Capítulo 5
A medida que pasaba la comida, comencé a sentir una inesperada conexión con Elena. Aunque al principio parecía intimidante, Elena tenía un sentido del humor sarcástico que me resultó divertido e interesante.
–Entonces, Ana. –dijo Elena, inclinándose ligeramente hacia mí. –¿Qué es lo que más te gusta de Valeria?
Por un momento me quedé en blanco sin saber qué responder, la pregunta fue muy directa. Valeria me miró con expectación, claramente interesada en lo que iba a responder. Intenté no tardar mucho para evitar que sospechara que todo era una farsa o que había estado preparando estas respuestas.
–Bueno... –empecé a decir, intentando no parecer que lo tenía preparado. –Creo que admiro su determinación. Cuando se propone algo, no hay nada que la detenga.
–No está mal. –Elena pareció considerar su respuesta antes de seguir. –Pero también es muy terca, ¿no crees?
–Gracias Elena, siempre tan alentadora. –Valeria rodó los ojos mirando a su mejor amiga.
–Por la nueva relación y por las sorpresas que trae consigo. –Elena soltó una carcajada y levantó su copa de vino.
Aún estaba algo nerviosa por lo ocurrido pero también levanté mi copa para brindar con ellas, sintiendo que, al menos por ese momento, había superado una gran prueba. Después de un rato, las tres salimos del restaurante y nos dirigimos a dar un paseo por malecón cercano. La conversación se había relajado y comencé a sentirme más cómoda, casi sentía que pertenecía al mundo de Valeria. Pero entonces, mientras miraba el océano, Elena interrumpió el momento tan tranquilo que teníamos.
–Bueno, esto ha sido divertido. –dijo con una sonrisa de satisfacción. –Pero no soy tonta, Valeria. Ustedes dos no son pareja de verdad.
Tanto Valeria como yo nos detuvimos en seco, ambas intercambiamos miradas nerviosas antes de mirar a Elena, quién nos observaba con una expresión divertida, como un gato que acababa de atrapar a dos ratones.
–¿De qué hablas? –habló Valeria con una risa forzada. Colocó una de sus manos en mi cintura para acercarme a ella, para dar credibilidad a la actuación. Al estar tan cerca de la chica pude oler el perfume a flores que usaba normalmente, un olor que cada vez me gustaba más.
–Por favor. –Elena rodó los ojos y se cruzó de brazos. –Valeria, te conozco desde que usabas pañales. No puedes engañarme, coletas. Y tú, Ana...aunque eres una actriz decente, tu reacción cuando te pregunté qué te gustaba de Valeria fue demasiado real como para ser planeado.
–¿Coletas? –intenté decir algo más pero sólo me salió el apodo con el que Elena llamó a Valeria.
–Está bien, Elena. Nos descubriste. –Valeria suspiró, ignorando el apodo con el que la llamó y se separó de mí.
–Sabía que algo estaba raro. Pero dime, ¿Qué tan mal están las cosas para que tengas que contratar a una falsa pareja? –Elena sonrió con triunfo.
–¿Ves? Eso mismo pensé yo cuando me lo pidieron. –ambas sonreímos divertidas al ver que habíamos coincidido en lo mismo.
–Bueno, me alegra que lo encuentren gracioso. –dijo Valeria mientras nos veía frustrada y con cierta resignación.
–No te preocupes, no se lo diré a nadie. Pero, tendrás que pagarme. –dijo Elena levantando las manos en señal de paz.
–¿Qué quieres? –Valeria frunció el ceño mientras la veía.
–Tu villa en Marbella durante una semana. No es muy complicado.
–¡Marbella! –repitió Valeria con incredulidad.
–Bueno, considerando lo rápido que nos descubrió, creo que lo merece. –intervine y Elena me miró con aprobación.
–¿De qué lado estás? –espetó Valeria, fulminándome con la mirada.
–Está bien, está bien. No te pediré la villa. Pero debes admitirlo, esto es demasiado entretenido como para no disfrutarlo. –Elena estalló en carcajadas provocando que sonriera.
Seguimos andando por el malecón hasta llegar a una zona donde podíamos sentarnos y admirar el mar. Elena me preguntó de qué trabajaba y le comenté que en la temporada de verano era socorrista en el pueblo de Chesnaut junto a mi mejor amigo Mateo, al pobre lo estaba dejando de lado con todo esto de la novia falsa. Mientras Elena hablaba con Valeria, le mandé un mensaje para hacerle saber como iba la situación y que esta noche estaría allí para cenar y ver una película con él.
–Por cierto. –dijo Elena llamando mi atención y dándome una sonrisa traviesa. –Me caes bien. Si alguna vez decides dejar de fingir con Valeria y buscas algo más auténtico, llámame.
–Lo tendré en cuenta. –respondí con las mejillas sonrojadas y soltando una carcajada divertida mientras Elena también comenzó a reírse.
Valeria rodó los ojos mientras negaba con la cabeza y se levantó para alejarse de nosotras. Ambas la seguimos mientras aún nos reíamos, me sentía aliviada de que si alguien tenía que descubrir la farsa, hubiera sido Elena de entre todas las personas.
(...)
La noche de la gala llegó con todo el lujo que esperaba. Valeria había insistido en que usara el vestido verde esmeralda que se compró en la boutique, Mateo cuando me vio así vestida no dudó en silbarme y en sacarme una foto. Le saqué el dedo de en medio antes de marcharme con Luis en una limusina, pasamos a recoger a Valeria y ambas nos fuimos al edificio más lujoso de la ciudad, dónde se haría la gala benéfica.
Sin embargo, una vez que entré al salón de eventos me sentí como un pez fuera del agua. Las paredes estaban adornadas con luces doradas que proyectaban un brillo cálido, y las mesas estaban cubiertas con manteles de seda y arreglos florales extravagantes. El lugar rebosaba de personas vestidas con trajes caros, conversando en tono moderado mientras bebían champán.
Valeria vestía un impecable vestido rojo de alta costura y su pelo recogido en una trenza que caía por su hombro, caminaba junto a mí con una confianza arrolladora, saludando a conocidos y dejando en claro que era la estrella de la noche. Por mi parte, estaba más enfocada a no tropezar con los tacones, antes de entrar casi lo hacía y esperaba que nadie lo hubiera notado.
–Recuerda, solo sonríe y mantente cerca de mí. –me susurró Valeria mientras avanzábamos hacia una mesa situada en el centro de la habitación.
Asentí aunque no estaba segura de cuánto duraría su aparente serenidad. Al llegar a la mesa, Valeria me presentó a un grupo de socios importantes, quiénes se mostraron amables aunque un tanto inquisitivos.
El sonido de unos tacones acercándose a paso rápido hacia donde me encontraba llamaron mi atención. Elena se unió a nosotras con una sonrisa traviesa, ella llevaba puesto un vestido negro que contrastaba con su tono de piel, y la hacía destacar incluso en un salón lleno de personas impresionantes.
–¡Por fin llegaste! –dijo Valeria con un toque de sarcasmo en su voz.
–Tranquila, estoy aquí para salvar el día si es necesario. –respondió Elena, guiñándome un ojo.
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