueron llevados por el viento. Nerea se vio envuelta en un halo de luz blanca y enseguida, aquella apariencia con la que la encontré desapareció, volvió a ser tal y como la recordaba, su piel seguía siendo igual de blanca, sus labios aún se mantenían igual de rosados, su melena estaba mucho más larga, hasta casi la altura de los glúteos, todo había cambiado ligeramente, salvo sus ojos, los cuales ahora poseían una tonalidad violeta.

—Iremos a mi despacho—Treyment acercó su bastón e inmediatamente una esfera de luz de color amarilla se hizo visible—, toquen el halo, y pase lo que pase, no vayan a soltarse.

Nerea y yo nos observamos y sonreímos ligeramente, se notaba que ella estaba nerviosa, pero el hacerle notar que yo también lo estaba no hubiera ayudado demasiado. Ambos tocamos el halo y enseguida fuimos transportados al despacho en la torre del consejo de Miondel, algunos papeles salieron volando producto de la aparición repentina, pero Treyment le restó importancia.

—Será mejor que descanses Nerea, debes sentirte agotada —mi tío usó nuevamente su bastón e hizo aparecer una manta y dos almohadas para que ella pudiera reposar.
—Lo estoy —le respondió ella con tranquilidad—, pero necesito saber... que sabe usted de mis padres ¿Por qué me dejaron en el orfanato?... Cavendish me dijo que los unicornios de color negro ya no existían, eso significa que ellos...
—Así es pequeña, ellos murieron hace mucho tiempo. —le respondió con franqueza, y ella no pudo evitar suspirar.
—Ya veo —sonrió y agachó la mirada, yo la abracé por encima de los hombros y se apegó un poco más—, quisiera que me cuente... todo lo que sabe de ellos, claro, si eso no representa alguna molestia para usted.
—¿Estas segura de querer saber todo? —le cuestionó, las facciones de su rostro se endurecieron ligeramente mientras esperaba una respuesta.
—Sí, estoy muy segura —Nerea se separó de mí y apretó los puños a cada lado de su cuerpo, se notaba que estaba tensa y que tenía miedo, todo su cuerpo la delataba.
—De acuerdo —él sonrió—, pero en vez de contártelo, voy a mostrarte que fue lo que pasó.

Treyment recitó un hechizo e inmediatamente frente a nosotros un extraño cuenco de agua color dorada apareció, este emitió un brillo tan fuerte que durante unos breves segundos tuvimos que entrecerrar los ojos.

—Este objeto se llama el revelador —al nombrarlo el objeto desprendió un halo de luz dorada, como entendiera que se referían a el—, mostrará los recuerdos que tuviste hace muchos siglos atrás Nerea, y también, mostrará mis recuerdos.
—¿Mis recuerdos? —cuestionó—. Pero yo nunca conocí a mis padres.
—Aunque tú los hayas olvidado —Treyment se acercó, pegó la palma de su mano en la frente de ella, luego de separarla giró la muñeca y la imagen de los antiguos reyes se materializó— , dentro de ti aquellos recuerdos de bebe aún siguen presentes, todos los poseemos, y estoy seguro que hasta hace no mucho, hasta pudiste escuchar sus voces.
—El sueño que tuve...—ella exclamó y Treyment asintió.
—Así es, la particularidad de tu especie es ese gran poder mágico que poseían, poder que ni los de pelaje blanco, ni los de pelaje marrón pudieron poseer —Treyment le sonrió mientras se ponía a su altura y colocaba una mano sobre su hombro—. Al llegar al lago y sentir la magia que había allí, tu cuerpo instantáneamente comenzó a reaccionar, aunque no te dieras cuenta esa magia que tenías dormida en ti comenzó a afectar a todo tu entorno de una manera positiva.
—¿En que sentido? —preguntó ella.
—Micaela era una mujer estéril —soltó él sin más y Nerea lo observó sintiéndose desconcertada—, fue diagnosticada hace cinco años atrás. Marcus había decido apoyarla y seguir a su lado, el que tuvieran a Aron es gracias a ti, tu magia la curó, es por eso que cuando recibieron la noticia de su embarazo ambos se sintieron inmensamente felices, ya que para ellos eso fue un milagro —Nerea sonrió mientras los ojos se le humedecían, al parecer estaba recordando el momento en el que la noticia se le fue dada y el cómo reaccionaron ellos—. Los trabajadores de la posada no son ajenos a aquel inmenso poder del que dispones, cada uno de ellos tenían diversos problemas, los cuales poco a poco se fueron solucionando. Todo eso es gracias a ti, aunque no lo supieras, de por si el conocerte les trajo dicha, pero también tu magia los ayudo y cambió sus vidas.
—¿En verdad? —ella no pudo evitar lagrimear e inmediatamente yo limpié aquellas pequeñas gotas que comenzaron a transitar su rostro.
—Así es. Ahora, mi niña —Treyment colocó ambas manos sobre el cuenco de agua—, coloca tus manos sobre el cuenco y cierra los ojos, Cavendish—lo observé—, eres libre de acompañarnos si quieres —tras decir esto asentí.

Nerea me miró y con la mirada me suplicó que la acompañara, yo le sonreí y los imité, para cuando cerré los ojos, pude sentir una brisa de aire envolviéndome, observé hacia los lados y pude ver a Nerea flotando a mi lado, sujeté sus manos y entrelacé nuestros dedos para poder darle seguridad, ella me volvió a sonreír e inhaló una gran cantidad de aire para tranquilizarse.

Ahora recuerden, todo lo que verán ya tuvo lugar en algún momento de la historia, podrán observar todo, más no podrán interactuar con nadie.

La voz de Treyment retumbó por los cielos, ambos asentimos, éramos conscientes de que esto sería un trago amargo, no solo para ella, si no para mí también, ya que si bien no recordaba mucho de cuándo escapábamos de la tierra, ahora sí tendría una visión nítida y a detalle de lo que ocurrió. Conforme nos acercábamos más y más hacia el suelo, podía sentir como Nerea temblaba, y su mano que se mantenía sujeta firmemente a la mía sudaba ligeramente, o quizás yo era el que se sentía así de nervioso, a decir verdad, era difícil saberlo en estos momentos.

—Tranquila—le dije y ella volteó a observarme—, estoy aquí para apoyarte.
—Gracias—ella me sonrió con ternura, y luego de eso, ambos fuimos cegados por una luz blanca.

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