03 | Necesito respirar
El sonido que me despierta no proviene de la alarma de mi móvil, sino del cortacésped del vecino de al lado. Como cada domingo no se le ocurre otra hora mejor para hacerlo.
Ahora mismo tengo dos opciones: salir en pijama a echarle la bronca y que además todo el vecindario me vea con mis pintas de recién levantada, y como consecuencia poder quedarme sin casa, puesto que se trata de mi casero, o ignorar por completo el ruido. Así que la opción que me queda es resignarme. No es nueva, la llevo acatando desde que me mudé a este apartamento.
Puesto que me es imposible volver a conciliar el sueño, decido que lo mejor es levantarme y prepararme el desayuno. Quizá así me da tiempo a aprovechar más la mañana, pero como las cosas en esta vida no siempre salen como deseas, ese plan se me trunca cuando escucho sonar el timbre de casa.
Me pongo las zapatillas y me dirijo a abrir la puerta. No me da tiempo a ver de quién se trata, ya que alguien se me echa encima de un momento a otro. Me separo un poco y veo que se trata de Margaret. Tiene los ojos hinchados como si hubiera estado toda la noche llorando. Se me encoge el corazón al verla tan triste.
Sé que lo que necesita justo ahora es un abrazo.
Al cabo de unos minutos ya no escucho nada. Vuelvo a separarme de ella. Cierro la puerta de la entrada y la tomo de la mano caminando hasta el salón. Ella se deja guiar. Imita mis movimientos cuando ve que me siento en el sofá.
Quiero preguntar qué ha pasado, pero me da miedo que vuelva a ponerse a llorar, así que espero a que ella tome la iniciativa.
—Nolan me ha engañado.
No respondo. No sé qué decirle. Bueno, sí lo sé, pero no va a ser de su agrado. Margaret a veces es un poco sensible con mis palabras y como sé que lo está pasando mal, no es mi intención hurgar en la herida.
—¿No vas a decir nada? —pregunta al ver que permanezco callada.
—Te lo dije —hablo al fin—. Te dije que era un idiota y que se estaba riendo de ti, pero tú no me creíste.
Siento que mi comentario le ha molestado, pero es la verdad. Le advertí hace mucho que Nolan no era de fiar y que tarde o temprano acabaría engañándola, pero ella prefirió no creerme y seguir adelante con su relación.
—Se supone que eres mi amiga. Tienes que apoyarme, no hundirme más.
Quizá he sido un poco brusca.
—Lo siento, Marga. No quería que sonara así, pero es lo que pienso. Deberías haberme hecho caso, he vivido una relación así y sé cómo acaban las cosas.
Veo como su mirada se suaviza un poco ante mi declaración.
—¿Y cómo acaban?
—Mal al principio, pero bien a la larga. Tienes que soltar la cuerda. La hostia duele, pero también sentirás alivio.
—Tal vez... —empieza a decir, y algo me dice por dónde van los tiros. Sé que está pensando algo, y no es algo bueno.
Quiere perdonar a Nolan. No justo en este momento, pero sí dentro de un tiempo. Cree que todo ha sido un error y que no se repetirá.
—Ni de coña —digo cuando me doy cuenta de lo que intenta decirme—. Ni se te ocurra perdonarle, Margaret.
Ignora por completo mi advertencia. Lo sé porque ahora en su mirada veo esperanza. ¿No se da cuenta de que no va a funcionar? Nolan ha jugado con sus sentimientos, no la ha respetado. No se merece a alguien como Margaret en su vida.
—Si le perdonas, te va a volver a engañar.
—¡Eso no lo sabes! —exclama levantándose del sofá.
Genial, ahora soy yo la mala de la película.
—Lo sé. Nolan no va a cambiar, Marga. Y lo peor de todo es que hay una parte en tu corazón que lo sabe, pero prefieres mirar hacia otro lado. Prefieres vivir en una burbuja, pero esa ilusión te va a destrozar. Estás a tiempo de cambiar eso.
—Que tú tuvieras una mala experiencia no significa que nos vaya a pasar a todas.
Margaret no es consciente del daño que me ha hecho su comentario. Ni siquiera la veo el mínimo resentimiento. Me he cansado de hablar, así que le invito a irse de mi casa, ahora mismo es la última persona que quiero ver.
—Vete de mi casa, Marga.
—¡Perfecto! —exclama irónica—. No quiero perder mi tiempo con una amargada.
Le doy una mirada de advertencia. No quiero discutir más con ella, así que cuando se va, me dejo caer sobre el sofá. Margaret me ha agotado mentalmente. Ni siquiera tengo ganas de sentarme a escribir.
Voy a tumbarme a escuchar música cuando siento mi móvil vibrar. Estiro la mano y lo tomo de la pequeña mesa de café. Un nuevo mensaje. No reconozco el número, pero cuando leo el mensaje comprendo de quién se trata: Camden. Guardo su número en la agenda de contactos y le respondo.
Camden: ¡Buenos días!
Camden: Nina hoy parece encontrarse mejor.
Yo: ¡Hola!
Yo: Me alegra escuchar eso.
Yo: Al menos hay algo bueno hoy.
No sé por qué he dicho eso. Pero necesitaba compartir con alguien mi malestar. Estoy a punto de eliminar el mensaje cuando la pantalla vuelve a iluminarse.
Camden: ¿Quieres hablar?
Camden: Dicen que con un desconocido hablar es más fácil.
¿Quiero hablar? Por una parte sí, pero por otra, no sé si me voy a sentir cómoda contándole mis sentimientos a un extraño. Después de meditarlo durante varios minutos contesto. Tampoco tengo nada que perder.
Yo: Está bien.
Yo: ¿Podemos quedar en algún sitio?
Yo: Necesito tomar un poco el aire.
Su respuesta llega enseguida.
Camden: ¡Genial!
Camden: Si quieres quedamos en el café "Estrella Polar".
Siempre he adorado ese sitio. Es un café tranquilo, donde puedes charlar sin problema. Me gusta que haya elegido ese lugar.
Yo: Guay.
Yo: Quedamos allí en media hora.
Camden: Allí nos vemos, Siena :)
¡Hola!
Sé que llevo un tiempo desaparecida, no me matéis. Durante unos días no he podido disponer de mi ordenador, a parte de que últimamente estoy un poco más agobiada, pero hoy al fin tenéis capítulo.
¿Qué os ha parecido?
¿Entendéis la reacción de Margaret?
¿Qué pasará en el "Estrella Polar"?
Os leo en comentarios, que ya sabéis que me hace mucha ilusión saber vuestras teorías/opiniones.
¡Hasta dentro de poco! 🌠
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