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Holly ladró y corrió detrás de Juan, tenía muchas ganas de cazar a ese pájaro.

Estaba muy harto de todas las veces que Juan lo había echado del sofá, o de las veces que entraba a la habitación de su dueño y le gritaba en las orejas asustándolo.

Juan, por su parte, amaba ser un pájaro, porque volar le permitía mantener una distancia con ese peludo perro gruñón.

Volvió a ladrar comenzando a exasperarse, saltó sobre el sofá y siguió dando saltitos sobre este intentando atrapar al pájaro.

-¡Ah, Feo! -gritó Juan volando hacia otra parte, Holly corrió hasta él, botando las cosas a su paso, sin interesarse en el desorden que provocaba.

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