Capítulo Único
Me encontré soñando con nosotros caminando de la mano bajo la luz de la luna, como si no existiera nada ni nadie más que nosotros, en eso tomaste mi mano más fuerte que nunca, te acercaste a mi oído y susurraste con dulzura «Te amaré como si mañana fuera a perderte», dejando un tierno beso en mi mejilla como el que da esa persona que no le queda más remedio que decir adiós, y en eso desapareciste, dejándome sola, con miedo y no tardaron en aparecer mis lágrimas.
Desperté en mi cama, pero tú no estabas a mi lado.
¿Qué sucede cuando la vida te arrebata a la persona que más quieres y no te permite despedirte de ella? ¿A dónde van todas esas palabras que faltaron por decir? ¿Todos esos momentos que faltaron por convertir en bellos recuerdos?
Es lo que me pregunto mientras salgo de mi casa sin rumbo alguno, buscando alguna forma de poder amortiguar la cascada de emociones y sentimientos que se desborda de mí.
Cuando menos lo espero, me doy cuenta que mis pasos me han llevado al lugar donde te vi por primera vez, esa parada de autobús donde aconteció la más bella coincidencia jamás habida.
Mientras la luna es testigo de mi dolor, como en el sueño que he tenido, no puedo sacar de mi mente que solo me queda vivir de memorias, de ese gran dolor de haberte perdido.
Todo el paisaje destila amor, y como no hacerlo, hoy es catorce de febrero, el día de San Valentín más doloroso que he pasado en mi vida.
No puedo dejar de pensar en todo lo que no te dije por falta de tiempo, al igual que las palabras que escuché salir de tus labios en la que no pensé sería nuestra última videollamada.
—No te preocupes mi amor, podremos salir adelante. Esta enfermedad no será eterna, nada más termine este calvario correré a tu casa y te daré todos esos besos que no te he podido dar, te amo, no lo olvides.
Pero eso nunca sucedió, a la semana, pasaste de ser el doctor que cuidaba ferviente de los pacientes a ser uno de ellos.
No pude despedirme de ti, no pude recordarte cuanto te amo, simplemente desapareciste como un bello sueño, solo eso.
Siento como comienzan a caer pequeñas gotas de agua sobre mí, las cuales se convierten de forma rápida en una gran lluvia, vaya ¿Acaso el cielo se burla de mi dolor?
Corro al techo de un pequeño negocio cerrado para resguardarme, y en eso percibo el sonido de una notificación.
Saco mi teléfono y mi corazón se congela, en la pantalla se encuentran dos mensajes tuyos.
Incrédula, abro rápido nuestro chat y comienzo a leer de manera desesperada.
«Hola Esmeralda, soy Esteban, amigo y colega de Alejandro; lamento mucho lo que ha sucedido con él.
Encontré su teléfono entre las sábanas de la camilla donde se encontraba y tenía un mensaje para ti, así que te lo he enviado, estoy seguro de que así lo querría él.»
«Hola cariño, creo que este es el momento adecuado para escribir este mensaje que me resistía a redactar. De seguro sonará como un adiós, pero créeme que no lo es, ya que si existe un lugar más allá de este te estaré esperando, o si existe la reencarnación, estate segura que te buscaré, no importa cuanto tiempo me lleve en hacerlo.
Lamento haber dejado tantos planes sin concluir, tantas palabras sin decir, pero uno nunca sabe cuándo partirá de este mundo (creo que por eso dicen que no debes dejar para mañana lo que puedes hacer hoy, ya que quizás ese mañana nunca llegue). Sé que quizás te sentirás impotente, y que quizás mis palabras no te hagan dejar de lado ese sentimiento, pero no te estanques en el, lee un libro, escribe, habla con tus amigos, no te encierres en ti misma por favor.
Cada vez que mires a las estrellas, recuerda que cada una de ellas son todos los te amo que me faltaron por decir pero sentí; cada vez que mires la luna, quiero que recuerdes que tú siempre fuiste la luz que me guió en este camino turbulento llamado vida; cada vez que sientas los abrasadores rayos del sol sobre tu piel te pido que recuerdes todos los abrazos que te dí, y cuando te encuentres bajo la lluvia, y todas esas gotas te empapen, recuerdes todos esos besos que te dí.
No olvides que fuiste la mejor coincidencia y el mejor regalo que me pudo dar la vida.
Atentamente, el chico que siempre te quiso, te quiere y te querrá, Alejandro.»
Mis ojos se llenan de lágrimas en una extraña combinación de añoranza, tristeza y nostalgia, pero también de alegría al ver que incluso en los últimos momentos no dejaste de ser ese chico tan lindo que conocí, tan sincero, tan perfecto.
Guardo de nuevo mi teléfono en la bolsa y me percato de que la lluvia comienza a bajar de intensidad, limpio mis lágrimas mientras una pequeña sonrisa aparece en mi rostro, pareciera que esto lo has hecho a propósito Alejandro.
Salgo de mi escondite y comienzo a caminar rumbo a la casa de mi amiga, creo que seguiré tu consejo y hablaré con alguien sobre lo que siento.
Feliz día de San Valentín mi amor, esperaré a que llegue ese día en que tenga que volverme a reunir contigo y cuando llegue, me fundiré en tus brazos, y te daré todos los besos que nos debemos, pero mientras espero a que eso suceda, créeme que no te olvidaré.
Una sonrisa se forma en mi rostro mientras cierro el cuaderno donde desde hace muchos años he estado anotando los recuerdos más importantes, para así evitar olvidarlos con el paso del tiempo.
Dejo la pequeña libreta sobre el buró al lado de mi cama, cierro los ojos y me acuesto.
—Mi bella Esmeralda, por fin nos volvemos a encontrar, cuéntame ¿Cómo ha sido tu vida?
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