Capítulo 7

La semana posterior a la gala fue una montaña rusa. Patricia estaba encantada de nuestra actuación pero nos instó a seguir juntas y a aparecer en actos benéficos para no levantar sospechas, a veces los periodistas eran incansables y no sabíamos cuánto tiempo iban a estar tras nosotras. Es por eso que Patricia me propuso aprender sobre el funcionamiento de la empresa Duarte y el entorno laboral en el que Valeria trabajaba. Si queríamos engañar a los medios primero tendríamos que engañar a sus trabajadores.

Entre aprender los entresijos del negocio familiar de los Duarte, los cuáles eran unas cadenas de hoteles llamados Resorts Duarte, y mantener la fachada de mi relación con Valeria, no tenía tiempo para descansar. Ahora, de pie en el despacho principal de la empresa Duarte, miraba la enorme maqueta de un nuevo proyecto urbanístico que habían traído hacía unos minutos. Al parecer querían construir un nuevo hotel en la ciudad cercana pero tenían que hacer todo el papeleo aún.

Valeria se marchó tras recibir una llamada importante, por lo que me quedé en su despacho admirando la decoración y las vistas al mar que habían, casi podía ver la playa dónde trabajaba. Minutos después, Valeria entró al despacho con su característico aire de autoridad, sosteniendo una tablet en sus manos mientras la revisaba.

–Ana, necesito que me ayudes con algo. Tenemos una reunión con los inversores en media hora y quiero que tengas claro cómo vamos a presentar esto.

–¿Yo? –pregunté sorprendida. –¿No es ese...tu trabajo?

–Te estás haciendo pasar por mi pareja. –Valeria alzó una ceja mientras me veía. –Eso incluye estar involucrada en mi trabajo.

–Vale, ¿por dónde empezamos? –suspiré derrotada y acercándome a ella. –Pero nunca he hecho nada como esto. Soy socorrista, no administradora de empresas.

Media hora después, ambas nos encontrábamos en la sala de reuniones. Los inversores, un grupo de hombres y mujeres trajeados con apariencias serias, escuchaban atentamente mientras Valeria explicaba el concepto. Intenté mantenerme tranquila a su lado, pero notaba cómo las miradas recaían sobre mí de vez en cuando. Quería irme, eso era en lo único que podía pensar en aquel momento.

–Como ven, el diseño aprovecha al máximo el espacio disponible, integrando áreas verdes y tecnología sostenible. –concluyó Valeria, luego de una presentación impecable.

–Es un concepto interesante, pero me pregunto cómo planean abordar el impacto en las comunidades cercanas. –comentó uno de los inversores, luego de haber levantado la mano.

Valeria me miró como si me indicara que tomara la palabra. Me quedé congelada, no esperaba que Valeria me pasara la pelota en un momento tan crucial de la reunión. Después de unos segundos de duda, me aclaré la garganta y di un paso al frente para hablar.

–Creo que es importante involucrar a las comunidades desde el principio. Podríamos organizar foros abiertos para escuchar sus preocupaciones y trabajar en soluciones conjuntas, de este modo, podríamos construir el hotel sin que las comunidades cercanas se vieran afectadas.

–Exacto, la participación comunitaria será clave. –añadió Valeria apoyando mi idea. Vi como me miraba con atención, parecía sorprendida por la respuesta que dije.

Los inversores se despidieron de nosotras, claramente conformes con lo que habíamos hablado y comunicaron que en los próximos días le avisarían de su decisión final. Cuando el último inversor cerró la puerta, Valeria me tomó del brazo y me llevó cerca de la ventana, como si quisiera que nadie nos oyera.

–¿Por qué no me dijiste que eras tan buena improvisando?

–Porque no lo soy. Solo dije lo que me pareció lógico. –respondí con tranquilidad.

–Bueno, lo hiciste genial. –Valeria soltó una pequeña risa, algo raro en ella, y desvió brevemente la mirada.

–¿Estás...sonrojándote? –pregunté observando como su rostro se volvía rojo.

–¿Qué? No. –respondió rápidamente, cruzándose de brazos y fingiendo revisar su móvil. –Es el calor de la habitación.

–Claro, como digas. –no pude evitar soltar una pequeña carcajada.

(...)

Aquella tarde decidí ir con Mateo al centro comercial Puerto Azul para pasar un rato con él, hacía días que apenas hablábamos, él estaba ocupado con su trabajo de socorrista y yo por estar atada a Valeria. Pero por suerte, Valeria tenía que quedar con Elena y aproveché para quedar con Mateo y pasar tiempo juntos.

Fuimos al cine a ver la última película de la saga favorita de Mateo y al salir vi un mensaje de Valeria, al parecer quería que cenáramos con Elena en un restaurante elegante de este mismo centro comercial. Le comenté la idea a Mateo y él aceptó con una sonrisa, quería conocer a mi "novia" cuanto antes. Lo único que veía mal era que no vestíamos acorde al restaurante, pero poco se podía hacer al respecto.

Cuando llegamos al restaurante, que estaba situado en el piso inferior, vi a Valeria sentada junto a Elena en una mesa cercana a la ventana. Saludé a Valeria y Elena cuando nos acercamos, y les presenté a mi mejor amigo.

–Os presento a Mateo, mi mejor amigo. Ellas son Valeria Duarte y Elena Mendoza.

–Hola. –saludó Elena, esbozando una sonrisa divertida.

Mateo, quién solía ser encantador y relajado, se quedó sin palabras al ver a Elena. Sus ojos se encontraron con los de ella y el silencio que siguió fue tan incómodo como evidente. Tomé asiento junto a Valeria mientras esperaba que mi amigo no hiciera el tonto delante de ellas ni del resto de comensales. Valeria levantó una ceja, alternando la mirada entre ambos, mientras intentaba no reírme en voz alta, aquella situación me resultaba muy cómica.

–Ho-hola. –tartamudeó mi amigo, algo que jamás había visto en él. Normalmente era un chico seguro y atrevido con lo que sea que se le presentara.

–Mateo, siéntate antes de que causes un accidente chocando con algún camarero. –bromeé con diversión.

Durante la cena, Valeria se mantuvo más callada de lo habitual, parecía que estaba analizando la interacción que tenía con Mateo y las bromas que hacíamos. Sin embargo, no pude evitar notar cómo Elena parecía disfrutar de la atención de Mateo, al mismo tiempo que lanzaba comentarios ingeniosos que lo dejaban aún más impresionado. Parecía que cupido había lanzado una flecha de amor en Mateo, estaba segura de que si fuera un dibujo animado ahora mismo tendría corazones en vez de ojos mientras veía a Elena.

(...)

VALERIA

Estaba en mi oficina revisando el último informe que me habían enviado pero mi mente estaba en otro lugar. Ana aparecía en cada rincón de mis pensamientos como una plaga. Desde la forma en la que improvisaba sus respuestas durante las reuniones hasta cómo siempre conseguía hacerme reír, incluso cuando no lo intentaba. Elena entró en mi despacho sin avisar, como solía hacerlo siempre.

–¿Estás bien? Pareces distraída.

Suspiré cansada mientras cerraba la carpeta y la dejaba a un lado con desdén. Elena pareció notar lo que me ocurría, y mientras sonreía con picardía, se dejó caer en el sillón frente al escritorio.

–No puedo con esto, Elena. Ana me está volviendo loca.

–¿En qué sentido? Porque yo podría darte un par de teorías interesantes. –comentó con diversión en su voz.

–No es gracioso. Esto no debería estar pasando. –negué mientras la veía. –Se supone que todo esto es un acuerdo profesional, una fachada.

–¿Y cuál es exactamente el problema? –Elena arqueó una ceja. Su mirada me analizó silenciosamente en busca de alguna pista que pudiera usar. –¿Qué Ana sea adorable e inteligente con cada situación, o que te estés enamorando de ella de verdad?

–No estoy...No puede ser eso. –mascullé mientras me levantaba de la silla y comenzaba a andar de un lado a otro de la habitación. –Es complicado.

–Val, no es tan complicado como crees. –Elena apoyó la barbilla en su mano, mientras me observaba con diversión. –Te gusta. Lo veo en cómo la miras, en cómo dejas que entre en tu mundo, en cómo no te importó que improvisara frente a los inversores...Vamos, es obvio.

–Incluso si eso fuera cierto, no cambiaría nada. Esto no es real, y ella...ella no está aquí por mí. –me paré frente a Elena y crucé mis brazos. –Ella me ayuda a mejorar la empresa y a cambio será recompensada económicamente, no hay nada más.

–Valeria, a veces lo real se construye desde lo inesperado. –Elena suspiró y se levantó con intención de marcharse. Antes de salir por la puerta, se giró para mirarme por última vez. –Pero si no hablas con Ana, nunca sabrás qué podría haber sido.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top