Love in Xamore

—No entiendo, SeokJin. ¿Qué me intentas decir? —lo llamó preocupado desde la ventana de su "habitación".

El contrario no le respondió, observó preocupado a su alrededor y se fijó en los guardias que caminaban con sus armas entre sus manos mientras los hombres reían y charlaban, como si sus obligaciones de acribillar a los homosexuales no se apoderaran de ellos.

—Te lo diré allí. Ven al alcantarillado que está a las afueras de la ciudad.

— ¿Qué? No comprendo —murmuró al observar a los guardias—. Dime qué sucede.

—Lo entenderás allá —retrocedió—. A las cinco de la tarde, ¿si?

El otro tragó duro y miró preocupado a sus alrededores. ¿Acaso quería morirse?

—Es que... mira, yo... —suspiró derrotado—. Está bien. A las cinco.

NamJoon hizo un puchero para que Jin se apiade y lo deje tranquilo, su mente era todo un tornado, pero el otro rio, haciendo que lo vea y sólo le preste atención a su risa, su linda risa.

—Te espero allí. —retrocedió de espaldas y alzó la mano para despedirse con una sonrisa, se dio media vuelta y se colocó su capucha para irse del lugar.

NamJoon lo siguió con la mirada hasta verlo perderse entre la multitud que, lentamente, empezaba a abarrotar las calles de Xamore, la única ciudad —literal— de Dolgaria donde existe la pena de muerte por amar a alguien de tu mismo sexo. Cuando se libró la Batalla por los Nueve Terrenos, varios países fueron destruidos y hechos polvo; los pocos sobrevivientes de cada nación viajaron hacia la antigua Polonia para rehacer su vida, uniendo a Varmia y Masuria, Mazovia y Podlaquia como una sola ciudad y nombrándola Xamore, dejando a los otros voivodatos de la ex-Polonia en el olvido y en las ruinas.

Con la nueva ciudad creada, muchos expresaron sus ideas y decidieron imponerlas como leyes inquebrantables; por ejemplo: caza masiva a los perros y gatos, límite de dos hijos por cada familia, pena de muerte a los homosexuales...

Cuando seamos grandes, NamJoon, me gustaría ser parte de los grandes ministros y cambiar esas leyes. O sea, ¿cazar perritos y gatitos? se sentó sobre el pasto. Eso me parece absurdo. ¿A ti no?

Obvio que no, pero... ellos no tenían autoridad alguna. Eran simples rehenes condenados a morir lentamente viviendo en su prisión, Xamore. El sueño que ambos compartían estaba muy lejos cuando se conocieron, cuando eran niños.

Pero ahora estaba tan cerca, a unas horas: huir.

NamJoon salió quince minutos antes de la hora acordada, pues era un tramo largo por recorrer. Caminaba todo asustado, pues tenía miedo que unos guardias lo vieran, le interrogaran a dónde iba y, si no decía una excusa creyente, lo terminarían matando por intento de escape de Xamore y Dolgaria; afortunadamente, no se topó con ninguno.

Y llegó a la hora acordada, atravesando el puente que conectaba Dolgaria con el mundo exterior, y SeokJin estaba ahí, esperándolo, con el corazón latiéndole a mil por hora. Sus pasos fueron más rápidos y se detuvo detrás del chico.

―Viniste ―le sonrió al sentirlo―. Creí que me dejarías plantado. Sígueme. ―destapó la alcantarilla.

El contrario lo miró dudoso, pero accedió, SeokJin tomó su mano delicadamente y lo jaló para que baje con él. NamJoon descendió rápido por las escaleras oxidadas y esperó a SeokJin quien, estando a cuatro peldaños, se torció el tobillo y se soltó, cayendo en el pecho de NamJoon, abrazándolo con fuerza y cayendo de espaldas sobre el suelo.

Ambos se miraron directamente y se sonrojaron al instante, levantándose como un rayo y tomando su distancia.

―Lo siento. ―murmuraron a la vez y rieron.

SeokJin se aclaró la garganta y dijo:

―No importa, vamos más adentro que nos descubren y... con San Pedro. ―avanzó aún cojeando.

Eso le gustaba a NamJoon de su "amigo": hacía bromas, mal tercio para unos, pero adorables para él. Sonrió como tonto y lo siguió hasta llegar a unas cloacas más grandes que ellos, las observó todo impresionado y su vista cayó en Jin, quien estaba sentado mirando un punto fijo en el suelo. No hizo ruido y se sentó a su lado.

―Jin... ¿de qué me querías-?

― ¿Alguna vez... has querido decirle algo a alguien, pero no sabías cómo hacerlo ni cómo se lo tomaría? ¿Estar aterrado por la respuesta del otro? ―lo miró a punto de llorar.

Nam mordió su mejilla interna y asintió con una sonrisa, esperando que eso le tranquilice.

―Respira, hondo y profundo. Y dilo. Yo estoy para escucharte.

No dijo nada más, se abrazó a sí con miedo, pavor, ilusión... Tenía miedo de que los encuentren y los asesinen a sangre fría, pero le diría antes de que eso pase, porque no quiere morir sin poder decirle todo. Abrazó sus piernas y pegó su mentón en las rodillas.

―NamJoon. Quiero que seamos algo más que amigos, mejores amigos, mejores mejores amigos ―lo miró con un brillo en su mirada―. Quiero que me ames, como yo te amo a ti ―sonrió con una lágrima bajando por su mejilla―. Eres lo único que está bien en el mundo. Giras mi mundo 360° y, se siente maravilloso. Porque sé que hay alguien que me comprende y me hace sentir en el cielo, sin necesidad de convertirme en una esponjosa nube. Porque eres la pieza que encaja en el rompecabezas de mi corazón. Porque mi mundo se altera con tu sonrisa. Porque eres... eres Kim NamJoon, el hombre que me hizo sentir el amor como una montaña rusa- ―se cortó a sí mismo cuando lloró con toda su fuerza y se ocultó en sus rodillas.

NamJoon lo miró enternecido y sintió un fuerte latido en su corazón que le hizo reaccionar rápidamente. Posó sus manos en el rostro de Jin y lo besó tan hermosamente que lo hizo volar sin ponerse de pie. Y se separaron un poquito.

―Vamos, mi amor. ―le limpió las lágrimas y se puso de pie.

― ¿A dónde?

―A buscar nuestro lugar en el mundo. ―le sonrió.

Huirían lejos, luchando por su inadecuado, pero verdadero y hermoso amor. SeokJin se puso de pie tomándolo de la mano y sonrió, caminando con él en busca de su felicidad, lejos de Xamore, lejos de Dolgaria.

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